Helkanor – Torneo de Framburgo
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Turinhor.
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27/08/2015 at 12:33 #357895
TurinhorParticipantLa segunda vez que despertó debía de ser mediodía y la luz intensa entraba por la ventana de la estancia. La jarra seguía en la mesilla y estaba llena otra vez. Baelim se abstuvo de beber en esta ocasión por si el agua de la jarra llevaba algún somnífero. Seguía sin saber cuánto había dormido ni siquiera desde la última vez que se despertó. Adormecido salió de la cabaña en la que se encontraba al exterior soleado. Un paisaje de pinos se extendía a lo largo de un angosto y tranquilo valle por el que discurría una senda poco transitada. En la terraza había preparado un desayuno a base de tortas, leche y miel. Baelim empezó a devorar el desayuno con avidez pues estaba hambriento y se dio cuenta que en la mesa había también una nota firmada.
“Querido Baelim…
Pronto despertarás y estarás mejor, te he dejado algo preparado para que comas y bebas, he tenido noticias y me regreso a Candur, ya no necesitarás de mis cuidados, y quedará a tu voluntad si regresas o permaneces aquí. Espero que nos volvamos a ver en algún momento.
Saludos.
Aiwë”Poco a poco empezó a recordar que había pasado bastante tiempo con el mago Aiwë antes de aparecer en esa cabaña, aunque en realidad no había sido tanto tiempo y los recuerdos eran borrosos en su mente y tan difíciles de extraer que le acabaron dando dolor de cabeza. Pero sabía que había ocurrido algo importante y poco usual. Algo había cambiado en él mismo. No sabría cómo explicarlo, pero era como si le hubieran quitado un enorme lastre de su conciencia. La libertad de culpa que sentía por primera vez lo hizo reírse a carcajada limpia allí en la terraza de la cabaña, solo, como si fuera un demente.
Después del desayuno frugal y admirando el pintoresco paisaje, Baelim se dispuso a marchar de la cabaña. Recogió las pocas pertenencias que le quedaban y caminó por la senda valle abajo hasta cortar el camino principal a Framburgo. Un cartel le indicó que estaba a tan solo dos leguas de la ciudad, por lo que continuó caminando hasta llegar a la ciudad de los torneos otra vez. Una vez allí no tardó mucho en encontrar lugar en uno de los garitos que ya conocía bien para que le permitiesen dormir y comer a cambio de amenizar las noches de desfase. Así durante pocos días se dedicó a lo que acostumbraba en su vida anterior: Música, juergas, dinero, mujeres de la noche, timos, y un poco más de arte. Pero por extraño que parezca, todo esto ya no lo llenaba como antes. A pesar de haber conseguido una cantidad de dinero considerable, Baelim notaba que se le requería en otro lugar. Entre borrachera y borrachera era llamado a partir cuanto antes. Por lo que en una mañana de resaca tremenda, Baelim se dirigió a la estación de diligencias de Framburgo, y para decidir cuál iba a ser su ruta cerró los ojos, extendió el dedo índice y comenzó a dar vueltas sobre sí mismo. Al volver a abrir los ojos descubrió que la gente lo miraba extrañada, y que su dedo apuntaba a uno de los carros parados en el andén. La mezcla de la resaca y el dar vueltas sobre sí mismo amenazaban seriamente su equilibrio, lo que explica que el conductor del carro lo mirara con cara de pocos amigos cuando Baelim se le acercó de manera sinuosa y le preguntó el destino del carro.
-La fría ciudad de Candur- dijo el conductor
“Vaya, así que de nuevo al norte eh. Esto pinta muy bien” – ¡Me sumo al trayecto!- dijo Baelim entregándole cuatro monedas de plata.
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