¿Queréis saber qué sucedió en la Tierra Media creada por J.R.R. Tolkien el 8 de marzo? ¡Lo podéis leer a continuación!

Seguimos con la sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con una jornada en la que dos viajeros encontraron a su guía y reemprendieron su camino gracias a la benevolencia, sabiduría y nobleza de un Capitán de Gondor, y en la que una compañía se internó en un sendero espeluznante. Insistimos en que todas estas fechas se corresponden con el Calendario de la Comarca o con el Cómputo del Rey (ver nota), y que todas ellas están extraídas de ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices) y los ‘Cuentos Inconclusos‘ de J.R.R. Tolkien, y de ‘El Señor de los Anillos: Guía de Lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull, el ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.

Como es habitual acompañamos estos acontecimientos con citas de los libros de nuestro admirado Profesor y con ilustraciones de diversos artistas, aunque no en todas las ocasiones encontramos imágenes de los momentos de los que hablamos, o que reflejen con absoluta exactitud lo descrito por Tolkien.

Sin más dilación, esto fue lo que ocurrió en la Tierra Media el 8 de marzo.

 

Año 3019 de la Tercera Edad del Sol:

* De madrugada los hombres de Faramir descubren a Gollum en el Estanque Vedado. Frodo le pide a Faramir que le perdone la vida.

* Faramir advierte a Frodo del peligro de Cirith Ungol.

* Faramir dicta su sentencia y deja libres a Frodo, Sam y Gollum.

* Faramir les da provisiones y bastones de madera de lebethron a Frodo y Sam.

* Frodo, Sam y Gollum se despiden de Faramir y reemprenden el camino hacia Cirith Ungol.

* Éowyn sale a despedir a la Compañía Gris antes de su partida.

* La Compañía Gris atraviesa los Senderos de los Muertos. Tras cruzar la Puerta Oscura encuentran el esqueleto de Baldor el Infortunado, hijo mayor de Brego, segundo Rey de Rohan.

* Aragorn convoca a los Muertos en la Piedra de Erech.

* Antes de medianoche la Compañía llega a la Piedra de Erech. Los Muertos responden a la convocatoria de Aragorn.

 

(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)

(Faramir despierta a Frodo y Sam, según Karin Brouwer)

“Al despertar, Frodo vio a Faramir inclinado sobre él. Por un segundo le volvieron los viejos temores y se sentó y retrocedió.

—No hay nada que temer —le dijo Faramir.

—¿Ya es la mañana? —preguntó Frodo, bostezando.

—Aún no, pero la noche ya toca a su fin y la luna llena se está ocultando. ¿Quieres venir a verla? Hay también una cuestión acerca de la cual quisiera que me dieras tu parecer. Lamento haberte despertado, pero ¿quieres venir?”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 6: El Estanque Vedado).

 

(La terraza de Henneth Annûn, según el artista canadiense Ted Nasmith)

“Faramir lo oyó y respondió:

—La luna se pone sobre Gondor. El bello Ithil, al abandonar la Tierra Media, echa una mirada a los rizos blancos del viejo Mindolluin. Bien vale la pena soportar algunos escalofríos. Mas no es esto lo que os he traído a ver, aunque en verdad a ti, Samsagaz, yo no te he llamado, y ahora estás pagando por tu exceso de celo. Un sorbo de vino remediará el problema. ¡Venid ahora, y mirad!

Se acercó al centinela silencioso en el borde oscuro, y Frodo lo siguió. Sam se quedó atrás. Ya bastante inseguro se sentía en aquella alta plataforma mojada. Faramir y Frodo miraron abajo. Muy lejos, en el fondo, vieron las aguas blancas que se vertían en un cauce espumoso, giraban alrededor de una profunda cuenca oval entre las rocas, hasta encontrar por fin una nueva salida por una puerta estrecha, y se alejaban murmurando y humeando hacia regiones más llanas y apacibles. El claro de luna iluminaba aún con rayos oblicuos el pie de la cascada y centelleaba en el menudo y tumultuoso oleaje de la cuenca. Pronto Frodo creyó ver una forma pequeña y oscura en la orilla más próxima, pero en el momento mismo en que la observaba, la figura se zambulló y desapareció detrás del remolino de la cascada, hendiendo el agua negra con la precisión de una flecha o de una piedra arrojada de canto.”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 6: El Estanque Vedado).

 

(Anborn, según el artista estadounidense Owen William Weber)

“—Ahora le estoy apuntando con la flecha —dijo Anborn—. ¿No tiraré, Capitán? Por haber venido a este lugar sin ser invitado, la muerte es nuestra ley.

—Espera, Anborn —dijo Faramir—. Este asunto es más delicado de lo que parece. ¿Qué puedes decir ahora, Frodo? ¿Por qué habríamos de perdonarle la vida?

—Esta criatura es miserable y tiene hambre —dijo Frodo—, y desconoce el peligro que la amenaza. Y Gandalf, tu Mithrandir, te habría pedido que no la mateses, por esa razón, y por otras. Les prohibió a los Elfos que lo hicieran. No sé bien por qué, y lo que adivino no puedo decirlo aquí abiertamente. Pero esta criatura está ligada de algún modo a mi misión. Hasta el momento en que nos descubriste y nos trajiste aquí, era mi guía.”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 6: El Estanque Vedado).

 

(Gollum en el Estanque Vedado, según el artista británico Roger Garland)

“—¡Sméagol! —repitió Frodo, un poco más alto. La voz calló—. Sméagol, el amo ha venido a buscarte. El amo está aquí. ¡Ven Sméagol! —No hubo respuesta, pero sí un suave silbido.— ¡Ven, Sméagol! —repitió Frodo—. Estamos en peligro. Los Hombres te matarán si te encuentran aquí. Ven pronto, si quieres escapar a la muerte. ¡Ven al amo!

—¡No! —dijo la voz—. Amo no bueno. Abandona al pobre Sméagol y se va con otros amigos. Amo puede esperar. Sméagol no ha terminado.

—No hay tiempo —dijo Frodo—. Trae el pescado contigo. ¡Ven!

—¡No! Tengo que terminar el pescado.

—¡Sméagol! —dijo Frodo desesperado—. El Tesoro se enfadará. Sacaré el Tesoro y le diré: haz que se trague las espinas y se ahogue. Nunca más probarás pescado. Ven. ¡El Tesoro espera!”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 6: El Estanque Vedado).

 

(Gollum, según el artista español Álvaro Calvo Escudero)

“—¡Amo, amo! —siseó—. ¡Malvado! ¡Astuto! ¡Falso! —Escupió y extendió los brazos largos chasqueando los dedos.

En ese momento la gran forma negra de Anborn apareció por detrás y cayó sobre él. Una mano grande y fuerte lo tomó por la nuca y lo inmovilizó. Gollum giró en redondo con la celeridad de un rayo, mojado como estaba y cubierto de lodo, retorciéndose como una anguila, mordiendo y arañando como un gato. Pero otros dos hombres salieron de las sombras.

—¡Quieto! —le dijo uno de ellos—. O te ensartaremos más púas que las de un puerco espín. ¡Quieto!

Gollum se derrumbó y empezó a gimotear y lloriquear. Los hombres lo ataron con cuerdas, sin demasiados miramientos.

—¡Despacio, despacio! —dijo Frodo—. No tiene tanta fuerza como vosotros. No lo lastiméis, si podéis evitarlo. Se calmará. ¡Sméagol! No te harán daño. Yo iré contigo, y no pasará nada. A menos que me maten también a mí. ¡Ten confianza en el amo!

Gollum volvió la cabeza y escupió a Frodo en la cara. Los hombres lo alzaron, lo embozaron con un capuchón hasta los ojos, y se lo llevaron.”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 6: El Estanque Vedado).

 

(Gollum, según el artista estadounidense Daniel Mikah Govar)

“De pronto Gollum dejó caer la cabeza y se enroscó sobre sí mismo, hasta quedar en el suelo tembloroso, hecho un ovillo.

—No sabemos y no queremos saber —gimoteó—. Nunca vinimos aquí; nunca volveremos.

—Hay en tu mente puertas y ventanas condenadas, y recintos oscuros detrás —dijo Faramir—. Pero en esto juzgo que eres sincero. Mejor para ti. ¿Sobre qué jurarás no volver nunca más y no guiar hasta aquí ni con palabras ni por señas a ningún ser viviente?

—El amo sabe —dijo Gollum con una mirada de soslayo a Frodo—. Sí, él sabe. Lo prometemos al amo, si él nos salva. Se lo prometemos al Tesoro, sí. —Se arrastró hasta los pies de Frodo.— ¡Sálvanos, buen amo! —gimió—. Sméagol se lo promete al Tesoro, lo promete lealmente. ¡Jamás volveré, jamás hablaré, nunca más! ¡No, Tesoro, no!”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 6: El Estanque Vedado).

 

(Faramir, según el artista estadounidense Donato Giancola)

“—Entonces declararé mi sentencia —dijo Faramir—: En lo que a ti concierne, Frodo, en la medida de los poderes que me son conferidos por una autoridad más alta, te declaro libre en el reino de Gondor hasta los últimos confines de sus antiguas fronteras; con la sola salvedad de que ni a ti ni a ninguno de quienes te acompañan, le estará permitido venir aquí a menos que haya sido invitado. Este veredicto tendrá vigencia por un año y un día, y vencido ese término caducará salvo que antes vayas tú a Minas Tirith y te presentes ante el Señor y Senescal de la Ciudad. A quien rogaré que ratifique mi veredicto y que lo prolongue por vida. De aquí a entonces, toda persona que tomes bajo tu protección estará también bajo mi protección, y al amparo del escudo de Gondor. ¿Te satisface esta respuesta?

Frodo se inclinó profundamente.

—Me satisface, sí —dijo—, y permíteme que te ofrezca mis servicios, si fueran dignos de alguien tan noble y tan honorable.

—Son altamente dignos —dijo Faramir—. Y ahora, Frodo, ¿tomas a esta criatura, Sméagol, bajo tu protección?

—Sí, tomo a Sméagol bajo mi protección —dijo Frodo. Sam dejó escapar un sonoro suspiro;”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 6: El Estanque Vedado).

 

(Cirith Ungol, según el artista inglés Alan Lee)

“—¿Conoces el nombre de esa garganta? —dijo Faramir.

—No —respondió Frodo.

—Se llama Cirith Ungol. —Gollum lanzó un silbido agudo, y se puso a mascullar.— ¿No es ese el nombre? —dijo Faramir, volviéndose a Gollum.

—¡No! —dijo Gollum, y en seguida gimió, como si le hubieran dado un puñetazo—. Sí, sí, hemos oído ese nombre, una vez. Pero ¿qué nos importa el nombre? El amo dice que él necesita entrar. Es preciso entonces que tratemos de encontrar algún camino. No hay otro camino posible, no.

—¿No hay otro camino? —dijo Faramir—. ¿Y tú cómo lo sabes? ¿Quién ha explorado todos los confines de este reino sombrío? —Miró a Gollum larga y pensativamente. Luego volvió a hablar:— Llévate de aquí a esta criatura, Anborn. Trátala con dulzura, pero vigílala. Y tú, Sméagol, no intentes arrojarte a las cascadas. Allí las rocas tienen dientes tan afilados que morirás antes de tiempo. ¡Déjanos pues, y llévate tu pescado!”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 6: El Estanque Vedado).

 

(Provisiones Hobbits, según el artista británico Mike Nash)

“—Ojalá no os atormente el hambre en el camino —dijo Faramir—. Tenéis escasas provisiones, pero he dado orden de acondicionar en vuestros equipajes una pequeña reserva de alimentos apropiada para viajeros. No os faltará el agua mientras caminéis por Ithilien, pero no bebáis de ninguno de los arroyos que descienden del Imlad Morgul, el Valle de la Muerte Viviente..”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 7: Viaje a la Encrucijada).

 

(Bastón de lebethron, según Kara Williams)

“Les trajeron a los Hobbits sus paquetes (un poco más pesados que antes) y también dos bastones de madera pulida, herrados en la punta, y de cabeza tallada, por la que pasaba una correa de cuero trenzado.

—No tengo regalos apropiados para el momento de la partida —dijo Faramir—, pero aceptad estos bastones. Pueden prestar buenos servicios a los caminantes o a quienes escalan montañas en las regiones salvajes. Los Hombres de las Montañas Blancas los utilizan: si bien éstos han sido cortados para vuestra talla y herrados de nuevo. Están hechos con la madera del hermoso árbol lebethron, cara a los ebanistas de Gondor, y les ha sido conferida la virtud de encontrar y retornar. ¡Ojalá esta virtud no se malogre enteramente en las Sombras en que ahora vais a internaros!”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 7: Viaje a la Encrucijada).

 

(Faramir se despide de Frodo y Sam, según la artista alemana Anke Katrin Eißmann)

“—Aquí se separan definitivamente nuestros caminos —dijo Faramir—. Si seguís mi consejo, no tomaréis aún hacia el este. Continuad en línea recta, pues así tendréis el abrigo de los bosques durante muchas millas. Al oeste hay una cresta y allí el terreno se precipita hacia los grandes valles, a veces bruscamente y a pique, otras veces en largas pendientes. No os alejéis de esta cresta y de los lindes del bosque. Al comienzo de vuestro viaje podréis caminar a la luz del día, creo. Las tierras duermen el sueño de una paz ficticia, y por un tiempo todo mal se ha retirado. ¡Buen viaje, mientras sea posible!

Abrazó a Frodo y a Sam, a la usanza del pueblo de Gondor, encorvándose y poniendo las manos sobre los hombros de los Hobbits, y besándoles la frente.

—¡Id con la buena voluntad de todos los hombres de bien! —dijo.”

(‘El Señor de los Anillos: Las Dos Torres‘. Libro Cuarto, capítulo 7: Viaje a la Encrucijada).

 

(Éowyn despide a la Compañía Gris, según el artista inglés Alan Lee)

“Ya todos los hombres de la Compañía estaban montados en las cabalgaduras, y Aragorn se disponía a saltar a la silla, cuando vieron llegar a la dama Éowyn. Vestida de jinete, ciñendo una espada, venía a despedirlos. Tenía en la mano una copa; se la llevó a los labios y bebió un sorbo, deseándoles buena suerte; luego le tendió la copa a Aragorn, y también él bebió, diciendo: —¡Adiós, Señora de Rohan! Bebo por la prosperidad de vuestra Casa, y por vos, y por todo vuestro pueblo. Decidle esto a vuestro hermano: ¡Tal vez, más allá de las sombras, volvamos a encontrarnos!

Gimli y Lególas que estaban muy cerca, creyeron ver lágrimas en los ojos de Éowyn y esas lágrimas, en alguien tan grave y tan altivo, parecían aún más dolorosas.”

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 2: El paso de la Compañía Gris).

 

(Puerta de los Senderos de los Muertos, según el artista canadiense John Howe)

“De ese modo llegaron al fondo de la cañada; y allí, en un muro de roca vertical, se abría la Puerta Oscura, negra como las fauces de la noche. Figuras y signos grabados, demasiado borrosos para que pudieran leerlos, coronaban la arcada de piedra, de la que el miedo fluía como un vaho gris.

La Compañía se detuvo; fuera de Legolas de los Elfos, a quien no asustaban los espectros de los Hombres, no hubo entre ellos un solo corazón que no desfalleciera.

—Es una puerta nefasta —dijo Halbarad—, y sé que del otro lado me aguarda la muerte. Me atreveré a cruzarla, sin embargo; pero ningún caballo querrá entrar.

—Pero nosotros tenemos que entrar —dijo Aragorn—, y por lo tanto han de entrar también los caballos. Pues si alguna vez salimos de esta oscuridad, del otro lado nos esperan muchas leguas, y cada hora perdida favorece el triunfo de Sauron. ¡Seguidme!”

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 2: El paso de la Compañía Gris).

 

(Gimli en los Senderos de los Muertos, según un artista polaco conocido como FoxInShadow)

“Gimli el Enano se quedó solo.

Las rodillas le temblaban, y estaba furioso consigo mismo.

—¡Esto sí que es inaudito! —dijo—. ¡Que un Elfo quiera penetrar en las entrañas de la tierra, y un Enano no se atreva! —Y con una resolución súbita, se precipitó en el interior. Pero le pareció que los pies le pesaban como plomo en el umbral; y una ceguera repentina cayó sobre él, sobre Gimli hijo de Glóin, que tantos abismos del mundo había recorrido sin acobardarse.”

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 2: El paso de la Compañía Gris).

 

(Aargorn contempla los restos de Baldor el Infortunado, según la artista rusa Katrina Young)

“Delante yacía el esqueleto de un hombre de notable estatura. Había estado vestido con una cota de malla, y el arnés se conservaba intacto; pues el aire de la caverna era seco como el polvo. El plaquín era de oro, y el cinturón de oro y granates, y también de oro el yelmo que le cubría el cráneo descarnado, de cara al suelo. Había caído cerca de la pared opuesta de la caverna, y delante de él se alzaba una puerta rocosa cerrada a cal y canto: los huesos de los dedos se aferraban aún a las fisuras. Una espada mellada y rota yacía junto a él, como si en un último y desesperado intento, hubiese querido atravesar la roca con el acero.

Aragorn no lo tocó, pero luego de contemplarlo un momento en silencio, se levantó y suspiró.

—Nunca hasta el fin del mundo llegarán aquí las flores del simbelmynë —murmuró—. Nueve y siete túmulos hay ahora cubiertos de hierba verde, y durante todos los largos años ha yacido ante la puerta que no pudo abrir. ¿A dónde conduce? ¿Por qué quiso entrar? ¡Nadie lo sabrá jamás!

¡Pues mi misión no es ésta! —gritó, volviéndose con presteza y hablándole a la susurrante oscuridad—. ¡Guardad los secretos y tesoros acumulados en los Años Malditos! Sólo pedimos prontitud. ¡Dejadnos pasar, y luego seguidnos! ¡Os convoco ante la Piedra de Erech!”

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 2: El paso de la Compañía Gris).

 

(Los Muertos siguen a la Compañia Gris, según la artista estadounidense Jamie E. Mosel)

“—Los Muertos nos siguen —dijo Legolas—, Veo formas de hombres y de caballos, y estandartes pálidos como jirones de nubes, y lanzas como zarzas invernales en una noche de niebla. Los Muertos nos siguen.

—Sí, los Muertos cabalgan detrás de nosotros. Han sido convocados —dijo Elladan.”

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 2: El paso de la Compañía Gris).

 

(Piedra de Erech, según el artista estadounidense Rob Alexander)

“Así, justo antes de la medianoche, y en una oscuridad tan negra como las cavernas de las montañas, llegaron por fin a la Colina de Erech.

Largo tiempo hacía que el terror de los Muertos se había aposentado en esa colina y en los campos desiertos de alrededor. Pues allí en la cima se alzaba una piedra negra, redonda como un gran globo, de la altura de un hombre, aunque la mitad estaba enterrada en el suelo. Tenía un aspecto sobrenatural, como si hubiese caído de lo alto, y algunos lo creían; pero aquellos que aún recordaban las antiguas crónicas del Oesternesse aseguraban que había venido de las ruinas de Númenor y que había sido puesta por Isildur, cuando llegó allí.”

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 2: El paso de la Compañía Gris).

 

(Aragorn en la Piedra de Erech, según el artista canadiense Abe Papakhian)

“Elrohir le dio entonces a Aragorn un cuerno de plata, y Aragorn sopló en él; y a los hombres que estaban más cerca les pareció oír una respuesta, otros cuernos que resonaban en cavernas profundas y lejanas. No oían ningún otro ruido, pero sin embargo sentían la presencia de un gran ejército reunido alrededor de la colina; y el viento helado que soplaba de las montañas era como el aliento de una legión de espectros. Aragorn desmontó, y de pie junto a la Piedra, gritó con voz potente: —Perjuros ¿a qué habéis venido?

Y se oyó en la noche una voz que le respondió, desde lejos: —A cumplir el juramento y encontrar la paz.

Aragorn dijo entonces: —Por fin ha llegado la hora. Marcharé en seguida a Perlargir en la ribera del Anduin, y vosotros vendréis conmigo. Y cuando hayan desaparecido de esta tierra todos los servidores de Sauron, consideraré como cumplido vuestro juramento, y entonces tendréis paz y podréis partir para siempre. Porque yo soy Elessar, el heredero de Isildur de Gondor.”

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 2: El paso de la Compañía Gris).

 

(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).

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