Entrevistamos a Tomás Hijo, artista salmantino reconocido en los círculos tolkiendili, cuya obra ha sido expuesta a nivel nacional e internacional.

Hace unas semanas The Tolkien Society anunció a los ganadores de sus terceros premios anuales, y entre ellos se encontraba el artista salmantino Tomás Hijo, galardonado con el premio a la Mejor Obra de Arte por su lámina ‘El Poney Pisador‘. Aprovechando esta circunstancia decidimos ponernos en contacto con él para hacerle una entrevista, algo a lo que accedió encantado. Y desde aquí queremos aprovechar una vez más para darle las gracias a Tomás Hijo por su amabilidad y paciencia, porque como veréis, la entrevista no es precisamente corta. Porque con esta entrevista queríamos no sólo que nos hablara de su faceta como artista y como reconocido tolkiendili, sino también de su faceta como autor y editor.

(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)

(Tomás Hijo en la inauguración de la exposición ‘Orcos, Elfos y tortugas ninja’. Fotografía: página de Facebook del Centro de Desarrollo Sociocultural de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez)

Para los habituales de los círculos tolkiendili hispanos, Tomás Hijo no necesita presentación alguna. Es un habitual de los eventos y reuniones organizados por la Sociedad Tolkien Española y sus distintos Smiales (sir ir más lejos el pasado mes abril participó en los XV Encuentros con Tolkien en Zaragoza), y su obra ha sido expuesta a nivel nacional e internacional. Aquellos que visitarais la exposición de La Fortaleza del Anillo sin duda pudisteis admirar algunos de sus grabados más impresionantes.

Para aquellos que no lo conozcáis, decir que Tomás Hijo es doctor en Comunicación, y profesor en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca, y que dedica todo el tiempo que puede a sus proyectos gráficos personales (para conocer su obra artística podéis visitar su página web). Aunque como cuenta en su página de Facebook, «su currículum parece una escombrera», ya que también estudió para periodista pero nunca ejerció, hizo cursos de cine e incluso algunos cortometrajes. Y mientras «perdía el tiempo con estas cosas», se dedicó a escribir e ilustrar, habiendo publicado más de sesenta libros para las principales editoriales de España. Entonces decidió fundar su propia editorial, Tatanka, y crear una tienda online para vender sus obras de arte.

Esperamos que ésta sea la primera de una serie de entrevistas a artistas de todo el mundo que, de una forma u otra, han plasmado en imágenes la obra de J.R.R. Tolkien. Una entrevista que no habría sido posible sin la participación de @Nirnaeth y @Elfo_Negro.

Para saber más sobre el arte de Tomás Hijo y estar al tanto de todas sus novedades podéis visitar su página web, su página de Facebook, su cuenta de Twitter, su cuenta de Instagram. y su blog en Tumblr.

 

El Poney Pisador, de Tomás Hijo

(‘El Poney Pisador’, de Tomás Hijo)

 

-El Anillo Único: En primer lugar, felicidades por el galardón a la Mejor Obra de Arte en los premios anuales de The Tolkien Society. ¿Cómo te sientes al recibir este reconocimiento?

-Tomás Hijo: Pues muy feliz de que aficionados y estudiosos de Tolkien de todo el mundo conozcan mi trabajo y de que lo valoren de una forma tan favorable. Uno pasa los días encerrado en el estudio y es una satisfacción desbordante certificar que lo que uno hace tiene difusión y cuenta con el cariño de personas de tantos lugares diferentes. Para mí, lo más importante es que es un premio concedido por votación popular que se decide con los votos de gente de todo el mundo.

 

-EAU: ¿Cómo nació tu vocación por el arte?

-T.H.: Supongo que empecé a pensar en dedicarme a esto en algún momento de mi adolescencia, cuando devoraba tebeos a todas horas. Empecé por los superhéroes de Marvel, y pronto salté a los dibujantes europeos de las revistas de la época. Aunque no he llegado a dibujar cómics de forma continuada, ahí es donde empecé a fascinarme por la ilustración, la narrativa con imágenes, el dibujo.

 

-EAU: ¿Cómo pasaste de ilustrar por encargo, para editoriales como Anaya o SM, a empezar a trabajar en tus propios proyectos?

-T.H.: Supongo que todos tenemos nuestros momentos de crisis, y yo pasé uno de ellos después de ocuparme de la dirección de una pequeña editorial de libros infantiles durante un par de años. Nunca he dejado de estar enamorado de la ilustración infantil, pero tuve un momento de saturación. El mundo de los libros, de la edición tradicional, llegó a resultarme demasiado fatigoso. Se me pasó pronto y, de hecho, sigo trabajando en ello con pasión, pero entonces sentí la necesidad de trabajar de una forma más caprichosa y de producir una obra que se pudiera ofrecer directamente a quienes estuvieran interesados en ella, sin intermediarios. Y si a mí me dejan ser caprichoso con el tema, el tema es la Tierra Media.

 

(Póster de ‘El Señor de los Anillos‘, del artista británico Jimmy Cauty)

 

-EAU: ¿Cuándo nació tu pasión por Tolkien?

-T.H.: A los catorce o quince años, un amigo llevó al colegio un catálogo de venta de discos por correo en el que también se vendían pósters. Había uno con un mago en el centro que me fascinó (el campo estaba abonado por los videojuegos, supongo) y lo pedí. Lo puse en la habitación y quedé maravillado con la atmósfera y los personajes. Era el célebre póster de Jim Cauty, que conservo. Había unas letras arriba: “The Lord of the Rings”. Pregunté a mi profesora de inglés por ello y me tradujo las palabras y me dijo que había un libro titulado así. Al cabo de unos días vi el libro en casa de un amigo, aún retractilado. Se lo pedí y jamás se lo he devuelto. Creo que aquella noche dormí poco.

 

-EAU: ¿Cuál es el libro de Tolkien que más te gusta?

-T.H.:El Señor de los Anillos‘. Por muchas razones: su escala “humana”, su desbordante riqueza, el carácter “histórico” que tiene (con sus apéndices y notas preliminares) y el hecho de que, mientras lo lees, parece ser la capa superficial de otro conjunto de textos mucho más vasto y profundo.

 

-EAU: Cuéntanos algún pasaje, personaje o frase de Tolkien que te haya marcado.

-T.H.: Ese inicio falsamente documental me marcó muchísimo a la hora de escribir (otra faceta que he cultivado, aunque menos que la ilustración). No puedo comenzar una historia sin aportar documentos, sin hablar de cierto manuscrito, sin tener en cuenta antecedentes que aporten verosimilitud. Eso está también en ‘El Quijote‘, en ‘El nombre de la rosa‘ y en mil sitios más, pero lo vi por primera vez en Tolkien y eso me marcó.

 

(Tomás Hijo con ‘El Poney Pisador‘)

 

-EAU: ¿Cómo es el proceso de creación y diseño de un personaje, objeto o lugar desde cero? ¿Cómo empiezas a darle forma en tu cabeza para después plasmarlo en un dibujo o en un grabado?

-T.H.: Siempre trato de encontrar elementos gráficos que puedan sugerir el sentido profundo del pasaje que quiero adaptar. Como ejemplo, en la escena de ‘El Poney Pisador‘, en el libro, hay una mezcla de costumbrismo simpático matizado por la sombra de una amenaza, lo que convierte todo en algo mucho más interesante. Mucha de esa información se transmite a través de los personajes. Cuando comienzo a diseñarlos trato de no contradecir el texto y de que todos los elementos que invento (y es inevitable, al trabajar con imágenes, ser más descriptivo que el autor literario) refuercen lo que yo entiendo que es el personaje y, como digo, el tono general de la escena en que aparecen. Atuendos, actitudes, colores, proporciones… todo contribuye a dar información muy específica sobre lo que se está contando.

 

-EAU: ¿Hay algún artista que te haya influido especialmente?

-T.H.: Yo diría que he aprendido mucho del arte medieval y de los ilustradores y grabadores de Europa del Este. En los dos casos encuentro lo que más me fascina, que es la fuerza de trazo y la intensidad expresiva. Por otro lado, me fascina la forma de entender el dibujo de los grandes animadores, que viven obsesionados por aportar “vida” a los personajes con unas normas que no son naturalistas, sino que dependen de cierta exageración, de cierta estilización, de cierta desproporción.

 

(Plancha de ‘La Batalla de los Campos del Pelennor‘, de Tomás Hijo)

 

-EAU: ¿En qué disciplina artística te sientes más cómodo?

-T.H.: Me siento muy bien con el dibujo y el grabado en relieve. El primero tiene la inmediatez y la ligereza, y para mí es la base de mis pretensiones artísticas. Me cuesta entender el color, pero me emociona el temblor de un trazo, el peso de una trama, la puntería de los aciertos y la gracia de los errores. El grabado es, al contrario, fruto de una elaboración morosa y técnica, pero el tallar una tabla o un linóleo aporta unas limitaciones de estilo que me ponen en un lugar muy confortable donde no tengo que preocuparme por cosas demasiado sofisticadas; sólo porque el dibujo previo adquiera toda la fuerza y la gracia posible.

 

-EAU: ¿De cuál de tus obras te sientes más orgulloso? ¿Hay alguna que represente algo realmente especial para ti?

-T.H.:El Poney Pisador‘ ha sido siempre muy querida por mí porque han pasado cosas muy bonitas alrededor suyo. Además del premio de la Tolkien Society, y del hecho de que haya sido portada de Mallorn [la revista anual de The Tolkien Society], ha habido muestras de emoción y de generosidad, plagios divertidos, interpretaciones curiosas… Tiene un sentido de juego que hace que la gente lo compare con los libros de Buscando a Wally. Eso me molesta bastante, pero tengo que reconocer que la intención es similar: el perderse en una escena con muchísimos detalles con un cierto sentido de juego. Lo bueno es que esto no es un mero pasatiempo en el que conseguir un objetivo. Aquí se trata de vagabundear y disfrutar del vagabundeo.

 

(‘El hombre de la Luna‘, de Tomás Hijo)

 

-EAU: ¿Cuál ha sido la obra que más dificultades te ha planteado?

-T.H.: La que acabo de terminar. Es la canción ‘El hombre de la luna‘, la que canta Frodo en El Poney Pisador antes del descalabro con el Anillo. Va a ser un pliego de cordel, una de esas láminas que los ciegos usaban para narrar sucesos por los pueblos. Un cómic primitivo que tiene que funcionar como composición general y también han de hacerlo, por separado, sus viñetas. Lleva mucho texto, lo que es muy trabajoso, y debería permitir ser “desmontado” en módulos para posibles ediciones en otras formatos.

 

Esta pieza, además, conlleva una gran responsabilidad, pues va a ser la compañera de una producción en audio que ya está hecha y que lleva una locución del poema de (nada más y nada menos) que Pepe Mediavilla, el actor que dobla a Gandalf en España, con producción y música de César Pascual y Óscar Hernández Caballero, dos músicos y productores fuera de serie. Lo he escuchado cien veces y es emocionante.

 

-EAU: A la hora de crear nuevas obras basadas en los libros de Tolkien, ¿es difícil abstraerse de los diseños de las películas o de los trabajos de otros artistas?

-T.H.: En cierto modo. Las películas tienen un peso brutal, y yo quise releer el libro antes de empezar a trabajar en mis imágenes para “resetear” mi visión. Afortunadamente, mi mirada primigenia estaba por allí, más o menos intacta, pero enriquecida por la majestuosidad de los diseños de Alan Lee y John Howe. A partir de ahí no me resultó difícil seguir mi camino y, es más, suelo mirar bastantes cosas de los “buenos autores” que trabajan con Tolkien antes de empezar. Busco qué soluciones han usado para tratar de ser original o, al contrario, para aprovechar algún elemento que me interese. Los autores que no me gustan me resultan también muy útiles para no caer donde ellos ya han caído.

 

-EAU: Eres un habitual en actividades de la Sociedad Tolkien Española, ¿cómo es tu relación con los aficionados tolkiendili?

-T.H.: Fui un incondicional de merith (¿era ése el plural?) y estelcones durante mucho tiempo y recuerdo con cariño a muchos amigos que hice en ellas y que hace tiempo que no veo aunque, afortunadamente, mantengo el contacto con muchos de ellos. Sigo la agenda de actividades y muchas veces estoy “a punto” de apuntarme a alguna, pero las obligaciones y la distancia me lo han impedido hasta ahora. Pero estoy seguro de que para la próxima…

 

-EAU: Al haber tantos seguidores apasionados de la obra de Tolkien, ¿te preocupan las críticas si cometes algún ‘desliz’ y no plasmas al pie de la letra lo descrito en los libros?

-T.H.: Mucho. De hecho, en alguna de las obras más complejas he colgado en mi Facebook el boceto para someterlo al público escrutinio. Es muy difícil atar todos los cabos, porque a veces la información está dispersa en varios lugares dentro de la obra del Profesor. En una escena, por ejemplo, pueden aparecer varios personajes y lugares que están descritos en otra escena, o incluso en otro libro.

 

-EAU: Como artista, ¿cuál crees que es tu mayor aportación al universo de Tolkien?

-T.H.: Eso es muy difícil de valorar, pero estoy especialmente satisfecho de la fidelidad al texto y de una serie de características particulares: el costumbrismo, la sobriedad, el humor y la concordancia entre el estilo y el tema.

 

Grabado de Tomás Hijo en La Fortaleza del Anillo

 (‘Huida hacia el vado’, grabado de Tomás Hijo expuesto en La Fortaleza del Anillo)

 

-EAU: A pocos días de que haya terminado, ¿qué balance personal haces de la exhibición de tus obras en La Fortaleza del Anillo?

-T.H.: Ha sido genial compartir espacio con las colecciones de mis compañeros de la STE. Estoy muy satisfecho del trabajo de comisariado y del trato con los organizadores, que han mostrado gran generosidad y una estupenda disposición en todo momento.

 

-EAU: Aunque estén relacionadas, ¿cómo combinas tu faceta artística con tu labor docente en la Universidad de Salamanca?

-T.H.: La una alimenta a la otra. La experiencia profesional aporta casos, datos, actualización constante y buenas prácticas que son de gran valor (creo) para los estudiantes; las clases te obligan a sistematizar, a reflexionar y a investigar, lo que repercute muy favorablemente en tu trabajo. No exagero si digo que mis mayores avances en materia de ilustración se produjeron en mis primeros años de docencia en Bellas Artes, y aquí hay un tercer factor: algunos compañeros profesores son especialistas en áreas plásticas y son una gran inspiración y una gran ayuda.

 

(‘Leyendas, milagros y rumores extraordinarios de la ciudad de Salamanca‘, de Tomás Hijo)

 

-EAU: Háblanos un poco de tu faceta como escritor. Además de haber fundado la editorial Tatanka has escrito e ilustrado libros como ‘Leyendas, milagros y rumores extraordinarios de la ciudad de Salamanca‘ o ‘El libro negro de las leyendas urbanas, los bulos y los rumores maliciosos‘.

-T.H.: Sí. Ahora la ilustración me absorbe por completo, pero siempre tengo en la cabeza ideas para relatos y textos para libros. ‘Leyendas, milagros y rumores extraordinarios de la ciudad de Salamanca‘ es un libro muy querido por mí, el primero que hice íntegramente, pues lo diseñé, escribí e ilustré. Es mi pequeño gran best-seller y, de alguna manera, se ha convertido en una referencia en mi ciudad y ha generado proyectos muy diversos, varias traducciones… ‘El libro negro de las leyendas urbanas, los bulos y los rumores maliciosos’, ‘El libro de oro de los magos y brujas’ y otros títulos fueron pasos en el mismo sentido, y de éxito desigual. Con unos y otros, llegué a ser un invitado regular en programas de “misterio” y tertulias en televisión. Todo eso, de momento, ha quedado atrás, aunque mantengo buenas amistades con algunas de las primeras figuras del asunto.

Sí pienso volver a escribir, aunque no sé cuándo, ni si atacaré a la literatura, a la novela gráfica…

 

-EAU: ¿Alguna vez te has planteado escribir algún libro relacionado con Tolkien?

-T.H.: La verdad es que no. Una vez escribí un relato para los premios Gandalf de la STE y me sentí como un hereje. También pensé, en un momento dado, hacer mi tesis sobre Tolkien (yo vengo académicamente de Comunicación), pero lo cierto es que hay grandísimos investigadores, como mi querido Eduardo Segura, que han hecho avances enormes en el tema con un enfoque similar al que me interesaba a mí, por lo que desistí.

 

-EAU: ¿Y publicar un libro sobre tus obras inspiradas en los libros de Tolkien?

-T.H.: Algún proyecto al respecto se está fraguando ahora mismo, pero no se puede decir más. Por ahora. Crucemos los dedos.

 

-EAU: También has coqueteado con el séptimo arte, haciendo algunos cortometrajes. ¿Alguna vez has pensado en volver a esta disciplina?

-T.H.: La verdad es que me he dedicado a demasiadas cosas. No creo que vuelva a ello con esa intensidad, aunque sigo manejando las herramientas para pequeñas piezas en las que presento mis trabajos en la red. Y a veces juego con mi hijo a animar batallas con Lego o a hacer películas caseras de ‘Star Wars‘ (le tengo pillado el truco a hacer la posproducción de los sables de luz).

 

(‘La furia de Smaug‘, de Tomás Hijo)

 

-EAU: ¿Por qué te decidiste por realizar tus ilustraciones con una técnica compleja como el grabado ya que, aparte de la interesante capacidad de reproducción que conlleva, limita la flexibilidad que, por ejemplo, puede dar un pincel?

-T.H.: Yo opino que no hay nada más liberador que las restricciones. Por un camino estrecho no cabe sino avanzar. A menudo veo cómo la gente se pierde en técnicas muy “libres” en un laberinto de efectos y recursos sofisticados. El grabado es difícil, es duro y ofrece poco efectismo, pero encuentro un interés enorme en el problema que esto plantea para resolver las imágenes. Además, ahora me interesa el dibujo por encima de todo, y el grabado en linóleo te obliga a tener muy presente siempre la línea, el diseño y la composición.

 

-EAU: Tus ilustraciones tienen un evidente aspecto medieval, tanto por la perspectiva usada como por ser grabados, ¿en tu proceso creador, qué se te ocurrió primero, el estilo usado o la técnica, o quizá vinieron juntos de manera natural?

-T.H.: Desde luego, soy un enamorado del arte medieval por las mismas razones estéticas por las que adoro ‘El Señor de los Anillos‘, la materia de Bretaña y las sagas nórdicas. Me parecía que las dos cosas se ensamblarían maravillosamente. De todas formas, hay muchas decisiones “modernas” en el fondo de mis ilustraciones. Si se compara lo que yo hago con el arte medieval, se verá que en el fondo es muy distinto en cuanto a composiciones, tipos de representación, detalle, naturalismo… Eso sí, la línea, el color cuando lo hay y muchos rasgos de estilo están calculadamente asimilados a ciertas obras medievales. También hay mucha influencia de artistas que se asocian a lo medieval aun siendo más recientes como El Bosco o Brueghel el Viejo. En ‘El hombre de la luna‘ he llevado todo esto un paso más allá, pues voy a utilizar el formato del pliego de cordel o cantar de ciego, que tampoco es un formato medieval pero suele identificarse con esa etapa.

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