
- Categoría: Mundo Tolkien
- Etiquetas: Año 2941 de la Tercera Edad, El Hobbit, El Señor de los Anillos, Hoy en la Tierra Media, JRR Tolkien, La Búsqueda de Erebor, La Búsqueda del Anillo, libros
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¿Qué ocurrió el 20 de octubre en la Tierra Media de J.R.R. Tolkien? ¡Podéis descubrirlo a continuación!
Seguimos con la sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con un día en el que un dragón despertó lleno de ira al descubrir que faltaba una pieza de su tesoro, en el que un hobbit tuvo una curiosa e importante conversación, y en el que unos viajeros llegaron a un vado y tuvieron que hacer frente a unos peligrosos sirvientes del Enemigo. Para evitar malentendidos y confusiones queremos recordar que todas estas fechas se corresponden con el Calendario de la Comarca o con otros calendarios de la Tierra Media (como el Cómputo del Rey o el Cómputo de los Senescales) y no con el calendario gregoriano (ver nota), y que todas ellas proceden de ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices), los ‘Cuentos inconclusos‘ o los Manuscritos Marquette de J.R.R. Tolkien, y de otros libros de estudiosos de la obra del Profesor como el ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad, ‘El Señor de los Anillos. Guía de Lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull, y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.
Unos eventos que acompañamos con extractos de la obra de Tolkien y con ilustraciones y dibujos de diferentes artistas, aunque no siempre encontramos imágenes que representen fielmente lo descrito por el Profesor.
Esto fue lo que pasó en la Tierra Media el 20 de octubre, o el 20 de Crudo invierno según el Calendario de la Comarca.
Año 2941 de la Tercera Edad del Sol:
* Furioso al notar la ausencia del copón de oro, Smaug arrasa de madrugada la Montaña Solitaria y el campamento de la compañía mientras Bilbo y los enanos se refugian en el interior del túnel (ver nota 2).
* Bilbo vuelve a visitar a Smaug al mediodía y regresa con los enanos al anochecer.
(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)
(Copón de doble asa de Erebor, por el artista alemán Ben Maier)
“Los enanos aún se pasaban el copón de mano en mano y charlaban animados de la recuperación del tesoro, cuando de repente algo retumbó en el interior de la montaña, como si un antiguo volcán se hubiese decidido a entrar otra vez en erupción. Detrás de ellos la puerta se movió acercándose, y una piedra la bloqueó impidiendo que se cerrara, pero desde las lejanas profundidades y por el largo túnel subían unos horribles ecos de bramidos y de un andar pesado, que estremecía el suelo.
Ante eso los enanos olvidaron su dicha y las seguras jactancias de momentos antes, y se encogieron aterrorizados. Smaug era todavía alguien que convenía recordar. No es nada bueno no tener en cuenta a un dragón vivo, sobre todo si habita cerca.”
(‘El Hobbit‘, capítulo 12: Información secreta).
(Smaug, por el artista británico Roger Garland)
“La ira del dragón era indescriptible, esa ira que sólo se ve en la gente rica que no alcanza a disfrutar de todo lo que tiene, y que de pronto pierde algo que ha guardado durante mucho tiempo, pero que nunca ha utilizado o necesitado. Smaug vomitaba fuego, el salón humeaba, las raíces de la Montaña se estremecían. Golpeó en vano la cabeza contra el pequeño agujero, y enroscando el cuerpo, rugiendo como un trueno subterráneo, se precipitó fuera de la guarida profunda, cruzó las grandes puertas, y entró en los vastos pasadizos de la montaña-palacio, y fue arriba, hacia la Puerta Principal.
Buscar por toda la montaña hasta atrapar al ladrón y despedazarlo y pisotearlo era el único pensamiento de Smaug. Salió por la Puerta, las aguas se alzaron en un vapor siseante y fiero, y él se elevó ardiendo en el aire, y se posó en la cima de la montaña envuelto en un fuego rojo y verde.”
(‘El Hobbit‘, capítulo 12: Información secreta).
(Bilbo y los enanos se refugian de la ira de Smaug, por el artista estadounidense Chris Rahn)
“Habrían muerto todos si no fuese por Bilbo, una vez más. —¡Rápido! ¡Rápido! —jadeó—. ¡La puerta! ¡El túnel! Aquí no estamos seguros.
Los enanos reaccionaron, y ya estaban a punto de arrastrarse al interior del túnel, cuando Bifur dio un grito:
—¡Mis primos! Bombur y Bofur. Los hemos olvidado. ¡Están allá abajo en el valle!
—Los matará, y también a nuestros ponis, y lo perderemos todo —se lamentaron los demás—. Nada podemos hacer.
—¡Tonterías! —dijo Thorin, recobrando su dignidad—. No podemos abandonarlos. Entrad, señor Bolsón y Balín, y vosotros dos, Fili y Kili; el dragón no nos atrapará a todos. Ahora vosotros, los demás, ¿dónde están las cuerdas? ¡De prisa!
Éstos fueron tal vez los momentos más difíciles por los que habían tenido que pasar. Los horribles estruendos de la cólera de Smaug resonaban arriba en las distantes cavidades de piedra; en cualquier momento podría bajar envuelto en llamas o volar girando en círculo y descubrirlos allí, al borde del despeñadero, tirando desaforados de las cuerdas. Arriba llegó Bofur, y todo estaba en calma. Arriba llegó Bombur resoplando y sin aliento mientras las cuerdas crujían, y aún todo continuaba en calma. Arriba llegaron herramientas y fardos con provisiones, y entonces una amenaza se cernió sobre ellos.
Se oyó un zumbido chirriante. Una luz rojiza tocó las crestas de las rocas. El dragón se acercaba.”
(‘El Hobbit‘, capítulo 12: Información secreta).
(Bilbo se pone el Anillo, por el artista estadounidense Eric Braddock)
“—Bien, si realmente quieres mi consejo, te diré que no tenemos nada que hacer excepto quedarnos donde estamos. Seguro que durante el día podremos arrastrarnos fuera y tomar aire fresco sin ningún peligro. Quizá pronto sea posible elegir a uno o dos para que regresen al depósito junto al río y traigan más víveres. Pero entretanto, y por la noche, todos tienen que quedarse bien metidos en el túnel.
»Bien, os haré una proposición. Tengo aquí mi anillo, y descenderé este mismo mediodía, pues a esa hora Smaug estará echando una siesta, y quizás ocurra algo. «Todo gusano tiene su punto débil», como solía decir mi padre, aunque estoy seguro de que nunca llegó a comprobarlo él mismo.
Por supuesto, los enanos aceptaron en seguida la proposición. Ya habían llegado a respetar al pequeño Bilbo. Ahora se había convertido en el verdadero líder de la aventura. Empezaba a tener ideas y planes propios. Cuando llegó el mediodía, se preparó para otra expedición al interior de la Montaña. No le gustaba nada, clara está, pero no era tan malo ahora que sabía de algún modo lo que le esperaba delante.”
(‘El Hobbit‘, capítulo 12: Información secreta).
(‘Conversación con Smaug’, de J.R.R. Tolkien)
“—¡Bien, ladrón! Te huelo y te siento. Oigo cómo respiras. ¡Vamos! ¡Sírvete de nuevo, hay mucho y de sobra!
Pero Bilbo no era tan ignorante en materia de dragones como para acercarse, y si Smaug esperaba conseguirlo con tanta facilidad, quedó decepcionado.
—¡No, gracias, oh Smaug el Tremendo! —replicó el hobbit—. No vine a buscar presentes. Sólo deseaba echarte un vistazo y ver si eras tan grande como en los cuentas. Yo no lo creía.
—¿Lo crees ahora? — dijo el dragón un tanto halagado, pero escéptico.
—En verdad canciones y relatos quedan del todo cortos frente a la realidad, ¡oh, Smaug, la Más Importante, la Más Grande de las Calamidades! —replicó Bilbo.
—Tienes buenos modales para un ladrón y un mentiroso —dijo el dragón—. Pareces familiarizado con mi nombre, pero no creo haberte olido antes. ¿Quién eres y de dónde vienes, si puedo preguntar?”
(‘El Hobbit‘, capítulo 12: Información secreta).
(Smaug, por el artista estadounidense Dave Melvin)
“—¡Deslumbrante y maravilloso! ¡Perfecto! ¡Impecable! ¡Asombroso! —exclamó Bilbo en voz alta, pero lo que pensaba en su interior era: «¡Viejo tonto! ¡Ahí, en el hueco del pecho izquierdo hay una parte tan desnuda como un caracol fuera de casa!»
Habiendo visto lo que quería ver, la única idea del señor Bolsón era marcharse.
—Bien, no he de detener a Vuestra Magnificencia por más tiempo —dijo—, ni robarle un muy necesitado reposo. Capturar ponis da algún trabajo, creo, si parten con ventaja. Lo mismo ocurre con los saqueadores —añadió como observación de despedida mientras se precipitaba hacia atrás y huía subiendo por el túnel.
Fue un desafortunado comentario, pues el dragón escupió unas llamas terribles detrás de Bilbo, y aunque él corría pendiente arriba, no se había alejado tanto como para sentirse a salvo antes de que Smaug lanzara el cráneo horroroso contra la entrada del túnel. Por fortuna no pudo meter toda la cabeza y las mandíbulas, pero las narices echaron fuego y vapor detrás del hobbit, que casi fue vencido, y avanzó a ciegas tropezando, y con gran dolor y miedo. Se había sentido bastante complacido consigo mismo luego de la astuta conversación con Smaug, pero el error del final le había devuelto bruscamente la sensatez.
«¡Nunca te rías de dragones vivos, Bilbo imbécil!», se dijo, y esto se convertiría en uno de sus dichos favoritos en el futuro, y se transformaría en un proverbio. «Todavía no terminaste esta aventura», agregó, y esto fue bastante cierto también.”
(‘El Hobbit‘, capítulo 12: Información secreta).
Año 3018 de la Tercera Edad del Sol:
* Los Nazgûl alcanzan a Glorfindel, Aragorn y los hobbits antes de llegar al Vado del Bruinen.
* Frodo, montado en Asfaloth, cruza el Vado. Elrond provoca la crecida del Bruinen cuando los Nazgûl empezaban a cruzarlo.
* Los Elfos llevan a Frodo a Rivendel por la noche.
(Glorfindel salva a Frodo, por el artista italiano Alberto dal Lago)
“Saliendo del túnel de árboles que acababan de dejar apareció un Jinete Negro. Tiró de las riendas y se detuvo, balanceándose en la silla. Otro lo siguió, y luego otro, y en seguida otros dos.
—¡Corre! ¡Corre! —le gritó Glorfindel a Frodo.
Frodo no obedeció inmediatamente, como dominado por una extraña indecisión. Llevando el caballo al paso, se volvió para mirar atrás. Los Jinetes parecían alzarse sobre las grandes sillas como estatuas amenazadoras en lo alto de un cerro negro y macizo, mientras que todos los bosques y tierras de alrededor se desvanecían como en una niebla. De pronto el corazón le dijo a Frodo que los Jinetes estaban ordenándole en silencio que esperara. En seguida, y a la vez, el miedo y el odio despertaron en él. Soltó las riendas, y echando mano a la empuñadura de la espada, la desenvainó con un relámpago rojo.
—¡Corre! ¡Corre! —gritó Glorfindel, y en seguida llamó al caballo con voz alta y clara en la lengua de los Elfos: noro lim, noro lim, Asfaloth.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Primero, capítulo 12: Huida hacia el vado).
(Frodo huye de los Nazgûl hacia el Vado de Bruinen, por la artista rusa Julia Alekseeva)
“Frodo miró un instante por encima del hombro. Ya no veía a sus amigos. Los Jinetes que venían detrás perdían terreno. Ni siquiera aquellas grandes cabalgaduras podían rivalizar en velocidad con el caballo élfico de Glorfindel. Miró otra vez adelante y perdió toda esperanza. No parecía tener ninguna posibilidad de llegar al Vado antes que los Jinetes emboscadas le salieran al encuentro. Podía verlos claramente ahora; se habían quitado las capuchas y los mantos negros y estaban vestidos de blanco y gris. Las manos pálidas esgrimían espadas desnudas, y llevaban yelmos en las cabezas. Los ojos fríos relampagueaban, y unas voces terribles increpaban a Frodo.
El miedo dominaba ahora enteramente a Frodo. No pensó más en su espada. No lanzó ningún grito. Cerró los ojos y se aferró a las crines del caballo. El viento le silbaba en los oídos, y las campanillas del arnés se sacudían en un agudo repiqueteo. Un aliento helado lo traspasó como una espada, cuando en un último esfuerzo, como un relámpago de fuego blanco, volando como si tuviera alas, el caballo élfico pasó de largo ante la cara del jinete más adelantado.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Primero, capítulo 12: Huida hacia el vado).
(Los Nazgûl en el Vado del Bruinen, por el artista polaco Darek Zabrocki)
“De pronto el jinete que iba delante espoleó el caballo, que llegó al agua y se encabritó retrocediendo. Haciendo un gran esfuerzo, Frodo se irguió en la silla y esgrimió la espada.
—¡Atrás! —gritó—. ¡Volved a la Tierra de Mordor y no me sigáis! —llamó con una voz que a él mismo le pareció débil y chillona.
Frodo no tenía los poderes de Bombadil. Los Jinetes se detuvieron, pero le replicaron con una risa dura y escalofriante.
—¡Vuelve! ¡Vuelve! —gritaron—. ¡A Mordor te llevaremos!
—¡Atrás! —murmuró Frodo.
—¡El Anillo! ¡El Anillo! —gritaron los Jinetes con voces implacables, e inmediatamente el cabecilla forzó al caballo a entrar en el agua, seguido de cerca por otros dos Jinetes.
—¡Por Elbereth y Lúthien la Bella —dijo Frodo con un último esfuerzo y esgrimiendo la espada—, no tendréis el Anillo ni me tendréis a mí!”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Primero, capítulo 12: Huida hacia el vado).
(Jinetes en el Vado del Bruinen, por el artista canadiense Ted Nasmith)
“En ese momento se oyó un rugido y un estruendo: un ruido de aguas turbulentas que venía arrastrando piedras. Frodo vio confusamente que el río se elevaba, y que una caballería de olas empenachadas se acercaba aguas abajo. Unas llamas blancas parecían moverse en las cimas de las crestas, y hasta creyó ver en el agua unos jinetes blancos que cabalgaban caballos blancos con crines de espuma. Los tres Jinetes que estaban todavía en medio del Vado desaparecieron de pronto bajo las aguas espumosas. Los que venían detrás retrocedieron espantados.
Exhausto, Frodo oyó gritos, y creyó ver, más allá de los Jinetes que titubeaban en la orilla, una figura brillante de luz blanca, y detrás unas pequeñas formas sombrías que corrían llevando fuegos, y las llamas rojizas refulgían en la niebla gris que estaba cubriendo el mundo.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Primero, capítulo 12: Huida hacia el vado).
(Los Nazgûl en el Vado del Bruinen, por el artista estadounidense Eric Velhagen)
“—¿Quién provocó la crecida? —dijo Frodo.
—Elrond la ordenó —respondió Gandalf—. El río de este valle está bajo el dominio de Elrond. Las aguas se levantan furiosas cuando él cree necesario cerrar el Vado. Tan pronto como el capitán de los Espectros del Anillo entró a caballo en el agua, soltaron la avenida. Si me lo permites añadiré un toque personal a la historia: quizá no lo notaste, pero algunas de las olas se encabritaron como grandes caballos blancos montados por brillantes Jinetes blancos; y había muchas piedras que rodaban y crujían. Por un momento temí que hubiésemos liberado una furia demasiado poderosa, y que la crecida se nos fuera de las manos y os arrastrara a todos vosotros. Hay gran vigor en las aguas que descienden de las nieves de las Montañas Nubladas.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 1: Muchos encuentros).
(Glorfindel y los Nazgûl en el Vado del Bruinen, por el artista argenntino Sebastian Giacobino)
“»Cuando los Espectros del Anillo pasaron rápidos como el viento, tus amigos corrieron detrás. Muy cerca del Vado hay una pequeña hondonada, oculta tras unos pocos árboles achaparrados junto al camino. Allí encendieron rápidamente un fuego, pues Glorfindel sabía que habría una crecida, si los Jinetes trataban de cruzar; él entonces tendría que vérselas con quienes estuvieran de este lado del río. En el momento en que llegó la creciente, Glorfindel corrió hacia el agua, seguido por Aragorn y los otros, todos llevando antorchas encendidas. Atrapados entre el fuego y el agua, y viendo a un Señor de los Elfos, a quien la furia había hecho visible, los Jinetes se acobardaron, y los caballos enloquecieron. Tres fueron arrastrados río abajo por el primer asalto de la crecida; luego los caballos echaron a los otros al agua.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 1: Muchos encuentros).
(Rivendel, por el artista estadounidense Philip Straub)
“Los Elfos te trajeron del Vado en la noche del veinte, y es ahí donde perdiste la cuenta. Hemos estado muy preocupados, y Sam no dejó tu cabecera ni de día ni de noche, excepto para llevar algún mensaje.”
(‘El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 1: Muchos encuentros).
(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).
(*) Nota 2: A diferencia de lo que ocurre con ‘El Señor de los Anillos‘, no hay una cronología completa de los acontecimientos de ‘El Hobbit‘. En los libros de Tolkien apenas se dan unas pocas fechas (que Gandalf visitó a Bilbo el 25 de abril, que Gandalf, Bilbo y los enanos partieron de Rivendel el Día de Año Medio, que Bilbo y los enanos llegaron a Esgaroth el 22 de septiembre y que Bilbo volvió a Bolsón Cerrado el 22 de junio). La cronología que seguimos es una aproximación que se basa principalmente en esas fechas, en las fechas del intento de Tolkien de crear una cronología en su revisión de ‘El Hobbit‘ y aportadas por John D. Rateliff en su libro ‘The History of The Hobbit‘, en la propia narración del libro y en la cronología realizada por Karen Wynn Fonstad (una cronología basada únicamente en una estimación del tiempo que le llevó a la compañía recorrer las distancias entre unos puntos y otros).