
- Categoría: Mundo Tolkien
- Etiquetas: Año 120 de la Cuarta Edad, Año 2931 de la Tercera Edad, Año 3019 de la Tercera Edad, El Señor de los Anillos, Hoy en la Tierra Media, JRR Tolkien, La Búsqueda del Anillo, libros
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¿Qué ocurrió el 1 de marzo en la Tierra Media creada por J.R.R. Tolkien? ¡Os los contamos a continuación!
Proseguimos con nuestra sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con un día en el que nació (y también murió, muchos años más tarde) un rey, en el que tres viajeros salieron de un laberinto de acantilados y entraron en un traicionero cenagal, en el que tres cazadores se encontraron con alguien a quien no esperaban, y en el que un montaraz partió de la Torre de la Guardia con una misión. Os recordamos que todas estas fechas se corresponden con el Calendario de la Comarca o con otros calendarios de la Tierra Media (como el Cómputo del Rey) y no con el calendario gregoriano (ver nota), y que todas proceden de ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices), los ‘Cuentos inconclusos‘ y los Manuscritos Marquette de J.R.R. Tolkien, y de otros libros de estudiosos tolkiendil como el ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad, ‘El Señor de los Anillos: Guía de lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull, y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.
Eventos que acompañamos con citas de la obra de Tolkien y con distintas ilustraciones, aunque no siempre encontramos imágenes que representan los momentos que mencionamos o que reflejen fielmente lo escrito por el Profesor.
Esto fue lo que pasó en la Tierra Media el 3 de marzo, o el 3 de Rethe según el Calendario de la Comarca.
Año 2931 de la Tercera Edad del Sol:
* Nacimiento de Aragorn.
(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)
(Gilraen y Estel, según la artista polaca Anna Kulisz)
“Y aconteció que cuando hacía apenas un año que Arathorn y Gilraen se habían casado, Arador fue tomado prisionero por los trolls de las montañas en los Páramos Fríos al norte de Rivendel, y asesinado; y Arathorn se convirtió en el Capitán de los Dúnedain. Al año siguiente Gilraen le dio un hijo, y lo llamaron Aragorn. Pero Aragorn tenía apenas dos años cuando Arathorn partió a combatir contra los orcos con los hijos de Elrond, y pereció con un ojo atravesado por una flecha orca; y así tuvo en verdad una vida breve para alguien de su raza, pues apenas contaba sesenta años cuando cayó.
»Aragorn, que era ahora el Heredero de Isildur, fue llevado entonces a vivir con su madre en la casa de Elrond, y Elrond hizo las veces de padre para él, y llegó a amarlo como a un hijo.”
(Apéndices de ‘El Señor de los Anillos‘. Apéndice A: Anales de los Reyes y Gobernantes. I. Los Reyes Númenóreanos – (v). Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen).
Año 3019 de la Tercera Edad del Sol:
* De madrugada Frodo, Sam y Gollum comienzan a atravesar la senda de las Ciénagas de los Muertos. Por la noche aparecen las luces. Sam tropieza y cae a la ciénaga.
* De madrugada Saruman se aparece a Aragorn, Legolas y Gimli, y los caballos huyen. Por la mañana Aragorn encuentra el rastro de Merry y Pippin, que los lleva al bosque de Fangorn. Se encuentran con Gandalf el Blanco, y los cuatro viajan hacia Edoras.
* Merry y Pippin pasan el día con Ramaviva mientras continuaba la Cámara de los Ents.
* Faramir abandona Minas Tirith y viaja a Ithilien con una misión.
(Frodo Sam y Gollum en las Ciénagas de los Muertos, según el artista italiano Andrea Piparo)
“—¿Y ahora por dónde vamos, Sméagol? —preguntó Frodo—. ¿Tenemos que atravesar estas marismas pestilentes?
—No, no —dijo Gollum—. No si los hobbits quieren llegar a las montañas oscuras e ir a verlo lo más pronto posible. Un poco para atrás y una pequeña vuelta… —el brazo flaco señaló al norte y el este—… y podréis llegar por caminos duros y fríos a las puertas mismas del país. Muchos de los suyos estarán allí para recibir a los huéspedes, felices de poder conducirlos directamente a Él, oh sí. El Ojo vigila constantemente en esa dirección. Allí capturó a Sméagol, hace mucho, mucho tiempo. —Gollum se estremeció.— Pero desde entonces Sméagol ha aprendido a usar sus propios ojos, sí, sí: he usado mis ojos y mis pies y mi nariz desde entonces. Conozco otros caminos. Más difíciles, menos rápidos; pero mejores, si no queremos que Él vea. ¡Seguid a Sméagol! Él puede guiaros a través de las ciénagas, a través de las nieblas espesas y amigas. Seguid a Sméagol con cuidado, y podréis ir lejos, muy lejos, antes que Él os atrape, sí, quizá.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Cuarto, capítulo 2: A través de las ciénagas).
(Saruman, según la artista neerlandesa Suzanne Helmigh)
“De pronto Gimli alzó la cabeza, y allí, al borde mismo del resplandor del fuego, vio la figura encorvado de un anciano, apoyada en un bastón y envuelta en una capa amplia; un sombrero de ala ancha le ocultaba los ojos, Gimli dio un salto, demasiado sorprendido para gritar, aunque pensó en seguida que Saruman los había atrapado. El movimiento brusco había despertado a Aragorn y Legolas, que ya estaban sentados, los ojos muy abiertos. El anciano no habló ni hizo ningún ademán.
—Bueno, abuelo, ¿qué podemos hacer por ti? —dijo Aragorn, poniéndose de pie—. Acércate y caliéntate, si tienes frío.
Dio un paso adelante, pero el anciano ya no estaba allí. No había ninguna huella de él en las cercanías y no se atrevieron a ir muy lejos. La luna se había puesto y la noche era muy oscura.
De pronto Legolas lanzó un grito.
—¡Los caballos! ¡Los caballos!
Los caballos habían desaparecido, llevándose las estacas a la rastra.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 2: Los Jinetes de Rohan).
(Aragorn, según el artista argentino Sebastián Giacobino)
“—Pues bien, ¡he aquí el enigma más raro que hayamos encontrado hasta ahora! —dijo Legolas—. Un prisionero atado consigue eludir a los orcos y a los jinetes que los rodean. Luego se detiene, aún al descubierto, y corta las ataduras con un cuchillo de orco. ¿Pero cómo y por qué? Pues si tenía las piernas atadas, ¿cómo pudo caminar? Y si tenía los brazos atados, ¿cómo pudo utilizar el cuchillo? Y si ni las piernas ni los brazos estaban atados, ¿por qué cortó las cuerdas? Contento de haber mostrado tamaña habilidad, ¡se sienta a comer tranquilamente un poco de pan de viaje! Esto al menos basta para saber que se trataba de un hobbit, aun sin la hoja de mallorn. Luego de esto, supongo, trocó los brazos en alas y se alejó cantando hacia los árboles. Tiene que ser fácil encontrarlo, ¡sólo falta que nosotros también tengamos alas!
—Es cosa de brujos, obviamente —dijo Gimli—. ¿Qué estaba haciendo ese viejo? ¿Qué dices tú, Aragorn, de la interpretación de Legolas? ¿Puedes mejorarla?
—Quizá —dijo Aragorn, sonriendo—. Hay otros signos al alcance de la mano que no habéis tenido en cuenta. Estoy de acuerdo en que el prisionero era un hobbit, y que tenía los pies o las manos libres antes de llegar aquí. Supongo que eran las manos, pues el enigma se aclara un poco entonces, y también porque de acuerdo con las huellas fue traído aquí por un orco. Se ha vertido sangre en este sitio, sangre de orco. Hay marcas profundas de cascos todo alrededor, y signos de que se llevaron a la rastra una cosa pesada. Los jinetes mataron a un orco, y luego lo arrastraron hasta las hogueras. Pero no vieron al hobbit: no estaba «al descubierto», pues era de noche y llevaba todavía el manto élfico. Estaba agotado y con hambre, y no es raro que después de librarse de las ataduras con el cuchillo del enemigo caído haya descansado y comido un poco antes de irse sigilosamente. Pero es un alivio saber que tenía unas pocas lembas en el bolsillo, aunque haya escapado sin armas ni provisiones; esto es quizá típico de un hobbit. Hablo en singular, aunque espero que Merry y Pippin hayan estado aquí juntos. Nada sin embargo permite asegurarlo.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 5: El Caballero Blanco).
(Aragorn, Gimli y Legolas en Fangorn, según el artista inglés Alan Lee)
“—Bueno, no hay razón para que esté enojado conmigo —dijo Gimli—. No le hice daño.
—Lo mismo da —dijo Legolas—. De todos modos le han hecho daño. Hay algo que está ocurriendo ahí dentro, o que está por ocurrir. ¿No sientes la tensión? Me quita el aliento.
—Yo siento que el aire es pesado —dijo el Enano—. Este bosque es menos denso que el Bosque Negro, pero parece mohoso y decrépito.
—Es viejo, muy viejo —dijo el Elfo—. Tan viejo que casi me siento joven otra vez, como no he vuelto a sentirme desde que viajo con niños como vosotros. Viejo, y poblado de recuerdos. Yo podía haber sido feliz aquí, si hubiera venido en días de paz.
—Me atrevo a asegurarlo —se burló Gimli—. De todos modos eres un Elfo de los Bosques, aunque los Elfos son siempre gente rara. Sin embargo, me reconfortas. A donde tú vayas, yo también iré. Pero ten el arco bien dispuesto, y yo llevaré el hacha suelta en el cinturón. No para usarla contra los árboles —dijo de prisa, alzando los ojos al árbol que se erguía sobre ellos—. No me gustaría tropezarme de improviso con ese hombre viejo sin un argumento en la mano. ¡Adelante!
Luego de esto los tres cazadores se metieron en el bosque de Fangorn.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 5: El Caballero Blanco).
(Merry y Pippin en Fangorn, según la artista alemana Anke Katrin Eißmann)
“—Alguien podría decir sin duda que vuestra misión es quizás inconfesable —continuó el viejo—. Por fortuna, algo sé. Estáis siguiendo las huellas de dos jóvenes hobbits, me parece. Sí, hobbits. No me miréis así, como si nunca hubieseis oído esa palabra. Los conocéis, y yo también. Sabed entonces que ellos treparon aquí anteayer. Y se encontraron con alguien que no esperaban. ¿Os tranquiliza eso? Y ahora quisierais saber a dónde los llevaron. Bueno, bueno, quizá yo puedadaros algunas noticias. ¿Pero por qué estáis de pie? Pues veréis, vuestra misión no es ya tan urgente como habéis pensado. Sentémonos y pongámonos cómodos.
El viejo se volvió y fue hacia un montón de piedras y peñascos caídos al pie del risco, detrás de ellos. En ese instante, como si un encantamiento se hubiese roto, los otros se aflojaron y se sacudieron. La mano de Gimli aferró el mango del hacha. Aragorn desenvainó la espada. Legolas recogió el arco.
El viejo, sin prestarles la menor atención, se inclinó y se sentó en una piedra baja y chata. El manto gris se entreabrió, y los compañeros vieron, ahora sin ninguna duda, que debajo estaba vestido todo de blanco.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 5: El Caballero Blanco).
(Gandalf aparece ante Aragorn, Gimli y Legolas, según el artista canadiense Ted Nasmith)
“El viejo era demasiado rápido. Se incorporó de un salto y se encaramó en una roca. Allí esperó, de pie, de pronto muy alto, dominándolos. Había dejado caer la capucha y los harapos grises, y ahora la vestidura blanca centelleaba. Levantó la vara, y a Gimli el hacha se le desprendió de la mano y cayó resonando al suelo. La espada de Aragorn, inmóvil en la mano tiesa, se encendió con un fuego súbito. Legolas dio un grito y soltó una flecha que subió en el aire y se desvaneció en un estallido de llamas.
—¡Mithrandir! —gritó—. ¡Mithrandir!
—¡Feliz encuentro, te digo a ti otra vez, Legolas! —exclamó el viejo.
Todos tenían los ojos fijos en él. Los cabellos del viejo eran blancos como la nieve al sol; y las vestiduras eran blancas y resplandecientes; bajo las cejas espesas le brillaban los ojos, penetrantes como los rayos del sol; y había poder en aquellas manos. Asombrados, felices y temerosos, los compañeros estaban allí de pie y no sabían qué decir.
Al fin Aragorn reaccionó.
—¡Gandalf! —dijo—. ¡Más allá de toda esperanza regresas ahora a asistirnos! ¿Qué velo me oscurecía la vista? ¡Gandalf!”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 5: El Caballero Blanco).
(Ramaviva, según el artista australiano Andy Smith)
“El día siguiente también lo pasaron en compañía de Bregalad, pero no se alejaron mucho de la «casa». La mayor parte del tiempo se quedaron sentados en silencio al abrigo de la barranca; pues el viento era más frío, y las nubes más bajas y grises; el sol brillaba poco, y a lo lejos las voces de los Ents reunidos en Asamblea todavía subían y bajaban, a veces altas y fuertes, a veces bajas y tristes, a veces rápidas, a veces lentas y solemnes como un himno.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 4: Bárbol).
(Ents y Ucornos, según el artista argentino Gonzalo Kenny)
“—¡Peligroso! —exclamó Gandalf—. Y yo también lo soy, muy peligroso, más peligroso que cualquier otra cosa que hayáis encontrado hasta ahora, a menos que os lleven vivos a la residencia del Señor Oscuro. Y Aragorn es peligroso, y Legolas es peligroso. Estás rodeado de peligros, Gimli hijo de Glóin, pues tú también eres peligroso, a tu manera. En verdad el bosque de Fangorn es peligroso, y más aún para aquellos que en seguida echan mano al hacha; y Fangorn mismo, él también es peligroso; aunque sabio, y bueno. Pero ahora la larga y lenta cólera de Fangorn está desbordando, y comunicándose a todo el bosque. La llegada de los hobbits y las noticias que le trajeron fueron la gota que colmó el vaso; pronto esa cólera se extenderá como una inundación, volviéndose contra Saruman y las hachas de Isengard. Está por ocurrir algo que no se ha visto desde los Días Antiguos: los Ents despertarán, y descubrirán que son fuertes.
—¿Qué harán? —preguntó Legolas, sorprendido.
—No lo sé —dijo Gandalf—. Y no creo que ellos lo sepan.
Calló y bajó la cabeza, ensimismado.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 5: El Caballero Blanco).
(Galadriel, según la artista rusa Elena Kukanova)
“Se me pidió que a Aragorn le dijera esto:
¿Dónde están ahora los Dúnedain, Elessar, Elessar?
¿Por qué, tus gentes andan errantes allá lejos?
Cercana está la hora en que volverán los Perdidos
y del Norte descienda la Compañía Gris.
Pero sombría es la senda que te fue reservada:
los Muertos vigilan el camino que lleva al Mar.
‘A Legolas le envió este mensaje:
Legolas Hojaverde, mucho tiempo bajo el árbol
en alegría has vivido. ¡Ten cuidado del Mar!
Si escuchas en la orilla la voz de la gaviota,
nunca más descansará tu corazón en el bosque.
Gandalf calló y cerró los ojos.
—¿No me envió ella entonces ningún mensaje? —dijo Gimli e inclinó la cabeza.
—Oscuras son esas palabras —dijo Legolas—, y poco significan para quien las recibe.
—Eso no es ningún consuelo —dijo Gimli.
—¿Qué pretendes? —dijo Legolas—. ¿Que ella te hable francamente de tu propia muerte?
—Sí, si no tiene otra cosa que decir.
—¿Qué estáis hablando? —les preguntó Gandalf, abriendo los ojos—. Sí, creo adivinar el sentido de esas palabras. ¡Perdóname, Gimli! Estaba rumiando esos mensajes otra vez. Pero en verdad ella me pidió que te dijera algo, ni triste ni oscuro.
‘«A Gimli hijo de Glóin —me dijo—, llévale el beneplácito de su Dama. Portador del rizo, a donde quiera que vayas mi pensamiento va contigo. ¡Pero cuida de que tu hacha se aplique al árbol adecuado!»
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 5: El Caballero Blanco).
(Gandalf y Sombragrís, según el artista inglés Peter Xavier Price)
“—Viene más de un caballo —dijo Aragorn.
—Por cierto —dijo Gandalf—. Somos una carga demasiado pesada para uno solo.
—Hay tres —dijo Legolas, que observaba la llanura—. ¡Mirad cómo corren! Allí viene Hasufel, ¡y mi amigo Arod viene al lado! Pero hay otro que encabeza la tropa: un caballo muy grande. Nunca vi ninguno parecido.
—Ni nunca lo verás —dijo Gandalf—. Ése es Sombragrís. Es el jefe de los Mearas, señores de los caballos, y ni siquiera Théoden, Rey de Rohan, ha visto uno mejor. ¿No brilla acaso como la plata, y corre con la facilidad de una rápida corriente? Ha venido por mí: la cabalgadura del Caballero Blanco. Iremos juntos al combate.
El viejo mago hablaba aún cuando el caballo grande subió la pendiente hacia él: le brillaba la piel, las crines le flotaban al viento. Los otros dos animales venían lejos detrás. Tan pronto como Sombragrís vio a Gandalf, aminoró el paso y relinchó con fuerza; luego se adelantó al trote e inclinando la orgullosa cabeza frotó el hocico contra el cuello del viejo.
Gandalf lo acarició.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Tercero, capítulo 5: El Caballero Blanco).
(Faramir, según la artista francesa Aurore Folny)
“Pues tengo la misión de dar muerte a todos los que encuentre en estas tierras sin autorización del Señor de Gondor. Pero yo no mato sin necesidad ni a hombre ni a bestia, y cuando es necesario no lo hago con alegría. Tampoco hablo en vano.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Cuarto, capítulo 5: Una ventana al Oeste).
(Frodo, Sam y Gollum en las Ciénagas de los Muertos, según la artista sueca Inger Edelfeldt)
“Pronto la oscuridad fue total: el aire mismo parecía negro y pesado. Cuando aparecieron las luces, Sam se restregó los ojos: pensó que estaba viendo visiones. La primera la descubrió con el rabillo del ojo izquierdo: un fuego fatuo que centelleó un instante débilmente y desapareció; pero pronto asomaron otras: algunas corno un humo de brillo apagado, otras como llamas brumosas que oscilaban lentamente sobre cirios invisibles; aquí y allá se retorcían como sábanas fantasmales desplegadas por manos ocultas. Pero ninguno de sus compañeros decía una sola palabra.
Por último Sam no pudo contenerse.
—¿Qué es todo esto, Gollum? —dijo en voz baja—. ¿Estas luces? Ahora nos rodean por todas partes. ¿Nos han atrapado? ¿Quiénes son?
Gollum alzó la cabeza. Se encontraba delante del agua oscura, y se arrastraba en el suelo, a derecha e izquierda, sin saber por dónde ir.
—Sí, nos rodean por todas partes —murmuró—. Los fuegos fatuos. Los cirios de los cadáveres, sí, sí. ¡No les prestes atención! ¡No las mires! ¡No las sigas! ¿Dónde está el amo?”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Cuarto, capítulo 2: A través de las ciénagas).
(Elfo de las Ciénagas de los Muertos, según una artista rusa conocida como steamey)
“En la prisa por alcanzar a Gollum, Sam enganchó el pie en una vieja raíz o en una mata de hierba y trastabilló. Cayó pesadamente sobre las manos, que se hundieron en el cieno viscoso, con la cara muy cerca de la superficie oscura de la laguna. Oyó un débil silbido, se expandió un olor fétido, las luces titilaron, danzaron y giraron vertiginosamente. Por un instante el agua le pareció una ventana con vidrios cubiertos de inmundicia a través de la cual él espiaba. Arrancando las manos del fango, se levantó de un salto, gritando.
—Hay cosas muertas, caras muertas en el agua —dijo horrorizado—. ¡Caras muertas!
Gollum se rió.
—La Ciénagas de los Muertos, sí, sí: así las llaman —cloqueó—. No hay que mirar cuando los cirios están encendidos.
—¿Quiénes son? ¿Qué son? —preguntó Sam con un escalofrío, volviéndose a Frodo que ahora estaba detrás de él.
—No lo sé —dijo Frodo con una voz soñadora—. Pero yo también las he visto. En los pantanos, cuando se encendieron las luces. Yacen en todos los pantanos, rostros pálidos, en lo más profundo de las aguas tenebrosas. Yo los vi: caras horrendas y malignas, y caras nobles y tristes. Una multitud de rostros altivos y hermosos, con algas en los cabellos de plata. Pero todos inmundos, todos putrefactos, todos muertos. En ellos brilla una luz tétrica. —Frodo se cubrió los ojos con las manos.— Ahora sé quiénes son; pero me pareció ver allí Hombres y Elfos, y orcos junto a ellos.”
(‘El Señor de los Anillos. Las dos torres‘. Libro Cuarto, capítulo 2: A través de las ciénagas).
Año 120 de la Cuarta Edad del Sol:
* Muerte del Rey Elessar. Eldarion se convierte en el segundo rey del Reino Reunido de Arnor y Gondor.
(Rath Dínen, según el artista checo Matěj Čadil)
“Entonces, fue a la Casa de los Reyes en la Calle del Silencio, y se tendió en el largo lecho que le habían preparado. Allí le dijo adiós a Eldarion, y le puso en las manos la corona alada de Gondor y el cetro de Arnor; y entonces todos se retiraron excepto Arwen, y allí se quedó junto al lecho de Aragorn. Y no obstante su gran sabiduría y su mismo linaje, no pudo dejar de suplicarle que se quedara todavía por algún tiempo. Aún no estaba cansada de los días, y ahora sentía el sabor amargo de la mortalidad que ella misma había elegido.”
(Apéndices de ‘El Señor de los Anillos‘. Apéndice A: Anales de los Reyes y Gobernantes. I. Los Reyes Númenóreanos – (v). Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen).
(Arwen llega a Cerin Amroth a morir, según la artista estadounidense Kim Kincaid)
“»’Así parece —dijo él—. Pero no nos dejemos abatir en la prueba final, nosotros que otrora renunciamos a la Sombra y al Anillo. Con tristeza hemos de separarnos, mas no con desesperación. ¡Mira! No estamos sujetos para siempre a los círculos del mundo, y del otro lado hay algo más que recuerdos. ¡Adiós!’
» ‘¡Estel, Estel!’, exclamó Arwen, y mientras le tomaba la mano y se la besaba, Aragorn se quedó dormido. Y de pronto, se reveló en él una gran belleza, una belleza que todos los que más tarde fueron a verlo contemplaron maravillados, porque en él veían unidas la gracia de la juventud y el valor de la madurez, y la sabiduría y la majestad de la vejez. Y allí yació largo tiempo, una imagen del esplendor de los Reyes de los Hombres en la gloria radiante anterior al desgarramiento del mundo.
»Pero Arwen salió de la Casa, y la luz se le había extinguido en los ojos, y a los suyos les pareció que se había vuelto fría y gris como un anochecer de invierno que llega sin una estrella.”
(Apéndices de ‘El Señor de los Anillos‘. Apéndice A: Anales de los Reyes y Gobernantes. I. Los Reyes Númenóreanos – (v). Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen)
(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).