A continuación podéis leer los importantes acontecimientos que se produjeron en la Tierra Media creada por J.R.R. Tolkien el 15 de marzo.

Seguimos con la sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con una jornada en la que se produjo un encuentro casual que cambió el rumbo de los acontecimientos de los años venideros, en la que se libró la mayor batalla de la Tercera Edad, y en la que dos reinos élficos fueron atacados de forma simultánea por las huestes del Señor Oscuro. Aprovechamos para recordar que todas estas fechas se corresponden con el Calendario de la Comarca o con el Cómputo del Rey y no con el Calendario Gregoriano (ver nota), y que todas ellas proceden de ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices) y los ‘Cuentos Inconclusos‘ de J.R.R. Tolkien, y del ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad, de ‘El Señor de los Anillos: Guía de Lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull,  y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.

Como es habitual nos gusta acompañar estos sucesos con pasajes de los libros de Tolkien y con ilustraciones de distintos artistas.

Esto fue lo que pasó en la Tierra Media el 15 de marzo.

 

Año 2941 de la Tercera Edad del Sol:

* Gandalf se encuentra con Thorin en Bree.

 

(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)

(Thorin y Gandalf en Bree, según el artista canadiense Ted Nasmith)

«Sauron podría utilizar al Dragón con espantosas consecuencias. ¿Cómo entonces eliminar a Smaug?

Justo cuando Gandalf estaba sentado y pensando en todo esto, se le acercó Thorin y le dijo: —Señor Gandalf, sólo os conozco de vista, pero me gustaría conversar con vos. Porque últimamente habéis visitado a menudo mis pensamientos, como si estuviera obligado a buscaros. En verdad, así lo habría hecho si hubiera sabido dónde estabais.

Gandalf lo miró con asombro. —Esto es extraño, Thorin Escudo de Roble —dijo—. Porque también yo he pensado en ti; y aunque ahora voy a la Comarca, no olvidaba que ese camino conduce también a tus palacios.»

(Apéndices deEl Señor de los Anillos‘. Apéndice A: Anales de los Reyes y Gobernantes. III: El Pueblo de Durin)

 

Año 3019 de la Tercera Edad del Sol:

* Frodo y Sam escapan de la Torre de Cirith Ungol disfrazados de Orcos y empiezan su viaje hacia el norte por el Morgai.

* La puerta principal de Minas Tirith es derribada y el Rey Brujo entra en la ciudad.

* Los Rohirrim llegan a Minas Tirith.

* Se libra la Batalla de los Campos del Pelennor.

* Théoden muere aplastado por Crinblanca.

* Éowyn, con la ayuda de Merry, destruye al Rey Brujo y ambos resultan heridos por el Hálito Negro.

* Los Rohirrim llevan los cuerpos de Théoden y Éowyn a Minas Tirith. En su camino se cruzan con Imrahil, quien advierte que Éowyn aún vive.

* La Compañía Gris llega al Harlond con hombres del Sur de Gondor y se despliega el estandarte de Arwen.

* Beregond salva a Faramir de la locura de su padre. Denethor se suicida en una pira funeraria. Gandalf, Beregond y Pippin llevan a Faramir a las Casas de Curación.

* De noche, Aragorn llega a las Casas de Curación para sanar a Faramir, Éowyn y Merry.

* Thranduil rechaza a las fuerzas de Dol Guldur en la Batalla Bajo los Árboles en el Bosque Negro.

* Segundo ataque a Lórien.

* Los Orientales atacan Valle.

 

Grond, según Stephen Hickman

(Grond, según el artista estadounidense Stephen Hickman)

«Batieron y redoblaron los tambores. En una fuerte embestida, unas manos enormes empujaron a Grond hacia adelante. Llegó a la Puerta. Se sacudió. Un gran estruendo resonó en la ciudad, como un trueno que corre por las nubes. Pero las puertas de hierro y los montantes de acero resistieron el golpe.

Entonces el Capitán Negro se irguió sobre los estribos y gritó, con una voz espantosa, pronunciando en alguna lengua olvidada palabras de poder y terror, destinadas a lacerar los corazones y las piedras.

Tres veces gritó. Tres veces retumbó contra la Puerta el gran ariete. Y al recibir el último golpe, la Puerta de Gondor se rompió. Como al conjuro de algún maleficio siniestro, estalló y voló por el aire; hubo un relámpago enceguecedor, y las batientes cayeron al suelo rotas en mil pedazos.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 4: El Sitio de Gondor).

 

Gandalf y el Rey Brujo, según Angus McBride

(Gandalf y el Rey Brujo, según el artista británico Angus McBride)

«Así pasó el Señor de los Nazgûl bajo la arcada que ningún enemigo había franqueado antes, y todos huyeron ante él.

Todos menos uno. Silencioso e inmóvil, aguardando en el espacio que precedía a la Puerta, estaba Gandalf montado en Sombragris; Sombragris que desafiaba el terror, impávido, firme como una imagen tallada en Rath Dínen, único entre los caballos libres de la tierra.

—No puedes entrar aquí —dijo Gandalf, y la sombra se detuvo—. ¡Vuelve al abismo preparado para ti! ¡Vuelve! ¡Húndete en la nada que te espera, a ti y a tu Amo! ¡Vete!

El Jinete Negro se echó hacia atrás la capucha, y todos vieron con asombro una corona real; pero ninguna cabeza visible la sostenía. Las llamas brillaban, rojas, entre la corona y los hombros anchos y sombríos envueltos en la capa. Una boca invisible estalló en una risa sepulcral.

—¡Viejo loco! —dijo—. ¡Viejo loco! Ha llegado mi hora. ¿No reconoces a la Muerte cuando la ves? ¡Muere y maldice en vano! —Y al decir esto levantó en alto la hoja, y del filo brotaron unas llamas.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 4: El Sitio de Gondor).

 

Frodo y Sam disfrazados de Orcos en Cirith Ungol, según Karin Brouwer

(Frodo y Sam disfrazados de Orcos en Cirith Ungol, según Karin Brouwer)

«Bien, ahí tiene, señor Frodo. Un perfecto Orco pequeño, si me permite el atrevimiento, o lo parecería de verdad si pudiésemos cubrirle la cara con una máscara, estirarle los brazos y hacerlo patizambo. Con esto disimulará algunas fallas del disfraz. —Le puso sobre los hombros un amplio capote negro.— ¡Ya está pronto! A la salida podrá escoger un escudo.

—¿Y tú, Sam? ¿No dijiste que iríamos vestidos los dos iguales?

—Bueno, señor Frodo, he estado reflexionando —dijo Sam—. No es conveniente que deje mis cosas aquí, pero tampoco podemos destruirlas. Y no me puedo poner una malla de Orco encima de todas mis ropas ¿no? Tendré que encapucharme de la cabeza a los pies.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 1: La torre de Cirith Ungol).

 

La última carga de Théoden, según Adrian Bara

(La última carga de Théoden, según el artista danés Adrian Bara)

«Como al conjuro de aquel ruido atronador, la figura encorvada del rey se enderezó súbitamente. Y otra vez se le vio en la montura alto y orgulloso; e irguiéndose sobre los estribos gritó, con una voz más fuerte y clara que la que oyera jamás ningún mortal:

¡De pie, de pie, Jinetes de Théoden!
Un momento cruel se avecina: ¡fuego y matanza!
Trepidarán las lanzas, volarán en añicos los escudos,
¡un día de la espada, un día rojo, antes que llegue el alba!
¡Galopad ahora, galopad! ¡A Gondor!

Y al decir esto, tomó un gran cuerno de las manos de Guthláf, el portaestandarte, y lo sopló con tal fuerza que el cuerno se quebró. Y al instante se elevaron juntas las voces de todos los cuernos del ejército, y el sonido de los cuernos de Rohan en esa hora fue como una tempestad sobre la llanura y como un trueno en las montañas.

¡Galopad ahora, galopad! ¡A Gondor!»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 5: La Cabalgata de los Rohirrim).

 

La Cabalgata de los Rohirrim, según Graham Twyford

(La Cabalgata de los Rohirrim, según el artista inglés Graham Twyford)

«Pues llegaba la mañana, la mañana y un viento del mar; y ya se disipaban las tinieblas; y los hombres de Mordor gemían, y conocían el pánico, y huían y morían, y los cascos de la ira pasaban sobre ellos. Y de pronto los ejércitos de Rohan rompieron a cantar, y cantaban mientras mataban, pues el júbilo de la batalla estaba en todos ellos, y los sonidos de ese canto que era hermoso y terrible llegaron aun a la ciudad.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 5: La Cabalgata de los Rohirrim).

 

Gandalf el Blanco, según John Howe

(Gandalf el Blanco, según el artista canadiense John Howe)

«Así, a los borbotones, mientras se empinaba para tocar con las manos trémulas la rodilla de Gandalf, contó Pippin la historia.— ¿No puedes salvar a Faramir?

—Tal vez sí —dijo Gandalf—, pero entonces morirán otros, me temo. Y bien, tendré que ir, si nadie más puede ayudarlo. Pero esto traerá males y desdichas. Hasta en el corazón de nuestra fortaleza tiene el Enemigo armas para golpearnos: porque esto es obra del poder de su voluntad.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 7: La Pira de Denethor).

 

Frodo y Sam huyen de Cirith Ungol, según Benedykt Szneider

(Frodo y Sam huyen de Cirith Ungol, según el artista polaco Benedykt Szneider)

«—¡Corra, señor Frodo! —gritó—. ¡No, por ahí no! Del otro lado del muro hay un precipicio. ¡Sígame!

Huyeron camino abajo y se alejaron de la puerta. Unos cincuenta pasos más adelante, la senda contorneó uno de los bastiones del risco, y los ocultó a los ojos de la Torre. Por el momento estaban a salvo. Se agazaparon contra las rocas y respiraron llevándose las manos al pecho. Posado ahora en lo alto del muro junto a la puerta en ruinas, el Nazgûl lanzaba sus gritos funestos. Los ecos retumbaban entre los riscos.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 2: El País de la Sombra).

 

Elfhelm, según Magali Villeneuve

(Elfhelm, según la artista francesa Magali Villeneuve)

«Un poco más adelante, en las cercanías de los muros, los hombres de Elfhelm luchaban entre las máquinas de asedio, matando enemigos, traspasándolos con las lanzas, empujándolos hacia las trincheras de fuego. Casi toda la mitad norte de Pelennor estaba ocupada por los Rohirrim, y los campamentos ardían, y los Orcos huían en dirección al río como manadas de animales salvajes perseguidas por cazadores; y los hombres de Rohan galopaban libremente, a lo largo y a lo ancho de los campos. Sin embargo, no habían desbaratado aún el asedio, ni reconquistado la Puerta.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

(Gandalf y Pippin llegan a los Recintos Sagrados, según el artista canadiense Ted Nasmith)

«De improviso el silencio se rompió y oyeron abajo gritos y espadas que se entrechocaban: ruidos que nunca habían resonado en los recintos sagrados desde la construcción de la ciudad. Llegaron por fin al Rath Dínen y fueron rápidamente hacia la Casa de los Senescales, que se alzaba en el crepúsculo bajo la alta cúpula.

—¡Deteneos! ¡Deteneos! —gritó Gandalf, precipitándose hacia la escalera de piedra que llevaba a la puerta—. ¡Acabad esta locura!

Porque allí, en la escalera, con antorchas y espadas en la mano, estaban los servidores de Denethor, y en el peldaño más alto, vistiendo el negro y plata de la Guardia, se erguía Beregond, y él solo defendía la puerta. Ya dos de los hombres habían caído bajo los golpes de la espada de Beregond, profanando con sangre el santuario; y los otros lo maldecían, tildándolo de descastado y de traidor al rey.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 7: La Pira de Denethor).

 

(Théoden acaba con el capitán de los Haradrim, según el artista estadounidense Michael Kaluta)

«Como el fuego del rayo en un bosque, irrumpieron entre las filas de los Sureños abriendo grandes brechas. En medio de la refriega luchaba Théoden hijo de Thengel, y la lanza se le rompió en mil pedazos cuando abatió al capitán enemigo. Atravesó con la espada desnuda el estandarte, golpeando al mismo tiempo asta y jinete, y la serpiente negra se derrumbó.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

(Théoden y el Rey Brujo, según el artista canadiense John Howe)

«—¡A mí! ¡A mí! —gritó Théoden—. ¡De pie, Eorlingas! ¡No os amedrente la oscuridad! —Pero Crinblanca, enloquecido de terror, se había levantado sobre las patas, luchaba con el aire, y de pronto, con un grito desgarrador, se desplomó de flanco: un dardo negro lo había traspasado. Y el rey cayó debajo de él.

Rápida como una nube de tormenta descendió la Sombra. Y se vio entonces que era una criatura alada: un ave quizá, pero más grande que cualquier ave conocida; y parecía desnuda, pues no tenía plumas.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

Gandalf y Pippin salvan a Faramir, según Catherine Karina Chmiel

(Gandalf y Pippin salvan a Faramir, según la artista polaca Catherine Karina Chmiel)

«—¡No me quites a mi hijo! Me llama.

—Te llama, sí —dijo Gandalf—, pero aún no puedes acudir a él. Porque ahora en el umbral de la muerte necesita ir en busca de curación, y quizá no la encuentre. Tu sitio, en cambio, está en la batalla de tu ciudad, donde acaso la muerte te espera. Y tú lo sabes, en lo profundo de tu corazón.

—Ya no despertará nunca más —dijo Denethor—. Es en vano la batalla. ¿Para qué desearíamos seguir viviendo? ¿Por qué no partir juntos hacia la muerte?»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 7: La Pira de Denethor).

 

Éowyn desafía al Rey Brujo, según Matthew Stewart

(Éowyn desafía al Rey Brujo, según el artista estadounidense Matthew Stewart)

«—¡No te interpongas entre el Nazgûl y su presa! No es tu vida lo que arriesgas perder si te atreves a desafiarme; a ti no te mataré: te llevaré conmigo muy lejos, a las casas de los lamentos, más allá de todas las tinieblas, y te devorarán la carne, y te desnudarán la mente, expuesta a la mirada del Ojo Sin Párpado.

Se oyó el ruido metálico de una espada que salía de la vaina.

—Haz lo que quieras; mas yo lo impediré, si está en mis manos.

—¡Impedírmelo! ¿A mí? Estás loco. ¡Ningún hombre viviente puede impedirme nada!

Lo que Merry oyó entonces no podía ser más insólito para esa hora: le pareció que Dernhelm se reía, y que la voz límpida vibraba como el acero.

—¡Es que no soy ningún hombre viviente! Lo que tus ojos ven es una mujer. Soy Éowyn hija de Éomund. Pretendes impedir que me acerque a mi señor y pariente. ¡Vete de aquí si no eres una criatura inmortal! Porque vivo o espectro oscuro, te traspasaré con mi espada si lo tocas.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

(Denethor, según el artista canadiense John Howe)

«Con la mano izquierda quisiste utilizarme un tiempo como escudo contra Mordor, pero con la derecha intentabas traer aquí a este Montaraz del Norte, para que me suplantase.

Pero óyeme bien, Gandalf Mithrandir, yo no seré un instrumento en tus manos. Soy un Senescal de la Casa de Anárion. No me rebajaré a ser el chambelán ñoño de un advenedizo. Porque aun cuando pruebe la legitimidad de su derecho, tendrá que descender de la dinastía de Isildur. Y yo no voy a doblegarme ante alguien como él, último retoño de una casa arruinada que perdió hace tiempo todo señorío y dignidad.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 7: La Pira de Denethor).

 

Éowyn, el Rey Brujo y Merry, según Carmen Sinek

(Éowyn, el Rey Brujo y Merry, según la artista estadounidense Carmen Sinek)

«Y sintió piedad, y asombro; y de improviso, el coraje de los de su raza, lento en encenderse, volvió a mostrarse en él. Apretó los puños. Tan hermosa, tan desesperada, Éowyn no podía morir. En todo caso no iba a morir a solas, sin ayuda.

El enemigo no lo miraba, pero Merry, no se atrevía a moverse temiendo que los ojos asesinos lo descubrieran. Lenta, muy lentamente, se arrastró a un lado; pero el Capitán Negro, movido por la duda y la malicia, sólo miraba a la mujer que tenía delante, y a Merry no le prestó más atención que a un gusano en el fango.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

Beregond se interpone entre Denethor y Faramir, según Anke Katrin Eißmann

(Beregond se interpone entre Denethor y Faramir, según la artista alemana Anke Katrin Eißmann)

«—A mí no me parece que devolver con lealtad un cargo que le ha sido confiado sea motivo para que un Senescal se sienta empobrecido en el amor y el honor —replicó Gandalf—. Y al menos no privarás a tu hijo del derecho a elegir, en un momento en que su muerte es todavía incierta.

Al oír estas palabras los ojos de Denethor volvieron a relampaguear, y poniéndose la Piedra bajo el brazo, sacó un puñal y se acercó a grandes pasos al féretro. Pero Beregond se adelantó de un salto, irguiéndose entre Denethor y Faramir.

—¡Ah, eso era! —gritó Denethor—. Ya me habías robado la mitad del corazón de mi hijo. Ahora me robas también el corazón de mis subditos, y así ellos podrán arrebatarme a mi hijo para siempre. Pero en algo al menos no podrás desafiar mi voluntad: decidir mi propio fin.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 7: La Pira de Denethor).

 Éowyn se enfrenta al Rey Brujo, según Gordon Napier

(Éowyn se enfrenta al Rey Brujo, según el artista británico Gordon Napier)

«De pronto, la bestia horripilante batió las alas, levantando un viento hediondo. Subió en el aire, y luego se precipitó sobre Éowyn, atacándola con el pico y las garras abiertas.

Tampoco ahora se inmutó Éowyn: doncella de Rohan, descendiente de reyes, flexible como un junco pero templada como el acero, hermosa pero terrible. Descargó un golpe rápido, hábil y mortal. Y cuando la espada cortó el cuello extendido, la cabeza cayó como una piedra, y la mole del cuerpo se desplomó con las alas abiertas. «

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

Éowyn y el Rey Brujo, según Oliver Meinerding

(Éowyn y el Rey Brujo, según el artista estadounidense Oliver Meinerding)

«Con un grito de odio que traspasaba los tímpanos como un veneno, descargó la maza. El escudo se quebró en muchos pedazos, y Éowyn vaciló y cayó de rodillas: tenía el brazo roto. El Nazgûl se abalanzó sobre ella como una nube; los ojos le relampaguearon, y otra vez levantó la maza, dispuesto a matar.

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

La pira de Denethor, según Robert Chronister

(La pira de Denethor, según Robert Chronister)

«De un salto Denethor subió a la mesa, y de pie, entre el fuego y el humo, recogió del suelo el cetro de la Senescalía, y apoyándolo contra la rodilla lo partió en dos. Y arrojando los fragmentos en la hoguera se inclinó y se tendió sobre la mesa, mientras con ambas manos apretaba contra el pecho la Palantír. Y se dice que desde entonces, todos aquellos que escudriñaban la Piedra, a menos que tuvieran una fuerza de voluntad capaz de desviarla hacia algún otro propósito, sólo veían dos manos arrugadas y decrépitas que se consumían entre las llamas.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 7: La Pira de Denethor).

 

Éowyn y el Rey Brujo, según Tiziano Baracchi

(Éowyn y el Rey Brujo, según el artista italiano Tiziano Baracchi)

«Merry lo había herido por la espalda. Atravesando el manto negro, subiendo por el plaquín, la espada del Hobbit se había clavado en el tendón detrás de la poderosa rodilla.

—¡Éowyn! ¡Éowyn! —gritó Merry.

Entonces Éowyn, trastabillando, había logrado ponerse de pie una vez más, y juntando fuerzas había hundido la espada entre la corona y el manto, cuando ya los grandes hombros se encorvaban sobre ella. La espada chisporroteó y voló por los aires hecha añicos. La corona rodó a lo lejos con un ruido de metal.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

(Frodo y Sam en Mordor, según el artista chileno Carlos Palma Cruchaga)

«Era un sendero peligroso para los Hobbits, pero el tiempo apremiaba, y Frodo no se sentía capaz de trepar y gatear entre los peñascos o en las hondonadas del Morgai. Y suponía además que el del norte era el camino en que sus perseguidores menos esperarían encontrarlos. Sin duda comenzarían la búsqueda por el camino al este de la llanura, o por el paso que volvía hacia el oeste. Sólo cuando estuvieran bien al norte de la Torre se proponía cambiar de rumbo y buscar una salida hacia el este: hacia la última y desesperada etapa de aquel viaje. Cruzaron pues el lecho de piedras, y tomaron el sendero Orco, y avanzaron por él durante un tiempo. Los riscos altos y salientes de la izquierda impedían que pudieran verlos desde arriba; pero el sendero tenía muchas curvas, y en cada recodo aferraban la empuñadura de la espada y avanzaban con cautela.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 2: El País de la Sombra).

 

Merry se despide de Théoden, según Francesco Amadio

(Merry se despide de Théoden, según el artista italiano Francesco Amadio)

«—¡Adiós, señor Holbytla! —dijo—. Tengo el cuerpo deshecho. Voy a reunirme con mis padres. Pero ahora ni aun en esa soberbia compañía me sentiré avergonzado. ¡Abatí a la serpiente negra! ¡Un amanecer siniestro, un día feliz, y un crepúsculo de oro!

Merry no podía decir una palabra y no dejaba de llorar.

—Perdonadme, señor —logró decir al fin—, por haber desobedecido vuestra orden, y por no haberos prestado otro servicio que llorar en la hora de la despedida.

El viejo rey sonrió: —No te preocupes. Ya has sido perdonado. Que el magnánimo hable en nosotros. Vive ahora muchos años de bendiciones; y cuando te sientes en paz a fumar tu pipa ¡acuérdate de mí!»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

Éomer, según eyne81

(Éomer, según una artista italiana conocida como eyne81)

«Théoden abrió lentamente los ojos, y al ver el estandarte indicó con una seña que se lo entregaran a Éomer.

—¡Salve, Rey de la Marca! —dijo—. ¡Marcha ahora a la victoria! ¡Llévale mis adioses a Éowyn! —Y así murió Théoden sin saber que Éowyn yacía a su lado. Y quienes lo rodeaban lloraron, clamando:— ¡Théoden Rey! ¡Théoden Rey!

Pero Éomer les dijo:

¡No derraméis excesivas lágrimas! Noble fue en vida el caído
y tuvo una muerte digna. Cuando el túmulo se levante,
llorarán las mujeres. ¡Ahora la guerra nos reclama!

Sin embargo, Éomer mismo lloraba al hablar.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

Éomer, según Magali Villeneuve

(Éomer, según la artista francesa Magali Villeneuve)

—¡Éowyn, Éowyn! —gritó al fin—. ¡Éowyn! ¿Cómo llegaste aquí? ¿Qué locura es ésta, qué artificio diabólico? ¡Muerte, muerte, muerte! ¡Que la muerte nos lleve a todos!

Entonces, sin consultar a nadie, sin esperar la llegada de los hombres de la ciudad, montó y volvió al galope hacia la vanguardia del gran ejército, hizo sonar un cuerno y dio con fuertes gritos la orden de iniciar el ataque. Clara resonó la voz de Éomer a través del campo: —¡Muerte! ¡Galopad, galopad hacia la ruina y el fin del mundo!»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

Batalla de los Campos del Pelennor, según Andrzej Grzechnik

(Batalla de los Campos del Pelennor, según el artista polaco Andrzej Grzechnik)

«Al pie de los muros del sur, la infantería de Gondor atacaba a las legiones de Morgul que aún seguían apiñadas allí. Pero la caballería galopaba hacia el este en auxilio de Éomer: Húrin el Alto, Guardián de las Llaves, y el Señor de Lossarnach, e Hirluin de las Colinas Verdes, y el Príncipe Imrahil el Hermoso rodeado por todos sus caballeros.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

(Batalla de los Campos del Pelennor, según el artista inglés Alan Lee)

«Pero en presencia de los mûmakil los caballos se plantaban negándose a avanzar; nadie atacaba a los grandes monstruos, erguidos como torres de defensa, y en torno se atrincheraban los Haradrim. Y si al comienzo del ataque la fuerza de los Rohirrim era tres veces menor que la del enemigo, ahora la situación se había agravado: desde Osgiliath, donde las huestes enemigas se habían reunido a esperar la señal del Capitán Negro para lanzarse al saqueo de la ciudad y la ruina de Gondor, llegaban sin cesar nuevas fuerzas.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

(Aragorn llega a la Batalla de los Campos del Pelennor, según el artista canadiense Ted Nasmith)

«Así, traído de los Senderos de los Muertos por el viento del Mar, llegó Aragorn hijo de Arathorn, Elessar, heredero de Isildur al Reino de Gondor. Y la alegría de los Rohirrim estalló en un torrente de risas y en un relampagueo de espadas, y el júbilo y el asombro de la Ciudad se volcaron en fanfarrias y trompetas y en campanas al viento. Pero los ejércitos de Mordor estaban estupefactos, pues les parecía cosa de brujería que sus propias naves llegasen a puerto cargadas de enemigos; y un pánico negro se apoderó de ellos, viendo que la marea del destino había cambiado, y que la hora de la ruina estaba próxima.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

Éomer y Aragorn se encuentran en los Campos del Pelennor, según Abe Papakhian

(Éomer y Aragorn se encuentran en los Campos del Pelennor, según el artista canadiense Abe Papakhian)

«—Ya ves cómo volvemos a encontrarnos, aunque todos los ejércitos de Mordor se hayan interpuesto entre nosotros —dijo Aragorn—. ¿No te lo predije en Cuernavilla?

—Sí, eso dijiste —respondió Éomer—, pero las esperanzas suelen ser engañosas, y en ese entonces yo ignoraba que fueses vidente. No obstante, es dos veces bendita la ayuda inesperada, y jamás un reencuentro entre amigos fue más jubiloso. —Y se estrecharon las manos.— Ni más oportuno, en verdad —añadió Éomer—. Tu llegada no es prematura, amigo mío. Hemos sufrido grandes pérdidas y terribles pesares.

—¡A vengarlos, entonces, más que a hablar de ellos! —exclamó Aragorn; y juntos cabalgaron de vuelta a la batalla.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

Soldado de Gondor, según Lius Lasahido

(Soldado de Gondor, según el artista indonesio Lius Lasahido)

«Dura y agotadora fue la larga batalla que los esperaba, pues los Sureños eran temerarios y encarnizados, y feroces en la desesperación; y los del Este, recios y aguerridos, no pedían cuartel. Aquí y allá, en las cercanías de algún granero o una granja incendiados, en las lomas y montecillos, al pie de una muralla o en campo raso, volvían a reunirse y a organizarse, y la lucha no cejó hasta que acabó el día.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 

La muerte de Halbarad, según MirachRavaia

(La muerte de Halbarad, según una artista eslovaca conocida como MirachRavaia)

«Pero los caídos en el campo de batalla, heridos, mutilados o muertos eran numerosos. Las hachas enemigas habían decapitado a Forlong mientras combatía desmontado y a solas; y Duilin de Morthond y su hermano habían perecido pisoteados por los mûmakil cuando al frente de los arqueros se acercaban para disparar a los ojos de los monstruos. Ni Huirlin el Hermoso volvería jamás a Pinnath Gelin, ni Grimbold al Bosque Oscuro, ni Halabard a las Tierras Septentrionales, montaraz de mano inflexible. Muchos fueron los caídos, caballeros de renombre o desconocidos, capitanes y soldados; porque grande fue la batalla, y ninguna historia ha narrado aún todas sus peripecias.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 6: La Batalla de los Campos del Pelennor).

 Pippin y Merry, según Ekaterina Shemyak

(Pippin y Merry en Minas Tirith, según la artista rusa Ekaterina Shemyak)

«Gandalf en persona no tardó en llegar en busca de los Hobbits. Se inclinó sobre Merry y le acarició la frente; luego lo levantó con delicadeza.

—Tendrían que haberlo traído a esta ciudad con todos los honores —dijo—. Se mostró digno de mi confianza; pues si Elrond no hubiese cedido a mis ruegos, ninguno de vosotros habría emprendido este viaje, y las desdichas de este día habrían sido mucho más nefastas. —Suspiró.— Y ahora tengo un herido más a mi cargo, mientras la suerte de la batalla está todavía indecisa.

Así pues Faramir, Éowyn y Meriadoc reposaron por fin en las Casas de Curación y recibieron los mejores cuidados.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 8: Las Casas de Curación).

 

Ioreth, según Szilvia Szarvas

(Ioreth, según Szilvia Szarvas)

«Entonces una mujer vieja, la más anciana de las servidoras de la casa, miró el rostro hermoso de Faramir, y lloró, porque todos lo amaban. Y dijo: —¡Ay de nosotros, si llega a morir! ¡Ojalá hubiera en Gondor reyes como los de antaño, según cuentan! Porque dice la tradición: ‘Las manos del rey son manos que curan’. Así el legítimo rey podría ser reconocido.

Y Gandalf, que se encontraba cerca, dijo: —¡Que por largo tiempo recuerden los hombres tus palabras, Ioreth! Pues hay esperanza en ellas. Tal vez un rey haya retornado en verdad a Gondor:»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 8: Las Casas de Curación).

 

(El Príncipe Imrahil le extrae la flecha a Faramir, según Anke Katrin Eißmann)

«—Yo se la extraje —dijo Imrahil—. Y le restañé la herida. Pero no guardé la flecha, pues estábamos muy ocupados. Recuerdo que era un dardo común de los Sureños. Sin embargo, pensé que venía de la Sombra de allá arriba, pues de otro modo no podía explicarme la enfermedad y la fiebre, ya que la herida no era ni profunda ni mortal. ¿Qué explicación le das tú?

—Agotamiento, pena por el estado del padre, una herida, y ante todo el Hálito Negro —dijo Aragorn—. Es un hombre de mucha voluntad, pues ya antes de combatir en los muros exteriores había estado bastante cerca de la Sombra. La oscuridad ha de haber entrado en él lentamente, mientras combatía y luchaba por mantenerse en su puesto de avanzada. ¡Ojalá yo hubiera podido acudir antes!»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 8: Las Casas de Curación).

 

(Athelas, según el artista canadiense John Howe)

«Por fin llegó Bergil a la carrera; traía seis hojuelas envueltas en un trozo de lienzo.

—Hojas de reyes, señor —dijo, pero no son frescas, me temo. Las habrán recogido hace unas dos semanas. Ojalá puedan servir, Señor. —Y luego, mirando a Faramir, se echó a llorar.

Aragorn le sonrió.

—Servirán —le dijo—. Ya ha pasado lo peor. ¡Serénate y descansa! —En seguida tomó dos hojuelas, las puso en el hueco de las manos, y luego de calentarlas con el aliento, las trituró; y una frescura vivificante llenó la estancia, como si el aire mismo despertase, zumbando y chisporroteando de alegría. Luego echó las hojas en las vasijas de agua humeante que le habían traído, y todos los corazones se sintieron aliviados.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 8: Las Casas de Curación).

 

Aragorn sana a Faramir, según Anke Katrin Eißmann

(Aragorn sana a Faramir,  según la artista alemana Anke Katrin Eißmann)

«De pronto Faramir se movió, abrió los ojos, y miró largamente a Aragorn, que estaba inclinado sobre él; y una luz de reconocimiento y de amor se le encendió en la mirada, y habló en voz baja.

—Me has llamado, mi Señor. He venido. ¿Qué ordena mi rey?

—No sigas caminando en las sombras, ¡despierta! —dijo Aragorn—. Estás fatigado. Descansa un rato, y come, así estarás preparado cuando yo regrese.

—Estaré, Señor —dijo Faramir—. ¿Quién se quedaría acostado y ocioso cuando ha retornado el rey?

—Adiós entonces, por ahora —dijo Aragorn—. He de ver a otros que también me necesitan. —Y salió de la estancia seguido por Gandalf e Imrahil; pero Beregond y su hijo se quedaron, y no podían contener tanta alegría. Mientras seguía a Gandalf y cerraba la puerta, Pippin oyó la voz de Ioreth.

—¡El rey! ¿Lo habéis oído? ¿Qué dije yo? Las manos de un curador, eso dije. —Y pronto la noticia de que el rey se encontraba en verdad entre ellos, y que luego de la guerra traía la curación, salió de la Casa y corrió por toda la ciudad.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 8: Las Casas de Curación).

 

La curación de Éowyn, según los hermanos Hildebrandt

(La curación de Éowyn, según los hermanos Greg y Tim Hildebrandt)

«—¡Despierta, Éowyn, Dama de Rohan! —repitió Aragorn, y cuando le tomó la mano derecha sintió que el calor de la vida retornaba a ella—. ¡Despierta! ¡La sombra ha partido para siempre, y las tinieblas se han disipado! —Puso la mano de Éowyn en la de Éomer y se apartó del lecho.— ¡Llámala! —dijo, y salió en silencio de la estancia.

—¡Éowyn, Éowyn! —clamó Éomer en medio de las lágrimas.

Y ella abrió los ojos y dijo: —¡Éomer! ¿Qué dicha es ésta? Me decían que estabas muerto. Pero no, eran las voces lúgubres de mi sueño. ¿Cuánto tiempo he estado soñando?

—No mucho, hermana mía —respondió Éomer—. ¡Pero no pienses más en eso!

—Siento un cansancio extraño —dijo ella—. Necesito reposo. Pero dime ¿qué ha sido del Señor de la Marca? ¡Ay de mí! No me digas que también eso fue un sueño, porque sé que no lo fue. Ha muerto, tal como él lo había presagiado.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 8: Las Casas de Curación).

 

Merry herido tras la Batalla de los Campos del Pelennor, según SapphireGamgee

(Merry herido tras la Batalla de los Campos del Pelennor, según una artista estadounidense conocida como SapphireGamgee)

«—No temas —le dijo Aragorn—. He llegado a tiempo, he podido llamarlo. Ahora está extenuado, y dolorido, y ha sufrido un daño semejante al de la Dama Éowyn, por haber golpeado también él a ese ser nefasto. Pero son males fáciles de reparar, tan fuerte y alegre es el espíritu de tu amigo. El dolor, no lo olvidará; pero no le oscurecerá el corazón, y le dará sabiduría.

Y posando la mano sobre la cabeza de Merry, le acarició los rizos castaños, le rozó los párpados, y lo llamó. Y cuando la fragancia del athelas inundó la habitación, como el perfume de los huertos y de los brezales a la luz del sol colmada de abejas, Merry abrió de pronto los ojos y dijo:

—Tengo hambre. ¿Qué hora es?»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 8: Las Casas de Curación).

 

(Lothlórien, según el artista español Emilio Rodríguez)

“Tres veces Lórien había sido atacada desde Dol Guldur, pero además del valor de ese pueblo élfico, el poder que había en esa tierra era demasiado grande para que alguien pudiera conquistarla, a no ser que Sauron hubiera ido allí él mismo. Aunque los hermosos bosques de las fronteras fueron tristemente dañados, se rechazaron los asaltos;”

(Apéndices de ‘El Señor de los Anillos‘. Apéndice B: La Cuenta de los Años. La Tercera Edad – Los Grandes Años).

 

Thranduil, según Julia Alekseeva

(Thranduil, según la artista rusa Julia Alekseeva)

«En el Norte también había habido guerra y males. El reino de Thranduil fue invadido, y hubo una prolongada batalla bajo los árboles y una gran ruina provocada por el fuego; pero al fin Thranduil obtuvo la victoria.»

(Apéndices de ‘El Señor de los Anillos‘. Apéndice B: La Cuenta de los Años. La Tercera Edad – Los Grandes Años).

 

Batalla de la Ciudad de Valle, según Jan Pospisil(Batalla de la Ciudad de Valle, según el artista checo Jan Pospisil)

«En el tiempo en que los grandes ejércitos sitiaban Minas Tirith, una hueste de los aliados de Sauron que venían amenazando desde hacía mucho las fronteras del Rey Brand, cruzó el Río Carnen, y Brand fue obligado a retroceder hasta Valle. Allí recibió ayuda de los Enanos de Erebor; y tuvo lugar la gran batalla al pie de las Montañas.»

(Apéndices de ‘El Señor de los Anillos‘. Apéndice B: La Cuenta de los Años. La Tercera Edad – Los Grandes Años).

 

(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).

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