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  • #304758
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    Fingon_el_valiente
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    Aunque estoy en desacuerdo con algunos de los comentarios de Elfo Negro no creo que debamos entrar en un debate que no es el que nos ocupa.

    Ciertamente Valinor está relacionado con el "más allá", con el lugar al que van las almas de los muertos. No olvidemos que el nombre de la ciudad principal de Tol Eressëa es Avallonë, que tiene su origen en Avalon, la isla donde el rey Arturo fue llevado para su descanso eterno. Allí permanecerá hasta que se le reclame. Algo similar ocurre con el Valhala, en los mitos germánicos, donde los guerreros muertos en combate se sientan a la mesa de los dioses.

    #304751
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    Ni la intolerancia ni la venganza son en absoluto valores cristianos y basta con leer los Evangelios y darse cuenta del caracter universal del mensaje de Jesús y todo (o casi todo) lo que se puede extraer de ellos es bueno. Y sí, ciertamente, valores como el perdón, la fidelidad y el sacrificio no son exclusivos de la religión cristiana, pero ha sido ésta, sin duda, la que más a contribuido a su propagación, formando así parte de nuestro acervo cultural. En cierto modo, Tolkien actúa como transmisor de ese mensaje, aunque su obra no sea religiosa en ningún sentido.

    #304747
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    No creo para nada que El Señor de los Anillos, y la obra de Tolkien en general, pierda encanto alguno al estar influida por la religión católica. De hecho El Señor de los Anillos nunca hubiera sido lo que es si Tolkien no lo hubiera escrito desde una perspectiva católica (y en general cristiana). En este caso no se trata sólo de mitología sino de principios religiosos y valores morales. Y son precisamente esos valores cristianos (amistad incondicional, esperanza, sacrificio, perdón, misericordia) los que convierten El Señor de los Anillos en una obra absolutamente maravillosa. Y Tolkien, devoto hasta la médula, era plenamente consciente del mensaje que estaba transmitiendo.

    #304744
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    Ciertamente la obra de Tolkien no es, ni pretende serlo, religiosa. A Tolkien, de hecho, no le gustaban ese tipo de alegorías y criticó mucho Las Crónicas de Narnia de su amigo C.S. Lewis por ese motivo. Sin embargo, lo que sí hizo el autor de El Señor de los Anillos fue convertir su obra en un "destello" del Evangelio, de forma que ésta quedase impregnada por el mensaje cristiano, pero sin que el lector fuera plenamente consciente de ellos.

    Las referencias al Evangelio, aunque son menos claras que otras, aparecen continuamente en ESDLA y El Silmarillion. Por ejemplo, Aragorn encarna las cualidades mesiánicas de Cristo: ambos son "reyes", traen la "liberación" a sus respectivos pueblos y las profecías hablan de ellos. Frodo, por el contrario, simboliza la figura del Jesús salvador. Al igual que éste, Frodo está llamado a cumplir una misión, tiene tentaciones y vacila a la hora de afrontar su destino, sacrifica su propia vida en favor de los demás, sufre una suerte de "pasión" que desemboca en la "crucifixión" y, finalmente, vence al mal, "resucita" y "sube al cielo".

    #304902
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    Fingon_el_valiente
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    Hombre, con la tecnología del Imperio, las armas de fuego, las naves, la Estrella de la Muerte desintegrando planetas como quien mata moscas, el poder del Lado Oscuro de la Fuerza y todo eso, me temo que Sauron parecería un poco cutre al lado de Darth Vader, ¿no? Además, en un combate merecería ganar Vader, que en el fondo es un buen tipo, lo que pasa es que se hace el duro y le cuesta reconocerlo.

    He aquí un final distinto para la pelea:

    Vader acorraló a Sauron en el borde del precipicio. Desesperado, Sauron alzó su maza y se dispuso a descargar un golpe mortal sobre su adversario, pero Vader esquivó la embestida y con un rápido movimiento le cortó la mano. El anillo de poder cayó a la lava volcánica y Sauron hizo todo lo posible por no correr la misma suerte. Vader le apuntó con la espada láser. Sauron apenas podía creer lo que le estaba sucediendo; todos sus planes de dominación se vieron frustrados desde que llegara aquel ser enmascarado. Nunca antes había estado tan aterrado. La respiración de Vader le causaban escalofríos. Sauron le miró a los ojos y sólo vio el vacío. Con voz temblorosa, preguntó:

    – Dime, ¿quién eres?

    – ¡Yo soy tu padre! – contestó Vader.

    – ¡Nooooooooo!

    #304742
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    Fingon_el_valiente
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    La influencia de los mitos bíblicos en El Silmarillion es sumamente notable en lo que se refiere a los orígenes y al destino del mundo. De hecho podría establecerse un paralelismo bastante significativo entre la historia de los eldar, en especial los Noldor, y la del pueblo judío.

    Inicialmente Dios crea al hombre y le otorga un lugar marivilloso donde vivir, esto es, el jardín del Edén, el paraíso. Este lugar es, en nuestro caso, las Tierras Imperecederas, a donde son llevados los eldar. Pero el hombre cae en pecado al ser engañado por Satanás, un ángel que se había rebelado contra Dios. En El Silmarillion es Morgoth quien engaña a Fëanor y a los otros noldor, que desobedecen a los Valar. Así pues, vemos en el exilio de los noldor y en la maldición de Mandos una reinterpretación de la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Luego viene la matanza de los elfos de Alqualondë, que nos remite al asesinato de Abel a manos de Caín, y la marcha a través del hielo en busca de la Tierra Media, la Tierra Prometida para los judíos. La historia del arca de Noe la podemos encontrar en la caída de Númenor, en que Eru castiga a los hombres por su maldad, pero salva a unos pocos (que "casualmente" también escapan en barco). Eso también está representado en el Árbol Blanco de Gondor, un símbolo de la alianza entre Eru (o sus mediadores, los Valar) y los hombres.

    #304738
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    Como ya habéis apuntado algunos la obra de Tolkien no pretende ser religiosa en ningún sentido, ni siquiera una alegoría del cristianismo. Sin embargo es imposible entender la obra de Tolkien sin hacer alusión a la religión y a la mitología. Como en otros muchos aspectos Tolkien se inspiró en múltiples fuentes. Así, en El Silmarillion y en El Señor de los Anillos encontramos restos de las religiones cristiana, germánica, greco-latina o celta.

    La religión cristiana es la que, en la obra de Tolkien, domina sobre todas las otras, en el sentido de que, en esencia, todo se acaba reduciendo a una visión del mundo, de la creación, de Dios y de la naturaleza humana esencialmente cristiana. Pero, al mismo tiempo, son las religiones paganas las que dan forma al contexto de la Tierra Media y a sus personajes. De todas ellas, la mitología germánica es, en mi opinión, la que más influyó a Tolkien y la que quedó mejor reflejada en su obra. Veamos, pues, algunos ejemplos.

    – En los mitos germánicos el mundo está dividido en varias regiones o países. Asgard, cuya ubicación es mal conocida, es la morada de los dioses. Midgard, el "recinto central" es la tierra en que moran los hombres. Es obvio el parecido que existe entre estos dos lugares y Aman y la Tierra Media (que al fin y al cabo no deja de ser lo mismo que Midgard) respectivamente. Además, al Asgard sólo se puede acceder a través de un punte, el Bifrost, que para muchos se trata del arcoiris, de la misma manera que la única forma de llegar a las Tierras Imperecederas es encontrando el Camino Recto que va hacia el Oeste. En el Asgard está el Valhala, a donde van los guerreros caídos en combate (los einheriar) que formarán parte del ejército del dios Odín cuando llegue el Ragnarok, la batalla final contra las "fuerzas de la oscuridad". En Aman no se encuentra el Valhala, pero sí las estancias de Mandos (dios de los muertos, al igual que Odín), donde moran las almas de los difuntos.

    – Odín, la máxima divinidad en la mitología germánica, guarda semejanzas con varios personajes de la obra de Tolkien. Se le puede identificar con Manwë, quien, al igual que Odín es el más sabio de los dioses y habita en la cima de una montaña desde la que lo ve todo. Podría ser también Mandos, pues Odín es también el dios de los muertos. Pero a quien más se parece es a Gandalf (de hecho el nombre de éste, Olórin, podría estar relacionado con Odín). Al igual que éste, Odín posee una gran sabiduría y es "mago"; tiene un brazalete o anillo, Draupnir, un caballo muy veloz, Sleipnir, y una lanza, Gungnir, que usa a modo de cayado. Adamás, Odín es un gran viajero, adoptando a menudo la figura de un anciano con un manto y un sombrero. Otra semejanza es que tanto el dios germánico como Gandalf se "inmolan" para obtener un poder mayor: Odín se cuelga de un árbol y se atraviesa con su propia lanza para conseguir las runas y Gandalf "muere" enfrentado al balrog para ser el Blanco.

    – Otros dioses germánicos también inspiraron a Tolkien. Yavanna no deja de ser una advocación de Freya, la diosa del amor y la fertilidad. Tulkas se parece bastante a Thor, el dios del trueno, con su martillo Mjölnir. Oromë guarda cierta semejanza con el dios Heimdall, capaz de crecer la hierba, que hace sonar su cuerno cada vez que un peligro amenaza a los dioses. ¿Y qué decir del hábil, astuto, escurridizo y tramposo Loki? Su parecido con Morgoth, e incluso con Sauron, es bastante evidente (de hecho Loki regresa para enfrentarse a los dioses en el Ragnarök).

    – Algunas criaturas de la Tierra Media, como los enanos, están basadas totalmente en la mitología del norte de Europa. En ambos casos se trata de seres longevos, poco dados a tratar con otras razas, que moran bajo tierra y son herreros. Esta habilidad les permite crear algunos de los objetos más valiosos: Mjölnir, el martillo de Thor, Gungnir, la lanza de Odín, Skídbladnir, el barco de Frey. Pero también hicieron Angrist, el cuchillo con el que Beren extrajo el Silmaril de la corona de Morgoth, y Narsil, la espada de Elendil. También los trolls e incluso los ents, están sacados de la mitos germánicos. De hecho la palabra ent deriva del inglés antiguo eotun (iötun, en antiguo nórdico), que significa precisamente "gigante".

    Podría señalar muchos otros paralelismos, igualmente interesantes, pero prefiero dejarlo para otro post.

    Hasta pronto.

    #304234
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    Fingon_el_valiente
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    No tengo idea sobre ningún escrito en el que Tolkien haga mención a tan peculiar conexión. De todos modos no creo que Gollum tenga nada que ver con el Golem, ni siquiera el nombre, ya que el nombre de Gollum hace referencia al gorgoteo que éste solía emitir. Por otro lado, Gollum, como ya ha dicho frodito, no es creado artificialmente, sigue siendo un hobbit (corrompido por el anillo, es sí) y si bien está dominado por el deseo del anillo sigue siendo totalmente libre y no es un mero sirviente, como lo era el Golem. No obstante hay algo que ambos tienen en comun: su carácter ambivalente, cómo un ser bondadoso por naturaleza se hace malvado (lo que nos recuerda al monstruo de Frankenstein). En ambos casos la razón es la irresponsabilidad del que hace uso de la magia con fines antinaturales (hoy en día podemos encontrar evidentes paralelismos en asuntos como la genética o la tecnología), tanto el rabino que da vida al Golem como el propio Gollum al hacerse con el anillo.

    #290299
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    Fingon_el_valiente
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    Una profecí­a no es una afirmación certera, sino una visión difusa de algo que va a ocurrir. Evidentemente, Glorfindel no tení­a ni idea de quién iba a matar al Rey Brujo, pero de alguna forma intuyó que no morirí­a a manos de un hombre (probablemente ni él mismo logró adivinar el significado de tan premonitorias palabras). Y así­ fue. La profecí­a se cumplió doblemente, pues cayó a manos de una mujer y de un hobbit. Incluso si el combate entre Gandalf y el Señor de los Nazgûl hubiera tenido lugar, el resultado hubiera sido incierto, pues no era ese su destino. Como el propio Gandalf afirma: "Pero aún no ha llegado el momento de poner a prueba nuestras fuerzas. Y si las palabras pronunciadas en los dí­as antiguos dicen la verdad, no será la mano de ningún hombre la que habrá de abatirlo, y el destino que le aguarda es aún ignorado por los Sabios".

    Ahora, entrando en el terreno de la suposición, yo no creo que la cosa hubiera estado tan desequilibrada como afirmáis algunos. Es verdad que Gandalf era muy poderoso y que pertenecí­a a una raza superior a la del Rey Brujo. Pero tampoco es menos cierto que este era " el más feroz de los capitanes enemigos", "Soberano de Angmar en tiempos pasados, Hechicero, Espectro, Servidor del Anillo, Señor de los Nazgí¼l, lanza de terror en la mano de Sauron, sombra de desesperación". Un tipo que recibe tales apelativos no debe ser ningún "mindungui", y que se diga de él que es el peor de los enemigos es mucho decir. Incluso el propio Gandalf el Blanco, que ya se habí­a enfrentado al Balrog en Moria, dice: "Tal vez consiga mantener unidos a sus hombres el tiempo suficiente, aunque lo dudo. El enemigo es demasiado poderoso. Pues ha venido uno que yo temí­a." Sin duda, Gandalf debí­a ser consciente de que se media con un rival de su altura y que no serí­a fácil vencerle en combate. Veamos lo que dice Tolkien:

    Cita:

    Cita:
    Entonces el Capitán Negro se irguió sobre los estribos y gritó, con una voz espantosa, pronunciando en alguna lengua olvidada palabras de poder y terror, destinadas a lacerar los corazones y las piedras.

    Tres veces gritó. Tres veces retumbó contra la Puerta el gran ariete. Y al recibir el último golpe, la Puerta de Gondor se rompió. Como al conjuro de algún maleficio siniestro, estalló y voló por el aire; hubo un relámpago enceguecedor, y las batientes cayeron al suelo rotas en mil pedazos.

    El Señor de los Nazgí¼l entró a caballo en la ciudad. Una gran forma negra recortada contra las llamas, agigantándose en una inmensa amenaza de desesperación. Así­ pasó el Señor de los Nazgí¼l bajo la arcada que ningún enemigo habí­a franqueado antes, y todos huyeron ante él.

    Todos menos uno. Silencioso e inmóvil, aguardando en el espacio que precedí­a a la Puerta, estaba Gandalf montado en Sombragris; Sombragris que desafiaba el terror, impávido, firme como una imagen tallada en Rath Diñen, único entre los caballos libres de la tierra.

    —No puedes entrar aquí­ Ã¢Â€Â”dijo Gandalf, y la sombra se detuvo—. ¡Vuelve al abismo preparado para ti! ¡Vuelve! ¡Húndete en la nada que te espera, a ti y a tu Amo! ¡Vete!

    El Jinete Negro se echó hacia atrás la capucha, y todos vieron con asombro una corona real; pero ninguna cabeza visible la sostení­a. Las llamas brillaban, rojas, entre la corona y los hombros anchos y sombrí­os envueltos en la capa. Una boca invisible estalló en una risa sepulcral.

    —¡Viejo loco! dijo, ¡Viejo loco! Ha llegado mi hora. ¿No reconoces a la Muerte cuando la ves? ¡Muere y maldice en vano! —Y al decir esto levantó en alto la hoja, y del filo brotaron unas llamas.

    Esta es sin duda una de los mejores escenas del libro. Es sobrecogedora, y la descripción del Rey Brujo pone los pelos de punta. No creo que Tolkien se hubiera tomado tantas molestias si sabí­a que los contendientes estaban tan desigualados. Ahí­ reside la clave, en creer que realmente existe la posibilidad de que Gandalf, que no era invencible, sucumbiera ante su rival. Pero sólo es especulación…

    Además el hecho de Gandalf fuera un maia y el Rey Brujo sólo un hombre (o lo que quedaba de él) no sirve para argumentar que el primero hubiera derrotado al Nazgûl. ¿Acaso nos las pasó canutas Morgoth cuando se enfrento a Fingolfin, un simple elfo? Dicho queda.

    #304372
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    Fingon_el_valiente
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    Las razones por la que no aparecen elfos o enanos en la batalla de los campos del Pelennor o en la del Morannon podrí­an ser las siguientes:

    – No aparecen en el libro, por las razones que habéis citado

    – En la propia pelí­cula, en la versión extendida, Gimli sugiere que no estarí­a nada mal contar con una buena hueste de enanos armados con hachas, y Legolas le responde que la guerra ya ha llegado a sus tierras. Desde luego llevar enanos o elfos a la batalla final hubiera sido un grave error dentro de la propia pelí­cula.

    – Los elfos ya acuden una vez en ayuda de los hombres, en el abismo de Helm, en Las dos torres. De esa forma los elfos dieron su vida por salvar la Tierra Media y renunciaron a la "inmortalidad". La intervención de los elfos en la batalla de Cuernavilla es, en cierto modo, una despedida. No es, pues, necesario que vuelvan a aparecer después. Serí­a demasiado repetitivo y no causarí­a gran efecto, ya que estarí­amos viendo más de lo mismo.

    – La batalla final es una batalla de los hombres contra Sauron. Ellos van a heredar la Tierra Media, y ellos deben defenderla. Elfos y enanos ya tienen bastante con defender su tierra.

    – Y, finalmente, el argumento de mayor peso, es que en la batalla de los campos del Pelennor y en la Puerta Negra ya habí­a elfos y enanos. ¿O es qué se nos ha olvidado que también estaban allí­ Legolas y Gimli? ¡Y cada uno de ellos vale por cien!

    #280281
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    Introducir el Saneamiento de la Comarca en la pelí­cula no hubiera sido en absoluto necesario. Al espectador no le hace falta ver una escena así­ para darse cuenta de que la Comarca está realmente en peligro. A lo largo de la trilogí­a se hace continuamente referencia a eso, no sólo en el espejo de Galadriel, sino también en Fangorn, cuando Merry y Pippin intentan convencer a Bárbol de que les ayude. "No habrá Comarca, Pippin", son palabras que bastan para comprender la gravedad de la situación y que si no hacen algo la guerra llegará también a su hogar. En realidad la principal motivación de Merry, Pippin, Sam o aún Frodo, es la de salvar la tierra que les ha visto nacer y por la que estarí­an dispuestos a hacer lo que fuera. Luego están las razones ya citadas, como la duración de la pelí­cula (que ya de por sí­ tiene un final bastante largo) o el hecho de que un episodio así­ no encajarí­a para nada tras haber destruido el anillo y vencido a Sauron. Creo que son razones más que sobradas para creer que no incluir el Saneamiento de la Comarca en la pelí­cula ha sido una decisión acertada. [ Este mensaje fue editado por: Fingon_el_valiente on 30-08-2006 19:13 ]

    #303875
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    ¿Qué habrí­a pasado si…? Con este tipo de preguntas puede pasar cualquier cosa, pero veamos que se puede hacer.

    En primer lugar no hay que olvidar que Saruman fue derrotado varios dí­as antes que Sauron y que si éste hubiera recuperado el anillo cuando Frodo y Sam se encontraban en Mordor no tendrí­a que hacer frente a ningún rival. Evidentemente, si Saruman hubiera vencido en el Abismo de Helm se habrí­a adueñado de Rohan. Eso suponiendo que los ents no hubieran atacado Isengard… Desde Rohan Saruman podrí­a dirigirse fácilmente a Gondor (tras rehacer su ejército) y Minas Tirith hubiera caí­do en cuestión de segundos. Una vez vencida la resistencia en Gondor, sólo quedarí­a esperar a que Sauron o Saruman se hicieran con el anillo, que esos momentos estarí­a en Mordor. Seguramente Sauron se hubiera hecho con él (no olvidemos que lo que permite a Frodo llegar al Orodruin es la presencia de Aragorn y su ejército frente a la Puerta Negra), recuperando todo su poder, lo que le habrí­a permitido crear una inmensa hueste. Aquí­, Saruman se habrí­a revelado y habrí­a presentado batalla. Y la cuestión es, ¿quién habrí­a ganado? Veamos con que ejército contaba cada uno:

    – Saruman: uruk-hais, dunlendinos, semi-orcos y puede que algunos orcos

    – Sauron: corsarios, haradrim, orientales, trolls, orcos y nueve espectros con muy mala leche.

    Viendo como estaban las cosas durante la Guerra del Anillo, cuesta creer que Saruman hubiese ganado a Sauron, a no ser, claro está, que buena parte de los efectivos del Señor Oscuro se hubieran pasado al bando de su rival. Esto no serí­a nada extraño, dado el poder de oratoria de Saruman y sus dotes para persuadir y engañar a los demás. Pero Sauron no se diferenciaba mucho de él en ese aspecto y no olvidemos que fue él quien sedujo a Saruman y lo utilizó como una marioneta para sus propósitos. Además, con el anillo en su poder habrí­a tenido un control mucho mayor sobre sus subditos. Pero claro, nada de esto está escrito y las posibilidades son tan amplias como la imaginación de cada uno quiera.

    #304356
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    Estoy de acuerdo en lo que dices, Elenmir. Frodo es sólo un hobbit y, como tal, carece de poder suficiente para doblegar la voluntad del anillo. Lo habrí­a consumido, como hizo con Gollum, y en última instancia, hubiera sido sólo un espectro, condenado a soportar la inquisidora mirada de Sauron. Pero en ningún caso le hubiera dado poder (salvo el de hacerse invisible) y nunca se habrí­a convertido en un Señor Oscuro ni nada parecido.

    #282469
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    Si estamos debatiendo acerca de si la mortalidad es un don lo primero serí­a definir, precisamente, qué es un don. Según el diccionario de la RAE se trata de:

    1. m. Dádiva, presente o regalo.

    2. m. Bien natural o sobrenatural que tiene el cristiano, respecto a Dios, de quien lo recibe.

    3. m. Gracia especial o habilidad para hacer algo.

    Está claro que la definición que mejor se ajusta a este debate es la segunda. ¿Podrí­a decirse que la muerte, desde la perspectiva cristiana, es un don? En mi opinión la muerte no puede considerarse un don, ya que forma parte de la naturaleza y de la vida. La vida, en cambio, sí­ es un don, pues nadie muere sin haber vivido antes. En el caso de la obra de Tolkien la cuestión es más compleja, ya que la mortalidad del hombre tiene su contrapartida en la inmortalidad de los elfos. ¿Cuál es el don? Para el hombre (al menos para la mayorí­a) la muerte es algo "malo", ya que marca el fin de la vida, más allá de la cual no hay nada. Ese temor, esa incertidumbre, ese miedo a lo desconocido, es lo que expresa Andreth, una mujer de la casa de Beor, en la "Athrabeth Finrod ah Andreth" (La conversación de Finrod y Andreth):

    Cita:

    Cita:
    -¿Satisfechos? -dijo Andreth. -Ningún corazón de Hombre está satisfecho. El tránsito y la muerte le es siempre penoso; pero un declive más lento proporciona cierto consuelo, y retira ligeramente la Sombra.

    Pero quizás la muerte no sea algo tan malo, después de todo.

    Cita:

    Cita:
    -Ay, te acercas a la verdad- dijo Finrod. -Al menos así­ sucede con muchos entre mi gente; pero no con todos y en absoluto conmigo. Mas ten bien presente, Andreth, que cuando os llamamos "Hijos de Eru" no hablamos a la ligera; porque ese nombre no lo pronunciamos en broma ni sin completa voluntad. Cuando hablamos así­, lo hacemos desde el conocimiento, no desde la mera tradición élfica; y proclamamos nuestro parentesco, mucho más próximo (tanto en hrí¶a como en fëa) que el que une a todas las otras criaturas de Arda o a nosotros con ellas.

    También amamos a otras criaturas de la Tierra Media en su medida y raza: las bestias y pájaros que son nuestros amigos, los árboles e incluso las hermosas flores que perecen más rápido que los Hombres. Su muerte nos entristece, pero creemos que es parte de su naturaleza, tanto como lo son sus formas o colores.

    Pero por vosotros, que sois nuestros parientes más cercanos, nuestra pena es mucho mayor. Mas, si tenemos en cuenta la brevedad de la vida en toda la Tierra Media, ¿no debemos creer que vuestra brevedad es también parte de vuestra naturaleza? ¿No piensa esto también vuestra propia gente? Y aun así­, de tus palabras y su amargura adivino que piensas que erramos.

    Para Andreth la muerte no es un don, sino un castigo impuesto a los hombres por Morgoth.

    Cita:
    -¡No, no! -dijo Andreth. -No entiendes mis palabras. Porque siempre pensáis lo mismo, mi señor: los Elfos son Elfos, y los Hombres son Hombres, y aunque tienen un Enemigo común, que los ha injuriado a ambos, aún se mantiene la distancia entre los señores y los humildes, los primeros llegados altos y resistentes, los seguidores menores y de breve servicio. Ésa no es la voz que los Sabios oyen en la oscuridad y más allá. No, señor, los Sabios de entre los Hombres dicen: "No se nos hizo para la muerte, no nacemos para morir. La muerte se nos impuso." Y ¡observa! el miedo a ella siempre nos acompaña y siempre la rehuimos como la liebre al cazador. Pero en lo que a mí­ respecta, creo que no hay escapatoria en este mundo, no, ni aunque pudiésemos llegar a la Luz más allá del Mar o ese Aman del que habláis. Con esa esperanza hemos viajado durante muchas vidas de Hombres, mas la esperanza era vana. Eso dijeron los Sabios, pero no se detuvo la marcha porque, como he dicho, poco se les escucha. Y ¡mira! hemos huido de la Sombra hasta las últimas costas de la Tierra Media, ¡sólo para encontrar que está aquí­, delante de nosotros!

    Entonces Finrod guardó silencio; pero al cabo de un rato dijo: -Esas palabras son extrañas y terribles. Y tú hablas con la amargura de aquélla cuyo orgullo ha sido humillado y no busca sino herir a sus contertulios. Si todos los Sabios entre los Hombres hablan así­, entonces bien puedo creer que habéis sufrido un gran daño. Pero no por mi gente, Andreth, ni por ninguno de los Quendi. Si somos como somos, y si sois como os encontramos, no se debe a nuestros actos ni a nuestros deseos, y vuestras penas no nos causan regocijo ni alimentan nuestro orgullo. Sólo uno dirí­a lo contrario: aquel Enemigo que no nombráis.

    ¡Cuidado con la paja de tu grano, Andreth! Pues podrí­a ser mortal: mentiras del Enemigo que alimentándose en la envidia podrí­an criar odio. No todas las voces que surgen de la oscuridad dicen la verdad a las mentes que buscan extrañas nuevas.

    ¿Pero quién os hizo este daño? ¿Quién os impuso la muerte? Melkor, dirí­as seguramente, o cualquiera que sea el nombre que le deis en secreto. Porque hablas de la muerte y su sombra como si fueran una y la misma; y como si escapar de la Sombra fuera también escapar de la Muerte.

    Pero no son lo mismo, Andreth. Así­ creo, o la muerte no se encontrarí­a en absoluto en este mundo que él no diseñó, sino Otro. No, muerte no es sino el nombre que damos a algo que él ha tocado, y suena por lo tanto maligno, pero intacto su nombre serí­a bueno.

    Melkor, pues, no tiene poder para cambiar el destino de los hombres ni de ninguna otra raza. La muerte es sólo obra de Eru, que es bueno, y existe porque Él lo permite.

    En cuánto a la inmortalidad de los elfos, como ya se ha dicho en otros post, no es tal, pues tambien a ellos les llegará la hora, inexorablemente. Las palabras de Finrod nos aclaran este punto:

    Cita:
    -Esa diferencia la percibo -dijo Finrod. – ¿Dirí­as que hay dos muertes: una es un daño y una pérdida, pero no un final y la otra es un final sin retorno? ¿Y los Quendi sólo experimentan la primera?

    -Sí­, pero hay además otra diferencia -dijo Andreth. -Una no es sino un daño entre las posibilidades del mundo, que los valientes, o los fuertes, o los afortunados pueden esperar evitar. La otra es ineludible, una muerte de cuyo cazador no hay escape último posible. Sea un Hombre fuerte o rápido o temerario, sea sabio o necio, sea malvado o justo y piadoso en todas las acciones de sus dí­as, ame al mundo o lo aborrezca, debe morir y abandonarlo, y convertirse en carroña que los hombres se apresuran en quemar o esconder.

    -¿Y estando así­, perseguidos, no tienen los Hombres esperanza alguna?-dijo Finrod.

    -No tienen ni certeza ni conocimiento, sólo miedo y sueños en la oscuridad -respondió Andreth. -¿Pero esperanza? Esperanza, ese es otro asunto del cual incluso los Sabios apenas hablan. -Entonces su voz se hizo más amable. -Sin embargo, Señor Finrod de la Casa de Finarfin, de los altos y noble Elfos, quizá nosotros podamos hablar de ello, vos y yo.

    -Quizá podamos -dijo Finrod -pero mientras tanto caminamos en las sombras del temor. Hasta ahora, entonces, percibo que la gran diferencia entre Elfos y Hombres está en la rapidez del fin. Sólo en esto. Pues, si pensáis que para los Quendi no hay muerte ineludible, erráis. Porque ninguno de nosotros sabe , aunque quizá lo sepan los Valar, cómo será el futuro de Arda o cuánto se ha ordenado que dure. Pero no durará por siempre. Fue hecha por Eru, pero no está en Él. Sólo el íšnico no tiene lí­mites. Arda, y la misma í‹a, deben por lo tanto tener lí­mites. Nos veis a los Quendi aun en las primeras edades de nuestra existencia y el fin está lejos. De igual forma es posible que suceda con vuestros jóvenes, quienes ven la muerte aún lejana, salvo que nosotros tenemos ya largos años de vida y pensamiento detrás. Pero el fin llegará. Eso lo sabemos todos. Y entonces deberemos morir, habremos de perecer para siempre, parece, puesto que pertenecemos a Arda (en hrí¶a y fëa). ¿Y más allá, qué? ¿"La ida al no retorno", como tú dices, "el fin más absoluto, la pérdida irremediable"? Nuestro cazador es de pies pesados, pero nunca pierde el rastro. Más allá del dí­a en que nos golpee con la muerte, no tenemos certezas ni conocimiento. Y nadie nos ha hablado de esperanza.

    El fragmento resulta bastante clarificador y arroja mucha luz sobre lo que se está debatiendo en este foro.

    #304153
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    Fingon_el_valiente
    Participant

    No hay que olvidar que Sam toma la decisión de casarse y que tiene hijos mucho antes de saber que Frodo acabará marchándose al Oeste. Por tanto Rosita no es ninguna segunda opción, puesto que él cree que Frodo seguirá a su lado, aun cuando él esté casado y tenga una familia a la que atender. Como ya he dicho en otras ocasionas, una cosa no impide la otra; Sam ama a Rosita, y también ama a Frodo, pero de forma distinta.

    Cuando Sam intenta seguir a Frodo a Valinor y éste le persuade, no lo hace porque desee abandonar a su familia, sino porque se ve comprometido, casi obligado, a servir a su amo a donde quiera que vaya. Pero él mismo sabe que tiene otra obligación que cumplir, que es la de estar con su mujer e hijos y Frodo únicamente se lo recuerda.

    Cita:

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    —¡Hola, Frodo! —dijo—. ¡Bueno, hoy le he ganado al Viejo Tuk! Así­ que eso está arreglado. Y ahora creo estar pronto para emprender otro viaje. ¿Tú también vienes?

    —Sí­, yo también voy —dijo Frodo. Los Portadores del Anillo han de partir juntos.

    — ¿A dónde va usted, mi amo? —gritó Sam, aunque por fin habí­a comprendido lo que estaba sucediendo.

    —A los Puertos, Sam —dijo Frodo.

    —Y yo no puedo ir.

    —No, Sam. No todaví­a, en todo caso; no más allá de los Puertos. Aunque también tú fuiste un Portador del Anillo, si bien por poco tiempo. También a ti te llegará la hora, quizá. No te entristezcas demasiado, Sam. No siempre podrás estar partido en dos. Necesitarás sentirte sano y entero, por muchos años. Tienes tantas cosas de que disfrutar, tanto que vivir y tanto que hacer.

    —Pero —dijo Sam, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas—, yo creí­a que también usted iba a disfrutar en la Comarca, años y años, después de todo lo que ha hecho.

    —También yo lo creí­a, en un tiempo. Pero he sufrido heridas demasiado profundas, Sam. Intenté salvar la Comarca y la he salvado; pero no para mí­. Así­ suele ocurrir, Sam, cuando las cosas están en peligro: alguien tiene que renunciar a ellas, perderlas, para que otros las conserven. Pero tú eres mi heredero: todo cuanto tengo y podrí­a haber tenido te lo dejo a ti. Y además tienes a Rosa y a Elanor; y vendrán también el pequeño Frodo y la pequeña Rosa, y Merry, y Rizos de Oro, y Pippin; y acaso otros que no alcanzo a ver. Tus manos y tu cabeza serán necesarios en todas partes. Serás el alcalde, naturalmente, por tanto tiempo como quieras serlo, y el jardinero más famoso de la historia; y leerás las páginas del Libro Rojo, y perpetuarás la memoria de una edad ahora desaparecida, para que la gente recuerde siempre el Gran Peligro, y ame aún más entrañablemente el paí­s bienamado. Y eso te mantendrá tan ocupado y tan feliz como es posible serlo, mientras continúe tu parte de la Historia.

    Como vemos, lo que realmente quiere Sam es que Frodo se quede en la Comarca, pero como no puede evitar que se marche se resigna. Ni siquiera intenta disuadirlo después, ni siquiera habla. Sabe cuál es el destino de Frodo y cuál el suyo, y lo acepta. Como ha dicho Encalion es sólo al final, cuando muere Rosita, cuando Sam Gamyi se hace a la mar y deja la Tierra Media, rumbo al Oeste.

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