Nací en la ciudad de Tirion, en Valinor, a la hora crepuscular de Telperion; mi padre Tellome, un noldor y gran herrero y mi madre Nariel; una vanyar, sabia y hermosa.

Viví en Tirion muchos años pues era mi tarea aprender de los sabios y prodigiosos noldor, aunque mi madre siempre me daba instrucción en las artes de los vanyar ya que eran grandes poetas y cantores, asi pase bastante tiempo, aprendiendo y comprendiendo, admirando y acariciando el saber de los míos hasta que llego el día en que mi destino fue sellado, algo inesperado para muchos, pero dentro, muy dentro de mi ser, aguardaba por ser anunciado, y asi fue que al escuchar el llamado de Curufinwë decidí dejar mi amada tierra inmortal para dirigirme hacia la tierra media y con los grupos de Fingolfin me encamine, pero con esta marcha una gran pena surgiría para mi y muchos otros de los míos al ver impotentes la caída de tantos amigos en los puertos de Aqualonde…

Llego el final
Y el dolor venció,
La muerte misma
Vivos nos mantuvo,
Y el temor a la soledad
En odio se convirtió.

Pero…
Que hay de aquellos que murieron por honor?
Que hay de aquellos que lucharon con valor?
Pues la codicia en polvo los convirtió
Y la pena los mantuvo en una oscura prisión,
El viento los desgarro
Y el destino los engaño,
Pues la muerte de ellos se adueño,
En el momento
Que nuestra gente
Anuncio la traición.

Era ya demasiado tarde para retroceder y lleno de convicción seguí al gran rey Fingolfin por frió y fuego hasta las vastas tierras de Endor…

Mucho tiempo estuve herrando por las extensas tierras, unas veces acompañado por elfos, otras por hombres y otras por enanos de los cuales adquirí muchos de los conocimientos que aun hoy poseo.
Luche en grandes batallas y muchos de los míos fueron quedando atrás como héroes, como amigos como hermanos… como muertos.

Vi caer grandes reinos por culpa de la codicia y el odio de Morgoth y sauron, grandes reinos en donde deje parte de mi inmortalidad, pues a donde quiera que iba me recibían con alegría y es por eso que luche junto a todos esos pueblos pues a la mayoría los consideraba parte de mi ser, pero parecía en vano, pues todos sucumbían frente a tan cruel poder…

Pero fue en una hermosa noche, como ninguna otra, cuando estaba caminando por los senderos del bosque de Lothlorien, que por vez primera la vi, y mi vida de nuevo cambio. Las heridas de las guerras y las perdidas pasadas parecían cerrarse a medida que contemplaba sus ojos azules que brillaban tan intensamente como la luz de la estrella de Ëarendil. Allí estaba sentada. Cantándole a la luna como toda una vanyar del país inmortal, y ahí mismo nos juramos amor eterno, amor que ningún mal corrompería y que las edades no marchitaría. Asi fue como empezó nuestra unión, Madi Baya de Mithril del bosque de loríen y Arsioth Telëmnar de Tirion, unidos por un lazo mas fuerte que la misma sangre, por un lazo mas fuerte que el que ata a la tierra y a los cielos…

Sin embargo, se venia venir la hora de partir, la guerra amenazaba lo que quedaba de los pueblos libres. Era el heredero de los hombres quien encenderia el fuego que acabaria con la oscuridad y era mi deber como amigo de quien busca la justicia, la libertad ayudar en tal empresa.