
- Categoría: Mundo Tolkien
- Etiquetas: Año 2 de la Tercera Edad del Sol, Año 3019 de la Tercera Edad, Cuentos Inconclusos, El Señor de los Anillos, Hoy en la Tierra Media, JRR Tolkien, La Búsqueda del Anillo
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¿Qué sucedió el 4 de octubre en la Tierra Media creada por J.R.R. Tolkien? Podéis descubrirlo aquí.
Proseguimos con la sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con una jornada en la que murieron un Alto Rey y sus tres hijos mayores después de que su compañía fuera emboscada por una horda de orcos, en la que se perdió un poderoso objeto, en la que unos viajeros continuaron su travesía, y en la que cuatro hobbits se despidieron de un querido amigo antes de iniciar la etapa final de su viaje de regreso. Para evitar malentendidos y confusiones queremos recordar que todas estas fechas se corresponden con el Calendario de la Comarca o con otros calendarios de la Tierra Media (como el Cómputo del Rey o el Cómputo de los Senescales) y no con el calendario gregoriano (ver nota), y que todas ellas proceden de diferentes libros y textos de J.R.R. Tolkien como ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices), los ‘Cuentos inconclusos‘ y los Manuscritos Marquette, y de libros de estudiosos tolkiendili como el ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad, ‘El Señor de los Anillos: Guía de lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull, y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.
Esto fue lo que pasó en la Tierra Media el 4 de octubre, o el 4 de Crudo invierno según el Calendario de la Comarca, o o el 4 de Narbeleth según el Cómputo del Rey.
Año 2 de la Tercera Edad del Sol:
* Desastre de los Campos Gladios.
* Una hueste de orcos embosca a la compañía de Isildur.
* Isildur entrega los fragmentos de Narsil a Ohtar.
* Muertes de Isildur y sus hijos Elendur, Aratan y Ciryon.
(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)
(Los orcos esperan a los Dúnedain, por la artista alemana Anke Katrin Eißmann)
“Los Dúnedain iban cantando porque la marcha del día estaba concluyendo, y tres cuartas partes del largo camino hacia Imladris quedaban detrás. A la derecha el Bosque se alzaba sobre ellos en lo alto de unas cuestas empinadas que llegaban al sendero; más allá, el descenso al fondo del valle era menos empinado.
De pronto, cuando el sol se sumergió en las nubes, oyeron los espantosos gritos de los Orcos, y los vieron salir del Bosque y descender por la cuesta lanzando gritos de guerra.”
(‘Cuentos inconclusos‘. Tercera parte: La Tercera Edad. I: El Desastre de los Campos Gladios).
(Isildur entrega a Ohtar los fragmentos de Narsil, por la artista alemana Anke Katrin Eißmann)
“—La venganza de Sauron sigue todavía viva, aunque quizá Sauron mismo esté muerto —le dijo a Elendur, que estaba junto a él—. ¡Aquí hay astucia y propósito! No tenemos esperanza de ayuda: Moria y Lórien han quedado muy atrás, y Thranduil está a cuatro días de marcha.
—Y llevamos carga de un valor inestimable —dijo entonces Elendur; porque contaba con la confianza de su padre.
Los Orcos estaban acercándose. Isildur se volvió hacia su escudero: —Ohtar —dijo—, pongo esto ahora a tu cuidado. —Y le entregó una gran vaina y los fragmentos de Narsil, la espada de Elendil.— Evita que te la quiten por cualquier medio de que dispongas, y a toda costa; aun a costa de ser tenido por un cobarde que me ha abandonado. ¡Llévate a tu compañero contigo y huye! ¡Ve! ¡Te lo ordeno! —Entonces Ohtar se arrodilló y le besó la mano y los dos jóvenes huyeron por el oscuro valle.”
(‘Cuentos inconclusos‘. Tercera parte: La Tercera Edad. I: El Desastre de los Campos Gladios).
(Isildur y Elendur, por la artista alemana Anke Katrin Eißmann)
“—Mi Rey —dijo Elendur—, Ciryon ha muerto y Aratan agoniza. Tu último consejero debe aconsejarte, más todavía, mandarte, como tú mandaste a Ohtar, y decirte: ¡Vete! Coge tu carga y a toda costa llévala a los Guardianes: ¡aun a costa de abandonarme junto con tus hombres!
—Hijo del Rey —dijo Isildur—, sabía que tenía que hacerlo; pero le tenía miedo al dolor. Tampoco podía irme sin tu permiso. Perdóname y perdona mi orgullo, que te ha arrastrado a esta suerte.
Elendur lo besó. —¡Vete! ¡Vete ahora! —dijo.
Isildur se volvió hacia el oeste, y cogiendo el Anillo que prendido de una fina cadena, le colgaba del cuello metido en una pequeña bolsa, se lo puso en el dedo con un grito de dolor, y nunca los ojos de nadie volvieron a verlo en la Tierra Media.”
(‘Cuentos inconclusos‘. Tercera parte: La Tercera Edad. I: El Desastre de los Campos Gladios).
(Soldado de Arnor, por el artista argentino Chris Masnaghetti)
“De lo que después les ocurrió a los Dúnedain, sólo esto se sabe: que al poco tiempo yacían todos muertos, salvo uno, un joven escudero aturdido y sepultado bajo los cadáveres. Así murió Elendur, que estaba destinado a ser Rey, y en su fuerza y su sabiduría, en su majestad sin orgullo, uno de los más grandes, el mejor de la simiente de Elendil, el más semejante a su antecesor, como pronosticaban todos los que lo conocían.”
(‘Cuentos inconclusos‘. Tercera parte: La Tercera Edad. I: El Desastre de los Campos Gladios).
(Isildur pierde el Anillo, por la artista alemana Anke Katrin Eißmann)
“Allí advirtió de pronto que había perdido el Anillo. Por azar, o por un azar bien utilizado, se le había desprendido de la mano en un sitio donde jamás podría encontrarlo. En un principio el sentimiento de la pérdida fue tan abrumador, que dejó de luchar y pensó en dejarse hundir y ahogarse. Pero este estado de ánimo se disipó tan de prisa como se le había presentado. Ya no sentía dolor. Se le había quitado un gran peso de encima.”
(‘Cuentos inconclusos‘. Tercera parte: La Tercera Edad. I: El Desastre de los Campos Gladios).
(La muerte de Isildur, por el artista galés Stephen Graham Walsh)
“Allí emergió del agua: era sólo un hombre mortal, una criatura insignificante perdida y abandonada en el descampado de la Tierra Media. Pero para los ojos nocturnales de los Orcos que allí atisbaban vigilantes, se destacaba como una monstruosa sombra de espanto con ojos penetrantes como estrellas. Dispararon sobre ella sus flechas envenenadas y huyeron. Innecesariamente, porque Isildur, inerme, cayó sin un grito con la garganta y el corazón atravesados, de espaldas al agua. Ni rastros de su cuerpo encontraron nunca los Elfos ni los Hombres. Así murió la primera víctima de la malicia del Anillo sin amo: Isildur, segundo Rey de todos los Dúnedain, señor de Arnor y Gondor, y el último en esa edad del Mundo.”
(‘Cuentos inconclusos‘. Tercera parte: La Tercera Edad. I: El Desastre de los Campos Gladios).
Año 3018 de la Tercera Edad del Sol:
* Aragorn y los hobbits divisan la Cima de los Vientos en la lejanía.
(Aragorn y los hobbits divisan la Cima de los Vientos, por el artista canadiense John Howe)
“Al este, a lo lejos, podían ver ahora una cadena de colinas. La más alta estaba a la derecha de la cadena y un poco separada de las otras. La cima era cónica, un poco aplastada.
—Aquélla es la Cima de los Vientos —dijo Trancos—. El Viejo Camino que dejamos atrás a la derecha pasa no muy lejos por el lado sur. Llegaremos allí mañana al mediodía, si continuamos en línea recta. Supongo que es lo mejor que podemos hacer.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Frodo.
—Quiero decir que no sabemos a ciencia cierta qué encontraremos allí. Está cerca del Camino.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Primero, capítulo 11: Un cuchillo en la oscuridad).
Año 3019 de la Tercera Edad del Sol:
* Frodo decide regresar a la Comarca al día siguiente.
* Frodo, Sam, Merry y Pippin se despiden de Bilbo en Rivendel.
* Bilbo le entrega a Frodo el Libro Rojo y todas sus notas.
(Rivendel, por el artista estadounidense Philip Straub)
“—Bueno, señor Frodo, hemos viajado mucho y lejos, y hemos visto muchas cosas; pero no creo que hayamos conocido un lugar mejor que éste. Hay un poco de todo aquí, si usted me entiende: la Comarca y el Bosque de Oro y Gondor y las casas de los Reyes y las tabernas y las praderas y las montañas todo junto. Y sin embargo, no sé por qué pienso que convendría partir cuanto antes. Estoy preocupado por el Tío, si he de decirle la verdad.
—Sí, un poco de todo, Sam, excepto el Mar —había respondido Frodo; y ahora repetía para sus adentros—: Excepto el Mar.
Ese día Frodo habló con Elrond, y quedó convenido que partirían a la mañana siguiente.”
(‘El Señor de los Anillos. El retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 6: Numerosas separaciones).
(Bilbo en Rivendel, por el artista inglés Alan Lee)
“Por la noche fueron a despedirse de Bilbo.
—Y bien, si tenéis que marcharos, no hay más que hablar —dijo—. Lo siento. Os echaré de menos. De todos modos es bueno saber que andaréis por las cercanías. Pero me caigo de sueño.
Entonces le regaló a Frodo la cota de mithril y Dardo, olvidando que se los había regalado antes, y también tres libros de erudición que había escrito en distintas épocas, garrapateados de su puño y letra, y que llevaban en los lomos rojos el siguiente título: ‘Traducciones del Élfico por B. B.’
A Sam le regaló un saquito de oro. —Casi el último vestigio del botín de Smaug —dijo—. Puede serte útil, si piensas en casarte. —Sam se sonrojó.
‘A vosotros no tengo nada que daros, jóvenes amigos —les dijo a Merry y Pippin—, excepto buenos consejos. —Y cuando les hubo dado una buena dosis, agregó uno final, según la usanza de la Comarca:— No dejéis que vuestras cabezas se vuelvan más grandes que vuestros sombreros. ¡Pero si no paráis pronto de crecer, los sombreros y las ropas os saldrán muy caros!”
(‘El Señor de los Anillos. El retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 6: Numerosas separaciones).
(El Anillo Único, por el artista británico Mike Nash)
“Y de pronto cabeceó y se adormeció un rato, y cuando despertó dijo:— A ver, ¿por dónde íbamos? Sí, claro, entregando los regalos. Lo que me recuerda: ¿qué fue de mi snillo, Frodo, el que tú te llevaste?
—Lo perdí, Bilbo querido —dijo Frodo—. Me deshice de él, tú sabes.
—¡Qué lástima! —dijo Bilbo—. Me hubiera gustado verlo de nuevo. ¡Pero no, qué tonto soy! Si a eso fuiste, a deshacerte de él, ¿no? Pero todo es tan confuso, pues se han sumado tantas otras cosas: los asuntos de Aragorn, y el Concilio Blanco, y Gondor, y los Jinetes, y los Hombres del Sur, y los olifantes…, ¿de veras viste uno, Sam?; y las cavernas y las torres y los árboles dorados y vaya a saber cuántas otras cosas.”
(‘El Señor de los Anillos. El retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 6: Numerosas separaciones).
(Bilbo en Rivendel, por la artista rusa Julia Alekseeva)
“En eso Bilbo abrió un ojo, casi como si hubiese oído. Y de pronto se despertó.
—Ya lo veis, me he vuelto tan dormilón —dijo—. Y cuando tengo tiempo para escribir, sólo me gusta escribir poesía. Me pregunto, Frodo, querido amigo, si no te importaría poner un poco de orden en mis cosas antes de marcharte. Recoger todas mis notas y papeles, y también mi diario, y llevártelos, si quieres. Te das cuenta, no tengo mucho tiempo para seleccionar y ordenar y todo lo demás. Que Sam te ayude, y cuando hayáis puesto las cosas en su sitio, volved, y les echaré una ojeada. No seré demasiado estricto.
—¡Claro que lo haré! —dijo Frodo—. Y volveré pronto, por supuesto: ya no habrá peligro. Ahora hay un verdadero rey, y pronto pondrá los caminos en condiciones.
—¡Gracias, mi querido amigo! —dijo Bilbo—. Es en verdad un gran alivio para mi cabeza. —Y dicho esto volvió a quedarse dormido.”
(‘El Señor de los Anillos. El retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 6: Numerosas separaciones).
(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).