Perfil Básico

Nombre

LuzDeEstrella

Fecha de nacimiento:

1900-04-09

Ficha de Personaje

Nombre del Personaje

Lynn

Raza

Elfo

Lugar de la Tierra Media

Lothlòrien

Descripción del Personaje

Una joven de cabellos largos y rubios, y unos chispeantes ojos verdes. Alta, esbelta, ágil, letal. Sus manos han matado a muchos enemigos y acariciado muchas hojas. Sus labios han bebido el mejor vino y aguas envenenadas.

Soy aventurera, me gusta la acción, pero a la vez disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.
Sentir las hojas entre los dedos, acariciarme el dorado cabello… Comer lembas.

Historia del Personaje

Nací en Lothlòrien, hija de Galadriel, pero nunca conocí a mi padre, y tuve claro que Celeborn no lo era, para mi desgracia y angustia. Pregunté a mi madre, pero no me hizo caso. Cuando se dió cuenta que ya había alcanzado una edad que podía resolver las cosas por mi misma, muy a su pesar y entre lágrimas, me envió a Valinor. ¡Pero no por ello piensen mal de ella! Gobierna Lothlòrien junto a Celeborn sabiamente, y es la depositaria de Nenya, el Anillo de Diamante.

Del periodo en Valinor no mencionaré nada, pues todo fue una especie de sueño muy real.

101 años después, regresé a la Tierra Media. En los Puertos Grises ya sentí de nuevo vida en mí. Muchos dicen que Valinor es el paraíso a el que tan sólo los Elfos tienen acceso; pero no para mi.
Fue un viaje largo hasta Lòrien, y mis acompañantes estaban cansados, pero yo disfrutaba de cada paso a lomos de mi caballo, Nieve de Fuego; olía cada soplo que traía el viento, recordando. Nuestra primera parada de más de una jornada fue Rivendel, donde descansamos cuatro días ante de seguir. Allí escuche y escucharon de mis labios numerosas canciones y poemas, en la Sala del Fuego. Compuse pequeños fragmentos en agradecimiento a Elrond y a su hospitalidad, y nos despedimos la mañana del quinto día. Elrond me entregó un paquetito gris que debía dar a mi madre.

Seguimos las montañas hasta por fin llegar.

Cuando volví a mi hogar, se me recibió con cantos y risas. No vi a Galadriel hasta el día siguiente, y al dárselo me sonrió y me abrazó: -Hija, Lynn, te he echado mucho de menos. ¿Podrás perdonarme?
Yo asentí, presa de la alegría: -Claro, madre.

Esa misma tarde,descubrí a unos extraños forasteros: un enano, cuatro hobb¡ts (Perian), dos humanos y un elfo del Bosque Negro. La curiosidad me pudo y averigüé todo acerca de ellos, y poco a poco me acerqué a hablar.
Entre Legolas y yo nació una extraña complicidad, risas, aventuras, charlas mas serias… Y nos enamoramos, tanto el de mi como yo de él. Cuando se marcharon, no pude evitar el llanto. Entonces se acercó a mi, y lentamente, me explicó toda su misión, lo que me iba a echar de menos… Y la promesa de que cuando terminara todo esto, vendría conmigo a vivir en paz.

En el periodo de la Guerra, anduve de aquí para allá, evitando un rumbo fijo, y haciendo caso omiso a las peticiones de mi madre por que volviera. Visité Dol Guldur, llegué al Lago Largo donde encontré a Thranduil, padre de Legolas y le dí noticias suyas, cruzé las Tierras Pardas con destino a Isengard. Me sorprendió ver a los Ents custodiándola, y a Saruman el Traidor encerrado en ella. Y por fin, Minas Tirith.

No soportaba la demencia de Denethor, pero me consolé un poco con mis charlas con Faramir. Mes mas tarde, ante mi sonrisa y mi alegría, apareció la Compañía del Anillo, o oque quedaba de ella. Frodo y Sam, desaparecidos. Merry, Aragorn, Legolas y Gimbli, defendiendo Minas Tirith desde la distancia. Boromir, por lo que oí, muerto.
No me dejé ver, por supuesto, pero Gandalf advirtió que unos ojos le espiaban, hasta que una noche se dirigió a la sombra: -¿Quién eres? Déjate ver.
La tristeza invadió mi corazón, pero ni una palabra salió de mis labios.

Poco después cayó Osgiliath, y Mordor atacó Minas Tirith. Pero resitimos. ¡El poder y el coraje de los hombres! ¡Las brillantes espadas! ¡Los rostros orgullosos! El temor a la batalla no me acongojó, mi arco cantaba.
Y llegaron los Nazgûl. El terror se apoderó de los soldados, y un nivel mas arriba, observé como uno amenazaba a Gandalf y su corcel. Le quebró la vara. Pero algo le distrajo, y se marchó.
Unos cuernos clamaban desde el Este. Rohan había llegado. Los hombres de Gondor, nueva fuerza renovada, expulsaron y mataron a la mayoría de orcos que aún quedaban, mientras que afuera, luchaban contra Olifantes y Hombres del Sur. Mi deseo era luchar en campo abierto, pero no me fue posible.
Cuando la batalla terminó, salí junto a otros hombres, cohibidos e incrédulos, a rescatar heridos y exterminar los orcos rezagados. Mientras cargaban con un par de soldados, le ví. Avanzaba hacia mí, sin saber que era yo, junto al Enano y el Montaraz. Sin apenas mirarme, me dijo: -¿Hay muchos heridos? ¿Quizás podríamos ayudar?
Apoyó su mano en mi hombro, y de pronto la quitó, como si se hubiera quemado. -¡Lynn! ¿Qué haces aquí? ¡O Elbereth! ¡Luz De Estella!
Me abrazó, y sus compañeros sonrieron. -Luchó muy brava en la ciudadela, yo la tomé por hombre. Disculpadme.- dijo un hombre cercano a mí. Yo asentí y se fué.
-Legolas, le dí noticias tuyas a tu padre.
El me miro, incrédulo: -Habrás de contármelo todo, pero antes te curaremos el hombro.
Me sonrojé. Ni eso le pasaba desapercibido.

Horas mas tarde, Gimbli me contó que prentendían llevar un ejército a la Puerta Negra para desafiar a Sauron, y poder darle a Frodo una oportunidad. Pero no estaba entre los planes del concilio involucrarme mi en ello. Minutos mas tarde…
-¡Legolas! Me han dicho que he de quedarme aquí, en la ciudad. ¿Acaso no podré ir?
Sonrió. -No es buena idea que vengas. Has de quedarte aquí, ¡precisan de tus cuidados, de tu medicina! Enfermos no podrán salir adelante sin ti.
Mis ojos se inundaron en lágrimas. -¿Y vosotros que? ¿Cómo sabré que estais… que estás bien?
Un dulce beso. -Te lo dirá el alma. Confía en mi. Mi buena estrella no caerá hoy.

Durante el resto de la tarde, si, cumplí con mis obligaciones; sané a los enfermos y dí aliento a los deseperados. Pero me preocupó en especial una princesa de Rohan, Éowyn, y su herida en el brazo. Ella si que había sido una mujer valiente, afrontando de cara a la muerte. Cuando se recuperó, tras unas intensivas horas de medicina élfica, Faramir la veló y yo me retiré a descansar.

No sé cuánto tiempo dormí, ni qué bestia daba suaves golpes en mi ventana, pero recuerdo mi sueño. "Piedras cayendo, un arco roto, Minas Tirith en llamas y su Árbol Blanco sano y salvo, custiodado por Aragorn, que resistía el fuego. Y Legolas cantando a un mar de plata."
Al despertar, me vestí cuidadosamente con las ropas que me dejaron, y corrí a ver a Éowyn. No estaba en su cama, y la descubrí junto a Faramir en un pequeño patio.
De pronto, sonaron trompetas y gritos de alegría. El ejército volvía a casa. El Enemigo había caído. Frodo había conseguido su propósito. Corriendo y entre risas, cogí a Éowyn y a Faramir por el brazo, y nos dirigimos a la plaza. Allí les solté.
Abrazé a Gandalf, pero llevaba a Frodo entre su manto, y se apresuró a encontrarle un médico. Me ofrecí cortesmente, aún buscando a Legolas con la mirada.
Fueron tres días de cuidado intensivo y casi sin dormir, pero cuando se recuperó, yo ya no estaba allí. Sonreía desde las sombras, ahora mas luminosas que nunca.
No me quedé a ver el reencuentro de la Compañía, me fuí a vestir y peinar, pues el rumor de el compromiso de Arwen, que pronto llegaría, y Aragorn, coronado rey en muy poco, había llegado.

El día esperado se visitó con sus mejores galas, dignándose a mostrar el mejor de sus amaneceres, y en el que estuve, hasta la caída de la tarde, con Legolas, intercambiando historias y experiencias.
La hora llegó. Me peiné el cabello dorado dejándolo limpio y brillante, y un vestido verde con hilos plateados adornó mi silueta. Ninguna joya, por supuesto, como es natural en mi.

Aragorn pronunció unas palabras que hicieron enmudecer a la multitud, que luego estalló en miles de aplausos. Llegó la comitiva de los Elfos, donde hijo de Arathorn y Thranduil intercambiaron sinceros abrazos. Me llegó el turno yme incliné discretamente, sonriendo. Me secundó, y se quedó de piedra al ver a Arwen tras un estandarte.
Ese día fue magnífico, lleno de alegría, dejando atrás la época del Señor Oscuro Sauron, comenzando la Edad de los Hombres.

Años mas tarde, Legolas embarcó junto a Gimbli en un velero fabricado por el mismo, con rumbo a Valinor. Yo no tardé en seguirle.
Aqui vivimos en paz lo que nos queda de vida.
"Al origen y vuelta a empezar"