-¿Baelim dices? ¿hablarás o prefieres que te muestre tus pecados y que hables por la fuerza? Como has sido voluntario, te dejaré decidir.

La figurá quedó esperando la respuesta del medio hobbit.

La figura escuchó todo y analizó cada cosa dicha por el medio hobbit.
-Bien… así que no eres malvado y ofreces cooperación… Veamos si eres tan inocente como pareces. A partir de ahora todo lo que hagas se volverá realidad. Tus decisiones marcarán tu inocencia o culpabilidad. ¡Prepárate!

La figura tomó su mazo y lo golpeó en el gran tribunal. El sonido hizo que Baelim se tapara los oidos y se le cayera una lágrima. Cuando el sonido desapareció, ya no había oscuridad, el medio hobbit estaba dentro de una escena, la figura y el tribunal habían desaparecido, en cambio, ante él, estaba la escena de una elfa, un oriental y el medio hobbit. Era el momento de la negociación mientras Aiwë y Kira estaban secuestrados. Ibal rechazó al medio hobbit y se llevó a la elfa, Baelim fue lanzado a un callejón, 2 mercenarios fueron hacia él, armados y listos para tomar su vida.
El medio hobbit estaba aterrado, no se había dado cuenta de lo real que era lo que sucedía, no se estaba viendo a sí mismo, era ÉL mismo quien estaba por ser asesinado.
La figura observaba todo desde la mente del joven. No se dejó ver por el medio hobbit, necesitaba comprobar que tan preparado y sagaz podría ser aquel pequeño.

-¡Bravo! He de admitir que tienes velocidad y corres bien, pero… sabes que no se puede correr para siempre. Si tu oponente fuese alguien como yo… sabes que no puedes escapar de mi visión y de mi poder mental ¿Cómo te defenderás si tu mente es controlada tan fácil? Pero… ¿y que tal si…

La figura abrió su palma y el medio hobbit se elevó hasta quedar frente a uno de los ojos de la figura, por fin mostraba parte de su rostro, aunque solo podía verse algo más que un brillo púrpura. Otra vez estaba sin prendas y sin nada que protegiera sus pensamientos. Todo lo que Baelim pensaba, se oía tan claro y alto en la sala.

-Si pasas esta prueba, te ayudaré a afrontar tus verdaderos miedos, sabes muy bien a qué y a quién temes en realidad. Pero ahora serás arrojado a un abismo de frío mortal.

La figura tomó al medio hobbit en su gran mano y lo arrojó muy lejos.
El siguiente lugar era extraño y parecía deshabitado, era grande y frío, estaba lleno de enormes pilares de amatistas, y también algunas figuras esculpidas del mismo mineral. Cada vez que el medio hobbit cruzaba por los pilares se veía a si mismo completamente desnudo tanto física como mentalmente, como si cada cosa de él, se reflejara y saliera al exterior, cada pilar le mostraba cosas distintas, pudo ver varias escenas que recordaba a la perfección. Entonces una voz conocida habló.

-¿Puedo saber que haces en mi palacio? -la pregunta tomó por sorpresa al medio hobbit- ¿Quién te ha permitido entrar? Sabes que no me gustan las mentiras, anda, dime, habla de una vez.
Entonces fue cuando Baelim llegó al final del camino, una parte adornada con muchos pilares, cuarzos y distintas formas en amatistas, entre ellas un trono, alguien desconocido lo miraba a través del reflejo en los pilares. De rostro hermoso, el cabello muy largo, según se mirase, parecía de color lavanda o púrpura, la piel blanca y pálida. El cabello era tan largo que cubría todas las partes intimas del sujeto. Fue cuando miró al medio hobbit y este pudo comprobar que no estaba desnudo realmente, sino que su cuerpo era cubierto por una especie de armadura hecha de amatistas y el sonido de su cabello al viento parecía como cristales chocando entre sí. De una altura aproximada de 2 metros, miraba desafiante y sabio a la vez.

-¡¿Y bien?! ¿Qué quieres de mí?
-Me enviaron hasta aquí, no sé ni en donde estoy
-Mentiroso
-Pero es verd…

El extraño sujeto le mostró ante un gran pilar que tenía encima de él, recuerdos recientes, cuando Baelim había fingido odiar a Aiwë, el rostro del medio hobbit era de alguien a quien han descubierto tras una sucia mentira

-Y por si eso no fuera poco -entonces la imagen cambió en otro recuerdo y ahora estaba junto a una elfa, conversando sobre una vara y como robarla.

-¡INSISTES EN TU INOCENCIA! ¡TRAIDOR! -la voz se volvió oscura, profunda y llena de rencor, no había dudas, era la misma voz que Aiwë había utilizado para asustar a los Orcos en Candur. Los ojos y el cabello de Aiwë destellaban como rayos emanando de su interior.

-¡NO!, NO SOY INOCENTE. TENGO EL ALMA NEGRA DE PECADOS, PERO NO MÁS QUE CUALQUIERA QUE HAYA SUFRIDO COMO YO Y HAYA APOSTADO POR SEGUIR VIVIENDO!!- se levantó y prosiguió.- ¿quien eres para juzgar a alguien por sus actos?, el mundo es increíblemente cruel, y los que habitan en él son obligados a sobrevivir. Las pocas personas buenas siempre son aniquiladas!!! Los inocentes!! ¿¿Acaso me equivoco??. No soy inocente, pero tampoco tuve otra opción jamás.

Aiwë miró al mediano por largo tiempo, sintió la misma pena que Baelim expresaba, entonces habló con una voz ronca pero había dolor en sus palabras, como un padre que intenta hacer entrar en razón a su hijo.

-Baelim… ¿En realidad eres tan ciego para no ver tus errores? Dices que la vida es cruel, lo es, y ha sido injusta contigo… pero -los ojos del mago empezaron a emitir luz violeta y cada palabra creaba eco y sonaba más profunda- no crees que has tomado elecciones equivocadas y has elegido caminos porque TÚ mismo los has seleccionado sin pensar y sin pararte a pensar las consecuencias? ¿Por qué hiciste eso? ¿No intenté ayudarte y me rechazaste? ¿No te salvé la vida en varias ocasiones sin pedir nada a cambio? ¿Acaso fue culpa de la «vida» el que tú hayas decidido ir a ver al oriental? ¿Fue también por culpa del destino que apoyaste la idea de apropiarte de mi vara? Se sincero… la verdad llora ante tus ojos y tu la niegas. Pero nunca escaparás de aquí si no encuentras la forma de salir… sabes cual es la salida, pero no tienes el valor de hacerlo, porque en el fondo te odias tanto como lo odias a él.

Aiwë se sentó en el suelo en pose de meditación, a pesar de tener los ojos cerrados, escuchaba y veía muy bien las decisiones y pensamientos del medio hobbit.
-No puedo ayudarte si tu no me dejas, siempre buscas la manera de rechazar mi ayuda…

El mago se había sorprendido, parecía que por fin el medio hobbit comenzaba a entender su intención. Se alegró de que éste actuara con prudencia esta vez. La última prueba sería la más cruda y la que podía provocar la falla y la inestabilidad emocional en el muchacho.
Sin levantarse ni abrir los ojos, tomó las manos de Baelim, entrando ambos así, en una infinita armonía y unión con el universo. El tiempo pasó, pasó quien sabe cuanto, pero aquella sensación de bienestar y tranquilidad se negaba a abandonarlos. Entonces fue cuando la voz de Aiwë sonó clara y amable dentro del alma del medio hobbit.

-Baelim… Baelim… debo felicitarte, por fin has entrado en razón y te has dado cuenta de tus errores, pero… aún falta la peor y más grande prueba… cuando estés listo, avanzaremos al palacio del juicio una ultima vez. Sinceramente, me alegra que estés aquí, ya es hora de que abandones todos esos sentimientos que te oprimen, se libre, libérate de todo mal. Si estás listo, abandonaremos mi palacio de amatistas. Aún estás a tiempo, si crees que debes dejar salir otras emociones negativas o confesarte, este es el momento, ya que una vez que pases a la última prueba, no podrás retroceder ni cambiar nada de lo que hayas hecho o dicho, cuando termines, hayas superado o no, serás un hombre distinto, para bien o para mal, será tu voluntad. Pero no todo es malo, yo estaré a tu lado para apoyarte, pero no puedo elegir por ti.

Entonces, hizo una pausa muy larga, pareció que habían transcurrido años, y volvió a hablar una vez más
-¿Cuál es tu voluntad?

– Mi voluntad es enfrentarme al pasado y desafiar a mi destino.

Tras la respuesta del medio hobbit siguió un silencio sepulcral, duró una eternidad, y cada momento, parecía aún más largo que el anterior. Cuando abrió los ojos, el interminable palacio de amatistas había desaparecido por completo, ahora solo había oscuridad y vacío. Se escuchó un claro «OHM!» y nuevamente Baelim estaba de pie ante el gran tribunal que tanto había temido, pero esta vez estaba completamente vacío. Detrás estaba Aiwë, con los ojos cerrados, como si intentara calmar el ambiente.
Finalmente habló.

-Hemos llegado… he ante nosotros, la puerta de la Cámara del Juicio, se dice que quien entra ahí, enfrenta sus peores temores, y la mayoría pierde la conciencia apenas empezar el juicio. He de aclararte que eres el primero en llegar hasta aquí, en mis manos claro, jamás he llegado a este extremo, la gente que he ayudado o castigado, suelen redimirse o caer en la primera prueba. También eres el primer humano que ha tenido el privilegio de conocerme como soy realmente, si eres capaz de discernir entre estas palabras entenderás a lo que me refiero. -Hizo una pausa algo larga y siguió.- Como te dije antes, voy a estar ahí para ayudarte en lo que pueda, pero todo dependerá de tu fuerza de voluntad y de lo que desees realmente… ¿Alguna duda? -Esperó un momento pero el medio hobbit estaba tan ensimismado y temeroso que apenas negó con la cabeza, en respuesta, el mago le besó la frente y se quedó parado, esperando que Baelim avanzara a su destino.

El tiempo se había detenido, la presión dentro de la cámara era abrumadora, la mente del medio hobbit liberó sus peores miedos y ahora estaban atrapados dentro de un insano y amargo recuerdo. Aiwë sentía profunda pena por Baelim, sentía en carne propia el dolor que sufría, cada sensación que experimentaba, le resultaba igual o peor de angustiante. Se encogió de hombros, sacudió la cabeza tratando de concentrarse, el recuerdo era tan nítido y profundo que le costaba pensar claro. Finalmente pudo cerrar los ojos y calmar su respiración, poco a poco, fue controlándose más, hasta que pudo alcanzar al medio hobbit, que yacía tendido, le sostuvo el rostro con las manos, el alivio que sintió Aiwë rápidamente se transformó en desesperación, Baelim parecía muerto, tenía los ojos vacíos, como si la vida lo hubiera abandonado, además tenía sangre por toda la cara. El mago escondió el rostro del muchacho en su pecho y lo abrazó fuerte, enfocando todas sus energías en un aura cálida, que acariciaba el alma de todo el que tocara, entonces fue cuando sintió como la vida regresaba al cuerpo de Baelim. Intentó liberarse de los brazos del mago, gritaba y se culpaba sin cesar, y forcejeaba para que Aiwë lo soltara, pero parecía que el medio hobbit no estaba cuerdo y no se daba cuenta que el mago intentaba salvarlo, quizás estaba atrapado en algún recuerdo.
Fue entonces cuando decidió hablar directo con el subconsciente de Baelim.
-Deja de luchar -pero no obtuvo respuesta- Ya, detente, te estás haciendo daño
-¡Déjame! ¡Fue mi culpa, fue mi culpa!
-Calma, Baelim, soy Aiwë
-¡Mátame de una vez!

Aiwë obligó a Baelim a abrir los ojos y a que lo mirara fijamente. Por un momento pareció como si despertara de una pesadilla, pero pronto terminó en sollozo, ahora el ambiente era invadido por la tristeza y la angustia, un aguacero aterrador, bañó el bosque negro, que poco a poco iba desapareciendo hasta terminar en un vacío, mas la lluvia no cesaba.

Después de dejar a Baelim en una cabaña que parecía estar deshabitada. Llevó un tiempo cuidándolo, hasta que notó que el joven empezaba a mejorar, empezó a salir a la ciudad a buscar noticias, las pocas aves que veía, le traían noticias de un supuesto viaje que haría una «alianza» desde Candur en busca de algo en las montañas.
Como de costumbre, Aiwë revisó el estado de joven, que llevaba mucho dormido. Después de preparar el almuerzo y haber calentado agua para el baño, procedió a bañarse y a almorzar. La idea de que la gente de Candur saliera a de «excursión» era muy extraña, pero dado los ultimos eventos que habían ocurrido, ya no sabía que pensar. Dejó comida y una jarra con uno de sus preparados especiales para el medio hobbit, juntó las pertenencias que tenía, tomó un trozo de pergamino y una pluma y escribió.

«Querido Baelim…
Pronto despertarás y estarás mejor, te he dejado algo preparado para que comas y bebas, he tenido noticias y me regreso a Candur, ya no necesitarás de mis cuidados, y quedará a tu voluntad si regresas o permaneces aquí. Espero que nos volvamos a ver en algún momento.
Saludos.
Aiwë»

Dejó la nota en un lugar visible, salió de la cabaña con sus posesiones y montando a Peludo, marchó hacia Candur, o hacia donde el destino lo llevara.