Helkanor – Mercado de Kibil-dûm
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lordnazgul9.
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20/10/2014 at 15:09 #341076
Aragorn_IIParticipantAntes de escribir os recomendamos por favor que os leáis la información general y las normas de esta zona de rol. Muchas gracias 😉
Mercado de Kibil-dûm
Entrada a la ciudad Enana de Kibil-dûm (Pinchad en ella para verla a mayor tamaño)
Las Montañas Grises fueron desde tiempos inmemoriales un hogar tradicional para los Enanos, y tras el despertar del Daño de Durin muchos de los Barbiluengos se establecieron aquí y prosperaron durante algún tiempo. Pero su prosperidad fue también su perdición, y sus grandes Mansiones fueron arruinadas por los grandes dragones en el segundo milenio de la Tercera Edad. El Reino Enano de Ered Mithrim se extinguió cuando un dragón de frío mató a Dáin I y a su segundo hijo. Entonces, la mayor parte del Pueblo de Durin se marchó a las Colinas de Hierro o a Erebor.
Pero los que se quedaron estaban determinados a conservar su hogar en las Montañas Grises. Trabajaron en secreto durante años, pues sabían que su fin llegaría si a los dragones les llegaba el rumor de que seguían en las montañas. Llevaron a cabo grandes obras y hazañas y refundaron su ciudad dándole el nombre de Kibil-dûm.
Durante siglos permanecieron ocultos, sin contacto con otras gentes, ni siquiera con sus parientes, quienes los creían muertos. Con la muerte del último de los grandes dragones los Enanos de Kibil-dûm decidieron abrir sus puertas con cautela, y ahora el mercado que se encuentra en la plaza que se extiende entre la Puerta Principal y la entrada a sus Salones, es parada obligada para todos los artesanos y comerciantes que pasan por la región, y sus obras son muy apreciadas.
[NOTA IMPORTANTE: Esto no solo hay que entenderlo como mercado tradicional, en el que solo hay puestos de gente vendiendo y comprando cualquier cosa imaginable, también habría todo lo que uno se pudieda imaginar que habría en un lugar así.]
03/11/2014 at 3:22 #343539
lordnazgul9ParticipantNír subió al lomo del jabalí, cargado con cualquier bulto imaginable, y partió a la plaza. El cerdo refunfuñó, pero obedeció a su amo sin problemas.
-Cálmate, Brof-murmulló el Enano. Hoy hay harto que hacer y que comer.
Nír traía una aljaba y un arco pequeño colgados a la espalda. Su distintivo más importante para él, y con el que todo Enano u Hombre lo reconocía, era su hacha de mithril, de la mismísima armería de Dáin Pie de Hierro, Rey Bajo la Montaña. Nír no tenía buena memoria, pero de las cosas que realmente le importaban, no se olvidaría jamás.
Cuando Nír llegó a la plaza, ya habían varios compradores reunidos alrededor de los vendedores ambulantes que llevaban de las correas a sus propios cerdos y ofrecían telas o collares artesanales. El puesto de Nír se hallaba más allá de la fuente plateada, que representaba la batalla entre Dáin I y el Dragón de Hielo. Se bajó de Brof y desenvolvió sus mercancías. Su puesto era de piedra, tapado con telas Enanas y piel de carnero. Últimamente le había hecho arreglos y ampliado unas cuantas veces, además de colocado un letrero de metal en la entrada que ponía: «El Herrero Encabronado» con la figura de un Enano y su hacha de guerra. Pero a diferencia de lo que sugería el letrero, Nír el Enano era simpático y amigo de todos. Excepto de los Hombres, sobretodo los que venían de Framburgo.
-¡Platos! ¡Copas! ¡Cuadros! ¡Metales a precio de guerrero!-gritó Nir.
A un hombre de Framburgo que pasaba le sonó familiar aquella voz, y no le gustó recordarla.
03/11/2014 at 21:22 #343583
NeumeModeratorAtravesó el puente de piedra y cruzó la entrada principal. Hacía ya un par de meses que no se aventuraba por la ciudad de los enanos y necesitaba reponer algunas cosas, pero sobre todo, esperaba tener más suerte que la última vez y que le pudiera salir algún “trabajo” que valiera la pena. Se bajó del caballo y sujetó las riendas mientras tiraba de su corcel y se adentraba entre las calles.
Llegó hasta el mercado y ató al animal en la plaza para poder deambular tranquilamente. Se acercó hasta el puesto de uno de sus comerciantes de referencia.
-¿Lo mismo de la última vez, larguirucha? Le preguntó el enano de barba cobriza.
-Sí, -dijo ella con una media sonrisa -pero esta vez de color azabache, por favor.
Aquellas pequeñas criaturas le resultaban cómicas. Es cierto que tienen mal genio, son tercos, soberbios y que su apariencia ocultaba una enorme fuerza, pero no podía evitar que le parecieran seres pintorescos y que tuviera casi siempre ganas de darles un tirón en la barba. Aún así procuraba evitar a aquellos que no le eran simpáticos o que en su mirada veía algo más oscuro. Ella sabía perfectamente que los elfos tampoco eran bien recibidos, y aunque era medio-elfa, a muchos les daba igual y sentía sus miradas recelosas. En este caso, quien le proporcionaba los tintes y distintos ungüentos era un enano relativamente simpático.
Recogió el paquete, le dio dos monedas y siguió caminando dirigiéndose hacia la fuente.“-¡Platos! ¡Copas! ¡Cuadros! ¡Metales a precio de guerrero!” -gritaron detrás de ella.
Se giró para ver al que gritaba tratando de vender sus mercancías y se acercó hasta su puesto.
-¿Así que copas? Bien, veamos que puede mostrarme, señor enano. Podría estar interesada en una, pero tendría que ser realmente bonita y a buen precio – esto último lo dijo algo más lento para remarcarlo pues los enanos le parecían bastante exagerados poniendo los precios.05/11/2014 at 23:54 #343768
lordnazgul9ParticipantNír miró hacia su alrededor. Aquel framburgués ya no estaba. En su lugar se fijó en la otra figura que se acercaba a la tienda.
El enano refunfuñó al reconocer a una extranjera, pero aquella mujer tenía algo especial. Aparte de no tener barba, pero Nír ya había tratado con mujeres no enanas antes, y ella no daba la misma impresión que las demás. Nír percibió ese toque élfico en ella, una sensación que no recordaba desde la Batalla de los Cinco Ejércitos.
-¿Así que copas? Bien, veamos que puede mostrarme, señor enano. Podría estar interesada en una, pero tendría que ser realmente bonita y a buen precio-dijo ella.
-Nír, a su servicio- se presentó el Enano. Su actitud hacia los elfos era variable, pero por lo general los recibía igual que a los hombres. -Copas tenemos muchas. De diversos metales y colores. Ponga la copa y entre los dos llegamos a acordar el precio.Tercos y astutos como son los Enanos, enseguida Nír prosiguió a esconder la mercancía mas barata debajo del vientre del cerdo. Aunque si la dama resultaba ser una elfa, el Enano ya podía arrepentirse enseguida y volver a exponer las artesanías que se puedan vender a precios razonables.
07/11/2014 at 10:36 #344140
NeumeModeratorPodía notar claramente la mirada de extrañeza y desconfianza hacia ella.- Bueno, es típico en el pueblo enano. Seguramente si me quito la capucha y ve mis orejas, le saque de dudas, y es posible que desconfíe aún más –pensó para sí divertida.
-«Copas tenemos muchas. De diversos metales y colores. Ponga la copa y entre los dos llegamos a acordar el precio» – le respondió él.
Vio un rápido movimiento del enano escondiendo algunos objetos, pero no le dio mayor importancia.
-Veamos señor enano, esta de aquí – dijo cogiendo una copa plateada – ¿es de plata auténtica, y cuánto me costaría? ¿Tendríais alguna labrada con algún dibujo bonito?
Si podía, le gustaría llevarse a casa, a Candur, una nueva copa, la última adquisición le había durado poco y algunas de las que veía en el puesto eran bonitas, pero tampoco quería dejarse una fortuna. Echó un vistazo a otros artículos de la tienda mientras el enano le cogía la copa y evaluaba el precio que darle, y entonces Yaiwen se fijó en el cartel.
-¡Por Eru! decidme señor, ¿qué le ha pasado para llamar así a su puesto? – preguntó con una sonrisa. Espero que no haya sido cosa de algún elfo…
07/11/2014 at 20:41 #344188
lordnazgul9ParticipantNír había cogido y evaluaba varias copas plateadas similares, pero con dibujos enmarcados distintos, cuando la mujer preguntó por su puesto.
«-¡Por Eru! decidme señor, ¿qué le ha pasado para llamar así a su puesto? Espero que no haya sido cosa de algún elfo»
Nír se sobresaltó y por un momento olvidó lo que hacía, y su animosidad hacia otras razas.
-¿Elfos? No, a menos que estén tan arrugados que les crezca barba ahora. Es una pequeña historia que puede ver en uno de los cuadros-dijo Nír tomando una tabla cuadrada metálica, con un relieve de dibujos-Se trata del torneo de Framburgo, la antigua capital de los jinetes de Rhovanion. Representa a los Enanos que han apostado sus riquezas minerales y han salido perdiendo. Para los Enanos resulta chistoso y asocian el lugar rápidamente con armas y herramientas con las que desquitarse.
El Enano prácticamente se había olvidado de su reticencia a contar su historia a conocidos no-enanos, aunque pronto se volvió a fijar en el área élfica de Yaiwen. Colgó el cuadro y retomó la evaluación de las copas.
-Esta se ajustará mejor a su bolsillo-dijo Nír, aunque si se tratara de una elfa quizás buscara gastar lo de un bolsillo más grande. La copa plateada mostraba varios elfos del Bosque en sus cavernas. Para haber sido trabajadas por enanos, los rostros serenos de los elfos se veían muy bien detallados, algo que impresionó a Yaiwen.
-¿No recordará los tiempos de la Batalla de los Cinco Ejércitos?-la prudencia de Nír al entablar una conversación ya se iba aligerando. Yaiwen no le inspiraba ni tanta desconfianza como los Elfos, ni tanto rencor como los Hombres. Para Nír, ella se sentía como parte de ambos, en el lado positivo.08/11/2014 at 0:22 #344217
BattosayParticipantUna banda de percusión tocaba sin cesar. Tambores, castañuelas, zambombas y maracas. Lo malo es que no lo hacía en la calle, sino en la cabeza de Battoin.
– ¡Eru bendito! ¿Qué habré hecho ayer por la noche? – pensó para sí.
Mirando su bolsa de monedas se lamentó de su generosidad, dos tercios habían volado y no tenía muy claro en qué. Pero sin embargo, tenía muy claro en qué se iba a gastar lo que quedaba en la bolsa. La receta de la abuela Battilda. Hacía tiempo que no lo probaba, pero iba a volver a la Yegua Desbocada con el mataelfos.
Se acercó a un puesto de alquimista y paseo su vista por el mostrador.
– ¿Tienen miel negra?
08/11/2014 at 16:19 #344233
NeumeModeratorYaiwen atendía a la historia que le estaba contando su interlocutor mientras miraba cada una de las copas con detenimiento, pero la que tenía elfos del Bosque le había llamado especialmente la atención.
El dibujo era alegre y bonito y pensó que le gustaría degustar en esa copa algunas botellas que tenía sin abrir en casa.-«¿No recordará los tiempos de la Batalla de los Cinco Ejércitos?» – le preguntó de pronto el enano.
Se quedó algo sobresaltada. – Bueno, ¿recordar?, no ocurrió hace tanto tiempo en realidad, pero si se refiere a la propia guerra en sí, no estuve implicada de algún modo. Digamos que no me gustan las batallas y procuro alejarme de ellas. – Preferió no seguir dando más información ya que no creía conveniente decir que por aquella época estaba en el Rhûn. Además, era ella la que solía sacar información.
-Me llevaré esta, sí. – La medio-elfa le pagó las monedas correspondientes y mientras él envolvía el artículo le devolvió la pregunta.-¿Y usted señor, se vio involucrado?
08/11/2014 at 18:05 #344248
lordnazgul9ParticipantAunque fue él mismo quien sacó el tema, la expresión de Nír se volvió nostálgica al recordarlo. El enano tomó un cuadro dorado, uno de los más grandes, y se lo mostró a Yaiwen. También sacó una copa con dibujos. El cuadro representaba una fiera batalla, con un fiero enano y su hacha en el centro. En la copa había un gran salón de Enanos, y la tumba de al fondo tenía la marca de una espada y de una joya azul.
-Yo era un herrero en las Colinas de Hierro, aquellas que están más allá de la Montaña Solitaria y al norte de Dorwinion, en el Rhûn. Era el capitán de la Guardia y el supervisor de la armería del señor Dáin Pie de Hierro. Y sí, eso fue hasta dos años atrás cuando llegó la gran Batalla. Thorin nos pidió ayuda mediante un cuervo mensajero. Llegamos al tiempo que los Trasgos. La batalla fue salvaje y terrorífica. Los Trasgos por un lado de la Montaña y los lobos-Wargos por el otro. Entre medio, la inesperada alianza entre los hombres del Lago, los elfos del Bosque, y nosotros los Enanos ¡Juré haber visto a un gran oso del norte masacrar a los Trasgos como insectos! Después de eso, nos enteramos de la muerte de Thorin. Dáin fue coronado Rey Bajo la Montaña y Erebor prospera hasta hoy.
Yaiwen señaló la joya azul en la copa del entierro de Thorin.
-Esa es la Piedra del Arca-dijo Nír.Aunque Nír procuró ser amable en relatar su experiencia en la Batalla de los Cinco Ejércitos, sabía que pronto la ¿elfa? tocaría el tema de cómo y porqué el enano llegó a Helkanor, la Tierra Helada. Nír supuso que ella estaba de viaje, por lo que tal vez conocía los otros focos de comercio en Helkanor.
Colgó el cuadro y guardó la copa de Erebor. Terminó de entregarle la compra a Yaiwen, pero ella se fijaba en la gran hacha doble de Mithril a la vista.
09/11/2014 at 1:08 #344273
Fenix-OscuroParticipantOtro día, después de un buen descanso, Aiwë comenzó a recorrer Helkanor, quería explorar y ver que encontraba, así que llegó al mercado de Kibil-dûm, empezó a observar los puestos, se acercó a uno que decía vender productos para «Magos»
-Dígame Sr… ¿Tiene plantas, polvos, o cosas que pueda utilizar?
-Podría ser más especifico -Preguntó de mala gana el mercader
-Estoy pensando en preparar pociones y medicamentos.
-¿Se va de viaje a algún lugar peligroso? -Aiwë que había notado la clara intromisión del hombre, lo cortó por lo sano.
-Soy un sanador. Preparo pócimas y ungüentos para curar heridas y fortalecer el cuerpo. Es mi trabajo.
-Ah… ya veo -dijo el hombre acariciándose la barba. -Pues le puedo ofrecer esto, al mejor precio, es una caja especial, perfecta para sanadores, puede observarla.
-No será necesario, me la llevo. -Le dejó el dinero al hombre, él cual quedó boquiabierto.Siguió caminando observando alguna otra cosa que pudiera ser de su interés. Entonces escuchó una voz vagamente familiar
– ¿Tienen miel negra?
Pues la verdad que la voz no era muy igual a como la recordaba, ahora era un poco menos fea y menos graciosa que la noche en la taberna. Ignoró obviamente al personaje y siguió caminando.
09/11/2014 at 18:30 #344302
NeumeModeratorHabía tristeza en sus palabras, camufladas con amabilidad, pero ahí estaba presente. Yaiwen lo sentía. No podía leer en los ojos como hacían los Noldorin, pero sí tenía una pericia propia de su pueblo para percibir ciertas «cosas», y sentía que aquel enano había pasado por alguna experiencia desagradable, algo más que no le contaba, y que ella no iba a indagar, no por lo menos en esa ocasión. No obstante, en la conversación había varias frases que le habían llamado poderosamente la atención: la zona de dónde provenía, que era el capitán de la guardia de nada más y nada menos que Dáin… eso era muy interesante. – Es posible que esa información esté bien pagada» – pensó.
Cuando Nír le dijo que era la Piedra del Arca lo que ella señalaba, a la Medio-Elfa se le debió poner un brillo especial en la mirada. Había oído hablar bastante sobre la famosa piedra. Se hacía la ingenua ante el enano, pero muchas de las cosas que le contaba ella las sabía, sin embargo quiso fingir ignorancia.
Lo que no podía ignorar, era el hacha de… Mithril, si sus ojos no la engañaban. ¡Eso podía valer una fortuna! No le preguntó por ella pues le parecía algo descarado, pero tomó buena nota.-Señor enano, si se cansa de estar aquí, en Kibil-Dum, tal vez pueda pasar por Candur; sé que el tiempo no es el mejor para viajar, pero los caminos de momento son seguros. Es una pequeña ciudad, pero acogedora en cierto modo, y hay algunas posadas decentes.
Se despidió y siguió paseando entre las tiendas y puestos. En uno de ellos vio expuesta una bonita pulsera con pequeñas esmeraldas engarzadas y la sustrajo en un momento de descuido.
Salió a paso ligero, evitando echar a correr para no llamar la atención y que pudieran perseguirla. Llevaba la pulsera en la mano y ésta escondida en un bolsillo del pantalón. Por suerte se había vestido con ropas cómodas, nada de vestidos que dificultasen una posible huida.
Caminaba ensimismada mirando para atrás cada poco por ver qué ocurría a sus espaldas, cuando de repente tropezó chocando contra un muro humano. Intentó guardar el equilibrio, pero la otra persona estaba agarrado a ella tratando de no caer también y la tiraba consigo abajo…09/11/2014 at 19:55 #344309
lordnazgul9ParticipantNír se despidió de Yaiwen con una reverencia y siguió puliendo algunos utensilios de plata y de bronce. El hacha de Mithril que exponía en el local, manufactura suya en las Colinas de Hierro, tenía dos cuchillas afiladas, una a cada lado del mango. Además su largo podía ajustarse e incluso soltarse en la mitad, dando origen a dos hachas cortas que Nír había usado con gran habilidad. Y para presumir de su arma predilecta, nunca la había replicado. Y tampoco la prestaba.
Pensó en aquella aldea que su clienta le había sugerido. Tanto su colega y comprador habitual Rórin, como su fiel amiga Enana, Caryne, habían ido y venido de Candur,y de ellos había oído que los hombres de allá son poco amistosos, pero buenos para hacer negocios.
Nír reevaluó su mercancía transportables cuando a lo lejos vio una figura ataviada de ropajes morados y que caminaba con una vara muy particular. Los ojos le brillaban y acababa de comprar en el puesto del enano chalado que comerciaba con Magos.
Esto le volvió a traer memorias de la Batalla de los 5 Ejércitos.
09/11/2014 at 22:42 #344317
BattosayParticipant– ¿Miel negra? ¿Qué es eso? – le preguntó el vendedor.
– Es como miel, dulce, de color negro y se saca del azúcar.
– No tengo nada de eso, señor…
– Ya, gracias.Se paseó por el resto de los puestos intentando encontrarla por algún lado. O al menos algo para la resaca. No veía ni lo uno ni lo otro.
De repente su equilibrio decidió tomarse un respiro de sus obligaciones. Notó un golpe. No dolió mucho. Se notaba cayendo. Pensó en que sería buena idea echar las manos hacia delante. En la izquierda notó algo blando y suave. Su sentido del equilibrio volvió de sus cortas vacaciones, dió una zancada evitando caerse y su pierna evitó que la otra persona cayese sujetando su espalda. Con la derecha la cogió de un brazo para sujetarla mejor.
Iba a disculparse cuando pudo fijar la vista. ¡La elfa!
– Hola, señorita, ¿le puedo invitar a una copa? – hizo una mueca intentando una sonrisa. El dolor dolía un poco más y subía hacia su estómago. – ¡Ay!
10/11/2014 at 19:34 #344375
NELLAParticipant«EL HERRERO ENCABRONADO» -Leyó Kira- mientras miraba con cautela al Enano que había debajo del cartel, había llegado al mercado de Kibil-Dûm para buscar unas pieles decentes con las que protegerse del frio pero después de dar unas cuantas vueltas no encontró nada que le gustara, fue a parar a ese puesto porque le pareció haber visto a Yaiwen la misteriosa Medio Elfa que había conocido en Candur, pero cuando llegó había desaparecido…
Observó las mercancías del puesto preguntándose como estaría de «encabronado» esa mañana el Enano que parecía ser el dueño. Vio unos bultos grandes al fondo que parecían prendas de vestir-Buenos días Señor Enano, estoy buscando una capa de piel con capucha, que abrigue mucho, de peso liviano y suave al tacto…. a parte de bonita y barata por supuesto… tendría usted algo así?.. estoy pasando una temporada en Candur y no quisiera morir de frio… puede usted ayudarme?…ahh también quiero un vestido de lana
Se quedó mirando fijamente al Enano tratando de interpretar como le habría sentado su pedido, no quería irse de vacío de Kibil-Dûm y ya había mirado en varios puestos, esperaba que este fuera el último, pero todo dependía de este Enano que también la miraba fijamente….
10/11/2014 at 20:23 #344381
lordnazgul9ParticipantNír se despojó de sus pensamientos y se apresuró a atender a la joven, que esta vez si no tenía nada de elfa. Como Yaiwen, ella también había pasado por Candur, según lo que había contado. Algún día iba a ir allá y hacerse con unas cuantas monedas más.
-Pase, señorita, pase-refunfuñó Nír. En el fondo de la tienda, más allá de las armas, las copas y los cuadros, estaban las corazas, armaduras y si…las capas.
-Éstas son de cuero de carnero-dijo Nír tomando un par de capas para humanos. Una tenía un diseño de rayas blancas en fondo negro, y la otra era de color pardo con bordes rojos cobrizos. Casi nadie compraba esas ropas, porque casi nunca venían no-enanos a comprar ropa al Herrero Encabronado. Al parecer la vista del hacha de Mithril impactaba tanto que los transeúntes no pensaban que un trabajador de metales vendiera ropa.
Pero vestidos tenía muchos más, ya que si quería podía pasarse de la raya al tejerlos e incrustarles joyas y collares de metal. Esta vez decidió que Kira escogiera entre todos. -
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