Bard el Arquero fue el primer Hombre del Valle, el primero de los Bádidos en la tierra del sur y este de Esgaroth, su hijo Bain se enamoró perdidamente de Faira, hija de Galastor, hijo de Erestor, el consejero principal de Rivendel, mano derecha de Elrond. De un amor prohibido nació Brand, el actual Señor de los Bárdidos, y Eriand princesa Bárdida. Eriand recibió todo el poder y la fuerza de la raza de la Hermosa Gente y poco de humana podía visualizarse en su hermosa figura, de cabellos oscuros, piel clara y ojos con el brillo de las estrellas. Pero el amor no reconoce diferencias entre razas y nuevamente un Hombre Mortal robaría el corazón a una Elfa. Cirandil, caballero Beórnida, descendiente de la familia de Beorn, habitante del Paso Alto y el Vado de Carroca, se enamoró de Eriand, su madre Faira al reconocer en su hija el mismo amor que profesó a Bain, le deja el camino libre. De Cirandil y Eriand nace un gran guerrero: Aldamir, llamado por algunos Cirshat, también nace Irimë, una poderosa dama perteneciente al linaje de Nólëmwen, a quien como su hermano, llaman Seshat.

A la edad de ocho años ambos príncipes parten hacia Rivendel, al hogar de su abuela Faira, para ser instruidos por esta en las artes mágicas y en los secretos de los Noldor. Galastor por su parte se encargaría de la enseñanza en el manejo de las armas, tanto del arco y la flecha como de la espada a dos manos. Poco después de su llegada, Eriand envía de regalo a Míathra, la blanca lechuza que acompañaría a la joven dama por largos años. El tiempo pasó y Aldamir regresó a tierras bárdidas tras la trágica muerte de su padre, Irimë en cambio permaneció en Rivendel para continuar sus estudios; pero antes de la marcha de Aldamir, ambos reciben de manos de Galastor un obsequio por su destreza y dedicación en el uso del arco y flecha, Carnë Lómelinde para él y Laika Lómelinde para ella, dos poderosos arcos tallados a mano y adornados con mithril, acompañados por sus carcaj y un grupo de hermosas saetas cuyas puntas fueran forjadas por los mejores artesanos de la ciudad.

Aldamir es llamado a las filas del príncipe Imrahil de Dol Amroth pero a pesar de las grandes distancias que los separaban, ambos hermanos mantienen una estrecha relación fortalecida por viajes y visitas inesperadas. Es durante una de las visitas de Aldamir que la joven media elfa conoce a Arëstor, un valiente guerrero humano, compañero de batallas de su hermano. El romance es apasionado pero termina abruptamente tras el asesinato de Arëstor a manos de orcos, durante una emboscada tendida a la pareja en inmediaciones al bosque de los Troll. Luego de esta trágica experiencia, la dama se sume en un periodo de depresión y agonía que termina solo tras la intervención enérgica de su hermano, quien no soporta verla un día mas en aquel estado que fácilmente la llevaría a la muerte.
Grandes cambios ocurren desde aquel momento, Seshat renuncia a su inmortalidad escogiendo la vida efímera de los Hombres, y jura nunca más amar a ningún ser sobre la faz de la tierra de la forma en la que amó a Arëntor. Firalkariel es llamada por su hermano desde entonces. Poco después el viento trae consigo historias de más allá de Rivendel, de extraños y oscuros caminos en el sur, de guerras y luchas, de reyes y ciudades, de bosques y ríos… es entonces cuando Seshat deja su hogar al lado de Faira y cabalgando sobre Danthë inicia una vida de doncella errante, cargando consigo solo dos joyas emblemáticas: La estrella de cinco puntas pendiendo de su pecho y Anzhara, el anillo que alguna vez perteneció a Nólëmwen.

Los días se hacen meses y los meses años pero el paso del tiempo no hace mella en la belleza de la dama, la sangre de los Noldor que aun recorre sus venas le otorga el don de una larga vida, y la herencia de Nólëmwen se haría presente poco tiempo después, revelando un antiguo poder que ahora renacido en las manos de Seshat.

Sus pasos desordenados y sin rumbo recorren la Tierra Media y más allá de las fronteras del este, en una constante búsqueda de conocimientos y antigua sabiduría. Durante una larga estadía en lejanas tierras, Irimë conoce a un hermoso elfo, nacido en las primeras edades, sabio y poderoso… y sería él quien lograse romper el juramento que desde la muerte de Arëntor sellaba el corazón de la dama.

La catástrofe se cierne sobre aquellos pueblos que le dieron cobijo, la oscuridad se levanta desde el este de la Tierra Media y amenaza con destruir todo a su paso. Cruentas batallas se libran en nombre de la luz… la hora de marchar a la lucha había llegado.

Hechos irrelevantes desencadenarían una serie de extraños acontecimientos que la llevarían a descubrir que su magia se hallaba ligada al viento, a las grandes corrientes de aire que danzan y revolotean en las cimas de las colinas, en los fértiles valles y en los profundos abismos y no solo a su capacidad de aprender y reconocer los antiguos secretos guardados en las oscuras bibliotecas de los castillos y fortalezas.

Una vez más retoma sus viajes, acompañada siempre por su fiel lechuza blanca y su corcel descendiente de mearas, obsequio del rey Brand, su abuelo. Pero esta vez el destino guardaba una sorpresa para la dama, un grupo de viajeros la acogerían en su seno y luego, juntos, guiarían a un pueblo en busca de su libertad…