Helkanor – Mercado de Kibil-dûm
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19/01/2015 at 15:08 #349950
JRM-008ParticipantRírian asintió esperanzado.
– Sí, sería genial, gracias. Pero de las monedas no se preocupe, a mí todavía me quedan, aunque solo me gustaría alquilarlo, ya gasté mucho dinero por mi montura ayer. Si quiere, mientras Nír y Baelim se preparan vos me lleváis a alquilar el caballo.19/01/2015 at 22:50 #350018
TurinhorParticipantBaelim se dirigió a Rírian y Yaiwen.
-No hace falta que alquiléis ninguna montura. Ririan, te dejo que montes a mi caballo, que no es mío, si Nír me permite ir hasta Framburgo con su carreta y su cerdo. Creo que me he ganado su confianza, pero por si eso no fuera suficiente le dejo como garantía mi preciada flauta.-
Sacó la flauta del cinto y la dejó en el mostrador de la tienda donde estaba Nír.
-Con tu permiso me llevaré unas cuantas armas para comerciar e iniciarme en esto de los negocios, ah y bebidas alcohólicas. Es algo que siempre se vende muy bien jeje. También creo que podré transformar la carreta en un puesto de títeres si se da la ocasión.-
Dicho esto metió las dos manos en su capa y al sacarlas de ellas colgaban dos títeres. Los hizo danzar para que vieran a qué se refería.
-No sabéis la de aventuras que han vivido estos dos muñecos.- Dijo sonriendo, y los volvió a guardar con cuidado.
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20/01/2015 at 11:50 #350023
NeumeModerator-Perfecto. Entonces nos podemos poner en camino ya mismo. Iré a buscar mi caballo.
Al cabo de pocos minutos Yaiwen regresaba con el corcel negro y las compras que había hecho atadas a las alforjas. -¿Preparados, caballeros?
Se despidieron de Nír y se pusieron en marcha.
20/01/2015 at 21:21 #350031
JRM-008Participant*Entre Kibil-Dum y Framburgo*
Mientras cabalgaban por la planicie que se extendía alrededor de la pequeña compañía, Rírian (como acostumbraba a hacer) empezó a entonar una canción para el camino. Su madre se la cantaba odas las noches, cuando era pequeño. Mientras la cantaba, cerró los ojos y se acordó de aquellos buenos timepos.Cuando acabó, se giró a Yaiwen, recordando sus viejas sospechas.
– ¿Crees que habrán más orcos por aquí?06/02/2015 at 5:11 #350626
lordnazgul9ParticipantEn cuanto el resto de la compañía se marchó, Nír se sentó pensativo en un sillón. Miró por la vitrina. Los orientales ya habían desaparecido, y sólo unos cuantos enanos se acercaban tímidamente a la taberna «El Alcaudón».
Rórin se levantó y fue hacia su taberna.
-No vienes, Nír?
El enano rubio se enderezó y lo siguió sin decir palabra.Al rato la plaza de Dáin estaba llena de comerciantes enfadados por la intervención de los orientales en la ciudad. Varios de los herreros habían visto sus mercancías saqueadas, incluyendo Flóin Manomartillo, y a muchos prestamistas no les pagaron sus deudas. Culparon a los orientales de todo.
-¿Ni siquiera saben de donde vinieron? ¿O a quién sirven?-dijo un vendedor de utensilios.
-Tienen un jefe poderoso-dijo Rórin. -Y al parecer un esclavista.
-Ya lo creo-dijo Flóin Manomartillo-Han desaparecido seis vendedores y ocho empleados desde que llegaron los Orientales.Nír se acordó de que había guardado un poco de la queimada de Battoin y se la bebió de un sorbo. Trató de pensar lo más posible en Framburgo. Sólo se imaginó unas figuras difusas, que más tarde se transformaron en hombres con cascos y lanzas, ropas rojas y armadura plateada. Llevaban en su vestuario una lanza marcada bajo letras élficas. Uno de ellos sostenía unas cadenas de la mano. Otro oriental levantó su lanza, y los demás se detuvieron. Este llevaba puesto un medallón bronceado con la misma lanza y las letras. Vio a Théod dándole las monedas de Nír al jefe.
-Crees que los Sardaukar merecemos esto?-se enfureció el jefe-¿Dónde están el enano y sus armas? Díganme ustedes, y no los venderé-continuó dirigiéndose a una mujer enana y un joven.-¡Serás hijo de…!-gritó Nír, y se vio abalanzándose contra los hombres. Sacó su arco y abatió a dos de ellos. Théod se había escondido en la desesperación. Nír tensó su arco una tercera vez, antes de que el jefe se volteara y le golpeara en la frente con la lanza. A medida que caía de bruces al suelo, oyó la voz de su hijo, Náli.
-¡Padre!
El oriental con las cadenas descubrió unos grilletes y se dirigió hacia donde provenía la voz. Unos guardias a caballo se acercaron al Coliseo para detener el alboroto. Nír despertó y se enderezó de nuevo. El jefe volvió a golpearlo con la lanza, pero esta vez la punta dio contra el casco del enano. Nír silbó, y sus caballos arremetieron contra los guardias de la ciudad con carro y todo. El enano recogió el arco y su carcaj y subió de un salto al carro. A medida que se disponía a abandonar la ciudad de los Éothéod, el enano vio una última vez como los orientales desaparecían a lo lejos.Nír se vio inmerso de nuevo en la multitud de enanos que protestaban. Sin saber quién estaba hablando o gritando, levantó la mano. Nadie le pescó. Entonces Nír desenfundó su hacha y la alzó por encima de todos.
-La banda de Orientales se llama Sardaukar. Son guerrilleros que se dispersan por Rhovanion y Helkanor. Son esclavistas. Y hacen tratos ocasionales con quienes les conviene. En este caso, se plantearon una alianza con nosotros. Y no una alianza que nos favoreciera a ambos. Pero en cuanto se enteraron de que eran perseguidos, los Sardaukar abandonaron Kibil-Dûm con todas nuestras riquezas y nuestros bienes.
-¡Mahal sabrá a donde se dirigen los de Rhûn!-dijo un ferretero.
-Yo los vi-se oyó a Flóin-Tomaron el camino de las Montañas Grises al oeste, hacia donde está Gundabad y las Montañas de Angmar. Esta misma tarde robaron en mi herrería bajo las narices de mis tenderos. Y quiero que cualquier enano que no ha perdido mercancía desde que llegaron los Orientales levante la mano.
Nír estuvo por extender la suya, ya que los shuriken habían sido vendidos y no robados, y como sólo había regresado ese día, no le dio tiempo a aliarse con algún oriental de escasos valores. Pero no quiso dejar mal a Flóin, no ahora.
-No se dirigen a Angmar, señor Manomartillo-dijo Nír-Hace tiempo que los orcos de Gundabad no hacen tratos con hombres, y a pesar de que hace dos años fueron derrotados en la Desolación de Smaug, aún siguen haciendo de las suyas. Sólo hay un lugar donde pueden tener negocios todavía, y no es al norte de las Ered Mithrim.
Pasaron unos niños humanos anunciando un evento en el coliseo de Framburgo.
-¡Grandes gladiadores peleando hasta la muerte! ¡Torneos con los mejores luchadores de la región y parte del extranjero! ¡Y la gran atracción de los torneos! ¡La bella guerrera venida del sur! ¡Luchará ella sola contra los campeones de Framburgo! ¡A muerte! ¡Vean a la única amazona de esta parte del mundo! ¡Todo ello por una dos piezas de plata! ¡Bono de temporada ya a la venta!
-Guerrera venida del sur-les dijo Nír a los enanos. -Una de las desaparecidas es una gondoriana. El otro es un mago. Están en Framburgo. El dueño del Coliseo es un viejo conocido y estafador. Creo que muchos de ustedes ya lo conocen. ¿Porqué creen que gana tanto para invertir en nuestras armas y herramientas? El Coliseo de Framburgo es el mayor en el norte de la Tierra Media, pero ese tipo saca dinero de otros lados. De los Orientales.Los enanos se miraron entre ellos.
-Hay que reclamar nuestras armas y nuestro dinero-dijo Rórin.
-Si es que los sacamos de Framburgo, los orientales entonces no tendrían grandes aliados en el Norte, a menos que quieran tratar en Gundabad-dijo Caryne, una mujer Enana. -No tendrían a quien vender sus esclavos.
-Sería una lástima, pues Théod es mi mejor comprador-protestó Flóin.
-Seguirás vendiendo cosas, eso es seguro. Pero mejor extirparlos del Norte, que se queden recluidos en Rhûn, y recuperamos a nuestra gente y nuestros bienes-dijo Nír.Pocos enanos parecían convencidos. Algunos de los mayores comerciantes y los amigos de Nír se acercaron.
-También podríamos vender sus armas y sus medallones. Yo cifraría el inventario de uno de ellos en al menos cinco monedas de oro si los vendemos acá.
Algunos enanos se entusiasmaron. Flóin parecía negarse, pero finalmente aceptó ir cuando Nír dijo que necesitaban armas.
Unos nueve enanos, Nír incluido, se prepararon para perseguir a los Sardaukar. Al principio todos pensaron ir a la tienda de Flóin, pero entonces Nír reveló sus hachas de Orocarni. La mayoría de los enanos se entusiasmaron mucho con armas tan exóticas, pero como eran tan caras, Nír permitió que las pagaran en cuotas.-Creo que los orcos de Gundabad quieren multiplicarse en Helkanor y Rhovanion. Pese a que la Montaña Solitaria y Valle tienen Rey otra vez, los orcos siguen manteniendo su objetivo en Gundabad-dijo Nír a Caryne y un enano de barba negra llamado Kór-Vayan y confírmenme si hay actividad en el Monte. Es un lugar sagrado para los Khazad, pero ha sido corrompido por la suciedad de los orcos y la hechicería de Angmar. De ser posible, hagan una parada en Candur, vayan a la posada «La Yegua Desbocada» y díganles que el mago y la dama perdidos están en Framburgo.
Caryne y Kór tomaron el camino del oeste hacia las Montañas de Angmar. Los otros nueve continuaron hacia Framburgo por las Montañas Grises.
-Nos espera un recorrido largo, pero nos entretendremos bastante-animó Nír. Junto a él iban Rórin y Flóin. Iban en carneros, incluido Nír, ya que la carreta con Brof estaban a cargo de Baelim en Framburgo.
-A Framburgo!-gritó Rórin. -
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