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    El Gaucho de los Anillos

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    • This topic has 25 replies, 9 voices, and was last updated 19 years, 9 months ago by Belennor.
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    • 05/12/2005 at 18:55 #269064

      Belennor
      Participant

      Bueno…a continuación publicare una obra que hace referencia a la trilogí­a de Tolkien. Esta basada en el Martin Fierro, de José Hernandez.

      La verdad me parece excelente…y solo se puede apreciar su belleza si han leido tanto ESDLA como el Martin Fierro. Publicare solo el primer y segundo capitulo…si les gusta…seguire publicando…

      ACLARO QUE NO LO ESCRIBI YO. Desconozco el nombre del autor…

      Ahi va:

      El Gaucho de los anillos

      LA COMUNIDí DEL ANILLO

      Capí­tulo 1

      Aquí­ me pongo a cantar

      tocando de cualquier modo;

      les voy a contar a todos,

      oiganmé con atención,

      el viaje de iniciación

      que se mandó el hobbit Frodo.

      Del guapo Bilbo Bolsón

      era sobrino el petiso,

      que era uno que se hizo

      famoso por su aventura;

      viví­a en tiempo e´ cordura

      en un aujero del piso.

      Se apareció el mago Gandalf

      pa´l cumpleaños del tí­o,

      y armó semejante lí­o

      con los cuetes que tiró

      que pronto en el caserí­o

      el bailongo se largó.

      Era amigo el cumpleañero

      del istari calavera,

      que lo llevó a una carrera

      ande embocó una sortija

      que embrujaba al sabandija

      siempre que se la pusiera.

      El anillo hací­a invisible

      por algún raro gualicho,

      y como Bilbo era bicho

      pa´ hacer diabluras lo usó;

      más de cien años cumplió

      y seguí­a con sus caprichos.

      Se paró el homenajeao

      como pa´ hablarle a la gente;

      y ansina, en un redepente,

      sin que vieran la tramoya,

      puso en su dedo la joya

      que lo hací­a trasparente.

      Oculto en la brujerí­a

      vio a la gente boquiabierta

      con la cara medio muerta;

      caminando bien ligero

      se llegó hasta su aujero

      y le echó tranca a la puerta.

      Le esplicó al amigo Gandalf

      preparando el equipaje

      que dejaba el paisanaje

      y que no iba a regresar;

      que no querí­a espichar

      sin haber hecho este viaje.

      Dejaba al sobrino todo

      lo que habí­a en el aujero:

      la guitarra, el apero,

      la bombacha de faena,

      mucha yerba de la gí¼ena,

      pañuelo y hasta un sombrero.

      "¿Y el anillo?", dijo el mago.

      "¿También se lo vas a dar?"

      No supo qué contestar;

      llevó la mano al bolsillo

      donde guardaba el anillo

      y ahí­ nomás dentró a dudar.

      Medio haciendosé el pollito

      le vaciló: "Y… no sé…

      Hace tanto lo gané

      y me acostumbré a usarlo,

      que pienso en abandonarlo

      y me agarra un no sé qué".

      El de la barba, enojao,

      se le paró frente a frente

      y gritó: "¡No se comente

      que se nos vino a enviciá

      con la invisibilidá

      un gaucho ansí­ de valiente!".

      Avergonzao por el grito,

      Bilbo agachó la cabeza

      y contestó con tristeza:

      "Tenés razón, che, lo dejo",

      y haciendolé caso al viejo

      lo puso arriba e´ la mesa.

      Le habrí­a gustao tener tiempo

      pa´ saludarlo al pariente;

      le encargó muy diligente

      que lo despidiera de él,

      y marchó pa´ Rivendel

      con los elfos, gí¼ena gente.

      Relojeó el mago el anillo

      que tení­a frente a sí­,

      quiso agarrarlo y ahí­

      le dentró un escalofrí­o;

      en eso llegó el gurí­

      preguntando por el tí­o.

      Gandalf dijo la verdá:

      "Bilbo dejó la querencia;

      se fue a vivir con urgencia

      al pago e´ lo´orejudos.

      Te deja muchos saludos

      y tuitas sus pertenencias".

      Lo desembuchó con bronca

      al entripao el muchacho,

      y puso el grito: "¡Caracho!

      ¡Con lo que yo lo querí­a!".

      Pero llorar no podí­a

      porque no es cosa de machos.

      Señalandolé la mesa

      dijo Gandalf: "Ese anillo

      es el que usa el muy pillo

      siempre que desaparece;

      guardálo y lustrálo a veces

      pa´ que no te pierda brillo".

      Y se fue el mago en el sulky

      en el que habí­a llegao.

      Iba medio preocupao

      con el anillo en las mientes;

      rato largo ya habí­a andao

      cuando se golpió la frente.

      "¡La pucha!" lo largó al grito

      y ahí­ le dentró el jabón,

      que si tení­a razón

      la tierra estaba perdida;

      pegó la gí¼elta enseguida

      y lo apuró al mancarrón.

      Capí­tulo 2

      Salió Frodo del aujero

      caminando como pudo

      pa´ ventilarlo al peludo

      que tení­a del festejo,

      y vio venir al barbudo

      que golví­a dende lejos.

      "Tuve que pegar la gí¼elta,

      algo dentré a maliciar.

      Mejor andalo a buscar

      al anillo de oro ése;

      recordarlo me parece

      y lo vamo´ a examinar."

      La verdá que parecí­a

      inocente el anillito;

      era casi un juguetito,

      pero el sobrino Bolsón

      calentandoló al fogón

      vio que tení­a algo escrito.

      Ahí­ nomás el de la barba

      se quedó de miedo duro

      y dijo: "Dice siguro:

      un anillo pa´ buscarlos,

      un anillo pa´ encontrarlos

      y arrearlos pa´ lo oscuro".

      Se tomó un par de amargos

      como pa´ calmarse el chucho,

      se puso a pitar un pucho

      refrescando la memoria

      y a Frodo contó la historia

      de lo que pasó hace mucho.

      "Tres anillos prodigiosos

      eran de elfos soberanos;

      siete más de los enanos

      que viví­an en las minas;

      otros nueve, pa´ su ruina,

      usaban gauchos humanos."

      "Y uno más, que de los otros

      era el único patrón:

      el anillo de Saurón,

      el señor de las sortijas,

      que no aflojaba manija

      su angurria e´ dominación."

      "Y allí­ se armó un entrevero

      que jue bravo de verdá:

      el gran elfo Gil Galá

      y Elendil, rey de los hombres,

      lo toparon al Sin Nombre

      pa´ frenar la oscuridá."

      "Los caudillos espicharon

      frente al enemigo vil,

      pero el hijo de Elendil

      encarandoló al villano

      pudo cortarle la mano

      con la cachuza Narsil."

      "¡Allí­ se hubiera acabao

      y viviéramos en paz!

      La codicia pudo más

      y en aquel lejano sur,

      algo hizo este Isildur

      que no debió hacer jamás."

      "En vez de fundirla ahí­ mesmo

      la sortija se guardó;

      mucho tiempo la llevó,

      hasta que orcos matreros

      lo enyenaron de aujeros

      y el anillo se perdió."

      "Endijpué de eso Saurón

      quedó muy debilitao:

      sólo un ojo colorao

      sin pestaña ni rabillo,

      pero lo busca al anillo

      pese al tiempo que ha pasao."

      "Y ahura lo tenés vos",

      terminó la historia el mago.

      Frodo se mandó un trago

      con la pelambre de punta

      y la largó a la pregunta:

      "Con este anillo, ¿qué hago?".

      "Eso depende de vos:

      ya que sos el propietario

      ahura se hace necesario

      que pensés bien lo que hacés;

      lo único que no podés

      es dir y hacerte el otario."

      "Pero en el pago e´ los hobbits

      ya no te podés quedar;

      mejor mandate a mudar

      y andá lejos dendeveras,

      porque si el malo se entera

      te va a venir a buscar."

      "¡Y vos, che, salí­ de ahí­!

      ¡Los de ajuera son de palo!"

      Poniendo la cara e´ malo

      jue a retarlo al tarambana

      que se llegó a la ventana

      como peludo e´ regalo.

      Ajuera Sam, el peón,

      temblaba por el apuro:

      "¡Yo no espiaba, se lo juro!

      ¡No me convierta en culebra!

      A mí­ el seso no me suebra

      pa´ entender lo del Oscuro."

      "¡Mirá si serás paspao!"

      dijo el alias Mitrandir.

      "Te vas a tener que dir

      con el Frodo del poblao,

      que ya sabés demasiao

      y te van a perseguir."

      Sam lo largó al juramento

      con sentimiento profundo

      sin dudarlo ni un segundo:

      "yo le asiguro, mi amigo,

      que a mi patrón yo lo sigo

      ni que sea al fin del mundo".

      "Aguaiten a que yo gí¼elva",

      dijo Gandalf yendosé.

      "Si hay peligro, yo no sé;

      más vale no hacer escombro".

      Y con un peso en los hombros,

      como habí­a llegao, se jue.

      05/12/2005 at 19:04 #299269

      Lady_Rowen
      Participant

      😮 me encantó, sinceramente esta buení­simo…espero que sigas publicando el resto de la obra….. :-D por que la esperaré ehhhh¡¡¡……

      05/12/2005 at 19:44 #299270

      Aerelleth
      Participant

      La verdá paisano, está lo que se dice de dié!

      No nos deje esperando, publique a continuación

      los versos que no debió dejarnos aquí­ pagando

      estamos tuitos esperando lo que viene endijpué!

      Y no se queje usté que esto no está rimando

      que no es mi especialidá el andar verseando !!!

      05/12/2005 at 20:52 #299271

      Belennor
      Participant

      Jejeje…la verdad que por esas pocas frases, me doy cuenta que tenes vocacion ;-)

      Van a tener que esperar un poco para que publique el resto de los capitulos…porque los baje en partes y no encuentro los archivos…

      Desde ya, disculpen…

      06/12/2005 at 0:13 #299272

      GustavoGN
      Participant

      Esperamos con ansiedad los nuevos capí­tulos… realmente espectaculares… Saludos desde Corrientes! ;-)

      06/12/2005 at 0:41 #299273

      Carlita
      Participant

      clap clap clap, la verdad que esta muy pero muuuuuy buena esa obra, sobran las palabras. ^^

      Animo a esa pc que baje rapido las otras partes :-]

      salu2

      06/12/2005 at 0:41 #299274

      Lokmes
      Participant

      Belennor espero que publiques todos los capí­tulos, pues me encantó, está currada la manera de contar la historia.

      Se te espera con impaciencia. ;-)

      06/12/2005 at 1:12 #299275

      Belennor
      Participant

      Bueno…finalemente los pude pude encontrar…a el capitulo 3 y 4. Pero antes que nada ^_^

      Vuelvo a aclarar..NO SOY YO EL AUTOR. No quiero malinterpretaciones ….solo publico esta maravilla porque me gustaria que mucha gente tenga acceso a ella.

      Disfruten.

      El Gaucho de los anillos

      LA COMUNIDí DEL ANILLO

      Capí­tulo 3

      A Isengar jue el mago Gandalf

      espoleando el alazán,

      pa pedirle al Sarumán

      el consejo que hací­a falta,

      y llegó a la torre alta

      que le decí­an Ortán.

      Le contó de aquel anillo

      que era el daño de Isildur;

      si el patrón de Baradur

      de la sortija sabí­a,

      al humo se les vení­a

      galopeando dende el sur.

      Dijo el otro: "Tarde piaste,

      el Oscuro se ha enterao.

      A ese Gollum desgraciao

      los orcos ya le cayeron,

      y una paliza le dieron

      hasta que tuito ha cantao."

      "¡Amalaya!", dijo el Gris.

      El Gollum lo habí­a portao

      a aquel anillo encantao

      hasta que Bilbo llegó;

      muy contento no quedó

      pues lo tení­a enviciao.

      "Tus amigos los medianos

      lo van a tener fulero,

      que los nazgul ya salieron

      tuitos juntos en malón

      pa´ encontrarlo a este Bolsón

      y que cante pa´l carnero."

      "¡Ahijuna!", respondió el otro.

      "¡Pero qué suerte tan ruin!

      Pa´ llevar esto a su fin

      y del malino escapar,

      el anillo habrá que echar

      en el fuego ´el Orodruí­n."

      Le respondió Sarumán:

      "¡Qué lo va´ queré fundí­!

      Andá, traemeló a mí­

      que yo le viá dar gí¼en uso;

      nunca naides se lo puso

      como éste que está aquí­."

      Al Gandalf no le gustó

      que lo tome por idiota;

      le vio la pata a la sota,

      malició que se dio gí¼elta,

      y con atitú resuelta

      jue a enfrentarlo al cararrota.

      "¡Ah maula! ¡Te descubrí­!

      ¡No tenés ningún derecho!"

      El otro lo tomó a pecho:

      ni lerdo ni perezoso

      lo metió en un calabozo

      que tení­a listo en el techo.

      Demientras, en la Comarca

      el tiempo no se quedaba.

      Sin sosiego Frodo andaba

      como bola sin manija;

      le quemaba la sortija

      y Gandalf que no llegaba.

      "Hace mucho que se jue"

      le dijo a Sam un gí¼en dí­a.

      "Nos dijo que iba y golví­a,

      pero esto va pa´ largo;

      tenemos que hacernos cargo

      mientras se pueda entuaví­a."

      Se colgó el anillo ´el cuello

      y encarandoló al destino,

      enfiló por el camino

      que pa´l este lo llevaba;

      dos primos lo acompañaban,

      que eran Merry y el Pipino.

      "Linda noche pa´ viajar"

      dijo Sam con alegrí­a.

      "No es calurosa ni frí­a."

      Y al parar de hablar al cuete

      oyeron el paso e´ un flete

      que dende atrás los seguí­a.

      Vieron venir al jinete

      ocultos en la maleza,

      que montaba con destreza

      en un oscuro tapao,

      de negro todo empilchao

      de los pies a la cabeza

      Capucha tapando el mate,

      botas de cuero en las patas,

      un facón con cabo e´ plata

      bajo el poncho le asomaba,

      y el aire el coso vichaba

      con mucho barullo e´ ñata.

      Y siguió por el camino

      hasta que se perdió e´ vista.

      "Éste nos sigue la pista",

      vino Frodo a maliciar,

      y propuso pa´ escapar

      dejar la ruta prevista.

      El paisano Meriadoc

      quiso darles un consejo:

      "Si queremo´ llegar lejos

      un camino más existe:

      si la tropa lo resiste,

      agarremo´ el Monte Viejo."

      Jue a responderle el Pipino:

      "¿Qué te pasa? ¿Ta´s mamao?

      Ese monte está embrujao,

      maldito hasta lo projundo;

      ni por tuito el oro ´el mundo

      le paso ni por al lao."

      Al fin decidió el Frodo:

      "Otra eleción no tenemos,

      atrapaos acabaremos

      si seguimo´ este camino;

      endijpué del Brandivino

      por el Monte tomaremos."

      Y siguieron caminando

      los compañeros pa´l este,

      bajo una esfera celeste

      más oscura ahura que antes;

      derecho, siempre adelante

      iban, cueste lo que cueste.

      Capí­tulo 4

      Llegaron al Monte Viejo

      justo cuando amanecí­a,

      y a la lú del nuevo dí­a

      se les cerró la garganta

      con esa paré de plantas

      que dende el suelo crecí­a.

      El Merry los jue llevando

      entre los troncos ladeaos.

      Parecí­a muy confiao

      hasta que al fin se paró.

      "Compañeros, creo yo

      que nos hemos estraviao."

      Estaba oscuro y el guí­a,

      con la lengua tartamuda,

      entre el quebracho y la ruda

      dijo con voz temblorosa:

      "Me parece que la cosa

      se está poniendo peluda".

      "Fiero monte ande no cantan

      calandria, zorzal ni mirlo.

      Bien ligero habrá que juirlo

      ¡y guay con el Tornasauce!"

      Y en terminar de decirlo

      se toparon con un cauce.

      Tapando el ruido del agua,

      el Merry pegó un grito.

      "¡Tornasauce, el rí­o maldito!

      ¡Ahura ya sé diánde estamos!

      Pa´ salir, el rí­o sigamos.

      ¡Hasta si hay un caminito!"

      Los otros le hicieron caso

      y siguieron el riachuelo.

      Pero no duró el consuelo:

      mientras iban caminando

      un sueño les jue dentrando

      que los dejó por el suelo.

      "¡Qué modorra me está dando!"

      dijo uno remolón.

      "Que me digan dormilón

      la verdá no me molesta;

      yo me viá echar una siesta

      abajo ´el sauce llorón."

      Al rato Merry y Pipino

      roncaban a pata suelta.

      Frodo y Sam se dieron gí¼elta

      cuando escucharon un ruido:

      habí­an desaparecido

      de las raí­ces regí¼eltas.

      De adentro mesmo e´ la planta

      salí­an gritos apagaos.

      El tronco se habí­a cerrao

      como si juera un estuche:

      ¡Ese árbol desgraciao

      los habí­a mandao al buche!

      Dentraron a dar patadas

      en el hermético aujero.

      "¡Mis primos no son puchero!

      ¡Dejalos salir de áhi!"

      Y pararon porque oyeron

      un tremendo sapucay.

      Un paisano redepente

      salió del bosque machazo;

      daba larguí­simos pasos

      cruzando charcos y zanjas

      con una cesta e´ naranjas

      que le colgaba del brazo.

      Parecí­a muy contento,

      saltando de un pie a otro pie,

      una pluma e´ caburé

      en el chambergo sencillo,

      los zapatos amarillos,

      y cantaba un chamamé.

      Medio el Frodo se asustó

      con el coso inesperao;

      pensó que estaba mamao,

      pero se olvidó e´ la duda

      y corrió a pedirle ayuda

      a puro grito pelao.

      "Quién es éste que se viene

      gritando tanto, ¡qué digo!

      ni que viera al enemigo

      iba a ser menos sutil.

      Yo me llamo Bombadil.

      ¿Qué se le ofrece, chamigo?"

      "¡Ayuda, don Bombadil!"

      lo apuró Sam al reclamo.

      "A descansar nos tiramo´

      pero aquel árbol cretino

      se nos comió a don Pipino

      y a don Merry Brandigamo."

      "¡No me digan que el bellaco

      se me ha gí¼elto a retobá!

      ¡Lo viá tené que domá

      al vegetal insolente!

      ¡Le viá enseñá a comé gente

      como si jueran chipá!"

      Dandolé con el rebenque

      se puso a gritarle ansí­:

      "¡Tenés que echarte a dormí­!

      ¡Largá a los pobres gurises!

      ¡Hacé lo que se te dice!

      ¡Largalos, añá membuí­!"

      El árbol se hací­a el duro

      y por un rato aguantó.

      A la final se cansó

      de los golpes del rebenque;

      se aquietó como un palenque

      y a los hobbits escupió.

      "No hace falta que agradezcan"

      dijo el gaucho bondadoso.

      "El monte es muy peligroso

      pa´ unos hombres tan chiquitos;

      a mi rancho los invito

      pa´ que tengan su reposo."

      Ansí­ que a la casa jueron,

      y a la noche se armó farra:

      Sam le daba a la guitarra,

      volaban prima y bordona,

      Bombadil a la acordiona,

      y entre tuitos a la jarra.

      Y pasaron varios dí­as

      descansando en ese rancho

      perdido en el monte ancho,

      y entre asado y tereré,

      entre polca y chamamé,

      terminaron como chanchos.

      06/12/2005 at 1:44 #299276

      Seregruin
      Participant

      :-]

      Le agradezco, Don Belennor

      que esto va gí¼eno, paisano…

      la verdá que se han pasa´o

      el autor que lo inventó,

      ´l que a sextina le adató,

      y también usté, hermano ^^

      Gracias por compartir trabajos como estos ^_^

      Salud.

      (Y a ver si alguien me ayuda a resucitar la traducción al Quenya de Malena xDD)

      ;-)

      [ Este mensaje fue editado por: Seregruin on 06-12-2005 07:31 ]

      06/12/2005 at 1:49 #299277

      Belennor
      Participant

      Con gusto os ayudo, mi buen Seregruin…aunque por el momento sigo buscando los archivos…tengo muy desorganizado todo…soy un desastre :-[

      06/12/2005 at 1:59 #299278

      Seregruin
      Participant

      A ver si me hago un poco de tiempo para retomar esa traducción..

      Cualquier cosa te avisaré ^_^

      Por cierto, querí­a decirlo: Bombadil con chiripá y cantando chamamé entre sapucay y tereré fue demasiado xDDDDDDDD

      Gracias por esto, nuevamente :-D

      06/12/2005 at 2:02 #299279

      Belennor
      Participant

      En verdad me agrada porder brindaos esta maravilla…lo que no me agrada es no poder encontrar los capitulos que faltan! :-Y

      06/12/2005 at 4:08 #299280

      Lady_Rowen
      Participant

      Tercer y Cuarto capitulos, excelentes, como dije antes una gran obra, busque, busque los capitulos que faltan, que está bien bueno … ;-)

      Saludos….Lady Rowen

      :-D

      07/12/2005 at 2:02 #299281

      Belennor
      Participant

      Bueno…aca estoy nuevamente…dos capitulos mas…espero que los disfruten…saludos!

      El Gaucho de los anillos

      LA COMUNIDí DEL ANILLO

      Capí­tulo 5

      Los dí­as jueron pasando

      y era hora e´ que se vayan;

      y haciendo gala e´ su laya

      jue a despedirlos gentil

      el paisano Bombadil

      con su guaina doña Baya.

      La misia les dio una cesta

      pa´l viaje con empanadas.

      "Gracias", dijeron. "No es nada"

      respondieron a la par.

      "Gí¼elvannós a visitar,

      si nos hacen la gauchada."

      Por el camino de tierra

      tuito el dí­a le pegaron.

      Al pueblo de Bri llegaron

      cuando la luna salí­a,

      y al ver una pulperí­a

      derechito le enfilaron.

      Al boliche lleno de humo

      llegó a repostar la tropa;

      se sacudieron la ropa

      de tuito el polvo del viaje,

      y pidieron unas copas

      como pa´ juntar coraje.

      Un payador animao

      las seis cuerdas aporriaba;

      unos al truco jugaban,

      y por la parte de atrás

      un baquiano montaraz

      solo en lo oscuro pucheaba.

      El Frodo acabó achispao

      con tanta grapa y cerveza;

      se le subió a la cabeza

      el alcohol y el guitarriar,

      y se puso a malambiar

      arriba mesmo e´ la mesa.

      En un rato, en el boliche

      no quedaba nada e´ calma.

      La gente le hací­a palmas

      pa´ acompañar cada paso;

      pero jue a pisar un vaso,

      cayó y se rompió el alma.

      La tropilla de mamaos

      dentraron a carcajearse,

      y empezaron a acercarse

      pa´ ver mejor al petiso.

      Pero nada habí­a en el piso:

      era como pa´ asustarse.

      El Frodo, despatarrao,

      se dio cuenta del enriedo;

      la gente estaba con miedo,

      algunos se persinaban,

      y vio que el anillo estaba

      muerto de risa en el dedo.

      Buscando un lugar oscuro

      jue esquivando parroquianos,

      hasta acercarse al baquiano

      que fumaba un cigarrillo;

      y al pí­caro del anillo

      se lo sacó de la mano.

      Les gritó dende el rincón

      haciendosé el chancho rengo.

      "Por qué tanto bullarengo",

      disimuló con audacia.

      "Siempre me mando una gracia

      como ésta cuando vengo."

      "Usté malambea muy bien",

      le respondieron corteses.

      "No se ve todas las veces

      alguien que ansí­ se distinga."

      Pero era cosa e´ Mandinga,

      aunque naides lo dijese.

      Bajito le habló el baquiano

      cuando se calmó el lugar:

      "¿Quién lo manda jorobar

      ansina con la sortija?

      ¡Pero qué gana e´ enterrar

      la pata hasta la verija!"

      La verdá que lo asustó

      que aquel otro lo supiera;

      lo miraba como fiera

      cantandolé las cuarenta,

      y allí­ vino a darse cuenta

      que la habí­a embarrao fulera.

      Le retrucó sin mirarlo,

      tratando de hacerse el pollo:

      "Mire, yo no quiero embrollo,

      que yo ni siquiera sé

      quién caranchos es usté

      y ya me larga sus rollos."

      A ningún otro crestiano

      el gaucho se parecí­a,

      pues hablaba y se moví­a

      con un aire e´ majestá,

      y un pedazo e´ oscuridá

      la cara le ensombrecí­a.

      "Siguiendo rastros yo vivo

      con ojo, oreja y nariz,

      sea vaca o sea perdiz,

      sean comadrejas o cuises.

      El Trancos a mí­ me dicen,

      y soy amigo del Gris."

      Al enterarse de eso

      grandes los ojos abrió.

      "¿Dendeveras", preguntó

      "que usté lo conoce al mago?

      ¿Él anda por estos pagos?"

      Y la respuesta jue: "No".

      "Al gí¼en Gandalf no lo veo

      dende hace un rato largo,

      pero me dejó el encargo

      la última vez que nos vimos

      de ayudarlo a usté y sus primos

      en este camino amargo."

      "Pero no puedo si ustedes

      me asustan la paisanada.

      Ya basta con la pavada,

      se van tuitos a dormir

      porque vamos a salir

      temprano en la madrugada."

      Capí­tulo 6

      Seguí­a Gandalf cautivo

      arriba e´ la torre Ortán,

      pero ya tení­a un plan

      pa´ escaparse de la jaula

      ande jue a meterlo el maula

      del barbudo Sarumán.

      Cuando llegó la ocasión

      tení­a pensao el cómo;

      le dijo con mucho aplomo:

      "cada cual se va a su rancho".

      Bajó tremendo carancho

      y se lo llevó en el lomo.

      Demientras el Gris juí­a

      de los dominios del Blanco,

      por colinas y barrancos

      los cuatro hobbits andaban,

      y adelante los guiaba

      el que le decí­an Trancos.

      "Paremo´ un rato", Sam dijo

      muerto con la caminata.

      "Unos usan alpargatas

      o andan con bota e´ potro,

      y se olvidan que nosotros

      sabemos andar en pata."

      "Imposible", dijo el Trancos.

      "No hay que parar un momento;

      tengansén en movimiento

      y no se dejen de andar,

      que hoy tenemos que llegar

      a la Sierra de los Vientos."

      Llegaron cuando los grillos

      ya cantaban su canción;

      encendieron un fogón

      con ramitas que allí­ estaban

      para calentar la pava

      y dentrarle al cimarrón.

      Estaba el hombre avivando

      el fuego con charamusca,

      cuando una priegunta brusca

      jue a agarrarlo atravesao:

      "¿Quiénes son los embozaos

      que usté dice que nos buscan?"

      El baquiano puso cara

      de severidá tremenda,

      y a la final largó prienda:

      "Tienen que ver esos cosos

      con los anillos famosos

      y su terrible leyenda."

      "Los elfos tení­an tres,

      los enanos otros siete,

      y estos oscuros jinetes

      con nueve jueron prendidos:

      ahura son aparecidos

      y de Saurón alcahuetes."

      "Aquél que ustedes ya vieron

      saliendo de la Comarca

      clarita tiene la marca

      del malvado en el orillo.

      Le andan atrás al anillo

      y son piores que la parca."

      "¡Pero que no se entreveren

      con este criollo notable!

      ¡Mientras yo camine y hable

      voy a ver que el mal no cunda!",

      y del cuero de la funda

      peló soberano sable.

      Jue Sam el que se animó:

      "Capaz que al final no es nada;

      yo no quiero hablar pavadas

      ni andar metiendo bolazos,

      pero como que a su espada

      le está faltando un pedazo."

      Dijo el Trancos: "Lo que es

      no saber nada, aparcero.

      Esta noble hoja de acero

      es la mentada Narsil,

      la mesma que al patrón vil

      ya le hizo sonar el cuero."

      Y en la noche un alarido

      les puso de punta el pelo,

      y golvió la sangre yelo

      de tan grande que jue el chucho:

      era un grito de aguilucho

      cruzado con pingo en celo.

      "Eso no es bicho del monte"

      peló Trancos el facón.

      "Estos son los de Saurón

      con alguna trapisonda;

      pongansé tuitos en ronda

      alrededor del fogón."

      Cinco sombras se agitaban,

      como e´ ramas que se mueven

      en una noche que llueve;

      los rodearon redepente

      y se notaba patente

      que eran cinco de los Nueve.

      Pero el Frodo no temblaba

      con la temible presencia,

      y aunque tení­a concencia

      que se diba a arrepentir,

      no se pudo resistir

      a la malina influencia.

      Sin saber muy bien por qué,

      jue a colocarse el anillo

      y los vio con mucho brillo:

      el que vení­a adelante

      tení­a una espada llameante

      y en la otra mano un cuchillo.

      En contra de los nazgules

      se tiró envalentonao

      sacudiendo el envenao.

      Tarde supo que era un yerro,

      después que el helado fierro

      lo cruzó de lao a lao.

      Cayó el Frodo del dolor

      que le agarrotaba el brazo,

      y sin hacerle más caso,

      después de anotarse el punto

      se jueron los cinco al mazo

      dejandoló por dijunto.

      07/12/2005 at 2:32 #299282

      Lissiwen
      Participant

      Acabo de leer todos los capitulos que dejaste Belennor!!! la verdad te agradezco que compartas este hallazgo cn nosotros…..ME ENCANTO!!!! espero que encuentres mas capitulos…..

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