A continuación podéis descubrir lo que pasó el 16 de agosto en la Tierra Media creada por J.R.R. Tolkien.

Proseguimos con nuestra sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con un día repleto de dificultades para los miembros de una compañía, quienes tras una noche ajetreada persiguiendo unas misterioses luces que aparecían y desaparecían mágicamente fueron capturados por unas horripilantes criaturas. Para evitar malentendidos y confusiones insistimos en que todas estas fechas e corresponden únicamente con el Calendario de la Comarca o con otros calendarios de la Tierra Media (como el Cómputo del Rey o el Cómputo de los Senescales) y no con el calendario gregoriano (ver nota), y que todas proceden de distintos libros y textos de J.R.R. Tolkien como ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices), los ‘Cuentos inconclusos‘ o los Manuscritos Marquette, y de otros libros de estudiosos de la obra del Profesor como el ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad, ‘El Señor de los Anillos. Guía de lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull, y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.

Esto fue lo que pasó en la Tierra Media el 16 de agosto, o el 16 de Wedmath según el Calendario de la Comarca.

 

Año 2941 de la Tercera Edad del Sol:

* Durante la madrugada, Bilbo y los enanos siguen las luces de la fiesta de los Elfos (ver nota 2).

* Los enanos son capturados por las arañas.

* Bilbo da nombre a su espada y rescata a los enanos.

* Bilbo y los enanos se enfrentan a las arañas durante horas hasta que finalmente logran escapar.

* Bilbo les cuenta a los enanos que tiene un anillo mágico y les narra su encuentro con Gollum.

* Thorin es capturado por los Elfos del Bosque y llevado ante Thranduil.

 

(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)

(Bilbo en el Bosque Negro, por el artista estadounidense Cory Godbey)

“La gente élfica se pasaba cuencos de mano en mano por encima de las hogueras; algunos tocaban el arpa y muchos estaban cantando. Las cabelleras resplandecían ceñidas con flores; gemas verdes y blancas destellaban en cinturones y collares, y tanto las caras como las canciones eran de regocijo. Altas, claras y hermosas sonaban las canciones, y afuera salió Thorin, apareciendo entre ellos.

Un silencio mortal cayó a mitad de una frase. Todas las luces se extinguieron. Las hogueras se transformaron en humaredas negras. Brasas y cenizas cayeron sobre los ojos de los enanos, y en el bosque se oyeron otra vez clamores y gritos.

Bilbo se encontró corriendo en círculos (así lo creía) y llamando y llamando:

—Dori, Nori, Ori, Óin, Glóin, Fili, Kili, Bombur, Bifur, Balin, Dwalin, Thorin Escudo de Roble

Mientras gentes que ni podía ver ni sentir hacían lo mismo alrededor, lanzando algún ocasional «¡Bilbo!». Pero los gritos de los otros fueron haciéndose más lejanos y débiles, y aunque al cabo de un rato le pareció que se habían transformado en aullidos y distantes llamadas de socorro, todos los sonidos murieron al fin, y Bilbo se quedó solo en una oscuridad y un silencio completos.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

(Bilbo bautiza a su espada tras matar a una de las arañas, por el artista estadounidense Wes Talbott)

“La araña dio un salto atrás y Bilbo tuvo tiempo para cortar las ataduras de las piernas. Ahora le tocaba a él atacar. Era evidente que la araña no estaba acostumbrada a cosas que tuviesen a los lados tales aguijones, o hubiese escapado mucho más aprisa. Bilbo se precipitó sobre ella antes que desapareciese y blandiendo la espada la golpeó en los ojos. Entonces la araña enloqueció y saltó y danzó y estiró las patas en horribles espasmos, hasta que dando otro golpe Bilbo acabó con ella. Luego se dejó caer, y durante largo rato no recordó nada más.

Cuando volvió en sí, vio alrededor la habitual luz gris y mortecina de los días del bosque. La araña yacía muerta a un lado y la espada estaba manchada de negro. Por alguna razón, matar a la araña gigante, él, totalmente solo, en la oscuridad, sin la ayuda del mago o de los enanos o de cualquier otra criatura, fue muy importante para el señor Bolsón. Se sentía una persona diferente, mucho más audaz y fiera a pesar del estómago vacío, mientras limpiaba la espada en la hierba y la devolvía a la vaina.

—Te daré un nombre —le dijo a la espada—. ¡Te llamaré Aguijón!”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

(Bilbo con las arañas, por el artista estadounidense John Dotegowski)

“Se abrió paso sigilosamente durante un trecho, cuando vio delante una espesa sombra negra, negra aun para aquel bosque, como la sombra de una medianoche inmutable. Cuando se acercó, vio que la sombra era en realidad una confusión de telarañas superpuestas. Vio también, de repente, que unas arañas grandes y horribles estaban sentadas por encima de él en las ramas, y con anillo o sin anillo, tembló de miedo al pensar que quizá lo descubrieran. Se quedó detrás de un árbol, observó a un grupo de arañas durante un tiempo, y al fin comprendió que aquellas repugnantes criaturas se hablaban unas a otras en la quietud y el silencio del bosque. Las voces eran como leves crujidos y siseos, pero Bilbo pudo entender muchas de las palabras. ¡Estaban hablan do de los enanos!

—Fue una lucha dura, pero valió la pena —dijo una—. Sí, en efecto, qué pieles asquerosas y gruesas tienen, pero apuesto a que dentro hay buenos jugos.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

(Los enanos capturados por las arañas, por el artista galés Stephen Graham Walsh)

“Una de las arañas gordas corrió luego a lo largo de una cuerda, hasta llegar a una docena de bultos que colgaban en hilera de las ramas altas. Bilbo los vio entonces por primera vez suspendidos en las sombras, y descubrió horrorizado que el pie de un enano sobresalía del fondo de algunos de los bultos, y aquí y allá la punta de una nariz, o un trozo de barba o de capuchón.

La araña se acercó al más gordo de los bultos. «Es el pobre viejo Bombur, apostaría», pensó Bilbo; y la araña pellizcó la nariz que asomaba. Dentro sonó un débil gañido, y un pie salió disparado y golpeó fuerte y directamente a la araña. Aún quedaba vida en Bombur. Se oyó un ruido, como si hubieran pateado una pelota desinflada, y la araña enfurecida cayó del árbol, aferrándose a su propia cuerda en el último instante.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

Bilbo y las arañas, según Marc Daniel Goecke

(Bilbo y las arañas, por el artista alemán Marc Daniel Goecke)

“Bilbo, de cualquier modo, se deslizó pronto hasta otro sitio. Se le ocurrió la idea de alejar más y más a las furiosas arañas de los enanos, si era posible, y hacer que se sintieran perplejas, excitadas y enojadas, todo a la vez. Cuando medio centenar de arañas llegó al lugar donde él había estado antes, les tiró unas cuantas piedras más, y también a las otras que habían quedado a retaguardia; luego, danzando por entre los árboles, se puso a cantar una canción, para enfurecerlas y atraerlas hacia él, y también para que lo oyeran los enanos.

Esto fue lo que cantó;

¡Araña gorda y vieja que hilas en un árbol!

¡Arana gorda y vieja que no alcanzas a verme!

¡Venenosa! ¡Venenosa!

¿No pararás?”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

(Bilbo rescata a los enanos de las arañas, por el artista canadiense Toby Carr)

De este modo rescataron a Kili. Bifur, Bofur, Dori y Nori. El pobre viejo Bombur estaba tan exhausto —era el más gordo y lo habían pinchado y pellizcado constantemente— que rodó de la rama y, ¡plaf!, cayó al suelo, por fortuna sobre unas hojas, y quedó allí tendido. Pero aún había cinco enanos que colgaban del extremo de la rama, cuando las arañas comenzaron a volver, más rabiosas que nunca.

Bilbo fue inmediatamente hasta el sitio en que la rama nacía del tronco, y mantuvo a raya a las arañas que subían trepando. Se había quitado el anillo cuando rescató a Fíli y había olvidado ponérselo de nuevo, y ahora todas ellas farfullaban y siseaban:

—¡Ya te vemos, asquerosa criatura! ¡Te comeremos y sólo te dejaremos la piel y los huesos colgando de un árbol! ¡Ah! Tiene un aguijón, ¿verdad? Bueno, de todas maneras lo atraparemos y colgaremos cabeza abajo durante un día o dos.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

(Uno de los enanos atacado por las arañas, por el artista español Diego Gisbert Llorens)

“Entonces comenzó la batalla. Algunos enanos tenían cuchillos; otros, palos, y había piedras para todos; y Bilbo blandía la daga élfica. Una y otra vez las arañas fueron rechazadas, y muchas murieron. Pero esto no podía prolongarse. Bilbo estaba casi exhausto; sólo cuatro de los enanos se mantenían aún en pie, y pronto las arañas caerían sobre ellos como sobre moscas cansadas. Ya tejían de nuevo alrededor, de árbol en árbol.

Bilbo al fin no pudo pensar en otro plan que comunicar a los enanos el secreto del anillo. Lo lamentaba bastante, pero no había otro remedio.

—Voy a desaparecer —dijo—. Alejaré a las arañas de aquí, si puedo; vosotros tenéis que manteneros juntos y escapar en la dirección opuesta. Por allí a la izquierda quizá se podría llegar al sitio donde vimos por última vez el fuego de los elfos.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

(Bilbo y las arañas, por el artista italiano Andrea Piparo)

“Las cosas parecían haber empeorado otra vez, cuando de pronto Bilbo reapareció e inició un ataque desde un lado, sobre las asombradas arañas.

—¡Seguid! ¡Seguid! —gritó—. ¡Yo seré quien clave el aguijón!

Y así ocurrió. Se movía adelante y atrás, rasgando los hilos de las arañas, cortándoles las patas y acuchillándoles los cuerpos gordos si se acercaban demasiado. Las arañas se hinchaban de rabia y farfullaban y espumajeaban y siseaban horribles maldiciones; pero ahora tenían un miedo mortal al Aguijón y no se atrevían a acercarse. Así, mientras maldecían, la presa se les escapaba lenta e inexorablemente. Era una situación horrible y parecía durar horas. Pero al fin, cuando Bilbo sentía que ya no tenía fuerzas para levantar la mano y asestar otro golpe, de pronto abandonaron la persecución, y no los siguieron más y volvieron decepcionadas a la tenebrosa colonia.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

El Anillo, según Magali Villeneuve

(El Anillo, por la artista francesa Magali Villeneuve)

“Por lo que podéis ver, habían cambiado mucho de opinión con respecto al señor Bolsón, y ahora lo respetaban de veras (tal y como había dicho Gandalf). Ya no refunfuñaban, y esperaban realmente que a Bilbo se le ocurriría algún plan maravilloso. Sabían demasiado bien que si no hubiese sido por el hobbit todos estarían ya muertos; y se lo agradecieron muchas veces. Algunos de ellos incluso se pusieron en pie y lo saludaron inclinándose hasta el suelo, aunque el esfuerzo los hizo caer, y durante un rato no pudieron incorporarse. Saber la verdad sobre las desapariciones no disminuyó de ningún modo la opinión que Bilbo les merecía, pues entendieron que tenía ingenio, y también suerte y un anillo mágico, y las tres cosas eran bienes muy útiles. En verdad lo elogiaron tanto que Bilbo Bolsón llegó a sentir que había algo en él de aventurero audaz, al fin y al cabo, aunque se habría sentido aún mucho más audaz si hubiera tenido algo que comer.

Pero no había nada, nada de nada, y ninguno estaba en disposición de ir a buscar algo o encontrar el sendero perdido.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

Los Elfos llevan a Thorin al palacio de Thranduil, según Alan Lee

(Los Elfos llevan a Thorin al palacio de Thranduil, por el artista inglés Alan Lee)

“Thorin había sido capturado mucho antes que ellos. ¿Recordáis que Bilbo cayó dormido como un tronco cuando entró en el círculo de luz? La vez siguiente fue Thorin quien dio un paso adelante, y cuando la luz desapareció, cayó al suelo como una piedra encantada. Las voces de los enanos perdidos en la noche, los gritos cuando las arañas se precipitaron sobre ellos y los ataron, y todos los ruidos de la batalla del día siguiente, habían pasado inadvertidos para Thorin. Luego los Elfos del Bosque se le echaron encima, y lo ataron, y se lo llevaron.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

(Thorin ante Thranduil, por la artista alemana Anke Katrin Eißmann)

“El rey miró severamente a Thorin cuando lo llevaron al palacio y le hizo muchas preguntas. Pero Thorin sólo contestó que se estaba muriendo de hambre.

—¿Por qué tú y los tuyos intentasteis atacarnos tres veces durante la fiesta? —preguntó el rey.

—Nosotros no los atacamos —respondió Thorin—, nos acercamos a pedir porque nos moríamos de hambre.

—¿Dónde están tus amigos y qué hacen ahora?

—No lo sé, pero supongo que muriéndose de hambre en el bosque.

—¿Qué hacíais en el bosque?

—Buscábamos comida y bebida, pues nos moríamos de hambre.

—Pero, en definitiva, ¿qué asunto os trajo al bosque? —preguntó el rey, enojado.

Thorin cerró entonces la boca y no dijo nada más.

—¡Muy bien! —exclamó el rey—. Que se lo lleven y lo pongan a buen recaudo hasta que tenga ganas de decir la verdad, aunque tarde cien años.”

(‘El Hobbit‘, capítulo 8: Moscas y arañas).

 

(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).
 

(*) Nota 2: A diferencia de lo que ocurre con ‘El Señor de los Anillos‘, no hay una cronología completa de los acontecimientos de ‘El Hobbit‘. En los libros de Tolkien apenas se dan unas pocas fechas (que Gandalf visitó a Bilbo el 25 de abril, que Gandalf, Bilbo y los enanos partieron de Rivendel el Día de Año Medio, que Bilbo y los enanos llegaron a Esgaroth el 22 de septiembre y que Bilbo volvió a Bolsón Cerrado el 22 de junio). La cronología que seguimos es una aproximación que se basa principalmente en esas fechas, en las fechas del intento de Tolkien de crear una cronología en su revisión de ‘El Hobbit‘ y aportadas por John D. Rateliff en su libro ‘The History of The Hobbit‘, en la propia narración del libro y en la cronología realizada por Karen Wynn Fonstad (una cronología basada únicamente en una estimación del tiempo que le llevó a la compañía recorrer las distancias entre unos puntos y otros).

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