Helkanor – Cueva de Scatha
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Neume.
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14/07/2015 at 8:35 #356769
Fenix-OscuroParticipantAiwë se había marchado como quien lleva el Diablo, oía los murmullos de lejos y seguía, subía escaleras y volvía a los pasadizos por los cuales habían descendido anteriormente. Tras salir de la cueva, el aire frío de la tarde le heló hasta el alma, silbó y Peludo apareció
-¡Buen muchacho!
Caminando un par de pasos, se encontró con una escena desagradable y horrorosa, Zamín, la antigua «lider» del grupo, la cazatesoros, yacía muerta en el suelo, cubierta de nieve, ensangrentada, y con un siniestro mensaje escrito con sangre en su vientre «Recuerdos de Îbal» el maia estalló de ira y hasta el cielo lo sintió, una tormenta de relámpagos y truenos estalló sobre la montaña.
-Ese maldito, creí que no tendríamos que volverlo a ver ¡mal nacido! Aún deseo mi venganza, y aunque sea, poderte llenar de tajos y que te desangres como la escoria que eres ¡Maldito oriental, Maldito tú y todos los tuyos! -la voz del maia era dura e implacable. Algunos de sus compañeros ya habían salido de la cueva y notaron el mal humor del mago, trató de calmarse y observó el cuerpo de la joven una vez más, cerca de su mano derecha había otro mensaje escrito con su sangre «Sus vidas corren p…»
-Parece que fue su última voluntad antes de morir -dijo cuando sintió que alguien se le acercaba- la han matado, y temo por la vida de nuestro amigo Dulvak.
Los presentimientos del maia nunca fallaban, pero esta vez habían llegado tarde y nada podían hacer, lo mismo pasó con su hermano y con aquel muchacho que antaño había sido su pupilo y muy cercano a él, se ofreció a llevar a algunos de los heridos, puesto que aún faltaba para poder pisar tierra firme y montar su corcel.
-Puedo llevar a Dalation y al mediano si así lo deseas, Battoin. Y no te largues ningúna broma, mi humor actual es lúgubre y siniestro. Aunque no le caía bien la joven, y Aiwë sospechaba que quizás se buscó ese destino, no podía asegurarlo, pues ¿Qué hacía Ibal ahí? ¿Y por qué él otra vez?
14/07/2015 at 13:35 #356771
NeumeModeratorSe tocó la oreja mientras le escuchaba. Su hermano a veces le decía algo muy similar. A ella sin embargo, le parecía que eran normales.
Frunció el ceño cuando Battoin se negó a terminar de aclarar la cuestión. A veces no era capaz de discernir qué pasaba por la mente del humano, y eso la dejaba todavía más confusa e irritada.
-Sí, será mejor que te alejes -dijo en voz baja.
A medida que se acercaban a la salida el aire era más respirable, menos denso. Yaiwen estaba feliz por poder estar al aire libre; y no necesitaría más luz que la de la luna. Sabía que sus ojos pronto se acostumbrarían a la noche.
Al cabo de un rato encontraron a Calatar y Faerin dentro de la cueva. Les comentaron que se habían resguardado dentro porque había bajado mucho la temperatura. Les ayudaron a levantarse y prosiguieron caminando. Faerin se apoyaba en ella y Calatar llevaba las pertenencias del humano.
El mago les llevaba ventaja y se encontraba ya fuera. La medio elfa le escuchó murmurar algunas palabras sin llegar a entenderle.
-Seguro que Battoin se alegrará especialmente si descubrimos que Dulvak y Zamîn nos han preparado la cena, ¿a que sí mellon? Siempre pensando en comer, como si no hubiera nada más interesante en la vida que llenar el estómago… en realidad pienso que deberías haber sido criado por hobbits. Tienen fama de buen comer y son mucho más afables, no tienes más que ver a Berilack. Tal vez te hubieran inculcado algo de eso…
Entonces vio a Aiwë junto al cuerpo inerte de la caza tesoros.
-¿Qué ha pasado aquí, más orcos? -Miró a su alrededor, no había señales de aquellas bestias. No entendía nada. Dejó solo a Faerin y rodeó despacio al mago para poder ver mejor el cuerpo.
«Ha estado aquí… o está, quizás no se haya ido aún» Trató de agudizar todos sus sentidos, en especial la vista y el oído. «¿Por qué has querido dejar el mensaje?»
-¿Y Dulvak? – echó a andar por los alrededores tratando de encontrar alguna pista. -Deberíamos bajar el sendero y verificar que nuestras cosas estén aún.
«Sería una broma de muy mal gusto si nos hubieran robado las monturas y tuviéramos que hacer el camino a pie. Espero que no hayas sido capaz Îbal… si no te aseguro que mi puntería lanzándote objetos será mucho mejor esta vez»
15/07/2015 at 20:07 #356796
Elfo_NegroParticipantEstaba intentando meter la ropa, que había dejado a “secar”, en la bolsa. No se había secado demasiado y, a cambio, se había helado y, ahora, semi-rígida, constituía todo un problema. El caballo no había muerto, pero no tenía muy buen aspecto, tenía los ojos casi cerrados y apenas respondía a las órdenes de Dulvak. Sabaka, en cambio, el intrépido southshire, no paraba de ladrar encarando el camino que conducía a la cueva de Scatha.
-¿Qué te pasa Sabaka, qué ocurre ahí arriba?- El perro continuaba con su denuncia a base de ladridos. –Bien, bien, ahora iremos a ver qué es tan importante, sólo déjame meter esta maldita levita helada en la bolsa-
Cuando todo estuvo más o menos empacado acarició el poderoso cuello del enorme caballo. Léntamente, las manos cálidas de Dulvak fueron reviviendo al maltrecho animal. Cuando por fin relinchó, aunque con aire soñoliento, se despejaron las dudas: el bicho sobreviviría, al menos unos días. Antes de partir dió un poco de calor y ánimo a varios animales que estaban por ahí, aguantando con dificultat en esa fria noche. -¿estais mejor verdad? volveré en un momento, ahora debo seguir a Sabaka, que me está empezando a incordiar-. Sí, hablaba a los animales, no con intención de que le entendieran, sino con el deseo de que su voz y su calor los confortara.Sabaka abría la marcha, con prisas; iba y venía, quería que Dulvak acelerara el paso, pero este no podía andar más deprisa, al menos no tal como iba: a pié y tirando de un caballo medio muerto, medio dormido.
Por fin vio, a lo lejos, la entrada de la cueva. Y sí, algo debía pasar ahí, pero no fué en eso en lo que se fijó, sino en que, saliendo de la boca de la gruta, acercándose, se veia andar a varias figuras.
20/07/2015 at 15:37 #356890
BattosayParticipant-Seguro que Battoin se alegrará especialmente si descubrimos que Dulvak y Zamîn nos han preparado la cena, ¿a que sí mellon? Siempre pensando en comer, como si no hubiera nada más interesante en la vida que llenar el estómago… en realidad pienso que deberías haber sido criado por hobbits. Tienen fama de buen comer y son mucho más afables, no tienes más que ver a Berilack. Tal vez te hubieran inculcado algo de eso…
– ¿Berilack? ¿Afable? Me parece a mí que lo llevas en tu cantimplora no es agua. Aunque si te refieres al Berilack catatónico que llevamos encima, sin duda es un tipo tranquilo. Por otro lado, no estaría de más que hubieran preparado la cena, o el desayuno, en esta cueva es un poco complicado saber la hora que es.
Llegaron a la salida un poco después de Aiwë. El cuerpo inerte de Zamîn les cambió el humor a todos de golpe. De pronto el tesoro ya no parecía tan brillante.
-Puedo llevar a Dalation y al mediano si así lo deseas, Battoin. Y no te largues ninguna broma, mi humor actual es lúgubre y siniestro
En ese momento sintió deseos de darle un puñetazo al mago, ¿acaso pensaba, en su soberbia, que él era el único que le entristecía la muerte de alguien? ¿Que el humor del resto era de felicidad y dicha absoluta? Decidió que no era el momento, sería una falta de respeto a Zamîn.
– No me sé chistes de cazatesoros muertos – se limitó a decir.
Echó el cuerpo todavía catatónico de Berilack sobre el caballo del mago. Por suerte la montura del montaraz todavía estaba por allí, así que la cogió y echó a Dalation sobre ella, no sin antes darle un par de bofetadas a ver si reaccionaba. La respuesta fue la misma que tras el ataque de los orcos.
– Espero que mi espíritu no desaparezca así, me dan escalofríos — pensó mientras miraba a la pantalla con expresión amenazadora.
Volvió a donde estaba el cuerpo de Zamîn, el resto seguía mirándolo o intentando localizar a su asesino. Se quitó la capa y envolvió el cuerpo de la chica, no sin antes limpiar la amenaza de Îbal. Echándosela al hombro la acostó sobre el carro de Nîr.
– Creo que deberíamos irnos, Zamîn no debería aguardar más de lo necesario una sepultura adecuada. Hoy brindaremos y nos emborracharemos por ella. Y si Îbal tiene un poco de sentido común, espero que esté ya bien lejos.
21/07/2015 at 1:10 #356897
JRM-008ParticipantRírian se había quedado totalmente paralizado al ver el cuerpo inerte de Zamîn, y lo único que pudo hacer es apretar los puños y maldecir a aquel maldito Oriental.
– Una vez juré que acabaría contigo, bastardo. Que sepas que no pienso faltar a mi promesa.- dijo al cielo.
Notó que Roulon empezaba a calentarse en su funda y se obligó a respirar hondo.
– Creo que deberíamos irnos, Zamîn no debería aguardar más de lo necesario una sepultura adecuada. Hoy brindaremos y nos emborracharemos por ella. Y si Îbal tiene un poco de sentido común, espero que esté ya bien lejos.
Rírian asintió.
– Estoy de acuerdo. Puedo cargar con su cuerpo, si así lo deseas, pero alguien deberá llevar mi nueva armadura. Y si ese malnacido sigue por aquí… Me aseguraré de que mi espada sea lo último que vea.21/07/2015 at 14:08 #356898
NeumeModeratorHabía bajado algunos metros con paso rápido tratando de buscar alguna pista o quizá se encontrara con Îbal. Si era así prefería tener unos segundos a solas, pero no se dio el caso. El oriental no apareció por ningún lado.
Lo que sí escuchó claramente fueron ladridos así que silbó a sus compañeros y con la mano les hizo señales para que se apuraran. No les iba a esperar por lo que siguió bajando por el sendero.
Era noche cerrada sin embargo, sus ojos ya se habían habituado y sabía que el mago iluminaría al resto.Vio al perro de Dulvak que se acercó hasta ella. Se acuclilló y soltó sus pertenencias.
-Hola chico, no recuerdo tu nombre… Sa… no importa –le dijo mientras le rascaba detrás de las orejas -¿qué pasa, dónde está tu dueño, eh, dónde?
El perro volvió a ladrar y miró sendero abajo.
-¿Está ahí? ¡No me chupes! Quieto, sé bueno –dijo mientras se incorporaba y recogía las cosas – Ya bajo, ya.
Caminó un poco más y distinguió a Dulvak. Avanzó hasta él con Sabaka al lado.
-Aiya. ¿Cómo os encontráis? ¿Qué ha pasado ahí dentro? Estabais frente a la puerta y de pronto… no entendimos nada y nos preocupamos al principio aunque luego pensamos que estaríais en otro lado de la cueva pero no había señales de vosotros y al salir y ver… -le miró y en los ojos de Yaiwen había algo de espanto –Zamîn está muerta. ¿Lo sabíais?
21/07/2015 at 21:40 #356919
BattosayParticipant– Estoy de acuerdo. Puedo cargar con su cuerpo, si así lo deseas, pero alguien deberá llevar mi nueva armadura. Y si ese malnacido sigue por aquí… Me aseguraré de que mi espada sea lo último que vea.
– No creo que haga falta, en el carro de Nîr va sin problemas.
Al oír la amenaza de Ririan recordó cómo había sido su último encuentro con Îbal y casi se alegró de que no estuviera allí. Ganas no le faltaban de atravesar a ese hombre con su espada, pero una venganza sólo debe llevarse a cabo si se es capaz de completarla. En caso contrario, no sería más que una muerte estúpida. Se vio a sí mismo lanzar la misma amenaza que Rírian unos momentos antes y se dio cuenta de que lo único que podrían hacer era acompañar a Zamîn en su último viaje.
– Casi mejor que ya no esté aquí — pensó para sí, mientras un sentimiento de vergüenza le recorría el cuerpo.
Pensar ahora mismo sería contraproducente, así que prefirió hacer algo. Vio como Yaiwen se había lanzado ladera abajo y ahora oía su voz y la de Dulvak.
– ¡Nîr! – gritó hacia la cueva – En cuanto llegues coge el carro y síguenos, no es buena idea quedarse aquí — se giró hacia los demás. — Yo me voy adelantando, que no llevo ni caballo ni carro y tardaré menos en ver qué ha pasado con Dulvak. Os espero abajo.
Se sentó en el escudo y se dejó deslizar sin acelerar demasiado hasta llegar a la altura de Yaiwen y Dulvak. Parecía que no necesitaban luz para verse, pues estaban hablando con tranquilidad cuando su antorcha los iluminó.
— Me alegro de verte de una pieza — dijo a Dulvak, – ¿qué os pasó allí dentro? Imaginaba que estaríais por aquí, pero después de ver lo que le ha pasado a Zamîn, ya no sé si era tan inofensivo como pensaba – se giró hacia Yaiwen. – He dejado a Zamîn en la carreta, esperando a Nîr. A los catatónicos los hemos montado en los caballos. Deberíamos de irnos de aquí ya mismo, no es seguro.
21/07/2015 at 22:18 #356920
Elfo_NegroParticipantYaiwen se adelantó a un pequeño grupo y se encontó con Sabaka, que la festejó como sólo hace con los amigos. Cuando se encontrarón, en mitad de la noche nevada y a medida que la elfa le lanzaba sus preguntas encadenadas, iba reflexionando sobre lo ocurrido en la cueva, intentaba estructurar lo acontecido; y, cuando estaba a punto de contestar, pero sin tiempo a abrir la boca, oyó eso de “Zamîn está muerta. ¿Lo sabíais?”, se quedó perplejo.
-¿Muerta, cómo ha ocurrido tal cosa?- tiró de las riendas del caballo, que se acercó un poco más, lanzándole su aliento brumoso sobre el hombro. –Yo apenas acabo de salir de las entrañas de la montaña, he aparecido de repente en algún lugar de la ladera que se encarama sobre la entrada de la cueva y, una vez he averiguado donde estaba, he descendido rápidamente hacia donde están amarrados nuestros animales. Todo ello ha pasado, que yo sepa, en menos de media hora.- Miró la montaña y la siniestra abertura que franqueaba el paso a los oscuros pasadizos de los que había salido. Una sombra cubrió la frente de Dulvak que, después de haber salido de la cueva, había alegrado su ánimo y empezaba a considerar que quizá la montaña tenía más de juguetona que de siniestra… però no, las rocas antiguas, que han sido bañadas con sangre durante siglos, no suelen tener nada de juguetón, las piedras mohosas, las raíces retorcidas, suelen ser rencorosas, y lo habían expulsado de su reino.
-Y me dices que la joven guía ha muerto… ¿dónde y como ha ocurrido?-Justo en ese momento llegó Battoin, que le saludó, un tanto receloso, y le preguntó por su “desaparición”. –¿Allí dentro?, creo que no respondí a la roca lo que quería escuchar, así que me expulsó al exterior, sin duda usando algún tipo de magia muy muy antigua, algo que resonó con…- se había lanzado, y estaba a punto de hablar más de lo que quería, así que paró y cambió de tema –de todos modos eso ahora no importa, Yaiwen me contaba que la chica Zamîn está muerta, ¿Qué ha ocurrido?-
21/07/2015 at 22:35 #356921
lordnazgul9Participant-Ahora mismo que lo preguntas-dijo Nír, llegando a tiempo para recibir a Dulvak-La encontró el mago en la ladera. Estaba ensangrentada y cubierta de nieve entintada, y un viejo conocido de nosotros nos tenía preparado un mensaje-continuó, recordando las picas y espadas de los orientales en los valles del Anduin. -Esto huele a venganza. Los Sardinas o algo así creo que se llamaban, son rencorosos y su líder se ha topado varias veces con más de uno de nosotros. Habrá que estar alerta. Si quieres echarle un vistazo a la chica, está encima del carro.
Afortunadamente la magia de la cueva no había sido tan implacable esta vez y Dulvak había sido transportado a poca distancia de la entrada. Sentía más pena por la pobre cazatesoros. A lo mejor era pretenciosa y quizá manipuladora, pero ella no merecía pagar. Sintió una gran rabia dirigida hacia Ibal. No podía ser tan desgraciado. Cuando se lo encontrara de nuevo no esperaría a nada. Imaginó su hacha de mithril incrustada en el medio del yelmo de Ibal, con sangre saliendo de su cabeza a borbotones.
Las nubes se oscurecían en el cielo. El Brezal Marchito, a lo lejos, estaba cubierto de blanco.
-Deberíamos apresurarnos-sugirió Nír-Estas ventoleras no son un muy buen augurio, y si nos va a alcanzar una tormenta más fuerte, mejor que sea allá abajo y no aquí. Dicho esto, terminó de clavar un tornillo en la rueda del carro, que se había soltado durante la escaramuza con los orcos en la entrada. El cerdo Brof estaba visiblemente exhausto, pero el olor a sangre y la presencia del perro de Dulvak lo alteraban. Nír subió al carro y acomodó los tesoros que había sacado de la cueva a un costado del cuerpo de Zamîn.
21/07/2015 at 23:28 #356924
NeumeModerator-Y me dices que la joven guía ha muerto… ¿dónde y como ha ocurrido?-
Iba a responderle, aunque se dio cuenta que tenía más ganas de seguir haciéndole preguntas pues era todo de lo más extraño. Entonces apareció Battoin, quien se había aficionado a bajar sobre el escudo, como si fuera un chiquillo.
-Baja esa antorcha un poco ¿quieres mellon? – le pidió al humano a la vez que tapaba un poco la luz que le daba en la cara.
Se volvió de nuevo a Dulvak.
-No sabemos con seguridad qué ocurrió, pero al salir de la cueva nos hemos encontrado con su cuerpo inerte, ensangrentado y con un mensaje -miró a Battoin y él le explicó qué ponía en el vientre de la chica. –La historia con Îbal viene de lejos.
Se recordó a sí misma que debía disimular aún –Por suerte vos no le conocisteis, Dulvak. Es un tipo peligroso. Os tendremos que contar el secuestro del mago y Kira. La verdad que los compañeros se van a alegrar de veros a salvo e ileso –dijo echando un vistazo atrás. El grupo ya les habían alcanzado – Nos temimos lo peor. Intentamos no demorarnos mucho en la sala del tesoro porque no nos parecía un lugar seguro, aunque he de reconocer que la sala que había tras la puerta del acertijo era preciosa. Desde luego hay mucha más magia en esa cueva de la que me imaginé al iniciar esta aventura. Pero ¿qué ibais a decir sobre algo que resonaba con…? ¿Oísteis algo extraño? –le pareció que Dulvak podía tener algo interesante que contar.
Nír estaba apremiando a todos a ponerse en marcha y trataba de arreglar la carreta.
22/07/2015 at 18:20 #356946
Elfo_NegroParticipantOyó las breves explicaciones de Nir y Yaiwen sobre la muerte de Zamîn, escuchó el nombre de îbal, pero en ese asunto seguía habiendo muchas más preguntas que respuestas. –Muchas preguntas se me ocurren sobre todo lo que me estáis contando, quizá este momento no sea el más adecuado pero, sin duda, agradecería que me pusierais al día sobre todo ello en cuanto fuera posible, la muerte de esa muchacha hace evidente que es una cosa seria sobre la que es conveniente estar informado.- tomó aire y continuó -En cuanto en lo que me preguntáis, sobre lo que he medio dicho , que “algo que resonó con…” y que no he acabado la frase,… no era nada importante – Dulvak intentaba pensar rápido alguna explicación a sus palabras que no pusieran en evidencia su naturaleza; no se le ocurría nada que no sonara a chifladura, así que improvisó algo que, sin ser exacto, tenía mucho que ver con la probable verdad (que, por otro lado, aun desconocía en detalle) –lo que quería decir- continuó. -no era más que una sensación, a ver si me sé explicar, conoceréis esas antiguas historias sobre la creación de Arda, sobre la música de Eru… pues esas historias nos gustan mucho a los músicos y poetas, nos hacen sentir parte de este mundo de un modo muy íntimo y personal, debido a eso nos las sabemos quizá mejor que otros y por eso, al intentar buscar una explicación a la magia de la cueva, con sus viejísimas piedras, he pensado en la vieja música de Eru, causa de la creación de Todo, y en el posible efecto que tendría en un cantor como yo… en fin, como comprobareis Nada Importane, sólo la inacabada idea poética de un músico demasiado sensible a las viejas historias y demasiado confuso.-
En fin, sonaba a idiotez, esperaba que no a idiotez total (no le interesaba darse a conocer, pero tampoco parecer un tonto del bote). Por otra parte, también esperaba que su historia no llevara a la elfa a relacionar demasiadas cosas, a hilar y deducir de las palabras absurdas de su teoría inventada, lo que sí suponía que había ocurrido en verdad ahí abajo: varios poderes, varias magias ancestrales, la de la misma cueva, la de Aiwë y la suya propia, viejas como el mundo, fruto del mismo canto, resonando, colisionando y solapándose, con un resultado extraño, su “expulsión” y la de Zâmin, de la cueva, al no acertar el acertijo. Si así fuera, su presencia en la cueva habría ocasionado efectos no deseados, estos acertijos no solían contener tanto poder, simplemente abrían o no abrían una puerta, un pasadizo, etc. pero no lo mandaban a uno, atravesando toneladas de rocas, a media milla de distancia. A estas conclusiones había llegado tras reflexionar un buen rato después de salir de la cueva. Además, si eso fué lo que ocurrió… el sería, en parte, culpable de la muerte de la joven. Todo ese asunto le desagradaba profundamente, así que prefirió no seguir pensando en ello de momento y, además, lo más conveniente, ahora, para mantener su «papel», era olvidarse y volver al presente.
-Repito, nada importante, simples asociaciones poéticas que nada dicen de lo que realmente ha ocurrido, nada importante sobre todo a la vista del dramático fin de esta joven y de las peligrosas y despiadadas acciones de ese tal Îbal-
22/07/2015 at 20:13 #356947
NELLAParticipantKira quedó conmocionada cuando vio el cuerpo de Zamîn en la nieve. -Otra vez ese Íbal- Pensó -¡¡Por qué no nos deja en paz ese demonio!!.
La alegría con la que salían de la cueva se esfumó de golpe. Todos sintieron la muerte de la caza tesoros, pues en el fondo gracias a ella habían encontrado el tesoro y no se merecía ese final.
Kira se acercó donde había dejado atado a Nube, por suerte el animal seguía en pie, había terminado con el arbusto que crecía entre las rocas y se le veía fuerte y con ganas de irse. Relinchó de alegría cuando vio a Kira.
Battoin había puesto el cuerpo de Zamîn en la carreta de Nír y ya se disponían a bajar la ladera. Un poco mas abajo Yaiwen había encontrado a Dulvak y conversaba con él. Kira se alegró de verle sano y salvo, aunque la confusa explicación que dio a su misteriosa desaparición no la tranquilizó.
Cuando ya todos estaban abajo emprendieron la marcha, tristes y cabizbajos, pues aunque salían mas ricos, también el final de la aventura les había dejado un gusto amargo.24/07/2015 at 16:21 #356963
BattosayParticipantYa habían salido todos (más o menos) de la cueva y se encaminaban de vuelta a Candur. Las explicaciones de Dulvak habían sido un tanto confusas, pero no más que la situación en la que se encontraban, así que las dio por buenas sin pensarlo mucho más.
Lo demás iban montando en sus caballos, el de Battoin se había perdido y los seguía a trote ligero con la cabeza gacha. De repente se golpeó con algo y cayó al suelo. Identificó el algo como los cuartos traseros de un caballo, concretamente de su yegua perdida. Se subió a ella desganado, ya que no le apetecía recorrer el resto del camino corriendo. Además, hacía tiempo de la última comida y no corría riesgo de echarla.
Se había quedado algo retrasado de sus compañeros aunque aún los podía ver sin demasiado esfuerzo.
– Qué rápido se le llena a uno la boca de palabras grandilocuentes, ¿verdad? – le dijo a la yegua. – Qué fácil es jurar venganza al vacío, pero cuando tienes que llevarlo a cabo no es tan fácil. Y mucho menos ante un hombre que se enfrenta a media docena de guerreros sin apenas despeinarse – la yegua bufó. – Sí, ¿verdad? Si hasta sentí alivio cuando comprobamos que ya se había ido, por mucha vergüenza que sintiera, por lo menos he de reconocerlo ante mí mismo. Una cosa es vivir aventuras, otra suicidarte — la yegua dio un relincho. – Estoy de acuerdo, creo que será mejor escabullirse discretamente lo antes posible, sin llamar la atención.
Se quedó mirando a su espada y desenfundó.
– Si se supone que te llevo para no quitar vidas, ¿no es lo más importante proteger la mía? – dijo a la espada sin mucha convicción. Volviéndola a envainar miró al cielo. — Si me vieras ahora, ¿qué me dirías? ¿Seguiría siendo un chico listo? No, creo que no, parece que te equivocaste.
La yegua volvió a dar un nuevo bufido.
– Me caes simpática, creo que me entiendes. Te debería poner un nombre. Pensemos… No te veo muy alegre y yo tampoco. ¿Qué te parece Zaîra? Creo que nos queda muy bien a los dos ahora mismo – relinchó sin mucha convicción. – Zaîra pues, en recuerdo de tiempos mejores.
Se empezó a ver el humo de los hogares en el horizonte, Candur ya estaba cerca y se aproximó a sus compañeros.
– Oye, Yaiwen, ¿tenéis un cementerio en el pueblo? ¿Alguien que se encargue de estas cosas? – preguntó a la medio elfa. – No creo que debamos ir directamente a la posada, se armará un buen lío de buena mañana. Y, personalmente, no tengo ganas de contar muchas historias.
27/07/2015 at 19:22 #356997
NeumeModeratorLa respuesta de Dulvak no sabía si le gustaba o no. Como él le había quitado importancia no se había fijado bien, y Yaiwen tan solo le había respondido “que sí, que conocía esas historias”, pero algunas palabras resonaron unos minutos después, cuando iba sobre Daûr cabalgando tranquilamente.
Por suerte no había perdido nada más de sus alforjas así que Îbal y no sabía si el resto de su grupo, no parecían haber pasado por allí. Había cargado su parte del tesoro e iba mordisqueando una manzana mientras con la otra sujetaba las riendas.
Iba casi cerrando el grupo y tenía cerca a Dulvak, cuyo caballo iba a un ritmo tranquilo, y de vez en cuando le echaba una mirada furtiva. “Es singular sin duda. No es muy alto, así que no debe provenir de los númenóreanos, pero está versado en las historias antiguas, y eso no es tan común incluso para un poeta y su acento… no le ubico.”
En ese momento recordó a Baelim, el bardo medio humano medio hobbit. No, no se parecían él y Dulvak.
Battoin se había caído de bruces, pero vio que no corría peligro, tan solo era su montura. En lo que llevaban de trayecto le había visto mohíno, apesadumbrado. Algo poco propio de él.
-Vamos mellon, que te quedas atrás y “la noche es oscura y alberga horrores” (guiño, guiño)
Al cabo de unos minutos Battoin estaba situado junto a ella y relativamente cerca de Dulvak también.– Oye, Yaiwen, ¿tenéis un cementerio en el pueblo? ¿Alguien que se encargue de estas cosas? – preguntó a la medio elfa. – No creo que debamos ir directamente a la posada, se armará un buen lío de buena mañana. Y, personalmente, no tengo ganas de contar muchas historias.
-Sí claro, es un pueblo humilde, pero tienen un lugar apartado. Está a las afueras, en dirección opuesta a mi casa. Aunque he de reconocer que no he ido a ninguno en Candur, no es algo que… me agrade. Supongo que las personas más cercanas a ella deberían hacerlo y temo que vamos a ser nosotros.
Se fijó de nuevo en Dulvak. No podía seguir echándole miradas sin que empezara a llamar la atención, así que acercó su caballo un poco más al de él.
-Caballero, puesto que no pudisteis entrar en la sala del tesoro y aunque os contáramos su belleza no es lo mismo, os cogimos algo para compartir. Fuisteis muy valiente al intentarlo de los primeros. – Miró a Battoin quien en la cueva había dicho que no estaría interesado.
– ¿puedo preguntaros de dónde sois, señor? –dijo alargándole la daga y la bolsa de monedas esperando si lo aceptaba o no.En ese momento se dio cuenta que tampoco sabía el lugar de procedencia de Battoin, solo que le habían criado unos enanos. “¿Será de las Colinas de Hierro con esa cabeza tan dura?»
28/07/2015 at 12:53 #357004
BattosayParticipant-Sí claro, es un pueblo humilde, pero tienen un lugar apartado. Está a las afueras, en dirección opuesta a mi casa. Aunque he de reconocer que no he ido a ninguno en Candur, no es algo que… me agrade. Supongo que las personas más cercanas a ella deberían hacerlo y temo que vamos a ser nosotros.
– Entonces mejor que vayamos hacia allí directamente – al momento se interrumpió. – Creo que antes me dirigiré a la posada. Puede que quisiera que algo de lo que llevaba con ella la acompañe en la tumba. Esperadme allá, volveré lo antes posible – dijo mientras tiraba de las riendas. – ¡Vamos Zaîra!
Se dirigió a la posada. Aún no había apenas movimiento, sólo el fuego que empezaba a arder en la cocina. Dejó a su yegua en el establo y trepó por la fachada hasta la habitación de Zamîn. Afortunadamente, las ventanas se abrieron sin mucho trabajo.
La habitación estaba perfectamente ordenada, en la posada habían hecho su trabajo. Las pertenecias de Zamîn estaban todas en sus bolsas a los pies de la cama. Subió ambas y las abrió. No tenían especial. Una contenían otro abrigo, tan grueso como el que llevaba, además de un par de mantas. En el otro, varias mudas similares a las que solía vestir.
– Tengo que darle a Yaiwen su regalo antes de irme – pensó.
No vió más herramientas ni armas, así que supuso que las había llevado todas consigo a la Cueva de Scatha. Encontró algunas provisiones y una botella de lo que parecía miel, pero de un color negro profundo.
— Vaya, vaya. Mira dónde lo voy a encontrar al fin, al menos esta noche estaremos entretenidos brindando por ella. Y, puede que alguien acabe durmiendo en la mesa.
Cuando se iba a ir, se fijó que en el fondo del saco había una pequeña caja de madera. La cogió y, tras examinarla con cuidado, la abrió. Contenía una cadena de plata muy desgastada con un pequeño colgante en ella. No parecía tener mucho valor.
— Si alguien como ella guardaba esto, debería de tenerle aprecio. Si no, tampoco creo que se enfade por enterrarla con él.
Volvió a guardar las cosas con cuidado, excepto la botella que se quedó para sí. Salió de la habitación sin hacer ruido y la dejó en su propia habitación. Abrió la ventana y saltó por ella, aterrizando sin problemas sobre la nieve. Cogió a su yegua y se dirigió al cementerio.
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