Perfil Básico

Nombre

Eolinnäeth

Fecha de nacimiento:

1900-05-13

Ficha de Personaje

Nombre del Personaje

EdenitrielDama de la Soledad

Raza

Elfa Noldor

Lugar de la Tierra Media

Eryn Vorn

Descripción del Personaje

Alta, hermosa, pelo oscuro, risado y brillante. Inteligente, perspicaz. Capas de leer en los corazones de todo ser vivo, los verdaderos sentimientos.
Fiel, compañera, risueña.

Historia del Personaje

Muy lejos allá en el norte, alejada de todos los acontecimientos de la tierra media, escondida de todos los problemas que acosaban la edad, vivía la joven y hermosa Edenitriel. En lo más profundo de los bosques de Eryn Vorn, entre los árboles más altos, y las flores más bellas, tenía su casa. No convivía con nadie, más que la fauna y flora del lugar, y nunca se había visto obligada a salir de su amado territorio, hasta ese momento.
Era de la estirpe de los Noldor. Hermana de Olwë, tía-abuela de Galadriel. Al nacer su sobrina Eärwen, ella se exilió en Eryn Vorn, al oeste de las montañas nubladas y de su tierra natal. En Eryn Vorn creció entre un grupo de elfos errantes y con ellos aprendió las artes de la guerra. Mas cuando estos se aprontaron a partir, para seguir vagabundeando por la tierra media, ella decidió quedarse.
Sola en esos bosques, aprendió a hablar con todo lo que la rodeaba. Encontró lugares escondidos y apartados, recorrió las playas y vio gaviotas en las orillas. Caminando muy cerca de los jardines más hermosos de la región, descubrió Ents-mujeres, conoció el secreto de su partida, y con ellas dominó el arte del cultivo y cuidado de las plantas.
Vivió así mucho tiempo en esa soledad, feliz de sí misma, contenta de tener toda la paz necesaria para seguir adelante con su vida. Hasta que un día, alguien traspasó las barreras de su reino. Corrió a los lindes del bosque y entre los abetos y las hayas del lugar, vio a quien se aventuraba a entrar en Eryn Vorn.
Era un medio elfo, vestido con un manto que le llegaba a las rodillas. Iba montado en un corcel blanco. El pelo escuro como la noche, le posaba sobre los hombros, recogido en una media cola que acababa en una trenza.
Con sus ojos penetrantes, divisó entre los árboles la figura de Edenitriel, y fue hacia ella. Edenitriel se asustó y quiso correr, pero algo le decía que debía quedarse.
-Hola, soy Elladan de Rivendel, hijo de Elrond. Soy un elfo errante. Mi caballo y mi deber me trajeron hasta aquí. Pensé que estos páramos estaban abandonados desde hacía tiempo, aunque me habían advertido que no era así. ¿Quién eres bella Dama? –preguntó el elfo desmontando e inclinándose frente a ella.
-Soy Edenitriel, de Laurelindorenam o Lothlórien. Hermana de Olwë –Contestó un tanto nerviosa-. Es cierto lo que dices, estos parajes están desiertos desde la partida de mis cuidadores hace ya muchos años mortales, sólo yo quedé aquí. Soy la Señora y Cuidadora del lugar. ¿A usted que lo trae por aquí?
El elfo se sorprendió por el tono de voz de Edenitriel, y enderezándose le contestó.
-Me ha enviado Galadriel, la Dama del bosque de Oro, con una sola misión; Encontrarla a usted, señora. Me mandó decir que la necesita con ella. Nuestros tiempos están tocando ya su fin. Cuando el anillo sea destruido, o en el peor de los casos, encontrado por el Señor Oscuro, debemos partir a los puertos grises, y usted debe venir con nosotros.
Edenitriel bajó la mirada, y sus ojos se cristalizaron llenos de una tristeza y una felicidad inigualables. Algunas lágrimas rodaron por sus mejillas. Su cara se llenó de pena. Sintió que su mundo se derrumbaba en pedazos, pero que no era el final, más allá de toda oscuridad veía un claro iluminado, las tierras no perecederas la esperaban del otro lado de los puertos grises, y eso le dio fuerzas para hablar.
-No quiero dejar mis tierras, y menos ahora que el fin parece tan cercano -su voz se quebró y tuvo que guardar silencio por un tiempo-. No quiero que estos páramos que cuidé con tanto anhelo queden en el olvido, o sean arrasados por el fuego y la maldad de Sauron. Pero si no hay otro remedio, partiré.
Elladan sin saber qué hacer, se acercó a la chica y dulcemente la tomó en sus brazos.
-Ahora debo partir, Edenitriel. Con el poco poder que me ha sido otorgado, te nombro Dama de la Soledad, y que la gracia de todas las estrellas te acompañen. Ahora debo regresar a Rivendel, y de ahí debo ir a Lothlórien. En un mes, la esperaremos a las puertas de Caras Galadon. Por favor asista. Fue un placer conocerla.
Saludó con una reverencia, y sin más preámbulos, subió a su corcel y se marchó por donde había llegado.
Edenitriel quedó sola nuevamente, llorando al tiempo que veía alejarse al elfo que le trajo la noticia de su partida. Muchas cosas le dieron vueltas en su mente, y ninguna la dejó pensar con claridad. Sólo una idea se hizo entendible. Escapar, no llegar a Laurelindorenam. Irse de Eryn Vorn, pero no hacia las montañas nubladas. Huir sin un destino fijo. Cabalgar adonde su caballo la llevase, parar cuando ella quisiese, y no quedarse más de un par de días. Hacer lo que nunca hubiera imaginado; volverse errante, dejar su adorada tierra. Llevarse consigo todas las artes aprendidas en tanto tiempo de soledad. Seguir su vida de una forma total y completamente distinta a la que había llevado hasta esos momentos. Cambiar la vida, para no dejar la tierra media.
Una mañana despertó con el canto de los pájaros, y se dispuso a marchar. Ya tenía todo listo, sólo le faltaba resignarse a la idea de huida, y decir adiós. Subió al caballo llorando, sintiéndose vacía, y lentamente avanzó hacia la eternidad.
Nunca más se supo de ella. Muchos afirman que murió de pena. Otros que encontró otro lugar parecido a Eryn Vorn para vivir. Hay quienes aseguran que siguió su propósito, que vagó por la tierra media hasta el fin de las edades. Yo por mi parte, creo que no logró su cometido. Sospecho que sus ganas de conocer las tierras imperecederas fue más grande que su amor a la soledad, y sí se presentó en las puertas de su ciudad. Creo que partió a los puertos grises, que no pudo soportar un momento más a solas. Que dejó de ser la Dama de la Soledad.