En este trabajo voy a tratar sobre el que es, según el propio Tolkien, el tema principal de su obra: la Mortalidad.
La opinión más difundida respecto al tema principal en la obra de Tolkien es que se trata de una lucha entre el bien y el mal. Sin embargo no es así. La Muerte es el auténtico tema fundamental de esta gran obra, no la búsqueda de poder, ni tampoco la lucha del Bien contra el Mal.
A modo de confirmación de lo dicho pongo esta cita de Tolkien:
“No creo que ni siquiera el Poder o el Dominio sean el verdadero centro de mi historia… El verdadero tema para mí se centra en algo mucho más permanente y difícil: la Muerte y la Inmortalidad; el misterio del amor por el mundo en los corazones de una raza “condenada” a partir y aparentemente a perderlo (los Hombres Mortales) y la angustia en los corazones de una raza “condenada” a no partir en tanto su entera historia no se haya completado (los Elfos Inmortales)”. (Cartas nº 186 borrador)
Existen innumerables debates sobre la Mortalidad en la obra de Tolkien. En internet, hay muchas páginas sobre Tolkien en las que hay debates continuamente sobre esto. La pregunta más repetida es sin duda alguna: ¿Es realmente un Don la Muerte?
Sobre esto gira gran parte del contenido de la obra de Tolkien. Si nos fijamos en “El Señor de los Anillos” o en “El Silmarillion” vemos constantes alusiones al Destino de los Hombres. En “El Hobbit” no ocurre de esta forma dado que cuando lo escribió Tolkien no pensaba que realmente perteneciera a su mitología, y a que lo escribió para sus hijos.
Vemos ya en el inicio de “El Señor de los Anillos” cómo se acentúa el carácter mortal de los Hombres:
Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo,
Siete para los Señores Enanos en casas de piedra,
Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.
Este último párrafo resalta en gran medida ese carácter mortal de los Hombres: somos “Mortales”, estamos “condenados” y vamos a “morir”.
Esto es aún más marcado si lo analizamos en inglés: “Mortal Men doomed to die”.
Se puede apreciar el fuerte carácter expreado por estas palabras. Su entonación en inglés es fuerte y parece oscura.
La Muerte: el Don de los Hombres
Fuera de debates actuales sobre si es un Don o no, que como ya dije los hay, está claro que en la mitología creada por JRR Tolkien la Muerte sí es presentada como un Don de Ilúvatar (Dios) o Eru a la raza de los Hombres:
“Uno y el mismo es este don de la libertad concedido a los hijos de los Hombres: que sólo estén vivos en el mundo un breve lapso, y partan pronto, a donde los Elfos no lo saben”
“La Muerte es su destino, el don de Ilúvatar que hasta los mismos Poderes envidiarán con el paso del Tiempo” (Silmarillion p.51)
El destino de los Elfos es totalmente distinto en la mitología de Tolkien: los Elfos son Inmortales.
Aunque en verdad los Elfos están sometidos a dos muertes aparentes: por pena o que se les mate; lo que realmente ocurre es que sus espíritus van a las “Estancias de Mandos”, un lugar de Valinor donde los espíritus de los Elfos esperan el momento en que se les permita retornar al mundo transcurrido un tiempo.
Los Elfos están atados al mundo, no podrán abandonarlo hasta el fin de éste. Tolkien los describe en algún momento como “una raza condenada a quedarse”. No morirán hasta que no muera el Mundo. No obstante saben que ese día llegará, y que su vida no es eterna.
“Nuestro cazador es de pies pesados, pero nunca pierde el rastro. Más allá del día en que nos golpee con la muerte, no tenemos certezas ni conocimiento. Y nadie nos ha hablado de esperanza.”
En este último párrafo se nombra la “esperanza” para los Elfos y hombres más allá de la Muerte. Esto es porque a los hombres se les ha revelado que tras el fin del Mundo Ilúvatar les ha reservado un papel en el que ayudarán a los Ainur en su reconstrucción, mientras que no ha revelado qué será de los Elfos.
Cierto que los Hombres desean conseguir la Inmortalidad de la que gozan los Elfos. Aunque esto no ocurre de forma recíproca, sí es cierto que los Elfos ven en la Muerte un don, pues los Hombres no están atados a los Círculos del Mundo. Los Elfos en cambio están condenados a quedarse y a presenciar el rápido cambio y deterioro de todo lo que aman, lo cual les llena de tristeza.
Se puede deducir que ambas naturalezas, Mortalidad e Inmortalidad, son para los que las poseen, una “condena”, mientras que para los que no gozan de ella es un don.
Una idea que parece estar marcada en la obra es la de “quiero lo del vecino”, parece que Tolkien intenta mostrar dos formas distintas no sólo de ver el mundo, sino dos formas de amarlo:
Para los Hombres una rápida y pasional, en la que el mundo te pertenece hasta que tu tiempo se acabe, pero en la que siempre existe una sombra que acecha: “el miedo a la muerte”.
Y para los Elfos otra más lenta, que te permite amar y disfrutar de un mundo largo tiempo, sabiendo, sin embargo, que no lo guardas para ti. El gran dolor que causa esta forma de amar es que el mundo se deteriora y empobrece ante tus ojos sin que puedas hacer nada por detener ese deterioro.
Hay un párrafo en un texto de Tolkien que explica cómo ven los Elfos la diferencia entre el amor de Hombres y Elfos por la tierra:
¿Cómo explicarlo? Para mí la diferencia es similar a la que hay entre el que visita un país extranjero y habita allí un tiempo (aunque no lo necesita) y el que ha vivido en esa tierra siempre (y debe hacerlo). Para el primero, todas las cosas que ve le parecen nuevas y asombrosas y por ello dignas de amor. Al otro todo le es familiar, lo único que realmente existe para él, sus cosas, y por ello le son preciosas. (Athrabeth Finrod Ah Andreth)
El hecho de que los Hombres teman a la Muerte en la obra de Tolkien es debido a que Morgoth (el primer Señor Oscuro) arrojó su sombra sobre ella e hizo surgir este miedo en sus corazones. A causa de esto no comprendieron el don que Ilúvatar les había otorgado, y un gran terror llegó a inspirar la Muerte y sintieron el deseo de escapar de esta, pues llegaron a considerarla una condena antes que un don.
El “miedo a la muerte” y el deseo por parte de los Hombres de escapar de ésta y alcanzar la Inmortalidad acabó provocando la caída de Númenor. Esto lo explicaré más adelante, pues a mi entender tiene una gran similitud con lo que acontece hoy día en relación a la muerte en muchos casos.
Como ya dije antes, incluso los Inmortales Elfos ven en la Muerte un don, pues los Hombres no están atados a los Círculos del Mundo. Esto lo expresa Tolkien en algún comentario suyo. Dice que los Elfos están “condenados” a quedarse y a presenciar el rápido cambio y deterioro de todo lo que aman, lo cual les llena de tristeza.
“Cierto. Pero no está claro que un destino vaticinado y largamente retrasado sea en modo alguno una carga menos pesada que el que llega pronto” (Athrabeth Finrod Ah Andreth)
En este extraño destino de los Hombres los Elfos ven la mano de Ilúvatar. A los hombres les llaman los “forasteros”, no proceden de Arda y no se quedan en ella. Los sabios de entre los Elfos han debatido mucho esto.
“¿Sabes que los Eldar dicen de los Hombres que no miran a las cosas por sí mismas; que si estudian algo, es para descubrir algo más; que si la aman es sólo (parece) porque les recuerda a algo más precioso? Entonces, ¿con qué comparan? ¿Dónde están esas otras cosas? Nosotros, tanto Elfos como Hombres, estamos en Arda y somos de Arda, y el conocimiento que los Hombres tienen procede de Arda (o así parece). ¿De dónde entonces viene esa memoria que tenéis antes incluso de que empecéis a aprender? No es de otras regiones en Arda por las que halláis viajado. Porque si tú y yo fuéramos juntos a vuestro antiguo hogar, lejos al Este, reconocería las cosas de allí como parte de mi hogar, mientras que vería en tus ojos el mismo asombro y comparación que veo en los Hombres de Beleriand que han nacido aquí.” (Athrabeth Finrod Ah Andreth)
Los Elfos están atados al mundo para siempre, con él crecerán y envejecerán. La carga de los años incontables, de tantos dolores y muertes, no se les borrará jamás. De tal forma que llegarán a desear la Muerte, ese don que los Hombres temen y repudian.
Los Hombres no son capaces de entender lo maravilloso de su Mortalidad, gracias a la cual pueden abandonar el mundo tras haber vivido en él un lapso mayor o menor de tiempo. Los Hombres, no sufrirán por tanto el dolor de ver el envejecimiento, la decadencia del mundo, la muerte de tantas cosas bellas, embellecidas aun más por el recuerdo de su formación y crecimiento para los Elfos, y por tanto, más dolorosa su perdida. La Mortalidad es un don, lo mires por donde lo mires. La Inmortalidad permite a los Elfos acrecentar su saber y su habilidad, pero no les permite ese descanso que a los Hombres se les concede, y que tarde o temprano, los Elfos quizá llegarían a envidiar.
El don de los Númenóreanos.
Númenor fue una gran isla creada por los Valar al inicio de la Segunda Edad, luego de la derrota de Morgoth, para que allí habitaran aquellos Hombres que habían luchado contra la Sombra. Estaba situada en el mar que separa Valinor de la Tierra Media, aunque más cerca de Valinor que de ésta.
A los Númenóreanos se les concedieron grandes dones por su ayuda y sufrimiento en las guerras con Morgoth. De estos dones destacamos dos: una vida hasta tres veces más larga que la de los Hombres corrientes, y la posibilidad de abandonarla voluntariamente cuando sintieran que sus fuerzas menguaban, evitando así la decrepitud.
Este último es el gran don de los Númenóreanos, el poder abandonar la vida de buen grado llegado el momento. De ningún modo es un “suicidio”, como podría considerarse, ya que lo hacen en paz y si no dejan voluntariamente el mundo pronto tendrían que dejarlo a la fuerza, vencidos por la edad, e incluso habiendo perdido el juicio.
Se puede confundir esto último con un suicidio, pero no tienen nada que ver. Las diferencias las analizaré un poco más adelante cuando exponga el caso particular de Aragorn.
Sin embargo seguían siendo Hombres Mortales. Y llegó un tiempo en el que empezaron a envidiar la Inmortalidad de los Elfos, quienes les visitaban a menudo. A partir de estos días se incrementó el miedo a la muerte, y el deseo de escapar de ella. Se construían casas para los muertos más espléndidas que las de los vivos, muchos sabios buscaban la forma de alargar los días de los hombres. La tierra se llenó de tumbas en las que la idea de la muerte se confundía con la oscuridad.
“¿Por qué no hemos de envidiar a los Valar o aún al último de los Inmortales? Porque a nosotros se nos exige una fe ciega, pero también amamos la Tierra y no querriamos perderla” (Akallabeth; Silmarillion)
La caída de Númenor
La caída de Númenor ocurre en el momento de mayor poder del reino, aunque no de mayor buenaventura. Pues desde muchos años antes de este cataclismo muchos de los Númenóreanos ya no eran felices.
Todo esto comenzó debido a que comenzaron a anhelar la Inmortalidad de Elfos y Valar. Para mí, sin duda alguna, fue el miedo a la Muerte, y la intención de escapar de ella de cualquier modo lo que llevó al mayor Reino de Hombres a su propia perdición.
En los últimos años de Númenor sus habitantes se aferraban a la vida hasta el último aliento. Y cuando les llegaba la muerte no la aceptaban como sus antepasados, sino que maldecían su destino, del que habían intentado inútilmente huir toda su vida. Así fue que la vida de muchos Númenóreanos se hizo desdichada.
Fue en este tiempo cuando Sauron se levantó otra vez en la Tierra Media, y los Númenóreanos se hicieron a la mar para derrotarle. Tan grande era su poder en el mediodía del reino que las huestes de Sauron fueron barridas, y el propio Sauron se arrodilló ante el Rey, aunque ocultaba sus intenciones. Así ocurrió que el Rey llevó a Sauron prisionero a Númenor, aunque merced a su inteligencia pronto Sauron se hizo importante en el consejo del Rey.
Sauron acabó convenciendo al Rey de que declarara la guerra a los Valar y reclamara para sí las Tierras Imperecederas, haciendo creer a muchos de los Númenóreanos que esas tierras otorgaban la inmortalidad.
Así fue que Ar-Pharazon, último Rey de Númenor, emprendió la construcción de una gran flota con la que atacar Valinor. Esto acabó provocando el gran cataclismo en el que la isla de Númenor se hundió en el mar. No obstante, algunos de los Númenóreanos, fieles a los Valar, se salvaron de la destrucción de Númenor y escaparon a la Tierra Media. De éstos, Elendil era el mayor, y con sus hijos Isildur y Anarion fundaron los Reinos de Arnor y Gondor.
Como bien se ve fue el miedo a la muerte y el deseo de escapar de ésta a cualquier precio lo que condujo a los Númenóreanos a su fin.
El caso de Aragorn
Aragorn tuvo la muerte privilegiada de los Númenóreanos antes de la caída. Tuvo el “don” de Elros que les fue concedido en su momento a él y sus descendientes. Un don que es amargo sin duda como indica Arwen. Sin embargo el gran don es evitar la decrepitud de la vejez, pero hay que tener valor para ejercerlo.
La decisión de Aragorn de dejarse morir, puede recordar al suicidio, e incluso hay quien dice que se asemeja al seppuku de los samurais (suicidio ritual), pero el parecido me temo que no llega más allá de que se acaba muerto.
Cierto que ambas formas de morir se basan en una muerte digna, pero la definición de dignidad dista bastante en estos dos casos. La muerte de Aragorn es para evitar la decadencia, podríamos decir. Una cosa es la vejez y otra muy distinta la decadencia que ésta puede llegar a causar, es esta decadencia lo que evitó Aragorn, no la vejez, que en modo alguno es algo malo, si no que forma parte de la vida.
Númenor hoy en día.
Esto es una reflexión que ya dejé caer antes, y que retomo ahora. ¿No se parece en cierta forma, el anhelo de escapar de la muerte que relata Tolkien en la Akallabeth (La caída de Númenor) incluida en el Silmarillion, con el que se ve hoy en día en muchas personas y lugares?
Así de repente puede parecer hasta absurdo, pero si se piensa detenidamente yo creo que no hay tantas diferencias como se puede creer.
¿Cómo se trata hoy la muerte? ¿Cómo algo natural? Yo creo que en muchos casos no es así en modo alguno. Muchas veces se obvia a la muerte de todo comentario, aunque el tema sea muy próximo. Hay hoy en día una gran obsesión por alargar la vida, e incluso se habla de si los humanos podremos llegar a ser inmortales algún día. ¿En qué se distingue esto de las intenciones respecto la muerte que tenían muchos de los Númenóreanos?
Incluso en la medicina hay hoy muchos que sólo buscan una forma de vivir más años, lo mismo da que tengan que hacer dietas, evitar tales cosas,… lo que se quiere es vivir más.
Reconozco que esto es hasta cierto punto normal, pero no acepto que se me diga que eso de alcanzar la inmortalidad es instintivo en los humanos por lo del instinto de supervivencia. Esto último es una completa estupidez. En todo caso puede aceptarse que es un deseo intrínsecamente unido a nuestra naturaleza mortal, pero es fruto de nuestro raciocinio, no de nuestro instinto.
El instinto de supervivencia existe claro está, pero hasta los animales saben cuando les llega su final, y realmente parece que “aceptan” la muerte.
No se puede confundir esto con “querer ser inmortal” pues si fuera instintivo todos los humanos lo querrían, y realmente no es así.
Respecto a la aceptación de la muerte creo que hay un gran error en la medicina. Hay veces en las que nada se puede hacer, pues a todos les llega la muerte. La medicina debe encaminarse hacia lograr una buena calidad de vida sin que sea determinante la edad. ¿De qué sirve vivir hasta los 120 años si te has pasado 30 o 40 dependiendo de los demás hasta para ir al baño? ¿Realmente alguien desea esto?
Lo que se debe intentar evitar es la muerte prematura, por accidentes o enfermedad, pero no alargar la vida hasta que el paciente no es más que un vegetal enchufado a unas máquinas para poder respirar.
¿Acaso esto no se parece a lo narrado por Tolkien de los últimos años de Númenor?
Los Tres Anillos como instrumentos contra el tiempo.
El propio Tolkien define los Tres Anillos Élficos como “instrumentos creados para detener el tiempo”. Dice que los Tres “eran buenos en la medida de los deseos de los Elfos, lo que no quiere decir que su creación haya sido correcta”.
En el libro se dice que “quienes los crearon no deseaban poder, sino la capacidad de comprender y curar, y preservar todas las cosas sin mancha” (La Comunidad del Anillo, libro II)
Los Elfos sienten un gran amor por todas las cosas que crearon, ese amor conlleva el gran dolor de ver muchas de esas cosas desaparecer en las mareas del Tiempo.
El mundo se mueve a la vez de forma rápida y lenta para los Elfos. Rápida porque los mismos Elfos cambian poco, y todo en el mundo parece fugaz en relación a ellos. Lento porque los años no los cuentan en relación consigo mismos, para ellos las estaciones no son sino ondas que se repiten una vez tras otra a lo largo de la corriente.
Se llega a decir que los Hombres Mortales aman más a la Tierra Media porque la perderán, y que los Elfos no aprecian tanto los dones de la vida. Pero esto no es cierto, más bien es al contrario.
El amor de los Inmortales por las cosas es distinto, los Hombres tienen sentimientos más intensos, más apasionados, porque no disponen de mucho tiempo. En cambio los Elfos tienen la completa duración del mundo para disfrutar de todo, este amor es muy intenso pero como ya dije, está cargado de dolor, un dolor que nunca se apagará. Este dolor es el de ver como cambia rápidamente ante sus ojos un mundo que ayudaron a crear.
El proceso de desgaste por los años es lento en aquellos lugares en los que se guarda alguno de los Tres: Rivendel y Lothlórien.
En Rivendel, Elrond custodia el Anillo del Aire, Vylia, el más grande de los Tres. Las estrellas que se ven sobre la casa de Elrond son más brillantes que en el resto de la Tierra Media. Es un lugar de refugio dentro de la oscuridad del mundo.
Pero es en Lórien donde se revela realmente el poder de estos Anillos. La Dama Galadriel guarda Nenya, el Anillo del Agua. En el libro, cuando la Compañía cruza el Celebrant y entra en el país de Lórien notan algo extraño, como si acabaran de entrar en un sitio desaparecido hace largo tiempo. Las formas del Bosque de Lórien parecían antiguas como si hubieran estado allí desde siempre. Tenían la impresión de encontrarse en un lugar donde no pasaba el tiempo, y que cuando lo abandonaran y regresarán al mundo exterior, aún seguirían caminando por el Bosque de Oro.
En este intento por detener el Tiempo Tolkien ve un lado oscuro en los Elfos y en su estancia en la Tierra Media.
Los Elfos querían permanecer en la Tierra Media, y a la vez gozar de la beatitud de las Tierras Imperecederas al Oeste del Mar. Para, en cierta medida, lograr esto ansiaban preservar sin mancha todo cuanto habían hecho, poniéndolo a salvo de los estragos causados por las mareas del tiempo, que es la Ley del Mundo bajo el Sol. Les obsesionó la idea de su “mengua” como pueblo en la Tierra Media.
Tolkien describe en una de sus Cartas como el arte y los esfuerzos de los Elfos se convirtieron en una especie de embalsamamiento, pese a que conservaran los motivos del adorno de la tierra y la curación de las heridas. Esto es una “rebelión” por parte de los Elfos contra el orden natural del mundo.
Opinión personal
Hasta ahora he tratado la Muerte en la obra de Tolkien, en la cual se presenta como el Don de los Hombres. Ahora quiero hacer una pequeña reflexión personal sobre si para nosotros la muerte puede verse como un “don”, o si es más bien una “condena”.
Creo que puede considerarse que la muerte es buena en cierta manera, incluso fuera de toda ideología religiosa.
Yo creo que la Muerte es en verdad un don, pues debería ayudarnos a apreciar la Vida por encima de todas las cosas.
Muchas de las cosas hermosas de la vida no lo serían tanto si fuéramos inmortales. Si nos fijamos en el dolor que sienten los Elfos por el cambio constante del mundo creo que se puede ver lo que nos acabaría ocurriendo a nosotros también.
Se puede considerar que gracias a la muerte se disfruta mucho más a fondo la vida. Si de una cosa sabemos que vamos a tenerla por poco tiempo, intentamos sacarle el mayor partido mientras dispongamos de ella.
En el otro lado de la moneda está que no tenemos todo el tiempo que quisiéramos para disfrutar del mundo, de la vida, de aquellos a los que queremos,… Pero esto va unido de forma indivisible con lo anterior: si amamos tanto estas cosas es porque las disfrutaremos durante poco tiempo.
¿Seríamos más felices si fuéramos Inmortales? Yo no lo creo. El caso de los Elfos en la obra de Tolkien creo que ilustra muy bien lo que nos llegaría a pasar de ser Inmortales. Todo aquello que amamos del mundo parecería fugaz a nuestros ojos y no podríamos disfrutarlo realmente.
No obstante lo que realmente me gustaría tener es el don que describe Tolkien de los Númenóreanos, el poder abandonar la vida antes de llegar a perder el juicio debido a la edad avanzada. Ese es su gran don, el poder abandonar la vida de buen grado llegado el momento. Es un don que para mí tiene casi tanto valor como la muerte misma, y que es realmente una gran pena que no ocurra así.
Hoy existe un gran miedo a la muerte, pero creo que ese es un miedo irracional. La muerte forma parte de nosotros y está totalmente asociada a la vida. No debemos temer la muerte, pues eso nos llevaría a intentar huir de ella constantemente, lo que nos impediría ser felices en la vida. Basta decir que el terror que llegó a inspirar la Muerte y el deseo de escapar de esta acabó provocando la caída de Númenor. Esto en cierta forma podría llegar a pasar hoy en día si se intenta evitar la muerte a cualquier precio.
Como conclusión simplemente decir que debemos aprender a convivir con la muerte del mejor modo posible. El aferrarnos a la vida a cualquier precio no nos hará ser más felices. Una vida corta pero feliz es mucho más deseable que otra inmortal pero que sea solitaria o desgraciada.
“Antes compartiría una vida contigo que enfrentarme a todas las edades de este mundo sola” (Arwen)
Sumario:
Página
Introducción.
La Muerte: el don de los Hombres.
Númenor: El don de los Númenóreanos.
La caída de Númenor.
El caso de Aragorn.
Númenor hoy en día.
Los Tres Anillos como intrumentos contra el Tiempo.
Opinión personal
Fuentes bibliográficas utilizadas para este trabajo:
Libros de JRR Tolkien:
“El Señor de los Anillos”
“El Silmarillion”
Otros escritos de Tolkien: Cartas; Athrabeth Finrod Ah Andreth;…
“Tolkien. Hombre y mito” (J. Pearce)
“Tolkien. Señor de la Tierra Media” (J. Pearce)
“Tolkien y El Señor de los Anillos” (Colin Duriez)