Desperté con las estrellas en Cuivienén, y rehusé acudir al llamado de los Valar, deambulando por la Tierra Media hasta topar con el pueblo de los Nandor.
Allí participé en la Primera de las Guerras de Beleriand y estaba junto a Denethor mientras perecía a manos de los orcos, de los cuales apenas pude escapar. A raíz de este acontecimiento los Lanquendi formamos un consejo que decidió que debíamos permanecer ocultos para nuestra supervivencia sin participar en más guerras.
Y ocultos permanecimos hasta que la luna y el sol aparecieron por primera vez en el oeste, maravillándonos entonces con las nuevas criaturas que comenzaban a despertar. Durante mucho tiempo estuvimos a salvo de las perversas obras de Morgoth, hasta la derrota en la Ninaerth Arnoediad.