
- Categoría: Mundo Tolkien
- Etiquetas: Año 3019 de la Tercera Edad, El Señor de los Anillos, Hoy en la Tierra Media, JRR Tolkien, La Búsqueda del Anillo, libros
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A continuación podéis leer y emocionaros con los importantes eventos que tuvieron lugar el 15 de enero en la Tierra Media, el universo fantástico creado por J.R.R. Tolkien.
Seguimos con la sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con un día en el que una compañía descubrió la tumba de un antiguo amigo, en el que su guía cayó al enfrentarse a un demonio de tiempos olvidados y en el que llegaron a las fronteras de un país élfico. Recordamos que todas estas fechas se corresponden con el Calendario de la Comarca o con otros calendarios de la Tierra Media (como el Cómputo del Rey o el Cómputo de los Senescales) y no con el calendario gregoriano (ver nota), y que todas proceden de libros y textos de J.R.R. Tolkien como ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices), los ‘Cuentos inconclusos‘ y los Manuscritos Marquette, y de otros libros de estudiosos tolkiendili como el ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad, ‘El Señor de los Anillos. Guía de lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull, y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.
Unos eventos que acompañamos con citas de los libros de Tolkien y con distintas ilustraciones y dibujos, aunque no en todas las ocasiones encontramos imágenes que representen fielmente lo escrito por el Profesor.
Esto fue lo que ocurrió en la Tierra Media el 15 de enero, o el 15 de Postyule según el Calendario de la Comarca.
Año 3019 de la Tercera Edad del Sol:
* La Compañía del Anillo llega a la Cámara de Mazarbul y hallan la tumba de Balin.
* Gandalf encuentra el Libro de Mazarbul y se lo entrega a Gimli.
* La Compañía es atacada por orcos y Frodo y Sam son heridos en la lucha.
* Gandalf se enfrenta al Balrog, cayendo ambos al abismo bajo el puente de Khazad-dûm.
* La Compañía escapa de Moria y llega al Valle del Arroyo Sombrío. Gimli, Frodo y Sam contemplan la Piedra de Durin y el Lago Espejo.
* Aragorn cura las heridas de Sam y Frodo, y descubre que Frodo lleva la cota de malla de mithril.
* Por la noche la Compañía llega a los lindes de Lothlórien y cruza el Nimrodel.
* Legolas canta una canción sobre Nimrodel y Amroth.
* La Compañía se encuentra con Haldir, Rúmil y Orophin y pasa la noche en flets.
* Un grupo de orcos entra en Lórien pero es rechazado.
* Gollum trepa al flet en el que descansan Frodo y Sam durante el ataque de los orcos.
(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)
(La Compañía en la tumba de Balin, según el artista ruso Denis Gordeev)
“El suelo estaba cubierto por una espesa capa de polvo, y la Compañía tropezó en el umbral con muchas cosas que estaban allí tiradas y cuyas formas no pudieron reconocer al principio. Una abertura alta y amplia de la pared del este iluminaba la cámara. Atravesaba oblicuamente la pared, y del otro lado, lejos y arriba, podía verse un cuadradito de cielo azul. La luz caía directamente sobre una mesa en medio del cuarto: una piedra oblonga, de dos pies de alto, sobre la que habían puesto una losa de piedra blanca.
—Parece una tumba —murmuró Frodo, y se inclinó hacia adelante, sintiendo un raro presentimiento, para mirar desde más cerca.
Gandalf se acercó rápidamente. Sobre la losa había unas runas grabadas:
—Son Runas de Daeron, como se usaban antiguamente en Moria —dijo Gandalf —. Dice aquí en las lenguas de los Hombres y los Enanos:
BALIN HIJO DE FUNDIN
SEÑOR DE MORIA
—Está muerto entonces —dijo Frodo—. Temía que fuera así.
Gimli se echó la capucha sobre la cara.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 4: Un viaje en la oscuridad).
(Gandalf lee el Libro de Mazarbul, según el artista estadounidense Matthew Stewart)
“Todo había sido roto y saqueado, pero junto a la tapa destrozada de uno de los cofres encontraron los restos de un libro. Lo habían desgarrado, y lo habían apuñalado, y estaba quemado en parte, y tan manchado de negro y otras marcas oscuras, como sangre vieja, que poco podía leerse. Gandalf lo alzó con cuidado, pero las hojas crujieron y se quebraron mientras lo ponía sobre la losa. Se inclinó sobre él un tiempo sin hablar. Frodo y Gimli de pie junto a Gandalf que volvía delicadamente las hojas, alcanzaban a ver que había sido escrito por distintas manos, en runas, tanto de Moria como del Valle, y de cuando en cuando en caracteres élficos.
Al fin Gandalf alzó los ojos.
—Parece ser un registro de los azares y fortunas que cayeron sobre el pueblo de Balin —dijo—. Supongo que empieza cuando llegaron al Valle del Arroyo Sombrío hace treinta años; hay números en las páginas que parecen referirse a los años que siguieron. La primera página está marcada ‘uno-tres’, de modo que al menos dos ya faltan desde el principio. ¡Escuchad!
‘Echamos a los orcos de la gran puerta y el cuarto de guar’ … supongo que diría ‘guardia’. ‘Matamos a muchos a la brillante’ —creo— ‘luz del valle. Una flecha mató a Flói. Él derribó al grande’. Luego hay una mancha seguida por ‘Flói bajo la hierba junto al Lago Espejo’. Sigue una línea o dos que no puedo leer. Luego esto: ‘Hemos elegido como vivienda la sala vigesimoprimera del lado norte. Hay’ no sé qué. Se menciona una ‘abertura’. Luego ‘Balin se ha aposentado en la Cámara de Mazarbul’.
—La Cámara de los Registros —dijo Gimli—. Sospecho que ahí estamos ahora.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(La última resistencia de los enanos en Moria, según el artista argentino Ignacio Corva)
“Gandalf alzó la cabeza y miró alrededor.
—Parece que ofrecieron una última resistencia en las dos puertas —dijo—, pero ya entonces no quedaban muchos. ¡Así terminó el intento de recuperar Moria! Fue valiente, pero insensato. No ha llegado todavía la hora. Bien, temo que tengamos que despedirnos de Balin hijo de Fundin. Que descanse aquí en las salas paternas. Nos llevaremos este libro, el Libro de Mazarbul, y lo miraremos luego con más atención. Será mejor que tú lo guardes, Gimli, y que lo lleves de vuelta a Dáin, si tienes oportunidad. Le interesará, aunque se sentirá profundamente apenado. Bueno, ¡vayamos! La mañana está quedando atrás.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Trasgos y troll de Moria, según el artista ruso Pavel Leksin)
“Hubo un entrechocar de metales mientras la Compañía desenvainaba las espadas. Glamdring brilló con una luz pálida, y los filos de Dardo centellearon. Boromir apoyó el hombro contra la puerta occidental.
—¡Un momento! ¡No la cierres aún! —dijo Gandalf.
Alcanzó de un salto a Boromir, y levantó la cabeza enderezándose.
—¿Quién viene aquí a perturbar el descanso de Balin Señor de Moria? —gritó con una voz estentórea.
Hubo una cascada de risas roncas, como piedras que se deslizan y caen en un pozo; en medio del clamor se alzó una voz grave, dando órdenes. Bum, bum, bum, redoblaban los tambores en los abismos.
Con rápido movimiento Gandalf fue hacia el hueco de la puerta, y estiró el brazo adelantando la vara. Un relámpago enceguecedor iluminó el cuarto y el pasadizo. El mago se asomó un instante, miró, y dio un salto atrás mientras las flechas volaban alrededor siseando y silbando.
—Son orcos, muchos —dijo—. Y algunos son corpulentos y malvados: uruks negros de Mordor. No se han decidido a atacar todavía, pero hay algo más ahí. Un gran troll de las cavernas, creo, o más que uno. No hay esperanzas de poder escapar por ese lado.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Troll de las cavernas, según el artista estadounidense Devon Cady-Lee)
“Un golpe estremeció la puerta, que en seguida comenzó a abrirse lentamente, rechinando, desplazando las cuñas. Un brazo y un hombro voluminosos, de piel oscura, escamosa y verde, aparecieron en la abertura, ensanchándola. Luego un pie grande, chato y sin dedos, entró empujando, deslizándose por el suelo. Afuera había un silencio de muerte.
Boromir saltó hacia adelante y lanzó un mandoble contra el brazo, pero la espada golpeó resonando, se desvió a un lado, y se le cayó de la mano temblorosa. La hoja estaba mellada.
De pronto, y algo sorprendido pues no se reconocía a sí mismo, Frodo sintió que una cólera ardiente le inflamaba el corazón.
—¡La Comarca! —gritó, y saltando al lado de Boromir se inclinó, y descargó a Dardo contra el pie. Se oyó un aullido, y el pie se retiró bruscamente, casi arrancando a Dardo de la mano de Frodo. Unas gotas negras cayeron de la hoja y humearon en el suelo. Boromir se arrojó otra vez contra la puerta y la cerró con violencia.
—¡Un tanto para la Comarca! —gritó Aragorn—. ¡La mordedura del hobbit es profunda! ¡Tienes una buena hoja, Frodo hijo de Drogo!”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Gimli en Moria, según el artista estadounidense Adam Schumpert)
“Un golpe resonó en la puerta, y luego otro y otro. Los orcos atacaban ahora con martillos y arietes. Al fin la puerta crujió y se tambaleó hacia atrás, y de pronto la abertura se ensanchó. Las flechas llegaron silbando, pero todas fueron a dar contra la pared del norte, y cayeron al suelo. Un cuerno llamó en seguida y unos pies se apresuraron y los orcos entraron saltando en la cámara.
Cuántos eran, la Compañía no pudo saberlo. En un principio los orcos atacaron decididamente, pero el furor de la defensa los desanimó muy pronto. Legolas les atravesó la garganta a dos de ellos. Gimli le cortó las piernas a otro que se había subido a la tumba de Balin. Boromir y Aragorn mataron a muchos. Cuando ya habían caído trece, el resto huyó chillando, dejando a los defensores indemnes, excepto Sam que tenía un rasguño a lo largo del cuero cabelludo. Un rápido movimiento lo había salvado, y había matado al orco: un golpe certero con la espada tumularia. En los ojos castaños le ardía un fuego de brasas que habría hecho retroceder a Ted Arenas, si lo hubiera visto.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Un orco ataca a Frodo en la Cámara de Mazarbul, según el artista canadiense John Howe)
“Pero mientras aún retrocedían, y antes que Pippin y Merry hubieran llegado a la escalera exterior, un enorme jefe orco, casi de la altura de un hombre, vestido con malla negra de la cabeza a los pies, entró de un salto en la cámara; lo seguían otros, que se apretaron en la puerta. La cara ancha y chata era morena, los ojos como carbones, la lengua roja; esgrimía una lanza larga. Con un golpe de escudo desvió la espada de Boromir, y lo hizo retroceder, tirándolo al suelo. Eludiendo la espada de Aragorn con la rapidez de una serpiente, cargó contra la Compañía, apuntando a Frodo con la lanza. El golpe alcanzó a Frodo en el lado derecho y lo arrojó contra la pared. Sam con un grito quebró de un hachazo el extremo de la lanza. Aún estaba el orco dejando caer el asta, y sacando la cimitarra, cuando Andúril le cayó sobre el yelmo. Hubo un estallido, como una llama, y el yelmo se abrió en dos. El orco cayó, la cabeza hendida. Los que venían detrás huyeron dando gritos, y Aragorn y Boromir acometieron contra ellos.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Aragorn recoge a Frodo, según el artista estadounidense Donato Giancola)
“Aragorn recogió a Frodo, que yacía junto a la pared, y se precipitó hacia la escalera, empujando delante de él a Merry y a Pippin. Los otros los siguieron; pero Gimli tuvo que ser arrastrado por Legolas; a pesar del peligro se había detenido cabizbajo junto a la tumba de Balin. Boromir tiró de la puerta este, y los goznes chillaron. Había a cada lado un gran anillo de hierro, pero no era posible sujetar la puerta.
—Me encuentro bien —jadeó Frodo—. Puedo caminar. ¡Bájame!
Aragorn, asombrado, casi lo dejó caer.
—¡Pensé que estabas muerto! —exclamó.
—¡No todavía! —dijo Gandalf—. Pero éste no es momento de asombrarse. ¡Adelante todos, escaleras abajo! Esperadme al pie unos minutos, pero si no llego en seguida, ¡continuad! Marchad rápidamente siempre a la derecha y abajo.
—¡No podemos dejar que defiendas la puerta tú solo! —dijo Aragorn.
—¡Haz como digo! —dijo Gandalf con furia—. Aquí ya no sirven las espadas. ¡Adelante!”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Gandalf protege la puerta del Balrog, según la artista francesa Magali Villeneuve)
“—¿Qué pasó allá arriba en la puerta? —le preguntó [Gimli]—. ¿Descubriste al que toca el tambor?
—No lo sé —respondió Gandalf—. Pero de pronto me encontré enfrentado a algo que yo no conocía. No supe qué hacer, excepto recurrir a algún conjuro que mantuviera cerrada la puerta. Conozco muchos, pero estas cosas requieren tiempo, y aun así el enemigo podría forzar la entrada.
‘Mientras estaba ahí oí voces de orcos que venían del otro lado, pero en ningún momento se me ocurrió que podían echar abajo la puerta. No alcanzaba a oír lo que se decía; parecían estar hablando en ese horrible lenguaje de ellos. Todo lo que entendí fue ‘ghash’, «fuego». En seguida algo entró en la cámara; pude sentirlo a través de la puerta, y los mismos orcos se asustaron y callaron. El recién llegado tocó el anillo de hierro, y en ese momento advirtió mi presencia y mi conjuro.
‘Qué era eso, no puedo imaginarlo, pero nunca me había encontrado con nada semejante. El contraconjuro fue terrible. Casi me hace pedazos. Durante un instante perdí el dominio de la puerta, ¡que comenzó a abrirse! Tuve que pronunciar un mandato. El esfuerzo resultó ser excesivo. La puerta estalló. Algo oscuro como una nube estaba ocultando toda la luz, y fui arrojado hacia atrás escaleras abajo. La pared entera cedió, y también el techo de la cámara, me parece.“
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Fuego en Moria, según el artista español Álvaro Calvo Escudero)
“—Esto es alguna nueva diablura —dijo Gandalf— preparada sin duda para darnos la bienvenida. Pero sé dónde estamos: hemos llegado al Primer Nivel, inmediatamente debajo de las Puertas. Ésta es la Segunda Sala de la Antigua Moria, y las Puertas están cerca: más allá del extremo este, a la izquierda, a un cuarto de milla. Hay que cruzar el Puente, subir por una ancha escalinata, luego un pasaje ancho que atraviesa la Primera Sala, ¡y fuera! ¡Pero venid y mirad!
Espiaron y vieron otra sala cavernosa. Era más ancha y mucho más larga que aquella en que habían dormido. Estaban cerca de la pared del este; se prolongaba hacia el oeste perdiéndose en la oscuridad. Todo a lo largo del centro se alzaba una doble fila de pilares majestuosos. Habían sido tallados como grandes troncos de árboles, y una intrincada tracería de piedra imitaba las ramas que parecían sostener el cielo raso. Los tallos eran lisos y negros, pero reflejaban oscuramente a los lados un resplandor rojizo. Justo ante ellos, a los pies de dos enormes pilares, se había abierto una gran fisura. De allí venía una ardiente luz roja, y de vez en cuando las llamas lamían los bordes y abrazaban la base de las columnas. Unas cintas de humo negro flotaban en el aire cálido.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(El Puente de Khazad-dûm, según el artista británico Paul Monteagle)
“—¡Mirad adelante! —llamó Gandalf—. Nos acercamos al Puente. Es angosto y peligroso.
De pronto Frodo vio ante él un abismo negro. En el extremo de la sala el piso desapareció y cayó a pique a profundidades desconocidas. No había otro modo de llegar a la puerta exterior que un estrecho puente de piedra, sin barandilla ni parapeto, que describía una curva de cincuenta pies sobre el abismo. Era una antigua defensa de los Enanos contra cualquier enemigo que pusiera el pie en la primera sala y los pasadizos exteriores. No se podía cruzar sino en fila de a uno. Gandalf se detuvo al borde del precipicio y los otros se agruparon detrás.
—¡Tú adelante, Gimli! —dijo—. Luego Pippin y Merry. ¡Derecho al principio, y escaleras arriba después de la puerta!”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Gandalf y el Balrog, según el artista estadounidense Stephen Hickman)
“Las filas de los orcos se habían abierto, y retrocedían como si ellos mismos estuviesen asustados. Algo asomaba detrás de los orcos. No se alcanzaba a ver lo que era; parecía una gran sombra, y en medio de esa sombra había una forma oscura, quizá una forma de hombre, pero más grande, y en esa sombra había un poder y un terror que iban delante de ella.
Llegó al borde del fuego y la luz se apagó como detrás de una nube. Luego, y con un salto, la sombra pasó por encima de la grieta. Las llamas subieron rugiendo a darle la bienvenida, y se retorcieron alrededor; y un humo negro giró en el aire. Las crines flotantes de la sombra se encendieron y ardieron detrás. En la mano derecha llevaba una hoja como una penetrante lengua de fuego, y en la mano izquierda empuñaba un látigo de muchas colas.
—¡Ay, ay! —se quejó Legolas—. ¡Un Balrog! ¡Ha venido un Balrog!
Gimli miraba con los ojos muy abiertos.
—¡El Daño de Durin! —gritó, y dejando caer el hacha se cubrió la cara con las manos.
—Un Balrog —murmuró Gandalf—. Ahora entiendo. —Trastabilló y se apoyó pesadamente en la vara.— ¡Qué mala suerte! Y estoy tan cansado…”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Gandalf y el Daño de Durin, según el artista turco Çağlayan Kaya Göksoy)
“El Balrog llegó al puente. Gandalf aguardaba en el medio, apoyándose en la vara que tenía en la mano izquierda; pero en la otra relampagueaba Glamdring, fría y blanca. El enemigo se detuvo de nuevo, enfrentándolo, y la sombra que lo envolvía se abrió a los lados como dos vastas alas. En seguida esgrimió el látigo, y las colas crujieron y gimieron. Un fuego le salía de la nariz. Pero Gandalf no se movió.
—No puedes pasar —dijo. Los orcos permanecieron inmóviles, y un silencio de muerte cayó alrededor—. Soy un servidor del Fuego Secreto, que es dueño de la llama de Anor. No puedes pasar. El fuego oscuro no te servirá de nada, llama de Udûn. ¡Vuelve a la Sombra! No puedes pasar.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Gandalf se enfrenta al Balrog, según el artista brasileño Daniel Pilla)
“El Balrog avanzó lentamente, y de pronto se enderezó hasta alcanzar una gran estatura, extendiendo las alas de muro a muro; pero Gandalf era todavía visible, como un débil resplandor en las tinieblas; parecía pequeño, y completamente solo; gris e inclinado, como un árbol seco poco antes de estallar la tormenta.
De la sombra brotó llameando una espada roja.
Glamdring respondió con un resplandor blanco.
Hubo un sonido de metales que se entrechocaban y una estocada de fuego blanco. El Balrog cayó de espaldas y la hoja le saltó de la mano en pedazos fundidos. El mago vaciló en el puente, dio un paso atrás, y luego se irguió otra vez, inmóvil.
—¡No puedes pasar! —dijo.
El Balrog dio un salto y cayó en medio del puente. El látigo restalló y silbó.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Gandalf y el Balrog, según el artista español Diego Gisbert Llorens)
“En ese momento, Gandalf alzó la vara y dando un grito golpeó el puente ante él. La vara se quebró en dos y le cayó de la mano. Una cortina enceguecedora de fuego blanco subió en el aire. El puente crujió, rompiéndose justo debajo de los pies del Balrog, y la piedra que lo sostenía se precipitó al abismo mientras el resto permanecía allí, en equilibrio, estremeciéndose como una lengua de roca que se asoma al vacío.
Con un grito terrible el Balrog se precipitó hacia adelante; la sombra se hundió y desapareció. Pero aún mientras caía sacudió el látigo, y las colas azotaron y envolvieron las rodillas del mago, arrastrándolo al borde del precipicio. Gandalf se tambaleó y cayó al suelo, tratando vanamente de asirse a la piedra, deslizándose al abismo.
—¡Huid, insensatos! —gritó, y desapareció.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(La puerta este de Moria, según el artista rumano Cristi Balanescu)
“Siguieron corriendo. La luz crecía delante; grandes aberturas traspasaban el techo. Corrieron más rápido. Llegaron a una sala con ventanas altas que miraban al este y donde entraba directamente la luz del día. Cruzaron la sala, pasando por unas puertas grandes y rotas, y de pronto se abrieron ante ellos las Grandes Puertas, un arco de luz resplandeciente.
Había una guardia de orcos que acechaba en la sombra detrás de los montantes a un lado y a otro, pero las puertas mismas estaban rotas y caídas en el suelo. Aragorn abatió al capitán que le cerraba el paso, y el resto huyó aterrorizado. La Compañía pasó de largo, sin prestarles atención. Ya fuera de las Puertas bajaron corriendo los amplios y gastados escalones, el umbral de Moria.
Así, al fin, y contra toda esperanza, estuvieron otra vez bajo el cielo y sintieron el viento en las caras.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).
(Gimli, Frodo y Sam contemplan el Lago Espejo, según el artista estadounidense Tim Kirk)
“—¡Ven conmigo, Frodo! —llamó el enano, saltando fuera del camino—. No te dejaré ir sin que veas el Kheled-zâram.
Bajó corriendo la ancha ladera verde. Frodo lo siguió lentamente, atraído por las tranquilas aguas azules, a pesar de la pena y el cansancio. Sam se apresuró y lo alcanzó.
Gimli se detuvo junto a la columna y alzó los ojos. La piedra estaba agrietada y carcomida por el tiempo, y había unas runas escritas a un lado, tan borrosas que no se podían leer.
—Este pilar señala el sitio donde Durin miró por primera vez en el Lago Espejo —dijo el enano—. Miremos nosotros una vez, antes de irnos.
Se inclinaron sobre el agua oscura. Al principio no pudieron ver nada. Luego lentamente distinguieron las formas de las montañas de alrededor reflejadas en un profundo azul, y los picos eran como penachos de fuego blanco sobre ellas; más allá había un espacio de cielo. Allí como joyas en el fondo del lago brillaban unas estrellas titilantes, aunque la luz del sol estuviera muy alta. De ellos mismos, inclinados, no veían ninguna sombra.
—¡Oh bello y maravilloso Kheled-zâram! —dijo Gimli—. Aquí descansa la corona de Durin, hasta que despierte. ¡Adiós!”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).
(Aragorn descubre la cota de malla de mithril, según la artista alemana Anke Katrin Eißmann)
“—¡Buena suerte, Sam! —dijo [Aragorn]—. Muchos han recibido heridas peores como prenda por haber abatido al primer orco. La herida no está envenenada, como ocurre demasiado a menudo con las provocadas por estas armas. Cicatrizará bien, una vez que la hayamos atendido. Báñala, cuando Gimli haya calentado un poco de agua.
Abrió un saquito y sacó unas hojas marchitas.
—Están secas y han perdido algunas de sus virtudes —dijo—, pero aún tengo aquí algunas de las hojas de athelas que junté cerca de la Cima de los Vientos. Machaca una en agua y lávate la herida, y luego te vendaré. ¡Ahora te toca a ti, Frodo!
—¡Yo estoy bien! —dijo Frodo, con pocas ganas de que le tocaran las ropas—. Todo lo que necesito es comida y descansar un rato.
—¡No! —dijo Aragorn—. Tenemos que mirar y ver qué te han hecho el martillo y el yunque. Todavía me maravilla que estés vivo.
Le quitó a Frodo lentamente la vieja chaqueta y la túnica gastada, y ahogó un grito, sorprendido. En seguida se rió. El corselete de plata relumbraba ante él como la luz sobre un mar ondulado. La sacó con cuidado y lo alzó, y las gemas de la malla refulgieron como estrellas, y el tintineo de los anillos era como el golpeteo de una lluvia en un estanque.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).
(Lothlórien, según el artista español Emilio Rodríguez)
“El viento frío de la noche sopló valle arriba. Ante ellos se levantaba una ancha sombra gris, y había un continuo rumor de hojas, como álamos en el viento.
—¡Lothlórien! —exclamó Legolas—. ¡Lothlórien! Hemos llegado al pórtico del Bosque de Oro. ¡Lástima que sea invierno!
Los árboles se elevaban hacia el cielo de la noche, y se arqueaban sobre el camino y el arroyo que corría de pronto bajo las ramas extendidas. A la luz pálida de las estrellas los troncos eran grises, y las hojas temblorosas un débil resplandor amarillo rojizo.
—¡Lothlórien! —dijo Aragorn—. ¡Qué felicidad oír de nuevo el viento en los árboles! Nos encontramos aún a unas cinco leguas de las Puertas, pero no podemos ir más lejos. Esperemos que la virtud de los Elfos nos ampare esta noche de los peligros que vienen detrás.
—Si todavía hay Elfos en este mundo que se ensombrece —dijo Gimli.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).
(Frodo en el Nimrodel, según el artista galés Stephen Graham Walsh)
“—¡He aquí el Nimrodel! —dijo Legolas—. Los Elfos Silvanos lo cantaron muchas veces, y esas canciones se cantan aún en el Norte, recordando el arco iris de los saltos, y las flores doradas que brotan en la espuma. Todo es oscuro ahora, y el Puente del Nimrodel está roto. Me mojaré los pies, pues dicen que el agua cura la fatiga.
Se adelantó, descendió por el barranco escarpado y entró en el arroyo.
—¡Seguidme! —gritó—. El agua no es profunda. ¡Crucemos! Podemos descansar en la otra orilla, y el susurro del agua que cae nos ayudará a dormir y a olvidar las penas.
Uno a uno bajaron por la ribera y siguieron a Legolas. Frodo se detuvo un momento junto a la orilla y dejó que el arroyo le bañara los pies cansados. El agua era fría y límpida, y cuando le llegó a las rodillas Frodo sintió que le lavaba la suciedad del viaje y todo el cansancio que le pesaba en los miembros.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).
(Nimrodel, según el artista alemán Julian Bauer)
“Al fin callaron, y se quedaron escuchando la música de la cascada que caía dulcemente en las sombras. Frodo llegó a imaginar que oía el canto de una voz, junto con el sonido del agua.
—¿Alcanzáis a oír la voz de Nimrodel? —preguntó Legolas—. Os cantaré una canción de la doncella Nimrodel, que vivía junto al arroyo y tenía el mismo nombre. Es una hermosa canción en nuestra lengua de los bosques, y hela aquí en la Lengua del Oeste, como algunos la cantan ahora en Rivendel.
Legolas empezó a cantar con una voz dulce que apenas se oía entre el murmullo de las hojas.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).
(Guardián de Lórien, según Draženka Kimpel)
“Una risa dulce estalló allá arriba, y luego otra voz clara habló en una lengua élfica. Frodo no entendía mucho de lo que se decía, pues la lengua de la gente Silvana del este de las montañas se parecía poco a la del oeste. Legolas levantó la cabeza y respondió en la misma lengua.
—¿Quiénes son y qué dicen? —preguntó Merry.
—Son Elfos —dijo Sam—. ¿No oyes las voces?
—Sí, son Elfos —dijo Legolas—, y dicen que respiráis tan fuerte que podrían atravesaras con una flecha en la oscuridad. —Sam se llevó rápidamente la mano a la boca.— Pero también dicen que no tengáis miedo. Saben que estamos por aquí desde hace rato. Oyeron mi voz del otro lado del Nimrodel, y supieron que yo era de la familia del Norte, y por ese motivo no nos impidieron el paso; y luego oyeron mi canción. Ahora me invitan a que suba con Frodo; pues han tenido alguna noticia de él y de nuestro viaje. A los otros les dicen que esperen un momento, y que monten guardia al pie del árbol, hasta que ellos decidan.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).
(Haldir da la bienvenida a Frodo, según un artista sueco conocido como Nequarilj)
“Cuando Frodo llegó al flet, encontró a Legolas sentado con otros tres Elfos. Llevaban ropas de un color gris sombra, y no se los distinguía entre las ramas, a no ser que se movieran bruscamente. Se pusieron de pie, y uno de ellos descubrió un farol pequeño que emitía un delgado rayo de plata. Alzó el farol, y escrutó el rostro de Frodo, y el de Sam. Luego tapó otra vez la luz, y dijo en su lengua palabras de bienvenida. Frodo respondió titubeando.
—¡Bienvenido! —repitió entonces el Elfo en la Lengua Común, hablando lentamente—. Pocas veces usamos otra lengua que la nuestra, pues ahora vivimos en el corazón del bosque, y no tenemos tratos voluntarios con otras gentes. Aun los hermanos del Norte están separados de nosotros. Pero algunos de los nuestros aún viajan lejos, para recoger noticias y observar a los enemigos, y ellos hablan las lenguas de otras tierras. Soy uno de ellos. Me llamo Haldir. Mis hermanos, Rúmil y Orophin, hablan poco vuestra lengua.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).
(Haldir de Lórien, según el artista argentino Sebastián Giacobino)
“Algo trepaba ahora lentamente, y se lo oía respirar, como si siseara con los dientes apretados. Luego Frodo vio dos ojos pálidos que subían, junto al tronco.
Se detuvieron y miraron hacia arriba, sin parpadear. De pronto se volvieron, y una figura indistinta bajó deslizándose por el tronco y desapareció.
Casi en seguida Haldir llegó trepando rápidamente por las ramas.
—Había algo en este árbol que nunca vi antes —dijo—. No era un orco. Huyó tan pronto como toqué el árbol. Parecía astuto, y entendido en árboles, y hubiese pensado que era uno de vosotros, un hobbit.
‘No tiré, pues no quería provocar ningún grito: no podemos arriesgar una batalla. Una fuerte compañía de orcos ha pasado por aquí. Cruzaron el Nimrodel, y malditos sean esos pies infectos en el agua pura, y siguieron el viejo camino junto al río. Parecían ir detrás de algún rastro, y durante un rato examinaron el suelo, cerca del sitio donde os detuvisteis. Nosotros tres no podíamos enfrentarnos a un centenar de modo que nos adelantamos y hablamos con voces fingidas arrastrándolos al interior del bosque.
‘Orophin ha regresado de prisa a nuestras moradas para advertir a los nuestros. Ninguno de los orcos saldrá jamás de Lórien.“
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).
(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).