A continuación os contamos los importantes acontecimientos que tuvieron lugar en la Tierra Media creada por John Ronald Reuel Tolkien el 15 de enero.

Seguimos con la sección ‘Hoy en la Tierra Media’ con una jornada amarga en la que una Compañía concluyó una peligrosa etapa del viaje en la que encontraron la tumba de un viejo amigo y perdieron a su guía. Instsitimos en que todas las fechas de esta sección se corresponden con el Calendario de la Comarca o con el Cómputo del Rey (ver nota), y que todas ellas proceden de ‘El Hobbit‘, ‘El Señor de los Anillos‘ (incluidos los Apéndices) y los ‘Cuentos Inconclusos‘ de John Ronald Reuel Tolkien, además del ‘Atlas de la Tierra Media‘ de Karen Wynn Fonstad y ‘The History of The Hobbit‘ de John D. Rateliff.

Como es habitual nos gusta acompañar estos acontecimientos con citas de los libros de nuestro querido Profesor e ilustraciones de distintos artistas (aunque no en todas las ocasiones conseguimos encontrar imágenes que representen los momentos de los que hablamos, o que sean totalmente fieles a lo escrito por Tolkien).

Y sin más dilación esto fue lo que pasó en la Tierra Media el 15 de enero.

 

Año 3019 de la Tercera Edad del Sol:

* La Compañía del Anillo llega a la Cámara de Mazarbul donde descubren la tumba de Balin. Gandalf halla el Libro de Mazarbul y se lo entrega a Gimli,

* Son atacados por Orcos y Gandalf se enfrenta al Balrog, cayendo ambos al abismo bajo el puente de Khazad-dûm.

* El resto de la Compañía escapa de Moria y llegan al Valle del Arroyo Sombrío, donde Gimli, Frodo y Sam contemplan la Piedra de Durin y el Lago Espejo.

* Aragorn cura las heridas de Sam y Frodo, y descubre que Frodo lleva la cota de malla de mithril.

* Por la noche la Compañía llega a Lothlórien y cruzan el Nimrodel.

* La Compañía se encuentra con Haldir, Rúmil y Orophin y pasan la noche en flets.

* Un grupo de Orcos entra en Lórien pero es rechazado.

* Gollum trepa al flet en el que descansan Frodo y Sam durante el ataque de los Orcos.

 

(Pinchad en las imágenes para verlas a mayor resolución)

(La tumba de Balin, según la artista alemana Anke Eißmann)

«El suelo estaba cubierto por una espesa capa de polvo y la Compañía tropezó en el umbral con muchas cosas que estaban allí tiradas y cuyas formas no pudieron reconocer al principio. Una abertura alta y amplia de la pared del este iluminaba la cámara. Atravesaba oblicuamente la pared y del otro lado, lejos y arriba, podía verse un cuadradito de cielo azul. La luz caía directamente sobre una mesa en medio del cuarto: una piedra oblonga, de dos pies de alto, sobre la que habían puesto una losa de piedra blanca.

—Parece una tumba —murmuró Frodo, y se inclinó hacia adelante, sintiendo un raro presentimiento, para mirar desde más cerca.

Gandalf se acercó rápidamente. Sobre la losa había unas runas grabadas:

—Son runas de Daeron, como se usaban antiguamente en Moria —dijo Gandalf —. Dice aquí en las lenguas de los Hombres y los Enanos:

BALIN HIJO DE FUNDIN

SEÑOR DE MORIA

—Está muerto entonces —dijo Frodo—. Temía que fuera así.

Gimli se echó la capucha sobre la cara.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 4: Un viaje en la oscuridad).

 

(Balin y los Enanos se preparan en Moria, según el artista finés Joona Kujanen)

«Gandalf alzó la cabeza y miró alrededor.

—Parece que ofrecieron una última resistencia en las dos puertas —dijo—, pero ya entonces no quedaban muchos. ¡Así terminó el intento de recuperar Moria! Fue valiente, pero insensato. No ha llegado todavía la hora. Bien, temo que tengamos que despedirnos de Balin hijo de Fundin. Que descanse aquí en las salas paternas. Nos llevaremos este libro, el libro de Mazarbul, y lo miraremos luego con más atención. Será mejor que tú lo guardes, Gimli, y que lo lleves de vuelta a Dáin, si tienes oportunidad. Le interesará, aunque se sentirá profundamente apenado. Bueno, ¡vayamos! La mañana está quedando atrás.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).

 

(La Compañía en la Cámara de Mazarbul, según el artista británico Angus McBride)

«Un golpe resonó en la puerta y luego otro y otro. Los Orcos atacaban ahora con martillos y arietes. Al fin la puerta crujió y se tambaleó hacia atrás y de pronto la abertura se ensanchó. Las flechas entraron silbando, pero golpeaban la pared del norte y caían al suelo. Un cuerno llamó en seguida y unos pies corrieron y los orcos entraron saltando en la cámara.

Cuántos eran, la Compañía no pudo saberlo. En un principio los Orcos atacaron decididamente, pero el furor de la defensa los desanimó muy pronto. Legolas les atravesó la garganta a dos de ellos. Gimli le cortó las piernas a otro que se había subido a la tumba de Balin. Boromir y Aragorn mataron a muchos. Cuando ya habían caído trece, el resto huyó chillando, dejando a los defensores indemnes, excepto Sam que tenía un rasguño a lo largo del cuero cabelludo. Un rápido movimiento lo había salvado y había matado al Orco: un golpe certero con la espada tumularia. En los ojos castaños le ardía un fuego de brasas que habría hecho retroceder a Ted Arenas, si lo hubiera visto.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).

 

(Gandalf protege la puerta del Balrog, según la artista francesa Magali Villeneuve)

«Gimli lo ayudó a sentarse en el escalón.

—¿Qué pasó allá arriba en la puerta? —preguntó—. ¿Descubriste al que toca el tambor?

—No lo sé —respondió Gandalf—. Pero de pronto me encontré enfrentado a algo que yo no conocía. No supe qué hacer, excepto recurrir a algún conjuro que mantuviera cerrada la puerta. Conozco muchos, pero estas cosas requieren tiempo y aun así el enemigo podría forzar la entrada.

Mientras estaba ahí oí voces de Orcos que venían del otro lado, pero en ningún momento se me ocurrió que podían echar abajo la puerta. No alcanzaba a oír lo que se decía; parecían estar hablando en ese horrible lenguaje de ellos. Todo lo que entendí fue ‘ghash’, fuego. En seguida algo, entró en la cámara; pude sentirlo a través de la puerta y los mismos Orcos se asustaron y callaron. El recién llegado tocó el anillo de hierro y en ese momento advirtió mi presencia y mi conjuro.

Qué era eso, no puedo imaginarlo, pero nunca me había encontrado con nada semejante. El contraconjuro fue terrible. Casi me hace pedazos. Durante un instante perdí el dominio de la puerta, ¡que comenzó a abrirse! Tuve que pronunciar un mandato. El esfuerzo resultó ser excesivo. La puerta estalló. Algo oscuro como una nube estaba ocultando toda la luz, y fui arrojado hacia atrás escaleras abajo. La pared entera cedió y también el techo de la cámara, me parece.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).

 

(El Puente de Khazad-dûm, según el artista británico Paul Monteagle)

«—¡Mirad adelante! —llamó Gandalf—. Nos acercamos al puente. Es angosto y peligroso.

De pronto Frodo vio ante él un abismo negro. En el extremo de la sala el piso desapareció y cayó a pique a profundidades desconocidas. No había otro modo de llegar a la puerta exterior que un estrecho puente de piedra, sin barandilla ni parapeto, que describía una curva de cincuenta pies sobre el abismo. Era una antigua defensa de los Enanos contra cualquier enemigo que pusiera el pie en la primera sala y los pasadizos exteriores. No se podía cruzar sino en fila de a uno. Gandalf se detuvo al borde del precipicio y los otros se agruparon detrás.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).

 

(El Daño de Durin, según el artista estadounidense Daniel Mikah Govar)

«No se alcanzaba a ver lo que era; parecía una gran sombra y en medio de esa sombra había una forma oscura, quizás una forma de hombre, pero más grande, y en esa sombra había un poder y un terror que iban delante de ella.

Llegó al borde del fuego y la luz se apagó como detrás de una nube. Luego y con un salto, la sombra pasó por encima de la grieta. Las llamas subieron rugiendo a darle la bienvenida y se retorcieron alrededor; y un humo negro giró en el aire. Las crines flotantes de la sombra se encendieron y ardieron detrás. En la mano derecha llevaba una hoja como una penetrante lengua de fuego y en la mano izquierda empuñaba un látigo de muchas colas.

—¡Ay, ay! —se quejó Legolas—. ¡Un Balrog! ¡Ha venido un Balrog!

Gimli miraba con los ojos muy abiertos.

—¡El Daño de Durin! —gritó y dejando caer el hacha se cubrió la cara con las manos.

—Un Balrog —murmuró Gandalf—. Ahora entiendo. —Trastabilló y se apoyó pesadamente en la vara.— ¡Qué mala suerte! Y estoy tan cansado.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).

 

(Gandalf y el Balrog, según el artista argentino Gonzalo Kenny)

«El enemigo se detuvo de nuevo, enfrentándolo, y la sombra que lo envolvía se abrió a los lados como dos vastas alas. En seguida esgrimió el látigo y las colas crujieron y gimieron. Un fuego le salía de la nariz.

Pero Gandalf no se movió.

—No puedes pasar —dijo. Los Orcos permanecieron inmóviles y un silencio de muerte cayó alrededor—. Soy un servidor del Fuego Secreto, que es dueño de la llama de Anor. No puedes pasar. El fuego oscuro no te servirá de nada, llama de Udûn. ¡Vuelve a la Sombra! No puedes pasar.

El Balrog no respondió. El fuego pareció extinguirse y la oscuridad creció todavía más. El Balrog avanzó lentamente y de pronto se enderezó hasta alcanzar una gran estatura, extendiendo las alas de muro a muro; pero Gandalf era todavía visible, como un débil resplandor en las tinieblas; parecía pequeño y completamente solo; gris e inclinado, como un árbol seco poco antes de estallar la tormenta.

De la sombra brotó llameando una espada roja.

Glamdring respondió con un resplandor blanco.

Hubo un sonido de metales que se entrechocaban y una estocada de fuego blanco. El Balrog cayó de espaldas y la hoja le saltó de la mano en pedazos fundidos. El mago vaciló en el puente, dio un paso atrás y luego se irguió otra vez, inmóvil.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 5: El Puente de Khazad-dûm).

 

(Gimli, Frodo y Sam contemplan el Lago Espejo, según el artista estadounidense Tim Kirk)

«Gimli se detuvo junto a la columna y alzó los ojos. La piedra estaba agrietada y carcomida por el tiempo y había unas runas escritas a un lado, tan borrosas que no se podían leer.

—Este pilar señala el sitio donde Durin miró por primera vez en el Lago Espejo —dijo el Enano—. Miremos nosotros, antes de irnos.

Se inclinaron sobre el agua oscura. Al principio no pudieron ver nada. Luego lentamente distinguieron las formas de las montañas de alrededor reflejadas en un profundo azul y los picos eran como penachos de fuego blanco sobre ellas; más allá había un espacio de cielo. Allí como joyas en el fondo del lago brillaban unas estrellas titilantes, aunque la luz del sol estuviera muy alta. De ellos mismos, inclinados, no veían ninguna sombra.

—¡Oh bello y maravilloso Kheled-zâram! —dijo Gimli—. Aquí descansa la corona de Durin, hasta que despierte. ¡Adiós!»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).

 

(Aragorn descubre la cota de malla de mithril, según la artista alemana Anke Eißmann)

«—¡Mirad, amigos míos! —llamó—. ¡He aquí una hermosa piel de Hobbit que serviría para envolver a un pequeño príncipe Elfo! Si se supiera que los Hobbits tienen cueros semejantes, todos los cazadores de la Tierra Media ya estarían cabalgando hacia la Comarca.

—Y todas las flechas de todos los cazadores del mundo serían inútiles —dijo Gimli, observando boquiabierto la malla—. Es una cota de mithril. ¡Mithril! Nunca vi ni oí hablar de una malla tan hermosa. ¿Es la misma de la que hablaba Gandalf? Entonces no la estimó en todo lo que vale. ¡Pero ha sido bien dada!»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).

 

(Lothlórien, según el artista español Emilio Rodríguez)

«—¡Lothlórien! —exclamó Legolas—. ¡Lothlórien! Hemos llegado a los límites del Bosque de Oro. ¡Lástima que sea invierno!

Los árboles se elevaban hacia el cielo de la noche y se arqueaban sobre el camino y el arroyo que corría de pronto bajo las ramas extendidas. A la luz pálida de las estrellas los troncos eran grises y las hojas temblorosas un débil resplandor amarillo rojizo.

—¡Lothlórien! —dijo Aragorn—. ¡Qué felicidad oír de nuevo el viento en los árboles! Nos encontramos aún a unas cinco leguas de las puertas, pero no podemos ir más lejos. Esperemos que la virtud de los Elfos nos ampare esta noche de los peligros que vienen detrás.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).

 

(Frodo en el Nimrodel, según el artista británico Stephen Walsh)

«—¡He aquí el Nimrodel! —dijo Legolas—. Los Elfos Silvanos lo cantaron muchas veces y esas canciones se cantan aún en el Norte, recordando el arco iris de los saltos y las flores doradas que brotan en la espuma. Todo es oscuro ahora y el Puente del Nimrodel está roto. Me mojaré los pies, pues dicen que el agua cura la fatiga.

Se adelantó, descendió por la barranca escarpada y entró en el arroyo.

—¡Seguidme! —gritó—. El agua no es profunda. ¡Crucemos! Podemos descansar en la otra orilla y el susurro del agua que cae nos ayudará a dormir y a olvidar las penas.

Uno a uno bajaron por la ribera y siguieron a Legolas. Frodo se detuvo un momento junto a la orilla y dejó que el arroyo le bañara los pies cansados. El agua era fría y límpida y cuando le llegó a las rodillas Frodo sintió que le lavaba la suciedad del viaje y todo el cansancio que le pesaba en los miembros.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).

 

(Haldir da la bienvenida a Frodo, según un artista sueco conocido como Nequarilj)

«Cuando Frodo llegó al flet, encontró a Legolas sentado con otros tres Elfos. Llevaban ropas de un color gris sombra y no se los distinguía entre las ramas, a no ser que se movieran bruscamente. Se pusieron de pie y uno de ellos descubrió un farol pequeño que emitía un delgado rayo de plata. Alzó el farol y escrutó el rostro de Frodo y el de Sam. Luego tapó otra vez la luz y dijo en su lengua palabras de bienvenida. Frodo respondió titubeando.

—¡Bienvenido! —repitió entonces el Elfo en la Lengua Común, hablando lentamente—. Pocas veces usamos otra lengua que la nuestra, pues ahora vivimos en el corazón del bosque y no tenemos tratos voluntarios con otras gentes. Aun los hermanos del Norte están separados de nosotros. Pero algunos de los nuestros aún viajan lejos, para recoger noticias y observar a los enemigos y ellos hablan las lenguas de otras tierras. Soy uno de ellos. Me llamo Haldir. Mis hermanos, Rúmil y Orophin, hablan poco vuestra lengua.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).

 

(Haldir, según la artista letona Līga Kļaviņa)

«Algo trepaba ahora lentamente y se lo oía respirar, como si siseara con los dientes apretados. Luego Frodo vio dos ojos pálidos que subían, junto al tronco. Se detuvieron y miraron hacia arriba, sin parpadear. De pronto se volvieron y una figura indistinta bajó deslizándose por el tronco y desapareció. Casi en seguida Haldir llegó trepando rápidamente por las ramas.

—Había algo en este árbol que nunca vi antes —dijo—. No era un Orco. Huyó tan pronto como toqué el árbol. Parecía astuto y entendido en árboles, o hubiese pensado que era uno de vosotros, un Hobbit.

No tiré, pues no quería provocar ningún grito: no podemos arriesgar una batalla. Una fuerte compañía de Orcos ha pasado por aquí. Cruzaron el Nimrodel, y malditos sean esos pies infectos en el agua pura, y siguieron el viejo camino junto al río. Parecían ir detrás de algún rastro y durante un rato examinaron el suelo, cerca del sitio donde os detuvisteis. Nosotros tres no podíamos enfrentar a un centenar de modo que nos adelantamos y hablamos con voces fingidas arrastrándolos al interior del bosque.

Orophin ha regresado de prisa a nuestras moradas para advertir a los nuestros. Ninguno de los Orcos saldrá jamás de Lórien. Y habrá muchos Elfos ocultos en frontera norte antes que caiga otra noche.»

(‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo‘. Libro Segundo, capítulo 6: Lothlórien).

 

(*) Nota importante: Aunque el Calendario de la Comarca no coincide con el calendario Gregoriano (hay una diferencia de 10 u 11 días entre uno y otro dependiendo del día en el que se celebre el solsticio de verano), hemos decidido publicar los acontecimientos según su fecha original y no adaptar las fechas a nuestro calendario (de hacerlo, el 25 de Marzo del Calendario de la Comarca sería nuestro 14 ó 15 de Marzo). Nos parece lo más lógico no solo para evitar confusiones sino para mantener la coherencia con el hecho de celebrar el Día Internacional de Leer a Tolkien el 25 de Marzo (fecha en la que se derrotó a Sauron) y el Día Hobbit el 22 de Septiembre (fecha de los cumpleaños de Bilbo y Frodo).

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