El melón estaba mojado a causa de su propio líquido y no le hizo mucha gracia sostenerlo.
Esperó a que regresara sin perder de vista a las que iban de avanzadilla.

-Bueno, si se quieren quedar ahí, no dirán que no les avisamos. Y si no vienen, mejor. Yo solo con las chicas – dijo mientras cogía de nuevo el melón que le había dejado a Yaiwen y cortaba otra rodaja. – ¿En serio no te apetece un poco?

– No, no me apetece, mira cómo tengo las manos, ¡pegajosas! -y le tocó el brazo. -¿Ves? Además, ¿a quién se le ocurre ponerse a comer ahora? Sólo a ti…Mellon nîn…(amigo mío).

Siguieron caminando hasta llegar al borde de las escaleras. Yaiwen fijó su vista buscando el final de las escaleras.
-Son bastantes pero luego sale un pasadizo a la izquierda. ¿Quien se anima a ser el primero?

– No, no me apetece, mira cómo tengo las manos, ¡pegajosas! -y le tocó el brazo. -¿Ves? Además, ¿a quién se le ocurre ponerse a comer ahora? Sólo a ti…Mellon nîn…(amigo mío).

— Es que si no, se me hace pesada la digestión — dijo comiéndose lo que quedaba del melón de un mordisco. — No es melón de nîn, es de piel de sapo.

Lanzó la cáscara del melón hacia un rincón de la cueva mientras se limpiaba las manos a la capa de Yaiwen.

-O tal vez Aiwë podría alumbrarnos con su vara- Se le ocurrió de pronto.

— Pues no es mala idea, oye.

Cogió un palo al que ató unos harapos que arrancó del cadaver de un orco. Se acercó a Aiwë que ya venía hacia el grupo

— ¿Me haces una chispita? — le dijo acercándole la antorcha improvisada. – Muchas gracias.

Con la antorcha ya encendida se dirigió hacia el túnel que formaban las escaleras hacia el fondo de la cueva. Sacó el escudo, se sentó sobre él y se agarró firmemente con el brazo izquierdo.

– ¿Alguien se viene? Cabemos dos – dijo antes de lanzarse escaleras abajo. — ¡Gerónimoooooooo!

-¡Por Eru!, están chiflados estos humanos- murmuró Dulvak al ver a Battoin y a Kira lanzarse escandalosamente escaleras abajo con una rudimentaria antorcha.
Un grito, parecía de Kira, alarmó a todos que, valientemente y sin apenas pensar, se mostraban decididos a seguir escaleras abajo para socorrer a sus compañeros, hacia el desconocido abismo.
Junto a Dulvak estaba Aiwë, le agarró suavemente del brazo y le dijo –Señor, tendremos tiempo de presentarnos adecuadamente más adelante, pero creo que ahora debemos hacer algo para que estos botarates no se metan en la guarida de un dragón como quien va de picknik. Ha sido divertido seguir a esa muchacha, con su promesa de tesoros, hasta aquí, pero la cosa se está volviendo delicada. Nadie debería entrar en la cueva de un dragón sin una muy buena razón y sin una gran prevención. Y mucho menos en los tiempo que corren…-

–Señor, tendremos tiempo de presentarnos adecuadamente más adelante, pero creo que ahora debemos hacer algo para que estos botarates no se metan en la guarida de un dragón como quien va de picknik. Ha sido divertido seguir a esa muchacha, con su promesa de tesoros, hasta aquí, pero la cosa se está volviendo delicada. Nadie debería entrar en la cueva de un dragón sin una muy buena razón y sin una gran prevención. Y mucho menos en los tiempo que corren…-

— ¡Que sepáis que la cueva hace eco y se os oye todo! Cómo suba ahí vais a ver qué es un botarate — gritó Battoin desde las escaleras.

-Yo tampoco me he creído nada de lo que se trae esa medusa andante, sin embargo, creo que tiene razón, estos -bajó mucho la voz y se acercó a la oreja de Dulvak- humanos a veces son molestos y estúpidos, como este tal Battoín el “gran héroe” de la Tierra Media.
Iba a avanzar mas fue cuando se dio cuenta que Dulvak aún lo sostenía, una mirada confusa e inocente salió del rostro de Aiwë directo a su compañero.
-Necesito mi brazo… Gracias, iré a ver que zafarranchos se ha mandado éste engendro.

Sin decir más, sopló la punta de su bastón, y una nítida y suave luz color lavanda, iluminó el lugar. Decendió las escaleras, no muy rápido, no quería tropezar, el ambiente estaba cargado de un aire sepulcral y gélido, apestaba a muerte. En el suelo y arriba de una piedra bastante grande, estaba Battoin, caído, ensangrentado y delirando como siempre, no vio a Kira, así que se acercó al humano.

-¿Necesitas una brújula? O quizás… ¿qué tal un espejo? -sonrió maliciosamente
-¿Bruja? ¿Esas de los cuentos que secuestran niños? ¡No, mamá, por favor!
-¿Mamá? -eres de lo peor- levántate holgazán barril sin fondos, a ver si te traes más cuidados la proxima vez…
-¿Usstéee esss un ma-mago? ¿No pue-e-de ayu-yu-darme-me?

El maia que miraba incrédulo al joven acomplejado, resolvió cobrarse una pequeña venganza.
-Claro ¡Esta es por la de la posada! -Y el bastón de Aiwë fue a parar a la cabeza de Battoin, golpeándole en la izquierda.
-Y esta es por cada vez que haces una macana y te crees el héroe -otro golpe más pero esta vez en la derecha
-Y esta… esta es porque no sé, porque en el fondo me das pena y para que recobres el sentido de una vez -el ultimo golpe fue en la frente y Battoin cayó inconsciente en el piso. Al cabo de unos minutos, Battoin estaba sentado mirando a su alrededor, parecía haber recobrado el sentido
-¿Por qué me duele la cabeza?
-Te lanzaste escalera abajo, y yo te he dado un par de “toques” para que entraras en razón.
Estuvo tentado a realizarle una curación de verdad, ya que tenía muchas heridas y marcas, pero luego recordó lo sucio que iba Battoin y lo mal agradecido que era, y cambió de opinión.

A los segundos sintió que se acercaban más miembros del grupo.

Berilack salió de las sombras y se acercó al grupo que empezaba a ponerse en marcha. Battoin estaba comiendo algo, que no logró distinguir bien desde las sombras.

Seguía manchado de sangre orca por todo su jersey azul marino, y había encontrado su pequeño sombrero debajo de un orco muerto, estaba arrugado y la pluma verde brillante. Siguió caminando, iba al final del grupo, cabizbajo y sin hablar. El mago había encendido una luz con su bastón y todo se veía bastante mejor, los ojos marrones del mediano brillaban con un pesar que le quitaría la sonrisa a cualquiera. “Era solo un orco, si no lo hubiese matado me habría matado a mi”. Se dijo. “Además estaba iba a robarme la daga de padre, se lo merecía”. Al final de lo que parecía un oscuro pasillo había unas escaleras, cuando llegó Battoin ya se había tirado al vació sobre su escudo y de pronto se oyó un golpe y unas maldiciones.

Empezó a bajar las escaleras que eran viejas y algunas estaban rotas, casi se tropieza y acompañaría a Battoin en la bajada rodando. El olor del final de estas era insoportable.

-Aquí huele realmente mal- dijo Yaiwen tapándose la nariz.

-Mi madre me dijo una vez- empezó a decir el hobbit, todos se volvieron, seguro que pensaban que había muerto o desaparecido, pero no, con su ropa totalmente ensangrentada por sangre negra orca, su sombrero arrugado y su pluma rota y sus ojos tristones.

-Que el olfato es el sentido de la razón, por que cuando algo huele mal, es que algo malo ha ocurrido o va a ocurrir- dijo mirándolos a todos intentando esbozar una sonrisa.

La luz de color lavanda iluminó el tramo de escaleras, por donde había caído Kira, para desaparecer segundos después.
-Pero.. ¿donde va?- Se dijo Kira

¡Que sepáis que la cueva hace eco y se os oye todo! Cómo suba ahí vais a ver qué es un botarate

Era la voz de Battoin… pero no venía de abajo.. mas bien estaba sobre su cabeza, y la luz había desaparecido. Oyó golpes y las voces y pasos atenuados de sus compañeros, pero no bajaban hacia ella.. -¿Dónde iban?… ¿Dónde demonios había caído ella?- … ¿Y Battoin?… debería estar mas abajo

-¡¡Aiwë!!- Gritó, intentando mantener la calma -¡¡Yaiwennnn!!

A tientas empezó a subir las escaleras, le dolía el costado donde se había clavado la empuñadura de la espada, después de lo que le pareció una eternidad llegó al final, tanteó las paredes y descubrió como a su derecha se abría un vacío, se agachó y pudo comprobar que se trataba de otro tramo de escaleras que también bajaban, un olor desagradable subía hacia ella.
No sabía que hacer, se quedó quieta, escuchando. Un lejano eco de voces llegaba hasta ella pero no sabía de donde provenía. -¿Habrán bajado por aquí?- Se preguntó Kira, cada vez mas asustada.

Un repentino haz de luz cegó a Kira y le hizo cerrar los ojos por un momento.

Puede que se me haya olvidado contaros algo.

Cuando abrió los ojos vio una figura delante de ella, en medio de un halo de luz blanca, que emanaba de la espada que mantenía en alto. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz vio que se trataba del Montaraz, respiró aliviada y se acercó a él.

-¡¡Que alegría veros Rírian!!- Dijo -Estaba asustada, pensé que me había perdido- Añadió mientras miraba alternativamente al Montaraz y a su espada. -¿Que le ha pasado a Roulon?-

Battoin siguió bajando un buen trecho, ahora que estaba al tanto de los giros de las escaleras estaba atento. Hacía tiempo que no se lo pasaba tan bien.

Al cabo de un rato se terminaron las escaleras y Battoin se frenó. Estaba en una estancia muy grande, la luz no alcanzaba a iluminarla completamente. Parecía desierta, sólo veía unos metros desde su posición y lo único que oía era el repiqueteo de la llama en la antorcha. Olía a humedad.

— Oye, Aiwë, ¿a ese bastón tuyo se le pueden poner las largas? Aquí no se ve un pimiento — gritó hacia las escaleras. — Voy a echar un ojo mientras bajáis.

Se adentró con cautela en la oscuridad, intentando no perder la orientación. Seguía sin ver nada, ni en hacia el techo ni hacia los lados. Hasta que se encontró una enorme columna. Se quedó mirándola un rato y continuó paseando un rato.

En un momento dado perdió pié y cayó. Pensó que estaba cayendo al vacío hasta que se dió de morros con el suelo.

— Vaya, pues sólo era un escalón — se dijo.

La antorcha se apagó al caer en un charco de agua. Se levantó y se dió cuenta de que apenas se veía la mano. No se había lejado mucho, así que decidió esperar a que los demás llegasen.