Descripción del Personaje |
Galhioz, hijo de Gablioz:
Enano de la Montaña Solitaria, al servicio del anciano rey Daín. Igual de robusto que la mayoría de los enanos, de gran habilidad con el hacha a dos manos y con facilidad para los trabajos manuales, mineros y herreros. Se destaca en el grabado de la piedra.
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Historia del Personaje |
Galhioz
Enano de la Montaña Solitaria, donde se dedica principalmente al labrado de las piedras, ya sean adornos de mesa, o magníficas obras talladas en las paredes de las grandes salas de la Montaña.
Su padre fue Gablioz, quien participo en la Batalla de los 5 Ejercitos junto a Daín, donde perdio la vida en mano de los trasgos (no sin dejar varios de sus enemigos decapitados alrededor de él).
También es hábil con el hacha y ha luchado en pequeñas batallas con molestos orcos del norte.
Su vida se mantuvo siempre igual, hasta un día. Un grupo de enanos, entre ellos Hukdumn, el mejor amigo de Galhioz, fue enviado al norte con la misión de explorar las Montañas Grises y sus alrededores para descubrir nuevos lugares para la minería y saber si habían orcos. Pero pasó un tiempo desde la partida de los enanos y no llegaba ninguna noticia.
Entonces Galhioz juntó un grupo de enanos, y con el permiso de Daín, se dirigio a las Montañas, con la misión de descubrir el paradero de Hukdumn y los otros.
Paso así un tiempo, explorando por los lugares donde deberían haber estado los enanos, cuando encontraron rastros de una batalla: la hierba y algunas ramas de árboles estaban rotos, había sangre roja y negra por todas partes y algunos armas rotas y yelmos hendidos, entre los que reconozieron los suyos y de los orcos.
Pero lo más extraño era que no había cuerpos, por los cual Galhioz supuso que los orcos se habían llevado los cadaverés para algo que Galhioz no quizo imaginarse.
Los enanos lloraron por sus amigos.
Entonces, entre los despojos, Galhioz vió algo familiar: Una cadena con un amuleto, el cual representava un pequeño martillo de piedra con las runas enanas "GH" en ella.
Asi fue como Galhioz encontro el collar que le había regalado a su mejor amigo y una furia enorme desperto en él.
Su sangre hirvió y corrio rapidamente por sus venas y su fuerza de enano se agrando más que nunca.
Su enojo lo llevó a seguir las huellas de los orcos. Tenía que seguirlos, tenía que alcanzarlos, y entonces ni Durín sabría que sería de aquellos orcos.
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