A continuación podéis leer lo que ocurrió el 19 de marzo en la Tierra Media, el universo fantástico creado por J.R.R. Tolkien.

Continuamos con nuestra sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con una jornada en la que dos pequeños viajeros consiguieron eludir a sus compañeros y pudieron emprender la recta final de su travesía y en la que un importante ejército llegó al Valle de la Muerte Viviente. Queremos recordar que todas estas fechas se corresponden únicamente con el Calendario de la Comarca o con otros calendarios de la Tierra Media (como el Cómputo del Rey o el Cómputo de los Senescales) y no con el calendario gregoriano (ver nota), y que todas ellas proceden de ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices), los ‘Cuentos inconclusos‘ y los Manuscritos Marquette de J.R.R. Tolkien, y de otros libros de estudiosos tolkiendil como el ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad, ‘El Señor de los Anillos. Guía de lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull, y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.

Unos acontecimientos que acompañamos con citas y pasajes de los libros del Profesor y con dibujos e ilustraciones de diferentes artistas, aunque no siempre encontramos imágenes de los momentos que mencionamos o que reflejen de forma fidedigna lo escrito por Tolkien.

Esto fue lo que pasó en la Tierra Media el 19 de marzo, o el 19 de Rethe según el Calendario de la Comarca.

 

Año 3019 de la Tercera Edad del Sol:

* Un grupo de Uruk-hai se enfrenta a la compañía de orcos de Durthang antes de llegar a la puerta de Carach Angren. En medio de la confusión, Frodo y Sam consiguen escapar. Tras descansar, continúan su marcha por el camino a Barad-dûr.

* El Ejército de los Capitanes del Oeste llega al Valle de Morgul.

 

(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)

(Frodo y Sam con la compañía de orcos, según el artista ruso Denis Gordeev)

“Sabía que el final llegaría de un momento a otro: Frodo acabaría por desvanecerse o por caer rendido, y entonces los descubrirían, y todos los esfuerzos y sufrimientos habrían sido en vano.

—De todas maneras, antes le daré su merecido a ese gigante endiablado que arrea las tropas.

Entonces, en el preciso momento en que llevaba la mano a la empuñadura de la espada, hubo un alivio inesperado. Ahora estaban en plena llanura, y se acercaban a la entrada de Udûn. No lejos de ella, delante de la puerta próxima a la cabecera del puente, el camino del oeste convergía con otros que venían del sur y de Barad-dûr, y en todos ellos se veía un agitado movimiento de tropas; pues los Capitanes del Oeste estaban avanzando, y el Señor Oscuro se apresuraba a acantonar en el norte todos sus ejércitos. Así ocurrió que a la encrucijada envuelta en tinieblas, inaccesible a la luz de las hogueras que ardían en lo alto de los muros, llegaron simultáneamente varias compañías. Hubo encontronazos violentos y una gran confusión, y gritos y maldiciones, porque cada compañía trataba de ser la primera en llegar a la puerta y al final de la marcha. A pesar de los gritos de los cabecillas y del chasquido de los látigos, hubo escaramuzas, y algunas espadas se desenvainaron. Una tropa de uruks de Barad-dûr armados hasta los dientes atacó [a los de] Durthang, desordenando las filas.”

(‘El Señor de los Anillos. El retorno del rey‘. Libro Sexto, capítulo 2: El País de la Sombra).

 

(El valle de Morgul, según el artista estadounidense David J. Findlay)

“Y al día siguiente, cuando llegó el grueso del ejército, pusieron una guardia numerosa en la Encrucijada para contar con alguna defensa, en caso de que Mordor mandase fuerzas a través del Paso de Morgul, o enviara nuevas huestes desde el sur. Para esta guardia escogieron arqueros que conocían los caminos de Ithilien; permanecería oculta en los bosques y pendientes del cruce de caminos. Pero Gandalf y Aragorn cabalgaron con la vanguardia hasta la entrada del Valle de Morgul y contemplaron la ciudad maldita.

Estaba a oscuras y sin vida: porque los orcos y las otras criaturas innobles que habitaran allí, habían perecido en la batalla, y los Nazgûl estaban fuera. No obstante, el aire del valle era opresivo, cargado de temor y hostilidad. Destruyeron entonces el puente siniestro, incendiaron los campos malsanos, y se alejaron.”

(‘El Señor de los Anillos. El retorno del rey‘. Libro Quinto, capítulo 10: La Puerta Negra se abre).

 

(Frodo y Sam en Mordor, según la artista alemana Anke Katrin Eißmann)

“Aturdido como estaba por el dolor y el cansancio, Sam se despabiló de golpe, y aprovechando en seguida la ocasión se arrojó al suelo, arrastrando a Frodo. Lentamente, a cuatro patas y a la rastra, los hobbits se alejaron del tumulto, hasta que por fin y sin que nadie los viera llegaron a la orilla opuesta del camino y trepándose a una especie de parapeto bajo destinado a orientar a los guías de las tropas en las noches oscuras o brumosas, se dejaron caer al otro lado.

Durante un rato permanecieron inmóviles. La oscuridad era demasiado impenetrable para buscar un refugio, si había alguno en aquel lugar; pero Sam tenía la impresión de que les convenía en todo caso alejarse un poco más de las carreteras principales y de la luz de las antorchas.

—¡Vamos, señor Frodo! —murmuró—. Arrástrese usted un poquito más, y en seguida podrá descansar.

Con un último esfuerzo desesperado, Frodo se apoyó sobre las manos y avanzó unas veinte yardas. Y entonces cayó en un pozo poco profundo que inesperadamente se abrió delante de ellos, y allí permaneció inmóvil como un cuerpo sin vida.”

(‘El Señor de los Anillos. El retorno del rey‘. Libro Sexto, capítulo 2: El País de la Sombra).

 

(Rosita Coto, según la artista rusa Olga Levina)

“Pero ahora, de pronto, veía a todas luces la amarga verdad: en el mejor de los casos las provisiones podrían alcanzar hasta el final del viaje, pero una vez cumplida la misión, no habría nada más: se encontrarían solos, sin un hogar, sin alimentos en medio de un pavoroso desierto. No había ninguna esperanza de retorno.

«¿Así que era ésta la tarea que yo me sentía llamado a cumplir, cuando partimos? —pensó Sam—. ¿Ayudar al señor Frodo hasta el final, y morir con él? Y bien, si ésta es la tarea, tendré que llevarla a cabo. Pero desearía con toda el alma volver a ver Delagua, y a Rosita Coto y sus hermanos, y al Tío, y a Maravilla y a todos. Me cuesta creer que Gandalf le encomendara al señor Frodo esta misión, si se trataba de un viaje sin esperanza de retorno. Fue en Moria donde las cosas empezaron a andar atravesadas, cuando Gandalf cayó al abismo. ¡Qué mala suerte! Él habría hecho algo.»

Pero la esperanza que moría, o parecía morir en el corazón de Sam, se tranformó de pronto en una fuerza nueva. El rostro franco del hobbit se puso serio, casi adusto; la voluntad se le fortaleció de súbito, un estremecimiento lo recorrió de arriba abajo, y se sintió como transmutado en una criatura de piedra y acero, inmune a la desesperación y la fatiga, a quien ni las incontables millas del desierto podían amilanar.”

(‘El Señor de los Anillos. El retorno del rey‘. Libro Sexto, capítulo 3: El Monte del Destino).

 

(Frodo y Sam en la llanura de Gorgoroth, según el artista neerlandés Wouter Florusse)

“Al cabo de unas pocas millas agotadoras, los hobbits se detuvieron. Frodo parecía casi exhausto. Sam comprendió que de esa manera, a la rastra, o doblado en dos, o trastabillando en precipitada carrera, o internándose con lentitud en un camino desconocido, no podrían llegar mucho más lejos.

—Yo volveré al camino mientras haya luz, señor Frodo —dijo—. ¡Probemos de nuevo la suerte! Casi nos falló la última vez, pero no del todo. Una caminata de algunas millas a buen paso, y luego un descanso.

Se arriesgaba a un peligro mucho mayor de lo que imaginaba, pero Frodo, demasiado ocupado con el peso del fardo y la lucha que se libraba dentro de él, no pensó en discutir; además, se sentía tan desesperanzado que casi no valía la pena preocuparse. Treparon al terraplén y continuaron avanzando penosamente por el camino duro y cruel que conducía a la Torre Oscura. Pero la suerte los acompañó, y durante el resto de aquel día no se toparon con ningún ser viviente ni observaron movimiento alguno; y cuando cayó la noche desaparecieron de la vista, engullidos por las tinieblas de Mordor. Todo el país parecía recogido, como en espera de una tempestad: pues los Capitanes del Oeste habían pasado la Encrucijada e incendiado los campos ponzoñosos de Imlad Morgul.”

(‘El Señor de los Anillos. El retorno del rey‘. Libro Sexto, capítulo 3: El Monte del Destino).

 

(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).

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