Historia del Personaje |
Nací en Numenor. Soy hija de Fallinel e Inzilazra. Fallinell (cantante de la espuma) era un marinero teleri , e Inzilazra (flor marina), mi madre, una simple doncella edain de Numenor (claro que muy hermosa y sabia para que un marinero teleri, un elfo, se enamorase de ella).
Vivi mi niñez en Numenor, acompañada de mi madre y de mi hermano mayor, Ciriaran , quien me enseño a manejar las armas y a combatir, viendome siempre obligada a competir con el ya que mi espiritu se negaba a seguir el camino de las doncellas. Preferí siempre las armas a las muñecas y a los cantos, aunque puede decirse que mi voz es bella y melodiosa. Desde mi nacimiento se me fue encargada la tarea de proteger a los hombres, de alli mi nombre, Atanvardê, La que Protege a los Edain. Llevo en las venas sangre élfica, y he elegido ser de la raza de los elfos, asi que soy inmortal, al igual que mi hermano, a quien quise mucho. Tuvimos que vivir escondidos ya que los Reyes no veian con buenos ojos a los amigos de los elfos. Por eso mi padre nunca iba a vernos,y las pocas veces que lo ví, me pareció un extraño. No podiamos ir al centro de la ciudad, viviamos aislados en el campo en una pequeña cabaña, cultivando la tierra, sin molestar a nuestros vecinos y sin que ellos nos molestasen. Salía de vez en cuando cubierta por una capa y acompañada de Ciriaran al puerto de Romenna o al mercado de la ciudad para conseguir hilos, telas, herramientas y otras cosas.
Un día, divisé un barco en el puerto, y esperé a que atracara en la bahía. De allí salieron varios marineros edain tristes y abatidos.
-Hablad!-les dije, .-Porqué traeis esa cara?¿que noticias nefastas traen para mi?
-Doncella Atanvardê, vuestro padre, el señor Fallinell os manda a decir que salgais inmediatamente de Numenor con vuestro hermano y vuestra madre. Venimos a llevaros. Andad y avisadles.
-Pero, que ha pasado con mi padre?¿
-Señora, si seguis preguntando nos veremos obligados a llevaros por la fuerza.-dijo uno de los marineros. Entonces corri a avisarle a mi madre acompañada de uno de los marineros, quien le entregó a mi madre el cuerno de mi padre. Esta se le quedó mirando, confundida. Al fin tomamos nuestras posesiones mas preciadas y nos embarcamos con destino a Arvenien. Pocos meses después, aun en altamar, vimos como Numenor era destruida por el inmenso poder de los Valar.
Cuando llegamos a Arvenien, vi en el puerto una figura solitaria. Bajamos del navío y me encontré de frente con mi padre. Sentimos una gran alegría al verlo vivo, pero triste. Nos quedamos unos pocos dias que pasaron para mi espiritu elfico como instantes. Me encontraba sola, en la playa, sentada sobre una roca mirando el Mar y sintiendo su olor a sal, cuando sentí una mano sobre mi hombro. Era mi padre.Aun recuerdo sus palabras, nitidas en mi mente, y tan precisas como profecias de los designios de Eru.
-Hija mía, en lo que te reste de vida, la que será larga y dolorosa, no volveras a ver el Mar. Conozco tu espiritu, y se que no eres como el resto de las damas. Eres valiente y arrojada, y gustais de la guerra, pues, aunque no lo supieras, yo os veia combatir con vuestro hermano cuando apenas eras una niña. Tambien se que sereis de una señora de gran sabiduría, cuando hayais adquirido tristes experiencias en tu larga existencia, que terminará gloriosamente o normalmente según las desiciones que tomeis. Pero no todo será infausto, y tambien tendras grandes alegrias, grandes en verdad, que dependeran de tus elecciones y de lo escrito por Eru en tu destino.
-Pero..¿como que no volveré a ver el mar?¿como es eso, padre, de que todo depende de mis elecciones?¿como sabiais que Numenor sería destruida?-pregunté yo, desconsolada y apunto de llorar al saber que no volvería a ver el mar que tanto amaba.
-El Mar me lo dijo. Yo se interpretar su voz, y en susurros, Ulmo, el Gran Señor de las Aguas que Separan, me contó todo lo que habeis oido. Y tambien me dió un mensaje para ti. Lo cantare.
"Dama amante de las aguas que separan
no temais a nada en el mundo
nada podrá destruirte si llevas en tu corazón
la fuerza y el recuerdo de la sal
y el canto de las gaviotas.
Señora, no desespereis
aunque sois joven
la sabiduria que manará de ti recompensará tus dolores.
tendrais poder sobre la Maldad
y combatiras a aquellos a quien ningún mortal ha podido derrumbar
escaparas de grandes peligros
y encontraras grandes amigos y enemigos
pero, mientras tengas fuerzas y aliento
no vuelvas a verme
no vuelvas al Mar
tu destino no está en Valinor, la tierra feliz
afronta el peligro
y te elevaras como los dones de Eléntari
a las bovedas azules de Varda."
En el aire quedó flotando la voz grave y dulce de mi padre. Al terminar su cancion, me conmovió hasta tal punto, que lloré sobre su hombro como una cría. Cuando me calmé un poco, salimos de allí y entramos a la morada que nos habia sido destinada. Inzilazra, mi madre a verme en un estado tan deplorable, me llevó al jardín de la Casa a consolarme, para dejar a mi padre y a Ciriaran a solas. Hasta ahora nada he sabido sobre la conversacion entre ellos, pero desde ese momento , Ciriaran fué mi protector y mi acompañante a todos lados, asi fuera a los confines de la tierra media. En el mes de marzo salimos, Ciriaran y yo, en busca de aventuras para cumplir nuetro destino. Dejamos a nuestro padre y a nuestra madre en la Casa y nos fuimos a Neldoreth, uniendonos a un grupo de elfos y de edain que querian acabar con los orcos, los huargos, los trolls y toda clase de perversiones de Sauron, señor oscuro, y de impedir que volviera a organizar su nefasta nacion: Mordor.
Una noche en Neldoreth, depues de caminar dos dias sin descanso alguno, caimos rendidos en medio de un claro sin dejar ningun vigía y a descubierto. Sentí un aullido.
-Despertad!-grité.-despertad!!hay lobos por ahi, deben tambien de haber orcos!!!
y, efectivamente, una tropa de orcos y de huargos se dirigia al lugar en donde estabamos. No nos quedó mas remedio que huir despavoridos pero silenciosos por la floresta.. De un momento a otro, tuvimos frente a nosotros a unos treinta orcos y detrás a unos veinte. Nos doblaban en numero. Era la noche joven aun, y sabiamos que la batalla sería larga y dura, pero estabamos listos para enfrentar lo que fuera. Me puse espalda contra espalda con mi hermano, y los orcos atacaron con violencia. El primero de ellos, aunque no era el cabecilla, cayó muerto, atravesado el cuello por una de mis flechas. Mi gente tomó valor después de esto y combatimos a los orcos y a los huargos con fiereza. Trataba de defenderme lo mejor que podía con las flechas y mi hermano luchaba con la espada. Perdíamos a varios de los nuestros lentamente mientras los orcos caían uno por uno y los huargos huian despavoridos por mis flechas encendidas en una antorcha orca. Al despuntar el alba, no habian orcos ni huargos, nosotros habiamos quedado reducidos a quince, cubiertos de sangre de orco y piernas y brazos y cuerpos y cabezas se encontraban por aquí y por allá sin distingo de raza. Levantamos los orgullosos cadáveres de los nuestros e hicimos un túmulo. Los cadáveres de los orcos los apilamos en montón y los quemamos, y nos alejamos de allí tristes, llorando la perdida de nuestros compañeros, y cantábamos, cantábamos riendo de tristeza y llorando de rabia, nosotros los elfos, cantábamos en qenya, y los edain cantaban en atani, y aunque los idiomas no coincidían, las palabras y el ritmo eran las mismas, e igual la desesperación con que entonábamos. Habiamos perdido a nuestro lider, un sabio elfo sindar de cabellos grises y mirada amable.
“En la noche oscura, bajo los sombrios arboles
Dormia la Alianza Blanca en austero terreno boscoso
“despertad!” sonó la voz de la doncella en la oscuridad
Aullidos anunciaban la presencia de gentes malignas
Huimos para salvar la vida
Pero delante nos esperaba un peligro mayor
Con valor los enfrentamos, de noche, en la larga noche de estío
Cayeron los inmundos orcos de Mordor
Y sus horribles cabalgaduras huyeron
Pero de los nuestros tambien algunos se perdieron
Ceiatahrean, lider y amigo; cayó atravesado el corazón por una flecha que no vió.
Y Harond, y Edhel, y Urneld, y Loidarend, elfos sabios de gran valor tambien perecieron.
Ainor, Liriander, Jublard y otros edain altos y hermosos
Sucumbieron señores de alto poderío
Y asi, la Alianza canta triste
Recorriendo los floridos campos de Neldoreth”
Pasamos mucho tiempo vagando solitarios, por los mas oscuros y recónditos lugares de la Tierra Media, donde me entrené en batalla y en la vida de los viajeros, estuvimos muchisimos años viajando, tantos, que las hojas cayeron centenares de veces de los arboles y todos los Edain de nuestra compañía se fueron extinguiendo uno a uno, y solo quedamos nosotros, los elfos. Decidimos ir a buscar refugio en el reino de Gil-galad,y alli nos recibieron con alegría, musica y canto, mas nuestros corazones estaban tan secos que no sentíamos ningun tipo de felicidad. Nos tenían por heroes, por haber asesinado tantas criaturas malignas, pero nosotros no lo sentíamos asi. De hecho, para empeorar las cosas, un día, mi hermano Ciriaran y yo fuimos convocados ante el rey gil-galad. Nos pusimos nuestras mejores galas y fuimos. Encontramos a un Alto Elfo, el ser mas sublime que yo hubiera podido ver hasta entonces, el rey Gil galad. Lo reverenciamos con respeto, y el, agradecido, nos habló con estas palabras:
-Señor, señora. Os he convocado aquí para agradeceros todo lo que habeis hecho por el pueblo de los Elfos. Se que habéis guiado a la compañía incontables años, pero es hora de que descanséis por un tiempo en mi casa, y tambien quiero conoceros mejor. Tomad asiento.-dijo. Dos servidores aparecieron y pusieron dos sillas hermosamente talladas, donde nos sentamos desconcertados, mi hermano y yo.
-Cuales son vuestros verdaderos nombres?-pregunto el Señor.
-Soy Ciriaran, señor, y ella es mi hermana Atanvarde.-respondió mi hermano.
-y?..
-ah, si. Somos hijos de un marinero Teleri, el señor Fallinell, aunque nuestra sangre no es del todo pura. Nuestra madre es una edain de Numenor.- respondí yo. Mi hermano no habia caido en cuenta de que nos preguntaba nuestro origen.
-Bien. Ahora debo deciros algo. Es una noticia triste, quiza demasiado triste, y temo por vosotros, pero es mejor deciros la verdad.-dijo el señor. Hizo una seña y uno de los sirvientes le entregó un arco largo y hermoso de lebethron negro con letras runicas grabadas en plata a lo largo, una espada envainada en una funda negra con apliques plateados de runas y de perlas y un pequeño saquito de tela tambien negra.-Señor Ciriaran, dama Atanvardê, vuestra madre murió hace muchos años y vuestro padre partió a Valinor.
Mi hermano y yo simplemente atinamos a bajar la cabeza y a tomarnos de las manos. Estabamos tristes por el destino de nuestra madre. Miramos al Señor de nuevo.-Pero vuestro padre y vuestra madre os dejaron esto. Señor Ciriaran, por favor, acerquese
Mi hermano se acercó y Gil Galad le entregó la espada. Mi hermano se inclinó y se alejó dos pasos.
-Esa hoja se llama Celeblasse. Fue fraguada por elfos en los Dias Antiguos, antes incluso de que vosotros dos nacierais. Esa funda negra la protegerá de la corrosion y de romperse. Si la sacais en presencia de seres oscuros, brillará con una luz plata que los cegará por momentos mientras vos peleais.-dijo gil galad. Mi hermano sacó la hoja de la funda y he aquí que era una hoja de mithril brillantisima y fria, con apliques y grabados en formas de hojas. La metió de inmediato.
-Gracias por entregarmela, señor.-dijo Ciriaran muy contento.
-Señora.-llamó el rey. Me acerqué y me entregó el arco de lebethron negro.-Este arco fue tallado como veis en la finisima madera de Lebethron. La cuerda es de cabellos elficos y las runas que posee le impiden a la cuerda romperse por mas que se tire de ella y la madera corromperse o quemarse.Y este pequeño saquito.-dijo entregandome la bolsita.-contiene algo que vuestra madre hizo para vosotros.
Lo abrí y saqué dos collares de mithril, con dijes de concha marina. Le pase uno de ellos a mi hermano y nos los pusimos.
-Ahora debeis descansar. Pero pronto os pedire un gran favor que no sé si cumplais, pero por ahora reposad en mi casa junto con vuestros compañeros.-dijo el Gran señor. Le agradecimos con una reverencia y le pedimos el favor de retirarnos. Nos dejo ir, entendiendo que necesitabamos recuperarnos del golpe.
Descansamos en aquel palacio largo tiempo y la alegria volvió a nuestros corazones. El arco y la espada aun no habian tenido ningun uso.
Nos convocaron para la Ultima alianza entre elfos y Hombres para combatir a Sauron.
Mi hermano y yo comandamos uno de los batallones elficos y estuvimos en la batalla contra el rey brujo de angmar. Los orcos huian despavoridos de las espada de mi hermano y de mi flechas, lanzadas con una gran rapidez y fuerza sin que la cuerda en ningun momento flaqueara. Pronto me quedé sin flechas y saqué los puñales. Corte cabezas, brazos y atravesé gargantas al orco que se me atravesara, y me abri un sendero en la batalla. Mi hermano y yo no nos volvimos a ver en aquella batalla. Venía caminando de para atrás cuando sentí que mi espalda se golpeaba con el peto de otra persona. Me volteé lista para matar, y el individuo tambien, con la brillante espada en alto. Era mi hermano. Sonreimos al vernos y bajamos las armas.
-Qué susto me diste, hermano!-grité yo.Mi hermano sonrió contento. De un momento a otro, su semblante cambió a uno de dolor intenso, y se desplomó sobre mi, tumbandome al suelo. Una flecha habia penetrado su armadura. Con rapidez la partí y la saqué. La punta estaba impregnada de sangre y un liquido verde y viscoso. Tenia veneno. Mi hermano ya estaba muerto. Mi ira se desbordó como un torrente incontenible. Tomé la espada de mi hermano y furibunda, arrastré a mi compañía a lo mas encarnizado de la batalla. Me sacaron de allí ilesa pero inconsciente. La ira me habia traicionado y consumio demasiadas de mi fuerzas. Desde aquel dia me llaman Celeblasse.Estaba demasiado enferma, llena de oscuridad, y mis heridas eran mortales, inflingidas por servidores cercanos al rey brujo, y el unico lugar en que podian salvarme era en Haldanori, en el lejano valle del Ingenio, un lugar donde los curadores son expertos y sabios en toda clase de males,y a través del Mar, aunque no me di cuenta pues deliraba en sueños fui llevada a la Ciudad del dragon, y mi hermano recibio unas honras fúnebres muy dignas. Desde aquel lejano dia vivo en el valle del ingenio.
(espero que no haya quedado muy largo y que tenga pocos errores …cosa que dudo..en fin…)
|