El estreno de la película «El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim» está permitiendo conocer otra parte de la historia de este pueblo de jinetes. Sus caballos no tenían parangón, pero palidecían ante una raza de élite. Estos eran los mearas, y aquí podrás conocer su historia si tus ojos no te engañan por algún hechizo.

Los mearas eran una raza de caballos superior a los normales, considerados los “señores de los caballos”. Eran caballos libres, veloces como el viento, inteligentes, longevos como los hombres, más resistentes e incansables. El color de su manto era, por lo general, blanco o gris plateado.

Su origen se remonta, según las leyendas, al legendario Nahar, el primero de todos los caballos y montura de caza del vala Oromë. Este fue el más poderoso y hermoso de todos los caballos, de cascos de una plata más dura que cualquier acero y manto blanco de día, plateado de noche. Podía hablar (aunque rara vez lo hacía) y sentir el mal a leguas de distancia. Se dice que las chispas de sus cascos fueron la única luz que hubo en Valinor tras su oscurecimiento.

Oromë cabalgaba con él por los grandes bosques de la Tierra Media antes del despertar de los elfos, y sus cascos golpeaban a los enemigos malignos como los martillos de Aulë. Su relincho era como una poderosa trompeta que inspiraba terror en el mal y coraje en el bien.

Aunque se cree que son supersticiones, se dice que Nahar en las noches cubría a las yeguas mortales, engendrando potrillos de los que se presume que descienden los mearas y los caballos élficos. No sabemos nada más hasta la Tercera Edad del Sol, que es cuando tenemos conocimiento de Felaróf, considerado el primero de los mearas.

Nahar – Por Silinde-Ar-Feiniel en DevianArt

Felaróf era un hermoso potro blanco salvaje nacido antes del año 2500 de la Tercera Edad del Sol. Este habitaba cerca de las fuentes del Anduin y fue capturado por Léod, señor de los Éothéod. Cuando creció, se convirtió en un caballo tan bello y majestuoso como salvaje y orgulloso, y el rey Léod, que era un reconocido domador, intentaría someterlo, con el resultado de que Felaróf se lo llevó lejos y lo derribó. Léod golpeó su cabeza contra una piedra en la caída y falleció, llevando a Eorl, su hijo de dieciséis años, a buscar venganza.

Tras una larga persecución, Eorl llegó hasta el caballo y, para sorpresa de todos, no lo mató, sino que le reclamó la muerte de su padre y le exigió, como compensación, convertirse en su montura. El caballo entendía el lenguaje humano y aceptó renunciar a su libertad, solo pudiendo ser montado por Eorl a la usanza élfica, sin brida ni silla que lo ataran. Lucharían juntos en muchas batallas, destacando en la Batalla de los Campos del Celebrant en el 2510 de la Tercera Edad del Sol.

El noble corcel encontraría su final junto a su amo en la Batalla del Páramo del 2545 de la Tercera Edad del Sol, y sus restos reposan junto a Eorl en el primero de los montículos funerarios de Edoras. Se dice que el estandarte de Rohan muestra a Felaróf cabalgando en un campo de hierba.

Los mearas descendientes continuaron conviviendo con los reyes de la Marca, y solo ellos y su estirpe podían montarlos. Eran cuidados como se cuidaría a un ser humano y, de entre todos ellos, destacaría uno: el único que consintió en no ser montado por el linaje de Eorl.

Felaróf y Léod – Por Catherine Chmiel

Sombragrís, un caballo de color plateado, destacaba por su enorme inteligencia, inquebrantable lealtad, y su velocidad y resistencia. Vivía en Edoras durante el reinado de Théoden y permaneció allí hasta el año 3018 de la Tercera Edad del Sol. Gandalf el Gris, recién fugado del cautiverio al que Saruman le había sometido en Isengard, llegó a la capital de Rohan. Allí, un rey Théoden que ya estaba bajo la influencia nefasta de Gríma Lengua de Serpiente le invitó a coger un caballo y marcharse, ya que no era bienvenido.

Gandalf elegiría a Sombragrís, y el caballo consintió, pues nadie monta uno de los mearas sin su consentimiento. Para disgusto del rey, mago y montura partieron veloces como el viento y llegaron desde Rohan a La Comarca en solo seis días. Gandalf le liberaría en las Landas de Etten para que regresara a Rohan en febrero del 3019 de la Tercera Edad del Sol, regresando el caballo mientras el mago iba a Rivendel. No obstante, una gran amistad les unía y volverían a cruzar sus caminos.

Tras renacer de la muerte y reencontrarse con Aragorn, Legolas y Gimli durante los acontecimientos de «El Señor de los Anillos. Las Dos Torres«, Gandalf el Blanco necesitaba una montura y sabía que Sombragrís respondería a su llamado. Así fue, y el caballo acudió guiando a Arod y Hasufel (los caballos de Aragorn y Legolas) que se habían espantado durante la noche. Permitió montar a Gimli junto al mago, ya que era más resistente que los demás caballos, y cabalgarían a Edoras, donde Gandalf liberaría a Théoden del mal que le habían impuesto Gríma.

En agradecimiento, el rey le regaló a Gandalf el caballo, y no se separarían desde entonces. El istar volaría sobre su lomo junto con Pippin hacia Minas Tirith tras la Batalla de Cuernavilla (a la cual Gandalf llegaría a tiempo con refuerzos con ayuda del corcel). Durante su estancia en la ciudad, descansó en el sexto nivel de la ciudad, y sus intervenciones para salvar a Faramir en dos ocasiones fueron cruciales. Demostró ser más veloz que las bestias aladas de los nazgûl y su valentía al ser el único junto a Gandalf en no retroceder cuando el Rey Brujo de Angmar cruzó las destruidas puertas de Minas Tirith durante la Batalla de los Campos del Pelennor.

Gandalf (Ian McKellen) junto a Sombragris (Interpretado por Blanco y Domero) – El Señor de los Anillos. Las Dos Torres (2002)

Sombragrís sobreviviría a los acontecimientos de la Guerra del Anillo y acompañaría a Gandalf a Valinor el 21 de septiembre del 3021 de la Tercera Edad del Sol.

No se conocen más mearas, aunque se especula que Crinblanca, la montura del rey Théoden, pudo ser también uno de ellos. Este caballo pelearía junto al rey durante la Guerra del Anillo hasta encontrar su final en la Batalla de los Campos del Pelennor, herido por un dardo envenenado. Aunque pudo alejarse tras ser herido del rey, fue la causa de su muerte al aplastarle con su peso. Fue enterrado en los campos donde murió, y la hierba siempre creció en su lugar de descanso.

En la lápida de la tumba de Crinblanca se menciona que era hijo de Piesligeros. Este caballo desconocido podría ser también uno, y quizás, al ser tan escasos, podría ser el padre también de Sombragrís, resultando ambas monturas en hermanos. Sin embargo, que Piesligeros y Crinblanca pudieran ser de la raza de los mearas es pura especulación y no hay pruebas que lo confirmen.

Así acaba la historia conocida de estos nobles caballos, cuyas hazañas quedaron grabadas en la historia y cuyo linaje y descendencia se presume que acabó con Sombragrís en las Tierras Imperecederas.

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