
- Categoría: Família Tolkien
- Etiquetas: Edith, John Garth, JRR Tolkien, Primera Guerra Mundial, T.C.B.S., Tolkien y la Gran Guerra
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Hoy 6 de junio se cumplen 100 años de la llegada de J.R.R. Tolkien a una Francia devastada por la Primera Guerra Mundial.
El 6 de junio de 1916, hace hoy un siglo, J.R.R. Tolkien embarcaba en el puerto de Folkestone con dirección a Francia, llegando a Calais esa misma tarde. La “última guerra, la guerra que acabará con todas las guerras”, como la bautizaría a su término Woodrow Wilson, Presidente de los Estados Unidos, se acercaba ya a su segundo año de combates, dejando ya millones de muertos y heridos y una Europa sumida en el horror. Pero para Tolkien, la Gran Guerra había comenzado unos días antes.
Tras varias semanas recibiendo adiestramiento en un curso en la escuela de señales en Farnley Park, el viernes 2 de junio recibió la orden de movilización. A Tolkien se le dieron 48 horas para su “último adiós” con su familia y seres queridos, tiempo que pasó con Edith. Ambos volvieron a Birmingham, y pasaron la noche del sábado en el hotel Plough and Harrow, cerca del oratorio del padre Francis y no muy lejos de la casa de Duchess Road en la que Tolkien y Edith se habían conocido años atrás.
(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)
En la tarde del domingo 4 de junio, Tolkien partió hacia la ciudad de Folkestone, uno de los principales puertos de embarque hacia Francia del ejército británico. Lo hizo solo, sin la compañía de otros camaradas, pues su batallón de entrenamiento era una unidad de reserva, que únicamente movilizaba hombres a medida que los batallones de los Fusileros de Lancashire necesitaban reemplazos para los soldados heridos o caídos en combate. Y lo hizo sin esperanzas de sobrevivir a la guerra.
(Transporte de tropas zarpando de Folkestone. Fuente: Step Short)
Muy atrás quedaban los alegres días de 1914, en los que una parte considerable de la generación de Tolkien recibió la noticia de la guerra con un inexplicable entusiasmo. En el Reino Unido se respiraba en aquellos días una euforia bélica incomprensible. Imperaba la creencia de que la guerra era algo necesario y bueno, y sobre todo, que sería un conflicto que se ganaría fácil y rápidamente, pues las naciones europeas no podían permitirse el costo de una guerra prolongada. Muy pocas personas eran capaces de concebir el horror que aguardaba en las trincheras de Francia, en los desiertos de Oriente Medio y en las llanuras y selvas africanas.
Los miembros de la T.C.B.S. no fueron ajenos a esa euforia, como recuerda John Garth en su muy recomendable libro ‘Tolkien y la Gran Guerra‘. R.Q. Gilson, dijo que la guerra era “un penoso esfuerzo oculto” del que saldrían enriquecidos. Incluso llegó a aventurar que tenía fe “en que la T.C.B.S. algún día dará gracias a Dios por sí misma, no por el mundo, por esta guerra”. Gilson fallecería el 1 de julio en el primer día de la Batalla del Somme (os recordamos que la King Edward’s School ha producido un documental, ‘Memoirs of an Infantry Officer‘, sobre las vivencias de Gilson durante la guerra). “Realmente vosotros tres, y especialmente Rob, sois héroes. Afortunadamente no somos señores de nuestro destino, así que lo que hacemos ahora nos hará mejores para unirnos en la gran obra que está por venir, sea la que sea”, afirmó Christopher Wiseman, el único de los “cuatro inmortales” junto a Tolkien que sobrevivió a la contienda.
Tolkien recordaría años más tarde cómo vivió aquellos días en una carta a su hijo Michael escrita el 6-8 de marzo de 1941.
“Luego, al año siguiente, estalló la guerra, mientras tenía todavía por delante un año en la universidad. En aquellos días los muchachos se ofrecían como voluntarios, de lo contrario se los despreciaba públicamente. Era ésa una posición desagradable, especialmente para un joven de mucha imaginación y escaso coraje físico. No había obtenido grado alguno; no tenía dinero; estaba prometido. Soporté el vilipendio y, al volverse explícitas las sugerencias de mis parientes, velé y obtuve Honores de Primera Clase en los exámenes finales de 1915. En julio de ese mismo año fui empujado al ejército.”
(Cartas, 043).
(H.M.S. Superb)
Pero la cruda realidad de la guerra (como los zepelines alemanes que comenzaron a bombardear Londres a partir de 1915 o la sangría de Verdún), a pesar de la propaganda y la censura, no tardó en imponerse. Un duro golpe para la moral británica fue la llegada de las primeras noticias de la Batalla de Jutlandia (31 de mayo – 1 de junio de 1916), la mayor batalla naval de la Primera Guerra Mundial y en la que intervino Wiseman (enrolado en la Royal Navy y destinado al acorazado H.M.S. Superb). Las primeras noticias llegaron a Inglaterra a partir del 3 de junio, y en ellas se hablaba de una debacle de la Royal Navy, desmontando la creencia de la superioridad marítima de Gran Bretaña sobre Alemania.
Tolkien tenía estas noticias muy frescas cuando el domingo 4 de junio llegó a la estación londinense de Charing Cross para coger el tren con destino a Folkestone, ciudad a la que llegó a la una en punto del lunes 5 de junio. No era la primera vez que Tolkien pisaba Folkestone, pues ya la había visitado cuatro años antes durante un campamento de la King Edward’s Horse. El tranquilo puerto que había conocido entonces no tenía nada que ver con lo que se encontró, una ciudad que bullía de actividad, repleta de soldados de todos los rincones del Imperio Británico que iban al frente. Se estima que durante la Primera Guerra Mundial unos 10 millones de personas recorrieron en Folkestone el camino que lleva al puerto, un camino que hoy se conoce como “El camino del recuerdo” (The Road of Remembrance).
(Tropas británicas recorren el camino del recuerdo (The Road of Remembrance) en Folkestone. Fuente: WW1 Centennial Network.
Tolkien pasó la noche en la ciudad, y el lunes 6 de junio embarcó en el transporte de tropas que lo llevaría a Francia. Mientras atravesaba el Canal de la Mancha, el transporte fue escoltado por un destructor, pues las minas alemanas y la incipiente guerra submarina comenzaban a hacer estragos. Durante el viaje, Tolkien perdió (probablemente se lo robaron) el costoso equipo que había comprado siguiendo un consejo de su amigo G.B. Smith, y hubo de ingeniárselas para conseguir uno nuevo. Al desembarcar en Calais, Tolkien (como todos los soldados recién llegados), fue enviado a Étaples, la base de abastecimiento de la Fuerza Expedicionaria Británica. Allí, en un campamento cercado entre las arenas de la costa y los pinares, Tolkien pasó su primera noche en Francia junto a los soldados de la 32ª división, división a la que pertenecía el 19º Batallón de Fusileros de Lancashire de G.B. Smith, y al que Tolkien esperaba ser destinado. Sin embargo, ni esa alegría le concedió el destino, pues al día siguiente de su llegada a Francia fue destinado al 11º Batallón de Fusileros de Lancashire.
Durante su estancia en Étaples, pues las órdenes de incorporación al 11º de Fusileros de Lancashire no le llegaron hasta el 26 de junio, Tolkien recibió una nueva y durísima instrucción, y su tiempo libre lo dedicó a escribir cartas. Y también poemas, como ‘La Isla Solitaria’, en la que describió su travesía marítima desde Inglaterra, y del que a continuación os dejamos con un extracto:
“Para mí para siempre tu prohibida margen comparece
como un destello de roca blanca sobre mares hendidos,
y estás coronada de gloria en medio de una niebla de lágrimas,
todas tus costas llenas de música, tus tierras de soltura;
viejas guaridas de muchos niños ataviados con flores,
hasta que el sol desciende el arco que describe las horas,
cuando en el silencio las hadas de melancólico corazón
bailan y tejen en suaves aires sus arpas y violas.
Bajo los desechos y en un triste aparte
te anhelo, y a tu hermosa ciudadela,
donde resonando los ecos
a través de olmos iluminados al atardecer
en una alta torre tierra adentro repica una campana:
Oh solitaria, centelleante isla, ¡adiós!”
(Campamento del ejército neozelandés en Étaples durante la Primera Guerra Mundial. Fuente: Journey of the Oragos)
Si queréis conocer en profundidad las vivencias de Tolkien antes y durante la Primera Guerra Mundial, las secuelas que le causó y cómo influyó en su vida y Obra, os recomendamos que leáis el libro ‘Tolkien y la Gran Guerra‘, de John Garth.