[En construcción]

Largo y duro fue el sendero de los elfos que se aventuraron a seguir a Oromë a través de las tierras vírgenes camino de Valinor, y aunque el miedo parecía reinar en sus corazones la esperanza iba tomando terreno en ellos cada vez con más fuerza. Entre la gente guiada por el rey Finwë estaba Adahel, una joven elda. Según dicen las historias que se remontan a las primeras edades del mundo, Adahel era hermana de Míriel, quien engendró con Finwë a Fëanor, y fue por eso que el Rey de los Noldor escondió su amor por Adahel y Tyévenel tras los blancos muros de la hermosa Tirion. Y mientras Laurelin y Telperion aún iluminaban las tierras benditas, el dolor y el odio de Tyévenel alimentado por los celos hacia Fëanor comenzaron a oscurecer su semblante. Y aunque Finwë le predicaba mucho amor, Isilmeriele siempre se sintió segunda en su corazón.
Fue allí en Túna donde aprendió todo lo que los Noldor -destacados entre los elfos por su amor por el conocimiento- tenían para enseñarle. Visitó varias veces Tol Eressëa en la bahía de Eldamar y compartió con los Teleri el amor por las aguas y el sonido de las olas e hizo gran amistad con los hijos de Inwë de los Vanyar. Poco duró la paz en Aman, pues Melkor fue liberado tras cumplir su condena y permaneció en Valinor, envenenando los corazones de los Noldor, a los que odiaba más que a nadie.
Isilmeriele sucumbió rápidamente a las encantadoras y sabias palabras de Melkor, y sus pensamientos le parecían perfectos y astutos. Pero no tardó este en utilizarla y traicionarla, enviándola a Formenos para robar los Silmarils, prometiéndole bastos reinados de Arda si le traía las joyas y la cabeza de su hermano. Al llegar a Formenos y enfrentarse cara a cara con Fëanor comprendió por fin que aquella enmienda no era más que una trampa del embustero de Melkor, que intentaba así que el propio linaje de los Noldor se exterminara entre si. Pronto los planes de Melkor consiguieron su objetivo y la oscuridad cayó sobre las tierras de los Valar tras la muerte de los árboles de Yavanna y uno tras otro sucedieron una serie de infortunios, y Finwë fue asesinado ante las puertas de Formenos. Estaba ahora Tyévenel más confundida que nunca, pero su corazón no se entristeció por la desdicha del Rey de los Noldor sino porque la tierra habia sido manchada con sangre y tras la muerte de los árboles ya nada volvería a ser como antes, y los planes que Ilúvatar había concebido al principio, antes de que el mundo fuera mundo, ya no serían. Entonces todo comenzó a pasar muy y de prisa, y aunque odiaba a Fëanor, el deseo de abandonar la tierra de los Valar y ese fuego abrasador que arde en el corazón de todos los Noldor le impulsó a prestar juramento y partir hacia la Tierra Media. Y se llenó de dolor y verguenza tras la matanza de Aqualondë, pues amaba a los Teleri, y con los ojos inundados por las lágrimas habló a Fëanor diciendo: -Man cárat Fëanor?, Ma mauya?, nátyë necindo!- y dicen quienes estuvieron allí que tras aquellas palabras Tyévenel no volvió a mirarle a los ojos.