¿Queréis saber qué ocurrió en el universo fantástico creado por John Ronald Reuel Tolkien el 16 de marzo? ¡Lo podéis leer aquí!

Continuamos con la sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con un día en el que se reencontraron cuatro amigos, en el que los Capitanes del Oeste tomaron una importante decisión, y en el que dos pequeños Hobbits continuaron su travesía por el País de la Sombra. Nos gustaría recalcar que todas estas fechas se corresponden con el Calendario de la Comarca o con el Cómputo del Rey y no con el Calendario Gregoriano (ver nota), y que todas ellas proceden de ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices) y los ‘Cuentos Inconclusos‘ de J.R.R. Tolkien, y de de ‘El Señor de los Anillos: Guía de Lectura‘ de Wayne G. Hammond y Christina Scull, el ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.

Acontecimientos que acompañamos con pasajes de los libros de Tolkien y con ilustraciones de distintos artistas, aunque no siempre encontramos imágenes que representen los momentos de los que hablamos o que reflejen con total exactitud lo descrito por nuestro querido Profesor.

Sin más dilación esto fue lo que pasó en la Tierra Media el 16 de marzo.

 

Año 3019 de la Tercera Edad del Sol:

* Aragorn, Elladan y Elrohir trabajan hasta altas horas de la noche curando a los numerosos heridos de la batalla.

* Por toda la ciudad se corre la voz de que el rey ha retornado a Gondor.

* Legolas y Gimli entran en Minas Tirith y pasan el día con Merry y Pippin en las Casas de Curación.

* Los Capitanes del Oeste debaten en la tienda de Aragorn frente a Minas Tirith. Siguiendo el consejo de Gandalf deciden partir hacia Mordor, al tiempo que hacen planes para una posible defensa de la ciudad.

* Sam contempla una estrella por encima de las nubes que cubren Mordor y renace en él la esperanza.

* Desde el Morgai, Frodo y Sam contemplan los campamentos de los ejércitos de Mordor.

* Los Hobbits continúan su camino con cautela, y se esconden de dos Orcos que siguen su rastro.

 

(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)

(Aragorn, heredero de Valandil, según la artista belga Amelie Hutt)

«Un gran gentío esperaba a Aragorn junto a las puertas de las Casas de Curación; y lo siguieron; y cuando hubo cenado, fueron y le suplicaron que curase a sus parientes o amigos cuyas vidas corrían peligro a causa de heridas o lesiones, o que yacían bajo la Sombra Negra. Y Aragorn se levantó y salió, y mandó llamar a los hijos de Elrond; y juntos trabajaron afanosamente hasta altas horas de la noche. Y la voz corrió por toda la ciudad: ‘En verdad, el rey ha retornado.’ Y lo llamaban Piedra de Elfo, a causa de la piedra verde que él llevaba, y así el nombre que el día de su nacimiento le fuera predestinado, lo eligió entonces para él su propio pueblo.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 8: Las Casas de Curación).

 

(Sam ve una estrella sobre las Ephel Dúath, según Karin Brouwer)

«A lo lejos, sobre los Ephel Dúath en el oeste, el cielo nocturno era aún pálido y lívido. Allá, asomando entre las nubes por encima de un peñasco sombrío en lo alto de los montes, Sam vio de pronto una estrella blanca que titilaba. Tanta belleza, contemplada desde aquella tierra desolada e inhóspita, le llegó al corazón, y la esperanza renació en él. Porque frío y nítido como una saeta lo traspasó el pensamiento de que la Sombra era al fin y al cabo una cosa pequeña y transitoria, y que había algo que ella nunca alcanzaría: la luz, y una belleza muy alta.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 2: El País de la Sombra).

 

(Legolas y Gimli en Minas Tirith, según el artista británico Peter Xavier Price)

«El Elfo y el Enano entraron juntos en Minas Tirith, y la gente que los veía pasar contemplaba maravillada a esos dos extraños compañeros: porque Legolas era de una belleza más que humana, y mientras caminaba en la mañana entonaba con voz clara una canción élfica; Gimli en cambio marchaba junto al Elfo con un andar reposado, y se acariciaba la barba, y miraba todo alrededor.

—Hay buena manipostería —dijo Gimli, observando los muros—; pero también otras no tan buenas, y las calles podrían estar mejor trazadas. Cuando Aragorn obtenga lo que es suyo, le ofreceré los servicios de los picapedreros de la Montaña, y entonces convertiremo s a Minas Tirith en una ciudad de la que podrá sentirse muy orgulloso.

—Lo que necesitan son más jardines —dijo Legolas—. Las casas están como muertas, y es demasiado poco lo que crece aquí con alegría. Si Aragorn obtiene un día lo que es suyo, los habitantes del Bosque le traerán pájaros que cantan y árboles que no mueren.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 9: La última deliberación).

 

(Legolas en Minas Tirith, según una artista conocida como Melimë)

«Pero en lo profundo del corazón de todos los de mi raza late la nostalgia del Mar, una nostalgia que es peligroso remover. ¡Ay, las gaviotas! Nunca más volveré a tener paz, ni bajo las hayas ni bajo los olmos.

—¡No hables así! —dijo Gimli—. Todavía hay innumerables cosas para ver en la Tierra Media, y grandes obras por realizar. Pero si toda la hermosa gente se marcha a los Puertos, este mundo será muy monótono para los que están condenados a quedarse.

—¡Monótono y triste por cierto! —dijo Merry—. No marches a los Puertos, Legolas. Siempre habrá gente, grande o buena, y hasta algún Enano sabio como Gimli, que tendrá necesidad de ti. Al menos eso espero. Aunque me parece a veces que lo peor de esta guerra no ha pasado aún. ¡Cuánto desearía que todo terminase, y terminase bien!

—¡No te pongas tan lúgubre! —exclamó Pippin—. El sol brilla, y aquí estamos, otra vez reunidos, por lo menos por un día o dos. Quiero saber más acerca de todos vosotros.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 9: La última deliberación).

 

(Barad-dûr y el Ojo de Sauron, según el artista canadiense John Howe)

«En este mismo momento la duda crece en él mientras estamos aquí deliberando. Y el Ojo apunta hacia aquí, ciego casi a toda otra cosa. Y así tenemos que mantenerlo: fijo en nosotros. Es nuestra única esperanza. He aquí, por lo tanto, mi consejo. No tenemos el Anillo. Sabios o insensatos, lo hemos enviado lejos, para que sea destruido, y no nos destruya. Y sin él no podemos derrotar con la fuerza la fuerza de Sauron. Pero es preciso ante todo que el Ojo del Enemigo continúe apartado del verdadero peligro que lo amenaza. No podemos conquistar la victoria con las armas, pero con las armas podemos prestar al Portador del Anillo la única ayuda posible, por frágil que sea.

Así lo comenzó Aragorn, y así hemos de continuar nosotros: hostigando a Sauron hasta el último golpe; atrayendo fuera del país las fuerzas secretas de Mordor, para que quede sin defensas. Tenemos que salir al encuentro de Sauron. Tenemos que convertirnos en carnada, aunque las mandíbulas de Sauron se cierren sobre nosotros. Y morderá el cebo, pues esperanzado y voraz creerá reconocer en nuestra temeridad el orgullo del nuevo Señor del Anillo.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 9: La última deliberación).

 

(Frodo y Sam en Mordor, según el artista estadounidense Donato Giancola)

«Frodo y Sam contemplaban el país abominable con una mezcla de repugnancia y asombro. Entre ellos y la montaña humeante, y alrededor de ella al norte y al sur, todo parecía muerto y destruido, un desierto calcinado y convulso. Se preguntaron cómo haría el Señor de aquel reino para mantener y alimentar a los esclavos y los ejércitos. Porque ejércitos tenía, sin duda. Hasta perderse de vista, a lo largo de las laderas del Morgai y a lo lejos hacia el sur, se sucedían los campamentos, algunos de tiendas, otros ordenados como pequeñas ciudades. Uno de los mayores se extendía justo abajo de donde se encontraban los Hobbits: semejante a un apiñado nido de insectos, y entrecruzado por callejuelas rectas y lóbregas de chozas y barracas grises, ocupaba casi una milla de llanura.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 2: El País de la Sombra).

 

(Minas Tirith tras la batalla, según el artista inglés Alan Lee)

«Tales fueron, pues, las conclusiones del debate: en la mañana del segundo día partirían con siete mil hombres, si conseguían reunidos; la mayor parte de esta fuerza iría a pie a causa de las regiones accidentadas en que tendría que internarse. Aragorn trataría de reunir unos dos mil de los que se habían plegado a él en el Sur; pero Imrahil tenía que reclutar tres mil quinientos; y Éomer quinientos de los Rohirrim, que aun desmontados eran guerreros diestros y valientes. Y él mismo iría a la cabeza de una columna formada por quinientos de sus mejores jinetes; en una segunda compañía de otros quinientos jinetes, junto con los hijos de Elrond marcharían los Dúnedain y los Caballeros de Dol Amroth: en total seis mil hombres a pie y mil a caballo. Pero la fuerza principal de los Rohirrim, alrededor de tres mil bajo el mando de Elfhelm, la que aún contaba con cabalgaduras y estaba en condiciones de combatir, defendería el Camino del Oeste de los ejércitos enemigos apostados en Anórien. E inmediatamente enviaron jinetes veloces en busca de noticias hacia el norte; y al este de Osgiliath y del camino a Minas Morgul.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 9: La última deliberación).

 

(Príncipe Imrahil, según el artista canadiense John Howe)

«—Ésta es, sin duda —exclamó—, la mayor farsa en toda la historia de Gondor: ¡que partamos con siete mil, una hueste que equivale apenas a la vanguardia del ejército de este país en los días de esplendor, al asalto de las montañas y de la puerta impenetrable de la Tierra Tenebrosa! ¡Como si un niño amenazara a un caballero armado con un arco de madera de sauce verde y cordel! Si el Señor Oscuro supiera tanto como tú dices, Mithrandir ¿no te parece que en vez de temer sonreiría, y nos aplastaría con el dedo meñique como a un mosquito que intentara clavarle el aguijón?

—No, querrá cazar al mosquito y quitarle el aguijón —dijo Gandalf—. Y algunos de nuestros hombres valen más que un millar de caballeros de armadura. No, no sonreirá.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Quinto, capítulo 9: La última deliberación).

 

(Los Orcos que persiguen a Frodo y Sam, según el artista inglés Alan Lee)

«—¿Qué has visto con ellos, entonces? —gruñó el otro—. ¡Garn! ¡Si ni siquiera sabes lo que andas buscando!

—¿Y quién tiene la culpa? —replicó el soldado—. Yo no. Eso viene de Arriba. Primero dicen que es un gran Elfo con una armadura brillante, luego que es una especie de hombrecito-enano, y luego que puede tratarse de una horda de Uruk-hai rebeldes; o quizá son todos ellos juntos.

—¡Ar! —dijo el rastreador—. Han perdido el seso, eso es lo que les pasa. Y algunos de los jefes también van a perder el pellejo, sospecho, si lo que he oído es verdad: que han invadido la Torre, que centenares de tus compañeros han sido liquidados, y que el prisionero ha huido. Si así es como os comportáis vosotros, los combatientes, no es de extrañar que haya malas noticias desde los campos de batalla.»

(‘El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey‘. Libro Sexto, capítulo 2: El País de la Sombra).

 

(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).

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