El Gaucho de los Anillos
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Belennor.
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AuthorMensajes
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08/12/2005 at 23:18 #299283
BelennorParticipantAca van los capitulos 7 y 8…disfruten
El Gaucho de los anillos
LA COMUNIDí DEL ANILLO
Capítulo 7
Estaba tirao el Frodo
en el suelo y dolorido,
con el hombro malherido
por el filo de un puñal,
después de encararlos mal
a los cinco aparecidos.
Ahí corrieron los demás
pa´ ayudarlo a levantarse.
"Quién lo manda a entreverarse",
lo levantó en peso el Trancos.
"Qué digo, cuando uno es manco
lo mejor es no peliarse."
Muy diligente el baquiano,
que algo tenía e´ dotor,
le puso yuyos de olor
sobre la lastimadura
pa´ que no haya embichadura
y se le juera el dolor.
Al pasar por una posta
se agenciaron un manchao
para llevarlo montao
lo que quedaba ´el camino
y que llegara a destino
antes que juera finao.
Y ansina anduvieron días
por el monte y el desierto;
dormían a campo abierto
cuando la noche caía
y a la mañana seguían
con el Frodo medio muerto.
"Ya falta poco, amigazos",
dijo un gí¼en día el baquiano,
y señaló con la mano:
"En vadiando el río aquél
ya llegamo´ a Rivendel
tuitos felices y sanos."
Pero no eran todas rosas
como el Trancos lo pintaba,
que esto no se terminaba
ansina e´ fácil nomás;
ahí oyeron que de atrás
unos cascos se acercaban.
Haciendo una nube e´ polvo
que quitaba la esperanza,
trayendo listas las lanzas
tuitos los encapuchaos
se venían preparaos
para hacer flor de matanza.
"¡La pucha!", soltó el baquiano.
"¡Acá vienen los jinetes!
¡Corré, hij´una gran siete!"
y al potro de manchas blancas
le dio un guascazo en las ancas
que disparó como un cuete.
Y allá iba el Frodo escapando
en el lomo ´el animal
de la caterva infernal
de los piones de Saurón,
que venían en malón
tratando de echarle el pial.
Iba a galope tendido
rebotando en el asiento,
pero sentía el aliento
de los Nueve y sus caballos
que corrían como rayo,
los ponchos volando al viento.
Con los malos por detrás
en tremendo griterío,
se tiró a cruzar el río
con el agua a las canillas
y salió por la otra orilla
temblando de miedo y frío.
"¡No amolen más!", les gritó.
"¡Gí¼elvansé pa´ la frontera!"
"¡Con tu cuero en la encimera!
¡Vení, no te hagás rogar!"
"¡Ni mamado que estuviera!",
les retrucó sin dudar.
Pero no diba a ser fácil
disparar por la llanura,
porque la cabalgadura
del cansancio se quejaba
y los Nueve ya cruzaban
pa´ sacarle las achuras.
Ya venían por el medio
del riachuelo de agua quieta.
"¡Entregate ya, sotreta!
¡Degolvenos el anillo!"
venía gritando el caudillo,
casi llegando a la meta.
Pero ahí el río mesmo
le vino a salvar la vida:
se apareció una crecida
de las aguas redepente
y a la temible partida
se la llevó la corriente.
Las olas iban pasando
como si juera un arreo;
un imparable rodeo
de vacas blancas y azules
arrastraba a los nazgules,
que largaban cacareos.
El Frodo supo enseguida
que el torrente macanudo
venirse solo no pudo:
toda la pinta tenía
e´ ser una brujería
e´ parte e´ los orejudos.
Pero lo que hubiera sido
le había venido al pelo;
le dio las gracias al cielo
porque el pellejo salvó,
endijpué ya no aguantó
y se jue derecho al suelo.
(Fin del Primer Libro)
La comunidá del anillo
Capítulo 8
Con un barullo e’ gallinas,
perros, pingos y batracios,
jue despertando despacio
y al levantar la cabeza,
se vio el Frodo en una pieza
que parecía un palacio.
En vez de arriba de un catre
estaba tirado manso
en colchón e’ pluma e’ ganso,
que la verdá que era un lujo.
¡Y ahí al lao estaba el brujo,
cuidandoló en el descanso!
“¡Te despertaste, gurí!
¡Ya me estaba priocupando!
Pasarse tanto roncando
no hace bien a la salú,
y más si hasta el caracú
te agujerió el otro bando.â€Â
“¡Sos vos, Gandalf!â€Â, se alegró
de verlo al mago el petiso.
“¿De los malos qué se hizo?â€Â
“No les des más importancia;
estás a salvo en la estancia
de don Elrondo el mestizo.â€Â
“¡Nos cansamos de esperarte!
¿Qué te vino a demorar?â€Â
“Eso es largo e’ relatar,
otro día te lo cuento;
lo que me pone contento
es que hayas gí¼elto a sanar.â€Â
“Porque usaron los nazgules
un cuchillo de un metal
que te queda en el ojal
y si naides lo sofrena,
te convierte en alma en pena
de trasparencia espetral.â€Â
“Pero ya bien te curaron
los dotores orejudos.
Ni siquiera un estornudo
te dejaron pa’ quejarse,
ansina que ¡a levantarse!
Seguir echado es al ñudo.â€Â
Siguió el consejo del mago
cuando un poco se compuso.
De ya no verlo cachuzo
lo saludaba el gentío.
¡No viera cómo se puso
cuando lo encontró al tío!
Jueron a matiar un rato
pa’ conversar de sus cosas.
Frodo vio el agua espumosa
cuando Bilbo le cebaba,
porque tenía la pava
con las manos temblorosas.
Él, que vendía salú,
ahura estaba hecho un bichoco.
Parecía cosa e’ locos
que estuviera tan vencido,
como si hubiera cumplido
cien años más en tan poco.
Y como el Bilbo a la idea
la tenía siempre fija
sin aflojarle manija,
no se demoró en decir:
“M’hijito, te viá pedir
que me enseñés la sortija.â€Â
Al Frodo esa petición
lo puso pior entuavía.
Al principio no sabía
si le hacía caso o no;
a la final aflojó
de tanto que le insistía.
Y al verla Bilbo a esa joya
que le dejó una honda huella,
esclamó: “¡Qué cosa bella,
si hasta parece mentira!â€Â
mirandolá como mira
el borracho a la botella.
Guardó el Frodo la sortija
y le habló desconsolao:
“Asigún me lo han contao,
esto hace malo al más gí¼eno,
y la verdá que me apeno
e’ verte ansina enviciao.â€Â
Al escucharlo don Bilbo
le agarró una pena inmensa.
Quiso hacer una defensa
pero no le salió nada,
y le agachó la mirada
muriendosé de vergí¼enza.
“Lo que decís es verdáâ€Â
comentó apenao el viejo.
“Mañana se hace un consejo
ande ojalá se resuelva
que se la lleven bien lejos
y por acá nunca gí¼elva.â€Â
Y el Frodo le vio en los ojos
que le estaba hablando en serio;
aunque no juera un misterio
lo mucho que le dolía,
solamente ansí podía
zafarse del cautiverio.
Al rato se decidió
por seguir con el paseo.
Con los mejores deseos
lo dejó al tío en su pieza,
y lo siguió en su tristeza
el canto del bichofeo.
Estuvo pa’ entretenerse
conversando con los piones
y viendo los carretones
que pasiaban por la estancia
desparramando fragancia
e’ la cosecha e’ melones.
Pero no pudo olvidarse
por más que le puso ganas;
que no era asunto e’ jarana
esa situación penosa
de no saber qué otra cosa
podía pasar mañana.
09/12/2005 at 3:31 #299284
GustavoGNParticipantBueno bueno… todo muy lindo… pero… parece que nuestro amigo Belennor nos quiere tener con la intriga de los proximos capitulos, y quiere que estemos ansiosos! jajaja… naa… todo bien Belennor!
P.D.: Para Belennor… gracias por avisarme de los capitulos nuevos! intente responderte y agradecerte tanto por mensajes o por el mensajero privado, pero no me dejaba! por aca, igual… GRACIAS!
Namarie a todos! Saludos para mi damita y Ali!
09/12/2005 at 6:17 #299285
aurigaParticipanttrata de averiguar quien lo escribio ¿sipis?
para darle una ovasión
je je je
gracias por compartirlo
10/12/2005 at 16:28 #299286
BelennorParticipantBueno…yo de vuelta…con dos capitulos mas…disfrutenlos, al igual que yo :-]
El Gaucho de los anillos
LA COMUNIDí DEL ANILLO
Capítulo 9
Bien tempranito empezó
el consejo estraordinario
con tuitos los dinatarios
que andaban por Rivendel;
un asunto como aquél
había que hablarlo entre varios.
Con una mesa e’ salame,
aceitunas y melón,
demientras el cimarrón
de mano en mano pasaba,
en silencio lo escuchaban
a don Elrondo, el patrón.
“A la historia e’ los anillos
tuitos la han de conocer,
y se van a sorprender
cuando sepan enseguida
que la sortija perdida
ahura ha gí¼elto a aparecer.â€Â
“Por suerteâ€Â, se metió Gandalf,
“la tenía gente amiga.
No hace falta que les diga
que con cuidao hay que andar;
lo pior que puede pasar
es que Saurón la consiga.â€Â
“Y de hablarlo al Sarumán,
mejor que se olviden de eso;
de la angurria quedó preso
cuando se vino a enterar,
y ahura se puso a amolar
con esa cosa ’el progreso.â€Â
“Con la escusa de tener
los rodeos separaos,
quiere poner alambraos
entre heredá y heredá
pa’ quitarnos libertá
y tenernos dominaos.â€Â
“Y otra cosa más que quiere
y le anda metiendo injerto
es la conquista ’el desierto;
y estaciones con andenes
ande paren largos trenes
que lleven el grano al puerto.â€Â
“Pero hay un modo e’ cuerpiarlo
a ese futuro indino:
al pago mesmo ’el malino
vamo’ a tener que llegar
y la sortija tirar
adentro ’el Monte ’el Destino.â€Â
“Eso a mí no me parece
que vaya a ser lo mejorâ€Â,
dijo el que vino e’ Gondor.
“En vez de disperdiciarla,
yo digo que hay que llevarla
a mi tata el Denetor.â€Â
“Con el Saurón de vecino
ya no queremos vivirâ€Â
insistía el Boromir.
“No hay fortines ni zanjones
que paren a los malones
de orcos que saben venir.â€Â
“Pero usandoló al anillo
eso se arregla enseguida,
y ya pa’ tuita la vida
lo resolvemo’ al problema.â€Â
Dijo Gandalf: “¡A ese tema
mejor ni darle cabida!â€Â
“¡En contra de esa locura
este mago les alvierte!
El anillo te hace juerte
pa’ enfrentarteló al Oscuro,
pero después es siguro
que en malandra te convierte.â€Â
“¡Otra ruta no tenemos,
por favor no se conjundan!
Pa’ que a la sortija imunda
no le eche mano el canalla,
hace falta que alguien vaya
y la tire a que se junda.â€Â
“¡Se dice fácil!â€Â, gritaba
tuita la gente miedosa.
“¡Con guitarra es otra cosa!â€Â
Y ahí el Frodo se paró:
“Si no va naides, voy yoâ€Â,
dijo con voz temblorosa.
Dijo Gandalf riendosé:
“¡Qué petiso temerario!
Que naides se haga el otario,
que por mucho que se amañe
hacen falta voluntarios
que en el viaje lo acompañen.â€Â
Habló el Trancos Aragorn,
que era yerno ’el dueño e’ casa:
“Pa’ enfrentar a la amenaza
yo digo que es importante
que vaya un ripresentante
e’ cada una e’ las razas.â€Â
Y se prendió el Boromir,
con el sable y con las bolas;
por los elfos, el Legolas,
y por parte e’ los enanos
iba a dir el Guimlidiano
pa’ hacer mucha batahola.
Merry, Pipino y el Sam,
mostrando mucho coraje,
dijeron que seguían viaje
con su amigo tan valiente;
y se formó un contingente
de diferentes pelajes.
Y al ver ansí decididos
a paisanos tan redondos
a llegar hasta los fondos
e’ los pagos del Saurón,
enlleno de almiración
esto dijo don Elrondo:
“¡Nunca vide una partida
de tal bravura a porrillo!
Mientras el sol tenga brillo
siempre habrá de ricordarse
la ocasión que vino a armarse
LA COMUNIDí ’EL ANILLO.â€Â
La comunidá del anillo
Capítulo 10
Endijpué que en Rivendel
se celebró el parlamento
ande jue el reclutamiento
pa’ dir al Monte ’el Destino,
se llevó Bilbo al sobrino
pa’ darle unos elementos.
“Te viá emprestar unas cosas
que hace mucho que las guardo:
acá está la espada Dardo,
que es más que una simple lata;
a los orcos los delata
si se escuenden en los cardos.â€Â
“Y esta camisa e’ mitril
que es más juerte que el acero
pa’ que te proteja el cuero;
si la llevás bajo el poncho
no te va a hacer más rechoncho
y naides te hace otro aujero.â€Â
Le agradeció el Frodo al tío
por la espada y la camisa
que de ser motivo e’ misa
lo iban siguro a salvar,
porque el anillo llevar
no era pa’ tomarlo a risa.
Demientras don Aragorn
se despidió de su prienda,
tan linda que era leyenda:
“Tengo que dirme, mi dama,
que la patria me reclama
para que yo la defienda.â€Â
“¡Elberita te acompañe,
que sabe lo que te quiero!â€Â,
contestó la del lucero,
la mentada doña Argí¼én.
“Ojala gí¼elvas con bien;
si te pasa algo me muero.â€Â
Los herreros orejudos
a la espada de Elendil,
la vieja y rota Narsil,
en la fragua la arreglaron
y ya tuitos la llamaron
dende entonces Anduril.
Y temprano a la mañana
con mucha solemnidá,
a enfrentar la alversidá
contra el enemigo cruel,
despacito e’ Rivendel
se jue la comunidá.
Con cuidao había que andarse
si querían parar la guerra,
y por un camino e’ tierra
enfilaron rumbo al sur;
porque el ojo e’ Baradur
es uno que no se cierra.
Una banda e’ teruteru
pasó con mucho barullo,
y el mago se olió un chanchullo.
“Esos pájaros que ahí van,
conociendo al Sarumán,
son tuitos bomberos suyos.â€Â
“Va a haber que viajar de noche
sin levantar la perdizâ€Â,
les aconsejó el gris.
“En silencio hay que moverse
y cuando es de día esconderse
en el medio del maíz.â€Â
Y a la hora en que la luna
nace en el cielo y se agranda,
en pleno tuita la banda
se plantó en un descampao
por andar medio delgaos
y le entraron a la vianda.
Demientras junto al fogón
descansaban y comían,
a lo oscuro una jauría
jue a juntarse redepente,
y les aullaba y gruñía
enseñandolés los dientes.
Se tragó el Gandalf del susto
el carozo e’ la aceituna.
“¡Ahijuna con la lobuna,
ahura la tenemos gí¼ena!
¿No apercibieron lo llena
que está esta noche la luna?â€Â
Ahí se largó la pelea
en contra e’ los lobizones
que tiraban tarascones,
y uno dijo e’ sopetón:
“¿De diánde saca el Saurón
tantos sétimos varones?â€Â
¡Y viera lo que jue aquello!
Con el elfo a los flechazos,
el enano a los hachazos
y los crestianos con fierros,
no podía arrimarse un perro
sin quedar hecho pedazos.
“A ver si con este truco
tenemos algo e’ sosiegoâ€Â,
avisó el Gandalf y luego
movió en el aire un palito,
y tuitos los eucalitos
dentraron a agarrar fuego.
Y los lobos que quedaban,
con semejante fogata
que ya hasta las garrapatas
les estaba chamuscando,
salieron tuitos llorando
con la cola entre las patas.
“¡Se jueron!â€Â, decían los hobbits
y saltaban de alegría;
pero cuando se hizo e’ día
enjabonaos tuitos vieron
que ande los lobos cayeron
ni los pelos se veían.
“¡Yo sabíaâ€Â, dijo el Gandalf
“que no eran bichos cualquiera!
A andar a toda carrera
vamo’ a tener que empezar
y apurarnos en cruzar
cuantiantes la cordillera.â€Â
10/12/2005 at 16:30 #299287
BelennorParticipantCita: auriga escribió (el 09-12-2005 a las 06:17): trata de averiguar quien lo escribio ¿sipis?
para darle una ovasión
je je je
gracias por compartirlo
En verdad pase tiempo buscando el autor…pero, al igual que el que me entrego esta obra a mi…desconocemos totalmente quien es…
Disculpen…
05/02/2006 at 18:23 #299288
BelennorParticipantBueno…finalmente no pude encontrar al autor, sino que el autor me encontro a mi…y debido a esto pude obtener todos los capitulos publicados hasta el momento. El nombre del autor es Andrés Diplotti. Dejo el link de su blog, ya que ahi estan todos los capitulos que publico hasta el momento: http://pez-diablo.blogspot.com
Igualmente voy a postear los demas capitulos.
La comunidá del anillo
Capítulo 11
Los de la comunidá
se pusieron en campaña
para cruzar las montañas;
pero dir al otro lao
de aquellos picos nevaos
iba a ser tremenda hazaña.
Lo mejor era cruzar
por el paso ’el Monte ’el Cuerno,
pero ahura que el invierno
les había cortao esa ruta,
tenían que dir por las grutas
por más que juera un infierno.
Marchando duro y parejo
se llegó la compañía
hasta una puerta que había
a la orilla e’ una laguna
que nada más se veía
si la alumbraba la luna.
Ahí se soltó don Guimli:
“¡Acá está la puerta e’ Moria!
Asigún cuenta la historia,
acá en un tiempo lejano
vivían muchos enanos
en medio ’el lujo y la gloria.â€Â
Pero ahura hacía mucho
que la habían abandonao:
los enanitos cebaos
por darse la gran vidurria
cavaron con mucha angurria
y algo malino fue hallao.
Entonces les dijo el Gandalf:
“Hay que encontrar la palabra
para que esta puerta se abra.
No la sé, pero no dudo
que en el lenguaje orejudo
va a ser el abracadabra.â€Â
“¿Cómo que no la sabés?â€Â,
se encocoró el Boromir.
“¡Lo que tenemos que oír!
¡Si es pa’ golverse loco!
¡Justo a este brujo bichoco
lo teníamos que seguir!â€Â
“¿Y cómo la vas a abrir?â€Â,
el Pipino preguntó.
El mago le contestó
con un grito de enojao:
“¡Con tu melón, abombao!â€Â,
y ahí la puerta se abrió.
“¡Cha que dar con la respuesta
con promesas de castigo!
Es verdá lo que les digo,
compañeros, creanlón:
pa’ los elfos el melón
más que fruta es un amigo.â€Â
A andar por esos aujeros
se largó la compañía,
ande nunca se metía
ni un pedacito de sol,
y el Gandalf iba de guía
con el bastón de farol.
“Hay que andar con discreciónâ€Â,
el mago ya había alvertido,
pero el Pipino aburrido,
nomás de puro curioso,
tiró una piedra en un pozo
haciendo un montón de ruido.
“¿Qué hacés, petiso abombao?
¡Te dije que no alborotes!
¡Adentro de ese marote
yo no sé lo que tenés!
Tirate vos otra vez
en vez de tirar cascotes.â€Â
Pero llegó más barullo
y salieron rejucilos
por los cantos y los filos
de la Dardo y Glandrín;
se venía el orco ruin
y no era pa’ estar tranquilos
Los viajeros alarmaos
con el alboroto aquél,
se hicieron tuitos cuartel
en el fondo de la gruta
ande por la juerza bruta
quería meterse el infiel.
Por la puerta se asomaron
las cosas verdes y feas.
“Al huinca el orco cuereaâ€Â
dijo en dentrando el cacique;
ahí se vinieron a pique
y se largó la pelea.
Y empezó la compañía
a pelear echando espuma
como se defiende el puma
cuando se ve acorralao,
y a los de escracho pintao
les dieron hasta las plumas.
¡Y hasta los hobbits pelearon,
viera usté de qué manera!
Aunque altura no tuvieran,
no jue de pura chiripa
que al que muy cerca anduviera
se le cayeran las tripas.
Pero vino a suceder
que en medio e’ la mescolanza,
un orco con una lanza
al Frodo pudo llegar
y justo lo jue ensartar
en el medio de la panza.
Ahí el Sam lo pegó al grito:
“¡Amalaya, orco sotreta!
¡Con mi patrón no te metas!â€Â,
y con la juria ’el bagual
se le vino el peón tan leal
y le hizo estirar la jeta.
Y por más que jueran muchos
los que a achurarlos llegaban,
la defensa jue tan brava
que endijpué nomás de un rato
el orco que no espiantaba
estaba en la quinta ’el ñato.
Capítulo 12
Después que los aventaron
a los orcos agresivos,
se ocuparon del derribo
que le habían hecho al Frodo,
y ahí se dieron cuenta todos
que el petiso estaba vivo.
“!Ya pensábamos nosotros
que ’tábamos por perderte!
¡Esto sí que es tener suerte,
no te falta ni un pedazo!
De semejante lanzazo
no vide quien se despierte.â€Â
Les dijo el Frodo por qué
estaba entero entuavía:
“No es magia ni brujería;
por darme el tío una mano,
esta camisa de enano
me regaló el otro día.â€Â
“¡Una camisa e’ mitril!â€Â,
dijo el Guimli impresionao.
“En todo el tiempo que he andao
nunca vide nada igual.
Debe costar un platal,
y jue un regalo bien dao.â€Â
Dijo el Trancos: “Aunque sea
como patada e’ bagual,
el dolor adominal
es poco por ese ataque;
mejor que no te la saques
si no querés funeral.â€Â
“¡Tan gauchito como siempre
este don Bilbo nomás!â€Â,
dijo alegre el Samsagaz
de ver su patrón con vida.
“Viendo el modo que lo cuida,
lo quiero entuavía más.â€Â
“Gí¼eno está, ya basta e’ charla
que tenemo’ que seguirâ€Â,
los apuró el Boromir
y siguieron el paseo,
buscando casi al tanteo
la manera de salir.
“¡Vamos!â€Â, alentó el Gris.
“¡Un poquito más de aguante!
El puente de allá adelante
ya nos lleva a la salida
de esta caverna podrida
que nos ha embromao bastante.â€Â
Después de andar por las cuevas
a paso de caracol,
de pensar en ver el sol
muy contentos se pusieron;
pero ahí a los orcos vieron
con la tropilla de trol.
“¡Qué lo tiró a estos orcos,
la verdá, quién los pudiera!
¡Ya casi estábamo’ ajuera!â€Â
Pero a matar no llegaban:
disparando de algo estaban
achuchaos a la carrera.
Detrás de ellos se venía
un coso de mucho altor
con un tremendo alfajor
que verlo miedo metía,
y en la otra mano tenía
flor de látigo arriador.
Al reconocerlo el Gandalf
a aquel bicho de temer,
vio que no iban a poder
a ésa sacarla barata,
y dijo: “¡Qué mala pata!
Un Balrog tenía que serâ€Â.
“¡Acá no hay facón que valga,
no se me hagan los valientes!
Metanlé a cruzar el puente
a toda velocidá,
que al coso oscuro y ardiente
yo lo viá parar acá.â€Â
Parao en el medio ’el puente,
paisano de brava estampa,
se refaló el poncho pampa
y al bellaco entró a tantiar,
preparao pa’ abarajar
al toro por las dos guampas.
Y el otro, que era una sombra
enllena de luces malas,
abrió dos tremendas alas
como queriendo alzar vuelo,
y cruzó toda la sala
pa’ que empezara ya el duelo.
Lo esperaba listo el Gris
y chocaron los aceros.
Era duro el entrevero
pero no se echaba atrás,
y gritaba: “¡Bicho fiero!
¡Vos por acá no pasás!â€Â.
“¡No puede solo!â€Â, gritaron
los dos hombres a la par.
“¡No lo podemos dejar
esta vez en la estacada!â€Â,
y pelando las espadas
se largaron pa’ ayudar.
Pero entonces en el suelo
pegó el mago un bastonazo.
El puente se hizo pedazos
bajo las patas del coso;
pero cuando se iba al pozo
llegó a dar un chicotazo.
Más rápida que una víbora
buscó la guasca de cuero
la canilla ’el hechicero;
como un rayo lo pialó
y con juerza lo arrastró
hasta el borde del aujero.
Ahí se quedó mal prendido,
sin poder ni sostenerse;
vio que nada podía hacerse
y gritó con muchas ganas:
“¡Escapensé, tarambanas!â€Â
justito a tiempo e’ caerse.
Capítulo 13
En llegar no demoraron
a la salida e’ la cueva;
pero andar a la lú nueva
no jue cosa de alegría,
porque uno e’ la compañía
no pudo pasar la prueba.
“Lo que pasó con el Gandalf
da tristeza de verdá.
Pero no se acaba acá
la rutaâ€Â, dijo el baquiano,
“porque ahura este crestiano
va a guiar la comunidá.â€Â
“Hay que dir a Lolorién,
que ahí la gente es macanuda:
pa’ no tenerla peluda
en nuestro camino negro,
nos va a venir bien la ayuda
de los suegros de mi suegro.â€Â
Decía el Merry: “Siguro
que con locro nos invitan,
o con empanada e’ humita,
de vernos ansí delgaos.â€Â
Vieron el Monte Dorao
cayendo la tardecita.
“¡Pavada e’ monte!â€Â, dijeron
los cuatro hobbits a coro.
“Pa’ que digan que es de oro,
pucha que hay gí¼enas razones.
¡Los árboles dan melones!
¡Este pago es un tesoro!â€Â
“¡Tenga a mano!â€Â, gritó un elfo
dende arriba de un lapacho.
“Acá con el populacho
no nos hacemos los gí¼enos.
No dentra naides, y menos
estos enanos borrachos.â€Â
“¡Borracho!â€Â, la peló al hacha
muy ofendido el pequeño.
“¡Bajá, fifí, que te enseño
si es de tinto o es de blanco!â€Â
“¡Ya basta!â€Â, se metió el Trancos.
“Queremos ver a los dueños.â€Â
“Andá a avisarles que vino
el Aragorn, que se acuerden,
con Legolas Hojaverde,
don Boromir, los medianos
y el amigo Guimlidiano,
que ladra pero no muerde.â€Â
Y los llevaron a ver
a esos elfos de gran fama:
tomando mate en las ramas
de un barrigudo higuerón
estaban don Celebrón
y ’ña Galadriel, la dama.
“¡Ansina que al fin llegó
la dichosa compañía!
Ya los chasques que venían
de la estancia e’ nuestro yerno
nos dijeron que estos días
iban a pasar a vernos.â€Â
“¿Diánde está Gandalf el Gris?
¿No venían todos juntos?â€Â
“Ése es un fulero asuntoâ€Â,
les respondió el montaraz.
“Por salvarnos quedó atrás
y acabó siendo dijunto.â€Â
Les contaron cómo el mago
cayó en lo projundo e’ Moria.
“Ésa es una triste historiaâ€Â,
dijo al final la señora.
“El Monte de Oro lo llora
y lo lleva en la memoria.â€Â
“Ahura nomás quedan ocho
pa’ cumplir con la misiónâ€Â,
habló después el patrón.
“Pero con nuestra sabencia
les vamo’ a dar la asistencia
pa’ destruncarlo al Saurón.â€Â
“Este supo ser lugarâ€Â,
se puso a contar don Cele,
“de girasoles y mieles,
una tierra de leyenda.
Que ahura la sombra se estienda,
¡caracho!, sí que nos duele.â€Â
“A este alversario indino
que es más malo que la peste,
nos cueste lo que nos cueste
lo tenemos que destruir,
ansí nos podemos dir
ya de una vez pa’l oeste.â€Â
“Pero es gí¼eno ricordar
que en esta ocasión tan grave,
pa’ que de una vez se acabe
no alcanza con dar consejos;
que el elfo por elfo sabe,
pero más sabe por viejo.â€Â
“Que no me entere que naidesâ€Â,
les dijo ’ña Galadriel,
“en este viaje sin yel
se mande alguna embarrada,
y cada cual siga fiel
a la palabra empeñada.â€Â
Se puso derecho el Trancos
y le retrucó: “¡Valiente!
¡Las manos por esta gente
en el fuego pongo yo!â€Â
“Cuidaoâ€Â, Boromir pensó.
“Puede ser que esté caliente.â€Â
No se convenció la doña
y medio frunció la jeta;
nunca falta un gí¼ey corneta,
podía retobarse alguno,
y los miró uno por uno
pa’ ver si hallaba un sotreta.
“Ta’ gí¼enoâ€Â, dijo por fin.
“Parecen gí¼enas personas.â€Â
Y mandó echar una lonas
pa’ que después del asao
se sacaran lo cansao
o se durmieran la mona.
05/02/2006 at 18:31 #299289
BelennorParticipantLa comunidá del anillo
Capítulo 14
Varios días se quedaron
en el Monte de Oro aquél,
y demientras del pichel
estaban prendidos todos,
a visitarlo jue el Frodo
al espejo e’ Galadriel.
Venía diciendo el Sam:
“No me gusta hablar macanas,
no es mucho lo que se gana
mirandoló dende lejos,
pero pa’ mí más que espejo
parece una palangana.â€Â
“Pues no vengás a querer
acá lavarte las greñasâ€Â,
con severidá la dueña
jue a ponerlo en su lugar,
“que acá se viene a mirar
lo que el reflejo te enseña.â€Â
“A lo que está siendo o ya jue
puede ser una ventana,
lo que va a pasar mañana
otras gí¼eltas se aparece;
pero las más de las veces
muestra lo que tiene ganas.â€Â
Se asomó primero el Sam
nomás de curioso que era,
y vio como una escalera
que él mesmo subiendo estaba,
y se lo vía que andaba
apurado dendeveras.
Y en la mesma oscuridá
de ese paisaje baldido,
al Frodo lo vio metido
entre piedras y pastitos,
y parecía dormido
casi como un angelito.
“A este coso de mandinga
entenderlo yo no puedoâ€Â,
habló con un poco e’ miedo,
“pero una cosa comprendo:
cuando el patrón se esté yendo,
yo de mojón no me quedo.â€Â
Y cuando se asomó el Frodo
pa’ ver lo que le enseñaba,
se encontró una cosa brava
que le asustó hasta los piojos:
en el agua había un ojo
que muy fijo lo miraba.
Y puesto ahí, frente a frente
con la tremenda visión,
le jue dentrando un jabón
que lo dejó chiquitito,
porque conoció al grito
que estaba viendo al Saurón.
Se quedó medio abombao
con el ojo tan grandote,
colorao como camote
en medio ’el fuego amarillo;
y le pesaba el anillo
como tosca del cogote.
“Lo que visteâ€Â, habló la doña,
“es el ojo sin pestaña,
que busca con tanta maña
eso que llevás a cuestas
que nunca tiene lagañas
por echarse alguna siesta.â€Â
“Entuavíaâ€Â, dijo el Frodo,
“que uno no gana pa’ sustos,
este coso viene justo
a hacermelá más amarga.
Usté que la sabe larga,
¿cómo me salvo ’el disgusto?â€Â
Respondió ’ña Galadriel:
“Ah, chiquito, yo no sé,
a mí no me pregunté’
que no soy de dar consejo;
lo que te enseña el espejo,
él solo sabe por qué.â€Â
“Vas a tener que seguir
con tus miedos y tus dudas,
con poca y ninguna ayuda.
Y no vayás a fallar,
que si eso llega a pasar
no nos salva ni la ruda.â€Â
Miró el Frodo a la patrona
y le dijo sobre el pucho:
“Pa’ estas cosas no estoy ducho
y viá chingarla a la fija;
quiero darle la sortija
porque pa’ mí pesa mucho.â€Â
“¡Me la querés dar a mí!â€Â,
se cayó la elfa de traste.
“¡Pa’ qué caranchos hablaste,
venirme ansina a tentar!
Va a ser nomás empezar
que al Saurón ése lo aplaste.â€Â
“¡Qué patrona que viá ser!
¡Van a ver cómo encandilo!
¡Feroz como rejucilo!
¡Más brava que sudestada!
¡Más linda que la alborada
y cosas por el estilo!â€Â
“¡Tuitos me van a querer
si saben qué les conviene!
¡Se va a hacer lo que yo ordene
y si alguno se retoba,
yo le bajo de una soba
los humos con que me viene!â€Â
Parecía que se llevaba
todo el mundo por delante;
una cosa imprisionante
que de verdá asombro daba,
con su sortija e’ brillante
que en el dedo le chispeaba.
“La pucha que me dio juerteâ€Â,
a la final se calmó.
“Pero ya se me pasó
el antojo e’ ser más grande,
y aunque nunca a naides mande
voy a seguir siendo yo.â€Â
Capítulo 15
Muy atentos los patrones,
no podían permetirse
dejar los viajeros dirse
a buscarle la hebra al malo
ansí nomás, y regalos
trujeron pa’ despedirse.
Cinchas, sogas y otras cosas
del mejor cuero de vaca,
piedras pa’ afilar las facas,
y pa’ cuando el hambre aprieta
les llenaron de galleta
los bolsillos y guayacas.
Unos ponchos que les dieron
tenían del campo el color.
“Son frescos si hace calor
y abrigaos cuando refresca,
y sin magia al portador
lo hacen que desaparezca.â€Â
Le dio al Aragorn la doña
una funda pa’ la espada
con oro y plata bordada,
y engualichada además
pa’ que el sable nunca más
se juera a romper con nada.
Una rastra que era un lujo
le regaló al gondorino;
dos al Merry y al Pipino
como pa’ gurises hechas.
Pa’l Legolas, arco y flechas
que se vía que eran finos.
No le hizo gracia a don Cele,
y medio que se chivó,
cuando el Guimli le pidió
colorao de la vergí¼enza
a su mujer una trenza
y ella alegre se la dio.
Al Sam le dio una cajita
de abono pa’ que las flores
jueran como las mejores,
y con el de la sortija
terminó la repartija
de regalos y favores.
“A vos, que llevás el peso
más grande en esta epopeya,
te regalo esta botella
que aunque parezca de grapa,
no le va’ a sacar la tapa
que adentro hay lú de una estrella.â€Â
“No la perdás la limeta,
de noche es más luminosa.
Si se hace fiera la cosa
nunca tengás nada e’ chucho,
que esta lú es muy milagrosa
y a vos te va a cuidar mucho.â€Â
Y dejaron Lolorién
en bote por el río Grande.
¡Y no hay naides que no se ande
triste en una despedida!
Aunque tenga piel curtida,
no es raro que uno se ablande.
“¡Qué dolorâ€Â, dijo el enano,
“irse e’ tan lindo lugar!
No viá dejar de estrañar
ni una tardecita solaâ€Â,
y con su amigo el Legolas
como un gurí echó a llorar.
El Sam, medio desconfiao,
al Boromir lo miraba,
que demientras que remaba
por el río redomón
lo relojiaba al Bolsón
y se le caiba la baba.
Iba el pión muy asomao
y viendo pa’ atrás, pensando:
“A éste que le anda pasando
que tiene esa cara e’ locoâ€Â,
cuando ’el julepe por poco
tiene que seguir nadando.
“Capaz que esto que le cuento
mentira a usté le parece
o se le hacen idioteces,
pero vide un camalote
que anda siguiendo a los botes
y tiene manos y pieses.â€Â
“Es el Golumâ€Â, dijo el Trancos.
“Ese bicho e’ mala entraña
con sus tretas y cucañas
no nos deja de aguaitar.
Yo ya lo quise agarrar,
pero se da mucha maña.â€Â
Con eso ya era bastante,
pero había más razones
pa’ andarse con precauciones,
porque el río color tierra
era una región de guerra
entre gauchos y malones.
El viaje jue mayormente,
aunque había poco descanso,
sereno por el río manso.
Los miraban las garcetas,
los doraos y palometas,
los biguás, patos y gansos.
Pero a veces se ponía
lo que se dice un espanto;
pa’ no dir al camposanto
iban cuerpiando flechazos
que les tiraban al paso
los orcos de tanto en tanto.
Y al fin vieron dos colosos
que marcaban la frontera,
que era como si dijeran
enseñandolés las palmas:
“Si no se viene con calma,
quedesé del lao de ajueraâ€Â.
Dijo el Trancos señalando:
“¡Los mojones de Argoná!
La tierra a partir de acá
a heredar tengo derechoâ€Â.
Y ahí nomás se le infló el pecho
con un aire e’ majestá.
Capítulo 16
Al fin dejaron los botes
en la orilla descampada
y ya a la tierra embrujada
la podían distinguir,
pero aquello al Boromir
no le había gustao pa’ nada.
“Vamos pa’ Minas Tiríâ€Â,
le propuso a la partida.
“Que llegamos enseguida
hasta si vamos a pata,
y siguro que mi tata
nos da flor de bienvenida.â€Â
“El que insista en la frontera
pa’ mí que lo empina al codo,
que si p’allá vamos todos
a la fija caemos presos.â€Â
Le contestó el Trancos: “Eso
tiene que decirlo el Frodo.â€Â
No le gustó eso al petiso,
porque no es asunto e’ broma
cuando la sombra se asoma
decir uno lo que es gí¼eno,
y subió solo a una loma
pa’ pensarlo más sereno.
La decisión era suya
porque él era el portador.
¿Había que dir pa’ Gondor
y cubijarse en el juerte?
¿O mejor tantiar la suerte
a lo oscuro de Mordor?
Ahí le cayó el Boromir
después nomás de un ratito.
“¡Si es mi amigo el chiquitito!
¡Pero qué casualidá
venir a encontrarte acá!â€Â,
lo pegó de verlo al grito.
“Ya que estoy, ¿no precisás
ayuda, por un casual?
Yo soy un gaucho cabal
y no viá hacerme el dormido
con un amigo metido
en este merenjenal.â€Â
“No como otrosâ€Â, cabeció
p’ande estaban los demás.
“Más que nada el montaraz,
que quiere que un angelito
vaya a meterse él solito
diande no va a salir más.â€Â
El petiso respondió:
“Ya sé que no va a ser robo
meterse en la boca ’el lobo
con este coso y tirarlo,
teniendo yo que llevarlo
y aguantarle los corcovos.â€Â
“Pero más pior puede ser
si nosotros lo guardamos
y viene a buscarlo el amo.
Y yo solo no viá estar,
que el Trancos me va a cuidar
cuando a lo oscuro vayamos.â€Â
“¡No me hagas rair!â€Â, dijo el otro.
“Ese baquiano mugroso
siguro que anda e’ vicioso
pegandolé un beso al tinto.
¡Pero mirá qué distinto
este gaucho tan lustroso!â€Â
Ahí vio el Frodo que el paisano
estaba como chupao:
con los ojos coloraos
lo mesmo que dos ladrillos
buscaba espiarle el anillo
y hablaba medio achispao.
“Vamos, no pensés más,
hacé como yo te digo:
venite a Gondor conmigo
y dejate de embromar,
que el anillo vamo’ a usar
pa’ ganarle al enemigo.â€Â
Le contestó: “Yo no creo
que eso vaya a resultarâ€Â,
y le dentró a recular
maliciándolo al amaño,
“que este coso circular
nomás sirve pa’ hacer daño.â€Â
“¡Pero petiso endiablao!â€Â
al otro le dio un ataque.
“¡No sabés con ese empaque
lo cansao que me tenés!
¡Dameló si no querés
que a la juerza te lo saque!â€Â
Y ahí nomás dentró a correrlo
revoleandoló al cuchillo.
El chiquito se hizo ovillo,
pero pa’ a salvo ponerse
no tuvo otra que humo hacerse
calzandoseló al anillo.
El grandote, hecho una juria,
se hizo más loco entuavía
viendo que ya no lo vía.
“¡Esto es cosa de no crer!
¡No, si yo ya sabía
que nos ibas a vender!â€Â
“¡Habías estao esperando
que miremos pa’ otro lao
pa’ correr del disgraciao
y el anillo darle e’ nuevo!
¡Andá a saber cuánto sebo
en la mano te habrá untao!â€Â
Corría de acá p’allá
montado entuavía al picazo,
se trompezó al dar un paso
y al suelo se jue de boca;
de semejante porrazo
se le jue toda la loca.
“¡Me agarró un ataque e’ rabia,
pero ya se me pasó!â€Â,
de todo se arrepintió
tirao en el pasto blando
y lo llamaba llorando,
pero el Frodo no golvió.
Capítulo 17
Endemientras lo esperaban
a que viniera el Bolsón,
alrededor del fogón
mateaba la compañía;
en las caras se les vía
tuita la priocupación.
En medio e’ la discusión
que tenía la tropa criolla
sobre el destino e’ la joya,
bajó el Boromir del cerro
trayendo una cara e’ perro
que acaba e’ tumbar la olla.
Pasó e’ largo y jue a sentarse
sin haber dicho ni mu
a la sombra de un ombú,
y dentró a chiflar bajito
queriendo hacerse el pollito
enfrente e’ la multitú.
“¿Pasó algo?â€Â, preguntó el Trancos
mirandoló medio fiero.
El otro, camandulero,
como alvirtiendo a la gente,
contestó muy inocente:
“¿A mí me hablaba, aparcero?â€Â
“Casi na’, lo vi al petiso
y lo quise hacer que vea
que no iba a ser gí¼ena idea
rumbiar pa’ lo del malvao;
que es un pago endemoniao
y está lleno e’ cosas feas.â€Â
“Todo eso yo le dije
y lo invité muy cordial
pa’ dir a la capital.
No me doy cuenta por qué
se hizo invisible y se jue,
como tomandoló a mal.â€Â
Saltó el Trancos de una forma
que ni mordiendo un ají.
“¡Y ansina nos lo decí’!
Andá a saber qué macana
se mandó este tarambana
que asustó al pobre gurí.â€Â
“Ya endijpué vamo’ a charlar
qué le hiciste a la criatura.
Portate con derechura
y ayudanos a buscarlo,
que tenemos que encontrarlo
antes que haga una locura.â€Â
Ninguno puso en la busca
más ganas que los gurises,
que diban muy infelices
llamandoló por ahí,
mientras Sam, lo que se dice,
andaba hecho un ay de mí.
“¡A saber por diánde se anda!â€Â,
se desesperaba el pión.
“Conociendo a mi patrón,
hasta puede ser capaz
de dirse él solo nomás
a los pagos del Saurón.â€Â
“Calmate un pocoâ€Â, se dijo,
“vos ya no estás pa’ estos trotes.
A ver, usalo al marote:
si el río quiere cruzar,
¡se va a tener que llegar
ande dejamos los botes!â€Â
Le metió pata y llegó
cuando una barca en las olas
se soltaba de la piola
y se diba en la corriente;
y se remaba ella sola
buscando la orilla e’ enfrente.
“¡No se me vaya, don Frodo!
¡Yo me quiero ir con usté!
¡No me deje, llevemé,
que si no, no sé si aguanto!â€Â
Y pensó el Frodo: “¡Dios santo!
¡Me encuentra aunque no me ve!â€Â
“¿Qué querés, atarantao?
¡Siempre me estás jorobando!
¿No sabés que no me mando
con estas cosas la parte?
¿Y que no puedo llevarte
ni que sea de contrabando?â€Â
“¡No me diga eso, patrón!
¿Por qué me trata tan mal?
¡Yo lo viá seguir igual!â€Â
Y viendo esa tozudez,
dijo el Frodo: “¿Que no ves
pa’ diánde voy, animal?â€Â
Pero el Sam, muy decidido,
le chantó: “¡Me importa un cuerno!
Aunque vaya al mesmo infierno
me va a tener a su laoâ€Â.
Y el Frodo quedó encantao
con el discurso tan tierno.
“¡Ta’ gí¼eno, te llevo!â€Â, dijo
cayendosé a carcajadas.
“Dejate e’ mariconadas
y ya de una vez subiteâ€Â,
y el otro acetó el convite
con la sonrisa colgada.
“¡Espere un cacho!â€Â, le habló
al patrón muy animao,
y se preparó un atao
ande puso lo que pudo
de lo que les habían dao
pa’l viaje los orejudos.
“Listo el pollo, patrónâ€Â, dijo
golviendo con el paquete.
“Llevar esto no es al cuete,
que ande tenemos que dir
siguro nos va a servir
para salvar el rosquete.â€Â
Y ansí, con el Sam y el Frodo
que lo cruzan al Anduín
y con rumbo al Orodruín
se pierden en el polvillo,
La comunidá ’el anillo
acá ya llega a su fin.
05/02/2006 at 18:41 #299290
BelennorParticipantA continuación comenzaré a postar la segunda obra de nuestro querido autor Andrés Diplotti. Se trata de la adaptación del libro "Las dos Torres", de nombre La yunta e’ torres.
La yunta e’ torres
Capítulo 1
Cuánto ha no se ve flamear
este gauchesco estandarte,
porque no es un fácil arte
juntar de un verso las rimas;
pero al fin ya se aproxima
la ansiada segunda parte.
Quedamos la última vez
que el Sam y el Frodo, los dos,
sin decirle a nadie adiós
pa’ Mordor pusieron rumbo,
y los otros a los tumbos
andaban llamandolós.
Un rastro buscaba el Trancos
que se pudiera seguir.
Una loma entró a subir
y cuando arriba llegó,
la trompa e’ línea escuchó
que tocaba el Boromir.
Ahí nomás apretó el paso,
el alma miñangos hecha,
apurao por la sospecha
de lo que había pasao;
pronto lo encontró tirao
y medio adornao con flechas.
“Se vinieron unos orcosâ€Â,
pudo sacar del garguero,
“y los maulas les pusieron
a los gurises maneas.
Yo les quise dar pelea
y me aujerearon el cuero.â€Â
“¡Y todo por culpa mía!
¡La embarré hasta la berija!
Lo mesmo que lagartija
sin cola pegó un espiante
el Frodo, porque quise antes
manotiarle la sortija.â€Â
“¡Andá a defender la patria
y no te me echés pa’trás!
¡Gí¼ena suerte, montaraz!â€Â
Y en el medio e’ los rastrojos,
cerró el Boromir los ojos
pa’ no abrirlos nunca más.
El Trancos se quedó un rato
al lado ’el fiambre entuavía,
rezó unos avemarías
por el alma del finao
y lo soltó al entripao
que aguantar ya no podía:
“¡Caracho! ¿Por qué se tiene
que morir la gí¼ena gente?
¡Era un criollo tan valiente
que si se golvió ladrón,
jue nomás por tentación
de la sortija indecente!â€Â
Endijpué de un rato el elfo
y el enanito llegaron,
y turulatos quedaron
con el Boromir tan quieto.
Ahí nomás se persinaron
pa’ enseñarle su respeto.
Y como vieron los tres
que pa’ darle sepultura
la tierra estaba muy dura
y tapada de cascotes,
lo mandaron en un bote
al río con amargura.
A lo mejor más abajo
un gí¼en gaucho lo encontraba
y una fosa le cavaba
pa’ acostarlo a descansar.
Mucho después se contaba
que el bote llegó hasta el mar.
Un tape e’ los del malón
hallaron entre unos yuyos,
que el Boromir con orgullo
sin ponerse colorao
al hoyo había mandao
antes de encontrar el suyo.
Tenía puesto un poncho negro
con aujeros en la tela;
como picada e’ viruela
era la cara deforme.
Pa’ ser un orco era enorme,
y más fiero que su abuela.
“La pucha que era julero
el bichoâ€Â, dijo el enano,
“que al más bravo e’ los paisanos
del miedo lo despeluza.
¡Si hasta parece una cruza
de un orco con un crestiano!â€Â
Dijo el baquiano: “No vide
cosa igual ni estando en tranca.
¡Y miren! Tiene en el anca
marcada el pelafustán
a fuego la mano blanca
del malandra Sarumán.â€Â
“Los petisos a la fija
se los llevan a Isengar.
De dirlos allá a buscar
hay que tirarnos el lance,
porque del Frodo cuidar
ya está juera e’ nuestro alcance.â€Â
“No nos quedemos sentaosâ€Â,
dijo y dentró a dirigirlos.
“Se va a hacer robo seguirlos,
porque cuando anda en tropel
sabe dejar el infiel
un rastro pa’ repartirlo.â€Â
Y cuando por un casual
topaban con un escollo,
una charca o un arroyo
ande la huella estraviaban,
pronto el Trancos la encontraba
y continuaban los criollos.
No se paraban por nada
pa’ los chiquitos salvar,
y casi sin descansar
iban corre que te corre
con rumbo a la oscura torre
que quedaba en Isengar.
Capítulo 2
Endemientras los demás
corrían levantando tierra,
andaban de suerte perra
los hobbits, el Sam y el Frodo,
porque no hallaban el modo
de bajarse de unas sierras.
“Me pareceâ€Â, dijo el Sam,
“que por acá ya pasamos.
¿No se le hace el desparramo
ése e’ piedras conocido?
Me malicio que perdidos
por estas sierras andamos.â€Â
El Frodo le contestó:
“Tenés más razón que un santo.
¡La pucha! Endijpué e’ tanto
hacer de juerza derroche,
se nos va a venir la noche
sin haber hecho adelanto.â€Â
A una paré se arrimaron
y con yuyos y palitos
se agenciaron un bendito
pa’ no dormir al sereno.
Cuando lo esperaban menos,
escucharon un ruidito.
Alvirtieron que uno andaba
aguaitando dende arriba:
bajando las piedras iba
esa cosa nunca vista
que porfiaba en seguir viva
dende el tiempo e’ la conquista.
El viejo dueño ’el anillo,
el Golum, de horrible facha,
que hacía vida e’ vizcacha
y nomás salía a lo oscuro,
andaba pegao al muro
lo mesmo que cucaracha.
Bajo la luna se vía
esa cosa repelente;
ya ni parecía gente
de los años que cargaba,
y medio torcido hablaba
porque le faltaban dientes.
“¿Ande se habshán estu’ hobbi’
metido que no lo’ vemo’?
En cuantito lu’ encontshemo’
lu’ vamo’ a mandá p’al hoyo.
Pacencita, mi tesoyo;
pshontito no’ yeuniremo’.â€Â
Apenitas llegó al suelo
se jueron encima ’el flaco
y le dieron pa’ tabaco
por izquierdo y por derecho,
hasta dejarlo maltrecho
como poncho calamaco.
“¡Hasta acá llegaste, maula!â€Â,
el Samsagaz le chantó,
y de costao lo voltió
pa’ maniarlo con la soga.
El otro casi se ahoga
con el dolor que le dio.
“¡Amalaya! ¡Esta cosa
nos quema como cashbón!
¡Vení acá, hobbi’ panzón,
disgraciáu y catingudo!
¡Sacano’ este coshdón,
que es cosa e’ lo’ oyejudo’!â€Â
“¡Callate!â€Â, le dijo el Frodo.
“Te vamo’ a sacar los tientos,
pero si hacés el intento
de fugarte, y no es de broma,
te estaquiamo’ a que te coma
cualquier bicho que ande hambriento.â€Â
“¡Decí que vas a portarte!â€Â,
le pegó enojao el grito,
y el otro se hizo chiquito.
“Por el tesoyo juyamo’
que acá en adelante vamo’
a sé gí¼enos, patshoncito.â€Â
Estaba el Sam como loco:
“¡No le haga caso, patrón!
En cuantito una ocasión
encuentre este sabandija,
va a llevarse la sortija
y a dejarnos de mojón.â€Â
Dijo el Frodo: “Yo tampoco
quiero andar e’ cuidador,
pero este bicho traidor
que conoce la frontera
va a enseñarnos la tranquera
por ande se entra a Mordor.â€Â
“¡Patshoncito ’tá mamáu!
¡No lo pensamo’ llevá!
Vigilando por allá
andan tuito’ lo’ capanga’
que le van a cai’ en manga
si se les llega a asomá.â€Â
“Si querés o no querésâ€Â,
dijo el Frodo, “me da igual.
No te retobés, bozal,
y enseñanos el camino.â€Â
Y al Golum, que era ladino,
se le ocurrió algo bestial.
“Le insistimo’, patshoncito,
que eso es una chifladuya,
peyo si a la tieya oscuya
sigue empeyao en dentshale,
podemo’ yecomendale
una yuta más seguya.â€Â
“Hay como unas escaleyas
po’ ande hay que di’ primeyo,
y endijpué hay un aujeyo
que atshaviesa la montaña.
No vive ninguna ayaña,
en esto somo’ sinceyo’.â€Â
“Tá gí¼enoâ€Â, le dijo el Frodo.
“Mostranos por diánde es.
Endijpué, si no querés,
ya no nos seguís pa’dentro.â€Â
Y partieron al encuentro
del malo e’ una gí¼ena vez.
Capítulo 3
El Meriadoc y el Pipino
pa’ disgustos no ganaban:
al lomo se los cargaban
como bolsas de arpillera
los orcos, que a la carrera
de guapo se los llevaban.
Los cosos fieros andaban
rumbo a lo del Sarumán.
Le metían mucho afán
porque detrás, en sus fletes,
venían unos jinetes
de los pagos de Rohán.
Cuando vieron la partida
pronto apretaron el paso
y les tiraban flechazos
a los milicos montaos,
y los petisos, maneaos,
temblaban del jabonazo.
Pararon a descansar
cuando el blanco quedó lejos,
y ahí los capitanejos
en el medio ’el descampao
se juntaron en consejo
a puro grito pelao.
Opinó uno: “Vamos lerdo,
huinca nos anda siguiendo,
y priegunto, yo no entiendo
por qué no cueriar cautivos.â€Â
Le dijo otro: “Llevar vivos
igual que patrón diciendo.â€Â
El primero dentró a rairse:
“¡Mirenló al cara e’ bizcocho
siguiendoló al viejo chocho!â€Â
Y se largó una reyerta
ande con la panza abierta
terminaron más de ocho.
Le ganó el cara e’ bizcocho
al que se burló insolente,
y le mandó a la otra gente:
“¿Alguien más con gana e’ risa?
Yo pa’ dar otra paliza
no teniendo inconveniente.â€Â
“Sabiendo tuitos ustedes
yo cumplo cuando amenazo.
Haciendomé tuitos caso
y al que se retobe, ¡guay!
que nosotro’ lo’ urujay
no dudamo’ pa’l lanzazo.â€Â
Con miedo y en voz bajita
discutió la multitú
y seguir al jefe Uglú
decidió la orcada en pleno,
porque vieron que era gí¼eno
pa’ quitarles la salú.
“¡Ya no seguimo’ juyendo!
Al huinca esperarlo acá
y hasta fleco e’ chiripá
cortandolé cuando venga.â€Â
Contestaron a la arenga
al grito: “¡Ioká-ioká!â€Â
Y a la vez todos los orcos
empezaron una danza
con mucho batir de lanzas
y alaridos de alegría.
¡Pucha, qué miedo metía
toda aquella mezcolanza!
Endemientras el Pipino,
que chiflaba distraído,
con un cuchillo perdido
en el medio ’el entrevero
se puso a cortar el cuero
que lo tenía oprimido.
“Tamos fritosâ€Â, dijo el Merry
en los soldados pensando.
“Cuando vienen degollando
pa’ cargarse algún malón,
no prieguntan cuántos son
sinó que vayan pasando.â€Â
“Pa’ cuando vean qué somos
vamo’ a estar sin chinchulín.â€Â
Cuando llegaron al fin
y se largó el mar de gritos,
un orco a los dos chiquitos
los agarró de la crin.
“Llevandomelós conmigoâ€Â,
iba diciendo muy fresco.
“Cuando vea qué le ofrezco,
patrón ponerse contento.
¡Yo al Gran Ojo lo obedezco,
no a ningún brujo mugriento!â€Â
Y muy tarde se dio cuenta,
arrastrando a los petisos
y riendosé del mestizo,
que le salió mal el truco,
cuando un tiro de trabuco
lo desparramó en el piso.
Ansina echao el Pipino,
aplastao junto al despojo,
se sacó los tientos flojos
y lo desmanió al pariente,
y se jueron, muy prudentes,
gatiando entre los abrojos.
“Fijate vosâ€Â, dijo el Merry,
“si es tenerla regalada
que sin haber hecho nada
zafamo’ ’el embrollo aquélâ€Â,
señalando ande al infiel
sobaba la milicada.
“La verdáâ€Â, contestó el otro,
“que salvamos el rosquete,
pero va a ser tuito al cuete
si nos llegan a encontrar.
Pa’ aquel monte hay que enfilar
aunque nos falte machete.â€Â
Ansina, bien despacito,
arrastrandosé en los yuyos,
se alejaron del barullo
que se vía bien fulero,
y en el monte se escondieron
que les hablaba en murmullos.
Capítulo 4
Buscando a los dos chiquitos
los compañeros seguían.
Diban por el cuarto día
de darle duro y parejo,
cuando vieron a lo lejos
que encima se les venían.
“Son jinetesâ€Â, dijo el elfo
que tenía vista e’ lince.
“Son como unos ciento quince
con uniforme entrazaos,
dos caballos desmontaos,
y hay uno con un esguince.â€Â
Ahí llegaron los milicos
no mucho rato después,
y encerraron a los tres
ordenaos como en desfile,
con los sables y jusiles
brillando con altivez.
“¡Tenga mano, tallador!â€Â,
los encaró el capitán.
“En los pagos de Rohán
no dentra cualquier pelao.
Van a esplicarme qué están
buscando por estos laos.â€Â
“Le andamo’ atrás a unos orcos
pa’ limpiarles la carachaâ€Â,
dijo el Guimli e’ mala facha.
“Digamé quién lo priegunta
si usté no quiere hacer punta
debajo el filo e’ mi hacha.â€Â
“Señor enano insolente,
soy el comendante Eumer,
y yo quisiera saber,
si prieguntarles se puede,
quién caracho son ustedes
pa’ acá venirse a meter.â€Â
“Tá gí¼eñoâ€Â, se metió el Trancos,
“no peliemos que es al ñudo.
Acá el amigo orejudo
es Legolas, y el enano
que se ve tan yesquerudo
se llama don Guimlidiano.â€Â
“¡Y yo me llamo Aragorn,
heredero de Elendil!â€Â
y la peló a la Anduril
pa’ enseñarla al comendante.
El sable estaba brillante
como si juera un candil.
Le pintó rápido el cuento
al que montaba el corcel:
la salida e’ Rivendel,
lo del Boromir y el mago,
y que llegaron al pago
persiguiendoló al infiel.
“De no crerâ€Â, decía el otro
y se rascaba la porra.
Golvió a calzarse la gorra
y prieguntó respetuoso:
“¿Qué pasó con esos cosos
pa’ que sin pingos los corran?â€Â
“Agarraronâ€Â, dijo el Trancos,
“a dos compañeros nuestros
llevandolós con cabestros,
por estos rumbos juyendo.
La huella vamos siguiendo,
que pa’ esas cosas soy diestro.â€Â
Le contestó el comendante:
“Esos orcos, sepalón,
los quemamo’ en un jogón
endijpué de la pelea.
Por allá entuavía humean
como achuras al carbón.â€Â
“Por un casualâ€Â, dijo el Trancos,
“en el medio de ese guiso,
¿no habrán visto unos petisos
que de altor poquito miden?â€Â
“A ésos sí que no los vide;
nomás orcos y mestizos.â€Â
“Si es cierto lo que decís,
ésa sí que es cosa raraâ€Â,
comentó estrañao don Ara.
“No me los huelo dijuntos.
A ver si todo este asunto
de una gí¼ena vez se aclara.â€Â
Les esplicó el comendante
que se estaba haciendo oscuro
y que andaba con apuro
por dirse con sus jinetes,
y les prestó un par de fletes
para el camino tan duro.
“Anden con tiento en el monte,
ahí se aparece la viuda.
Pasensé a prestar ayuda
cuando ya de gí¼elta estén,
que mi tío don Teodén
se la está viendo peluda.â€Â
“Entran y salen los orcos
como si juera su casa,
además nos amenaza
don Sarumán, el vecino,
y encima el patrón se pasa
escuchandoló a un ladino.â€Â
El Aragorn contestó:
“Lo viá ir a ver a don Teo.
El asunto está más feo
de lo que vos me contás.
Ya no va a durar la paz:
se viene flor de aporreo.â€Â
El Trancos de un solo salto
montó el pingo más grandote;
diba en pelo y del cogote
el Legolas agarrao,
y el enanito, enancao,
diba como perro en bote.
Y allá salieron montaos
al azulejo y el bayo,
galopando como rayo
y asustando a las perdices
en busca e’ los dos gurises
por el pago e’ los caballos.
05/02/2006 at 18:45 #299291
BelennorParticipantLa yunta e’ torres
Capítulo 5
El Sam y el Frodo con rumbo
de la frontera seguían,
y el Golum, con su baquía
de la pampa y el desierto
les diba haciendo de guía
por la ciénaga e’ los muertos.
No era muy lindo el camino
que el bicho les enseñaba:
con esjuerzo se arrastraban
por esteros y bañaos
ande caras de finaos
dende abajo los miraban.
No se vían pajaritos
que sacudieran las alas,
bichos ni hacienda baguala:
nomás silencio y quietú.
Andaban con lentitú,
siguiendolós la luz mala.
En ese barro jediento
hasta el upite enchastraos,
bajo un cielo encapotao
y con ganas de chubasco,
aguantaban miedo y asco
los dos hobbits asariaos.
Se pusieron los petisos
alegres cuando al final
salieron del fachinal,
y el contento jue más hondo
cuando salió el sol redondo
más luminoso que un rial.
Pero al bicho flaco y fiero
no le gustaba la lú:
le hacía mal a la salú
y por eso pegó un grito,
y a echarse jue derechito
a la sombra de un ombú.
“¡Tán locos pa’ que les guste
esa cosa tan quemante!
Va a valé má que se aguanten,
porque demientsha’ haya sol
ni el Golum ni el Esmeagol
pensamo’ seguí adelante.â€Â
“¡Encima e’ fiero, haragán!â€Â,
andaba insistiendo el pión.
“¡Echeló e’ una vez, patrón,
y que se pierda en la selva!
¡Tirelé con un toscón
pa’ que entienda que no gí¼elva!â€Â
“No, Samâ€Â, lo paró el Frodo,
“tiene razón la cosa ésta.
Si andamo’ con sol a cuestas
puede verno’ algún sotreta.
Comamo’ un poco e’ galleta
y durmamonó’ una siesta.â€Â
Mientras dormían los hobbits
con el canto e’ las chicharras,
comiendosé una mojarra
cruda y sin destripar
dentró el Golum a payar
él solito y sin guitarra.
“E’ gí¼enito el Esmeagol,
él les hizo una pshomesa
a lu’ hobbi’, y eso pesa
pa’ seguí con el asuntoâ€Â,
y él se hacía el contrapunto
con voz un poco más gruesa:
“Dígame usté, compañeyo,
y conteste con pshudencia,
si aguanta’le la insolencia
a estu’ hobbi’ no es al cuete.
Dejesé de sé alcahuete
y agaye su peshtenencia.â€Â
“No pudemo’, mi compadshe,
entiendaló, no sea malo:
¿Me pide que mate a palo
al Fshodo, mi patshoncito?
¿O que vaya despacito
y me ponga a acogota’lo?â€Â
“No invente lo que no dije
ni me tuerza la intención:
yo no digo que al patshón
tengamo’ que hace’le nada.
Otsha cosa es el panzón
del mondongo y la papada.â€Â
“Con el hobbi’ goshdo y feo
hay que sé gí¼eno’ también,
po’ más que como yecién
nos diga que nos vayamo’.
¿No se acueshda que juyamo’
que vamo’ a poshta’no’ bien?â€Â
“Que tenemo’ que sé’ gí¼eno’
acá no está en discusión,
peyo piense, cabezón:
¿Le payece e’ gí¼en crioyo
anda’ llevando el tesoyo
pa’ que lo tenga el Sauyón?â€Â
“Tiene yazón, esa cosa
de gí¼ena no tiene ná.
Por eso vamo’ a pasá
por ande vive la doña,
pa’ que ella con su ponzoña
les enseñe a no embshomá.â€Â
“¡Sí señó, a lo de la doña!
Y quién no le dice a usté
que el tesoyito nos dé
endijpué e’ manda’lo’ al buche.
¡Y ya naides más nos ve,
po’ más que sí nos escuche!â€Â
“Hay que vé cuando a lo’ dó
se lo’ coman como yosca
cuando caigan como mosca
en la tela de la ayaña.
La veshdá que a mí me estshaña
que mejó no nos conozcan.â€Â
Y cuando a un entendimiento
con él mismo hubo llegao,
se durmió todo enroscao
y soñó con la sortija
aquel bicho sabandija,
maula, feo y disgraciao.
Capítulo 6
Andaban Pipino y Merry
perdidos en la espesura,
temerosas las criaturas
de alguna víbora hallar
que les pudiera dejar
una flor de mordedura.
“¡Otra gí¼elta acá en el monte!â€Â,
soltó el Pipino con ira.
“¡Si hasta se me hace mentira,
con esta ya van dos veces!
Y pa’ colmo, me parece
que los árboles nos miran.â€Â
“¡Qué tal si cierran el pico!â€Â,
les gritó un palo borracho.
“¡Dejenmé dormir, caracho!
¿No puede uno descansar
sin que vengan unos guachos
a ponerse a jorobar?â€Â
“¡Amalaya, estos son orcos!
¡Menos mal que estoy dispierto!
Si no, ya estaría muerto
en vez de parao y firme.
No crean que van a engrupirme.
Me quieren talar, ¿no es cierto?â€Â
“¡A gí¼en mate van por yerba!
Aunque me dure la mama,
con este ent de larga fama
canoas naides va a hacerâ€Â,
y dentró a agitar las ramas
queriendosé defender.
“¡Ta gí¼eno!â€Â, dijo el Pipino,
“¡Don palo, sosieguesé!
No parecemos, vea usté,
infieles ni por asomo.
Nosotros dos hobbits somos
acá donde usté nos ve.â€Â
“Venimos de la Comarca.
Pipino Tuk yo me llamo,
y éste es Merry Brandigamo,
que es mi aparcero y mi primo.
De los orcos escapamos
y en el monte nos perdimos.â€Â
Achicó el palo los ojos
porque andaba viendo doble.
“¿Que no son esas innobles
criaturas? Me alegro mucho.
Hace largo que no lucho
y ya no soy ningún roble.â€Â
“Disculpenâ€Â, dijo la planta
sacandosé un nido e’ hornero
que llevaba de sombrero,
“pensé que eran bichos malos.
Me dicen el Barba e’ Palo
y soy de árboles arriero.â€Â
“¿Ansina que los mocitos
se perdieron en mi pago?
No teman ningún estrago
de la gente de mi raza.
Acompañenmé a mi casa
y nos tomamo’ unos tragos.â€Â
En los hombros los sentó
y trató de andar derecho,
y después de hacer un trecho
llegaron a una cañada
con una parra de techo
y en el fondo una cascada.
De una botella e’ ginebra
en unos vasos sirvió,
de un taco el suyo vació
y todos volvió a enllenar.
“Yo tomo para olvidar
la ingrata que me dejó.â€Â
Se le vía que al nuembrarla
le temblaban las espinas.
“¡Vieran qué linda mi china!
¡Otra como ella no hay!
¡Perfumaba la colina
con jazmín del Paraguay!â€Â
“¡Pero si nomás de verla
me daba felicidá!
Andaba de acá pa’llá
con la gracia de una dama,
clavel del aire en las ramas
y flor de jacarandá.â€Â
“Figurensé que habrá sido
grande mi desolación
cuando en aquella ocasión
se me jue con los retoños.
Dende entonces es otoño
pa’ siempre en mi corazón.â€Â
“Una gí¼elta, al regresar
de un arreo de araucarias,
buscando la hospitalaria
fragancia de su madera,
tan sólo hallé la tapera
muda, triste y solitaria.â€Â
“Acaso halló quien le dé
las cosas que yo no pude.
La soledad me sacude:
ya no hay en mis días grises
quien a podarme me ayude
o me riegue las raíces.â€Â
“Supe que no iba a hallar nunca
otra que juera tan bella
y me prendí a la botella
pa’ curarme de este daño.
Hace como tres mil años
que no sé más nada de ella.â€Â
“No queda en la Pampa Media
quien como yo la recuerde.
Iba siempre de hojas verdes,
juera setiembre o abril.
¡Tu recuerdo, Fimbretil,
como carcoma me muerde!â€Â
Al fin se quedó dormido,
casi como de improviso.
Se agenciaron los petisos
con hojitas una alfombra
y se echaron a su sombra
a hacer la siesta en el piso.
Capítulo 7
Revolvían los rastreadores
cerca e’ la selva maciza
entre el montón de cenizas
que quedaron del jogón
y hallaron sólo un botón,
quién sabe de qué camisa.
No había de los petisos
ningún rastro, y pa’ pior
la madrugada anterior
antes que cantara el gallo
les espantó los caballos
uno con un arriador.
Dijo el enano: “Pa’ mí
que era el mago Sarumán,
viejo con cola e’ alacrán
que si llego a verle el gorro,
a hachazo limpio lo corro
lo mesmo hasta el Tucumán.â€Â
“Gí¼enas tenganâ€Â, dijo un viejo
que apareció redepente.
“Si andan buscando a una gente
chiquita que anda perdida,
yo sé de muy gí¼ena juente
que están a salvo y con vida.â€Â
“¡Ahura vas a ver, sotreta!â€Â,
lo amenazó el Guimlidiano.
“¡Te va a enseñar este enano
a espantar pingos, matrero!â€Â,
y ahí al humo se le jueron
con las armas en las manos.
Pero ni una le acertaron
de los saltos que pegaba.
“¿Qué modo es ésteâ€Â, gritaba,
“de recebir a un amigo?
¡Nomás esto me faltaba!
¿No distinguen paja e’ trigo?â€Â
“¡A la pucha, éste es el Gandalf!â€Â
soltó el Legolas feliz.
“Decí, ¿de dónde venís?
¿Qué fue a la final en Moria?
Contanos toda la historia.
¿Por qué ya no andás de gris?â€Â
“¡No me hablen de aquel lugar
ni me hagan que rememore!
Que me van a hacer que llore
ricordando el pozo oscuro.
¡Con lo que pasó, siguro
va a hacerse mucho folclore!â€Â
“Endijpué e’ mucho caer
llegamo’ hasta el fondo del pozo
con aquel bicho asqueroso
que me tiró el chicotazo.
¡No quieran ver qué porrazo!
¡Qué ricuerdo doloroso!â€Â
“Apagó ahí nomás el fuego
y se me jue el muy lagaña,
pero yo, que me doy maña,
lo corrí por los aujeros
y en la punta e’ la montaña
lo alcancé al bicho rastrero.â€Â
“Y allá arriba, entre las nubes
y bien cerquita del cielo,
se largó nomás el duelo
que jue de juerza un derroche.
Cuatro días con sus noches
peleamo’ en el medio ’el yelo.â€Â
“Al fin, al coso agotao
y medio dijunto ’el hambre
le dio en la pata un calambre
y lo mandé a mejor vida.
Pero la ligué tupida
y también terminé fiambre.â€Â
“Rumbiando pa’l Paraíso
con San Pedro me encontré,
y unos mates me tomé
pero no pude estar largo,
porque yo tengo un encargo
que entuavía no terminé.â€Â
“Lindo cuentoâ€Â, dijo el Trancos.
“¡Y llega a tiempo también!
Si están los gurises bien
como nos andás contando,
es hora e’ dir enfilando
pa’ la casa e’ don Teodén.â€Â
“Va a haber que dentrar a andar,
que las monturas han juido.â€Â
Dijo el mago divertido:
“¿En serio me lo decís?â€Â,
y pegó endijpué un chiflido
que se oyó en medio país.
Contestaron tres relinchos
a la llamada del viejo,
y se vinieron de lejos
en gallarda cabalgata
el bayo y el azulejo
y uno más con pelo e’ plata.
“Aquél es el Sombragrís,
entuavía medio bagual,
un caballo sin igual
como no se ha visto otro.
¡Miren qué pedazo e’ potro!
¡Vean qué bestia, qué animal!â€Â
“Ninguno se da como éste
en galopear tanto afán.
Al moro y al alazán
les gana cualquier domingo
este patrón de los pingos
de los pagos de Rohán.â€Â
“Ninguno pudo domarlo
hasta que lo agarré yo.
Don Teo me lo regaló
pero le gustó bien poco,
y ahura se anda haciendo el loco
y me porfía que no.â€Â
Montaron a la final
las bestias galopeadoras,
y sin almitir demora
salieron los compañeros
más rápido que ligero
poniendo rumbo pa’ Edoras.
Capítulo 8
Armó a la hora e’ comer
el Golum un reñidero:
al Sam lo peliaba fiero
y gritaba que era un brujo
porque preparó un puchero
con las liebres que le trujo.
El otro le retrucó:
“¡No digás más disparates!
El hocico ése callate
y ponele alguna tapa,
y andá a buscarme unas papas,
batata, choclo y tomate.â€Â
“¡Andá a buscátelas vó,
panzudo cabeza e’ buyo!â€Â,
y se alejó entre murmullos,
no juera a pedirle ayuda.
“¡Con lo gí¼enas que son cshudas,
las quieye quemá con yuyos!â€Â
Cuando estaban ya los hobbits
tragando que daba gusto,
de entre medio e’ unos arbustos
salieron unos soldaos.
Casi se mueren del susto,
y además, atragantaos.
“¡Vea usté a estos dos petisos!â€Â,
habló en llegando el primero.
“¿No le dije yo, aparcero,
que por acá había gente?
¡A veinte leguas se siente
el olor de este puchero!â€Â
“Por mucho que se comente
del que come y no convida,
si andan buscando comida
les cuento que no hay pa’ todosâ€Â,
los anotició el Frodo,
“ansí que mejor se olvidan.â€Â
“¡Qué me va a importar a mí
si tiene mucha o poquita!
Hasta la última ramita
me apaga, ¿comprende, amigo?
¡Haga ya lo que le digo,
no quiera que le repita!â€Â
Los llevaron a esconderse
en el medio e’ un matorral.
“La van a pasar muy malâ€Â,
dijeron, “si no se callan.â€Â
Contestó el Sam: “¡Amalaya!
¡Mire qué cacho e’ animal!â€Â
Un bicho ’el tamaño e’ un rancho
venía aplastando los yuyos
y haciendo mucho barullo
con una trompa muy larga.
Llevaba a manera e’ carga
encima ’el lomo un mangrullo.
La pampa toda temblaba
debajo e’ las patas gruesas,
y atrás de la bestia ésa
caminaban unos pardos
que andaban llevando fardos
encima de la cabeza.
Con la quijada en el suelo
y los ojitos fugaos,
dijo el Sam entusiasmao
viendo pasar al gigante:
“¡Mire usté, es un olifante!
¡Se viene un circo al poblao!â€Â
Lo hizo callar el milico:
“¡Qué circo ni qué ocho cuartos!
Éstos son unos lagartos
que vienen a conchabarse
con el Saurón, pa’ engancharse
cuando haga e’ tierras reparto.â€Â
Cuando menos lo esperaban
se vino la acometida:
se apareció una partida,
ninguno vido de diánde,
que espantó al bicho tan grande
y a naides dejó con vida.
“Van a venir con nosotros
ya que acabó el amasijoâ€Â,
uno e’ los soldaos dijo,
y como quien chivos lleva
los jue arriando hasta una cueva
que usaban como cobijo.
“Yo me llamo Faramirâ€Â,
dijo el jefe ’el contingente.
“Me cuenta acá el suteniente
que andaban por Itilién.
¡Les conviene que me cuenten
qué buscaban, por su bien!â€Â
“Le cuento lo que haga falta,
capitán, no se me agiteâ€Â,
y contestanto el envite
con toda tranquilidá
le habló e’ la comunidá
que se armó con gente e’ elite.
El rubio se conmovió,
se le conoció en la pose.
“¿Ansina que lo conocen
a mi hermano el Boromir?
¿Y qué esperan pa’ decir
puánde se anda? ¿Que los trocen?â€Â
“Vaya a saberâ€Â, contestó.
“Nos separamos por juerza.
Jue en una ocasión alversa
yendo pa’ Minas Tirí.
Si lo busca por ahí,
en una de ésas conversan.â€Â
Pero no dijo ni mú
de que le quiso robar.
De aquello, mejor no hablar,
que podía darle vergí¼enza,
o tomarlo como ofensa
y mandarlos estaquiar.
El otro respondió al fin:
“Ya vamo’ a ver si eso es cierto.
Endemientras, les alvierto
que no salgan del cuartel.
Bastante con el infiel
tenemos ya en el desierto.â€Â
05/02/2006 at 18:46 #299292
BelennorParticipantLa yunta e’ torres
Capítulo 9
El enanito y el elfo,
el mago y el montaraz
llegaron al fin nomás
por un asunto e’ importancia
a Las Edoras, la estancia
con las montañas detrás.
“¡Quién vive!â€Â, hablaron los guardias
que estaban en la tranquera,
y dijo el mago: “a cualquiera
que traiga intención e’ bien
nunca se le grita ‘quién’
sinó ‘pase cuando quiera’â€Â.
Se impresionó el vigilante
y al compañero jue a hablar:
“Lo vas corriendo a buscar
a don Teo y le decís
que está el Gandalf Ponchogrís
con gente acá pa’ charlar.â€Â
El otro golvió enseguida.
“Dice que pueden seguí,
pero que dejen aquí
las latas y los facones.
Éstas son las condiciones
que pone el Lengua e’ Lumbrí.â€Â
“Tá gí¼enoâ€Â, contestó el Trancos.
“¡Pero guay con esta espada!
No le vaya a pasar nada
ni la saquen de la funda,
que al que ansina se conjunda
lo viá correr a patadas.â€Â
Al viejo patrón lo hallaron
bajo ponchos y cobijas.
Cuidandoló estaba la hija
de su hermana la dijunta,
y el sirviente en la otra punta
con nombre de sabandija.
Se sorprendieron de ver
quien juera bravo guerrero
encorvao sobre un brasero
más pálido que fantasma,
demientras que el consejero
le ponía cataplasmas.
Pensó el Lengua que el istari
tenía en venir mucha audacia,
y con poca diplomacia
le gritó: “¡Juira, lechuza!
Siempre que éste se nos cruza
nos pasa alguna disgracia.â€Â
“Si hay disgraciaâ€Â, dijo el Gandalf,
“ésa no viene conmigo.
Yo solamente le digo
que se está poniendo feo,
y hay que pararle, don Teo,
las patas al enemigo.â€Â
“¡Por favor, no me hagan rair
con las cosas que me vienen!
A la edá que el patrón tiene
uno no está pa’ esos trotes.
No me escuche a estos pavotes,
don Teodén, no le conviene.â€Â
“Ricuerde que por cuidarlo
hace mucho que no duermo.
Usté ’tá bastante enfermoâ€Â,
seguía diciendolé el Grima,
“como pa’ que éstos encima
se lo lleven por los yermos.â€Â
Retrucó el Gandalf: “Ya basta,
viborita con careta,
que te doy con la chancleta
y esa lengua viperina,
con perdón de la sobrina,
te la hago a la vinagreta.â€Â
“¿Ya vio, patrónâ€Â, dijo el otro,
“qué insolente está este mago?
¡No permita que estos vagos
le echen pelos en la leche!
¡Si yo juera usté, los hago
que a rebencazos los echen!â€Â
Vido el mago que ya iba
pa’ largo con ese atasco.
Con su bastón un chubasco
ahí mesmo se improvisó
y a palazos lo corrió
al Lengua e’ Lumbrí del casco.
“¡Por qué no te vas, sotreta,
a emponzoñar a tu agí¼ela!
¡Corré a tenerle la vela
a tu patrón verdadero,
pedazo e’ bicho rastrero,
que te clavo las espuelas!â€Â
“Al Sarumán se vendió
pa’ repartirse el botín.
Ayudemé, misia Eugí¼ín,
a sacar de acá a su tío,
que ajuera no está tan frío
como le contaba el ruin.â€Â
Tomó el patrón don Teodén
mejor color con el fresco.
“Mi amigo, yo le agradezco,
ahura estoy mucho mejor.
Mi gentileza le ofrezco
por librarme del traidor.â€Â
Dijo el Gandalf: “Mucho tiempo
se ha perdido ya, mi rey.
Ya bastante ha dado el gí¼ey
cornadas a su colega;
ahura que la guerra llega,
ser unidos es la ley.â€Â
Al rato nomás don Teo
andaba e’ mil maravillas.
Se acomodó en una silla
y habló en lo que liaba un pucho:
“Vamo’ a tener que dir muchos
al fortín e’ Cuernavilla.â€Â
La reunieron a la tropa
con el comendante Eumer,
y acabando de poner
a la misia e’ cuidadora
se jueron de Las Edoras,
quién sabe si pa’ golver.
Capítulo 10
Dormía el Frodo guardando
debajo ’el poncho el anillo,
y un tirón del calzoncillo
lo despertó redepente;
al Faramir vio patente
en medio ’el canto de los grillos.
“Tenés que venir conmigoâ€Â,
le vino a decir don Fara.
“Ya sé que entuavía no aclara,
pero tenemos visita
y puede ser, me palpita,
que le conozcas la cara.â€Â
Se asomó donde decía
y casi suelta un “¡ahijuna!â€Â.
Allá abajo, en la laguna,
echado a la orilla estaba
el Golum, que lo alumbraba
la poquita luz de luna.
“¿No venía con ustedes
aquel animal rastrero?
Lo vamo’ a enllenar de aujeros
por venirnos a aguaitar.
Acá no se puede estar
haciendo ansí de bombero.â€Â
Manotiaba un pejerrey
ahí nomás dende la orilla.
No lo echaba a la parrilla
ni las tripas le sacaba:
al buche se lo mandaba
con todo el barro y la arcilla.
Con el asco que le daba
quiso decir: “¡Tirenlé
y por mí aujereenlé
ese poquito de pulpa!â€Â
Pero le dentró la culpa
de que lo hicieran puré.
“Pero qué va a andar gastando
pólvora en ese abombao.
Es un pobre disgraciao,
más vale dejarlo en paz.
¡Miremeló, si nomás
anda buscando pescao!â€Â
Le contestó el Faramir:
“Si vos lo querés salvar,
lo tenemos que agarrar
y que nos diga él qué busca.
¡No sea cosa que conduzca
a algún otro a este lugar!â€Â
Lo mandó al Frodo a buscarlo
al de ojos de cocuyo.
“Y no hagás ningún chanchullo
que estamos con los jusiles.
Solamente andá y decile
que traiga acá sus murmullos.â€Â
¡Lo que tenía que hacer
por no querer dijuntiarlo!
Se abajó y dentró a llamarlo:
“Vení conmigo, Esmeagolâ€Â.
Lo mesmo que un girasol
se dio gí¼elta pa’ mirarlo.
“Mirá vó, ’cá ’tá el patshónâ€Â,
se decía solo el flaco.
Gruñia como verraco
y echado sobre la panza
se enrollaba e’ desconfianza
como quirquincho mataco.
Pero el otro le insistió:
“Vamos, conmigo venite.â€Â
Al fin le quiso el envite,
pero ahí la soldadesca
salió toda e’ su escondite
y se armó tremenda gresca.
“¡Mucho tiento con la cosa,
que hay que agarrarla viva!â€Â
Como gato panza arriba
se defendía la fiera,
pero acabó en la arpillera
como grano pa’ la estiba.
Lo llevaron entre varios
enfrente del Faramir.
“Ahura nos vas a decir
qué andabas buscando, maulaâ€Â,
y lo metió en una jaula
pa’ que no pudiera juir.
Les dijo endijpué a los hobbits:
“Este bicho no es muy claro.
Me repite algo muy raro
todo el rato como loro.
¿Qué es esa cosa e’ un tesoro
que dice que le robaron?â€Â
Y justo pa’ contestarle
tuvo que salirle el pión.
“Ya pare e’ insistirnos, don,
no quiera que le digamos
que pa’ jundirla llevamos
la sortija del Saurón.â€Â
El otro se puso blanco
y al fin gritó: “¡Amalaya!
¡La sortija del canalla
que se creía estraviada!
¡Ésa sí es carga pesada
y fiera donde las haya!â€Â
Se la imaginó en el dedo
de su tata el Denetor.
¡Qué gran poder pa’ Gondor
tenerla en la capital!
Pero aquello a la final
diba a ser mucho más pior.
“Se me hacen humo cuantiantes
con su sortija y su bicho,
que yo viá dejarles dicho
a los soldaos que los dejen.
¡Salganmé con los manejes
de este coso y sus gualichos!â€Â
Y se jueron los dos hobbits
antes que saliera el sol
llevándose al Esmeagol
ligerito a la carrera
pa’ cruzar la cordillera
por el paso e’ Ciriungol.
Capítulo 11
¡Naides diga que no hay ent
que al peligro lo confronte!
Viendo ya en el horizonte
tremendo merenjenal,
la asamblea forestal
se juntó en el medio ’el monte.
A los dos gurises hobbits
los llevó el palo borracho
con los timbos y lapachos
que se habían juntao allí,
algarrobos y quebrachos
y hasta algún petiribí.
De a poquito iban viniendo
chancleteando las raíces,
unos verdes, otros grises
y hasta algunos coloraos;
parecía que habían llegao
hasta dende otros países.
Dentró una botella e’ caña
a recorrer el consejo,
y como él era el más viejo
dentró el Barba a hablar primero:
“Mojensé antes el garguero,
más los que vienen de lejos.â€Â
“Les viá contar una historia
que las barbas desarraiga.
Ninguno se me distraiga
y escuchen mi relación,
que ésta es una situación
de las más fuleras que haiga.â€Â
“Nos la está haciendo julera
el vecino Sarumán.
Siguro no negarán
que les cae tan gauchito,
como le cae al pollito
la sombra del gavilán.â€Â
“Por acá de vez en cuando
sabe andar de vagabundo,
viendo a los orcos inmundos
que a todo el monte lo asedian.
Dice que la Pampa Media
va a ser el granero ’el mundo.â€Â
“Andan sus fieros compinches
a hacha limpia todo el día.
Vieran con qué alevosía
tiran árboles abajo
pa’ hacer poste e’ telebrajo
y durmientes pa’ las vías.â€Â
“Ni a su madre respetaba
si la tuviera el matón,
y le contesta zumbón
a todo el que le contrarie
que él trae civilización
pa’ acabar con la barbarie.â€Â
“¡Me lo va a decir a mí,
que los chañares me espanta!â€Â,
se metió uno que de plantas
tenía varias tropillas.
“Ni plantines ni semillas
deja en paz. ¡Ya no se aguanta!â€Â
“Don Paloâ€Â, dijo el Pipino,
“¿hace falta estar tres horas?
Porque con tanta demora
vamo’ a llegar atrasaos.â€Â
Dijo el Palo: “¡Qué apuraos
son los jóvenes de ahora!â€Â
“Ricuerde, amigo, que naides
el sol en el cielo apura,
ni espera fruta madura
antes que sea la estación.
También estas cosas son
de las que duran y duran.â€Â
“Mejor se sientan, que va
pa’ largo esta conferencia.
Ansí que tengan pacencia,
que pa’ ponernos de acuerdo
no es que los ents seamos lerdos,
es que pensamo’ a concencia.â€Â
Y se armó la discusión:
que si el precio e’ la madera,
que si adentro, que si ajuera
y que si la mar en coche.
Cuatro días con sus noches
charlaron de esa manera.
Los pobres hobbits miraban
aburridos todo el drama.
Como no tenían cama
el chúcaro Ramaviva
les emprestaba sus ramas
pa’ que durmieran arriba.
Y al final jue a pasar
que al clarear una mañana,
los despertó una jarana
de gritos y pisotones:
marchaban los gigantones
cantando alegres con ganas.
Les prieguntaron los hobbits:
“¿Qué pasó? ¿Pa’ dónde van?â€Â
Les contestó un arrayán
poniendo una voz tremenda:
“¡Vamo’ a lo del Sarumán
pa’ que de una vez aprienda!â€Â
Se diban haciendo eses
por el camino marcao,
yendoselés para un lao
y para el otro los troncos
y entonando un canto ronco,
bastante envalentonaos.
Y es que en tiempos de entrevero
el ánimo nunca suebra:
pa’ dir a buscarle la hebra
a aquel brujo tan lagaña
se bajaron varias cañas
y unos frascos de giñebra.
Usando iban de tambores
a sus propios troncos huecos,
y resonaban los ecos
marchando rumbo a Isengar;
ya se le iban a acabar
al mago sus embelecos.
Capítulo 12
El camino a Cuernavilla
corría por muchas leguas,
y en pingos, burros y yeguas
la compañía marchaba
rumbo al combate, que daba
muy poca o ninguna tregua.
Diba al frente don Teodén,
en el Crinblanca montao.
Andaba apesadumbrao,
porque jue por esas tierras
ande se llevó la guerra
a Teodredo, su hijo amao.
“¡Tamo’ llegando!â€Â, el Eumer
señaló dende la silla.
Como asomao a la orilla
de un barranco e’ mucha hondura
colgaba arriba en la altura
el juerte de Cuernavilla.
Jue al encuentro un veterano,
el sargento Gamelín,
y los saludó: “¡Por fin
llegan algunos rejuerzos!
’Tá el asunto muy alverso
hace rato en el fortín.â€Â
“¡Y qué gí¼eno que tenemos
a tan bravo capitán!
El nuestro, don Erquenbrán,
vaya a saber puánde se anda,
y se están viniendo en banda
los orcos del Sarumán.â€Â
“Asigún cuentan los chasques,
ya vadiaron el Isén.
Apuresé, don Teodén
que si contamos con suerte
vamo’ a defender el juerte
y a nuestra patria también.â€Â
“¡Este comendante suyo
en gí¼en momento nos deja!â€Â,
la soltó el Gandalf la queja.
“Viá buscarlo a este don Erque.
Le conviene que se acerque
o lo traigo e’ las orejas.â€Â
Taconiandoló al equino
salió como esalación.
El resto del pelotón
metió pata pa’ dentrarse
en el juerte y prepararse
pa’ recebir al malón.
Juntaron todas las armas,
a la puerta echaron tranca,
y dentraron la barranca
de tanto en tanto a mirar,
que por áhi diba a llegar
la tropa e’ la mano blanca.
Y llegó un rato endijpué
de que se acabara el día.
Debajo e’ una lluvia fría,
por encima de los palos
vieron a todos los malos
que al humo se les venían.
La lú de muchas antorchas
anunciaba su presencia,
y sin hallar resistencia
avanzaban los hostiles.
Parecía aquello un desfile
del día e’ la independencia.
El elfo en la oscuridá
pa’ verlos se daba maña:
“Si la vista no me engaña,
entre los que vienen hay
salvajes de la montaña
y unos cuantos urujay.â€Â
Los orcos, cara pintada
y en la cabeza unas plumas,
se venían echando espuma
como e’ rabia del hocico.
Les pareció a los milicos
que gritaban como pumas.
Y a brutos, los montañeses
tampoco le iban a menos.
Pisaban juerte el terreno
todas las bestias feroces,
y se mezclaban las voces
con el rugido e’ los truenos.
A los cosos redepente
los alumbró un rejucilo,
y alguno dijo intranquilo
disimulando el espanto:
“¿De diánde saca aquél tantos?
¡Los debe comprar por kilo!â€Â
Jorobada se venía,
aquella noche e’ tormenta,
porque se habían dao cuenta
que tenían pocos jusiles
pa’ sofrenar tantos miles
de bestias ansí e’ violentas.
“Había que hacer como el Gandalfâ€Â,
otro comentó con pena.
“¡La pucha que la hizo gí¼ena
ese viejo e’ la gran siete!
Nomás lo espolió al flete
y juyó de esta condena.â€Â
No se abatató el enano
de ver llegar al infiel.
Con la bravura en la piel
a su aparcero el Legolas
le jugó algunas chirolas
a que voltiaba más que él.
También se animó el Eumer
y dentró a solar la arenga:
“¡Mis paisanos, no me vengan
con que están enjabonaos,
que si no a estos endiablaos
no hay naides que los detenga!â€Â
“Ningún alversario pudo
en este juerte dentrar.
Ansina que ahura, ¡a luchar
pa’ mantener el invito!â€Â
Y jue señal ese grito
pa’l combate comenzar.
05/02/2006 at 18:50 #299293
BelennorParticipantLa yunta e’ torres
Capítulo 13
Se contaba que en un tiempo
las Montañas de la Sombra,
que al pago ’el que no se nombra
de frontera hacían las veces,
tenían sobre sus pieses
una torre e’ las que asombran.
Brillaba en medio e’ la noche
como si juera un candil,
reluciente de marfil
y más linda que ninguna:
así jue Minas Itil,
la fortaleza e’ la luna.
Parecía que había bajao
un pedazo e’ cielo azul.
Pero ¡ay! Llegó el nazgul
mandao por el malo mismo,
y endijpué ’el nuevo bautismo
se llamó Minas Morgul.
Llegaron el Sam y el Frodo
siendo ya noche cerrada.
Aquella torre embrujada
y enllena e’ cosas ladinas
echaba una lú malina
por el fondo e’ la quebrada.
Alta y horrible la vieron,
una presencia espetral.
Parecía una catedral
sin feligreses ni cura,
más fea la fachada oscura
que careta e’ carnaval.
Los pastos de aquel lugar
estaban todos marchitos,
la cruzaba un puentecito
a una zanja e’ agua podrida:
ése era un pago maldito
ande todo era sin vida.
El Golum y el Sam al Frodo
lo tuvieron que pará’:
la sortija de maldá
que tenía sobre el pecho
lo iba llevando derecho
como con riendas pa’llá.
El Esmeagol lo llamaba:
“¡Pa’ diánde se va, patshón!
Si me lo agaya el Sauyón,
otsho yo diánde me agencio.â€Â
Endemientras, el peón
diba llorando en silencio.
“Pobre don Frodoâ€Â, pensaba.
“Los santos valar no quieran
que al cruzar la cordillera
se me ponga más enfermo.
¡Ojalá que acá anduviera
aquel burrito, el Guillermo!â€Â
Diba el Golum cuchicheando,
buscando por los rincones:
“Estu’ do’ hobbi’ chambones
justamente a mí me tocanâ€Â,
y en una grieta e’ la roca
encontró los escalones.
Sintieron mientras subían
un bramido estraordinario,
y de lo alto ’el campanario,
como quien dice e’ la cruz,
salió pa’l cielo una luz
con un brillo funerario.
Dijo el Sam: “¡Qué rejucilo!
No han de ser gí¼enas señalesâ€Â.
Allá abajo los portales
de Minas Morgul se abrieron,
y salir de adentro vieron
una procesión de males.
Lo que vían dende allí
no podían llamarlo gente:
una tropa repelente
salía del juerte jediondo
y pasaban de uno en fondo
de un lao al otro del puente.
Miró el Frodo al que marchaba
al frente del regimiento
y lo conoció al momento,
todo duro del jabón,
como el que le hundió el facón
allá en la Sierra e’ los Vientos.
Un frío le dentró al alma
y le ardió la cicatriz
viendo que con la nariz
el brujo el aire olisqueaba,
y el anillo lo tentaba
pa’ levantar la perdiz.
Al final dejó el de negro
la postura e’ centinela,
ahí nomás las dos espuelas
al flete se las clavó
y hecho una juria salió
como urraca que se vuela.
Los otros, llevando lanzas,
lo seguían en la huella.
“Se van como pa’ la gueyaâ€Â,
dijo el flaco e’ puro vicio.
“Allá’lo lejo’, malicio,
v’habé tshemenda epopeya.â€Â
Siguieron viaje ahí nomás
por la escalera empinada,
y endijpué de la trepada
anduvieron un buen trecho
por un senderito estrecho
en medio e’ piedras peladas.
El cielo e’ la madrugada,
entre paredes metío,
se les figuraba un río,
pero arriba, o sea al revés.
Por áhi andaban los tres
muriendosé de hambre y frío.
Diba el Golum como loco
saltando de acá p’allá.
“Ya queda poco pu’andá,
patshón, no se nos fatigue,
que si a nosotsho’ nos sigue
no lo vamo’ a defshaudá.â€Â
Capítulo 14
Se venía en las montañas
un entrevero imponente.
Llovía torrencialmente
y cada cual con su abrigo
esperando al enemigo
estaba toda la gente.
Algunos de los infieles,
en atitú de acechanza,
se mandaron una danza
embarrandosé en los charcos
y empezaron con las lanzas,
con las bolas y los arcos.
Endemientras otros más
en el medio ’el zafarrancho
dentraron con unos ganchos
por las tapias a trepar,
sin parar de amenazar
y gruñir como unos chanchos.
Gritando dende un mangrullo
llamó un soldao la atención
que al borde del cañadón
los cabeza con penacho
con un tronco de quebracho
querían voltiarlo al portón.
Les plantaron resistencia
los valientes defensores,
y a los fieros invasores
querían sacarlos carpiendo
con ollas de aceite hirviendo
y cosas mucho más piores.
“¡Vamo’ a mostrarle a esos cosos
que no hay acá ningún manco!â€Â
Peló a la Anduril el Trancos
y el Eumer a la Gí¼itín,
y saltaron al barranco
pa’ defenderlo al fortín.
Y en respuesta a esos llamados
salió todo el paisanaje:
dando gritos de coraje
venían los bravos varones
con los sables y facones
pa’ enfrentarse a los salvajes.
Muy alegre el enanito
los mandaba al camposanto:
los destripaba a unos cuantos
haciendo mucho alboroto
y se anotaba los tantos
con un puñado e’ porotos.
Le diba gritando al elfo:
“¿Ya le agarraste la mano?
¡Vas a ver cómo te gano,
vos que te pensás gí¼eno!â€Â
Pero ahí reventó un trueno
que se escuchó muy cercano.
Se llenó todo de humo,
saltó un fogonazo rojo,
y quedaron los despojos
ande los palos estaban.
Tantas astillas volaban
que hasta alguno perdió un ojo.
Se quedaron medio sordos
con el ruido e’ la esplosión.
“¡Los cosos train un cañón!
¡Vengansé p’acá ligero!â€Â,
y corrieron al aujero
por ande entraba el malón.
“¡Siempre inventando la pólvora
aquél brujo sinvergí¼enza!â€Â,
vino a armarla la defensa
el Trancos de aquella brecha,
ande a punta e’ lanza y flecha
se metía una orcada inmensa.
Paró la lluvia al final
como a eso de las una,
y ansí, a la lú de la luna
que alumbró la noche fresca,
continuaba aquella gresca
como nunca hubo ninguna.
¡Pocas veces se habrá visto
semejante valentía!
No paró la compañía,
en contra de los percances,
de frenar aquel avance
hasta que se hizo de día.
Y cuando asomaba el sol
se oyó un terrible alarido:
“¡Allá al galope tendido
se acercan cienes y cienes!
¡Es el Gandalf, que ha cumplido!
¡Con don Erquenbrán se viene!â€Â
¡Viera usté qué preciosura!
¡Qué cuadro tan almirable!
Venía el mago venerable
con don Erque y con su apoyo
de como cinco mil criollos,
cada cual pelando el sable.
No parecían los salvajes
ser de los que se abatatan,
pero en ver que en cabalgata
se les venían los bravos,
dispararon con el rabo
mesmamente entre las patas.
No paraban de escaparse
con la milicada atrás.
Flameaban los chiripás
de todo lo que corrieron,
en el monte se escondieron
y ya no salieron más.
Algunos de los paisanos
de la alegría gritaban,
demientras otros miraban
la cosa desconcertaos:
“O yo estoy medio mamao,
o ese monte ayer no estaba.â€Â
Un rato dispués, los árboles,
ya cansaos de tanto grito,
sin dejar ni un pedacito
de los que allí se escondieron,
las enaguas recogieron
y se jueron despacito.
Bueno…aca llegan a su fin los capitulos publicados por nuestro querido Andrés Diplotti. Aproximadamente cada un mes se publica un capitulo nuevo. Si quieren mas información acerca de el, su blog se encuentra en http://pez-diablo.blogspot.com/ [ Este mensaje fue editado por: Belennor on 05-02-2006 18:52 ]
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