Perfil Básico

Nombre

Alantie

Fecha de nacimiento:

1900-03-24

Ficha de Personaje

Nombre del Personaje

Tindómerel

Raza

Élfica

Lugar de la Tierra Media

Lothlórien

Descripción del Personaje

Curiosa por herencia familiar. Esta elfa de rizados cabellos negros como el azabache y ojos como la miel está dotada de una dulce voz (con su canto ha hechizado a más de algún príncipe elfo) y de hábiles manos con las cuales toca brillantemente la flauta élfica y un curioso instrumento de cuerdas de su invención que tiene un armonioso sonido. Hechicera por excelencia, aprendió las artes de la magia élfica de la misma Galadriel y adora los relatos de la edad antigua, amante de la historia y de las ciencias, vive una vida feliz y pacífica en las Tierras Imperecederas pero, una sombra oscurece esta alegría y la hace retornar a su antiguo hogar, Lórien, en donde se desencadenan algunos de los más raros sucesos de la Tierra Media.

Historia del Personaje

Llegó a Lórien en el año 1392 de la tercera edad, en medio de la guerra por el Anillo Único, viajó con su madre para resguardarse ya que su padre Saeros, principal miembro del consejo de Aegnor, regente del reino del Bosque Negro, debió partir a la guerra.

Siguiendo el consejo de su mejor amigo, Hathaldir, quien al igual que su padre debió partir a la guerra, decidió aprender las artes de la hechicería, pasó meditando esta decisión durante varios días y había decidido pedirle a la mismísima reina Galadriel que fuera su mentora.

Armándose de valor decidió ir a pedir una audiencia a palacio pero, para su sorpresa, ella la estaba esperando. Cohibida caminó lentamente por el enorme salón que se presentaba ante su vista atónita, allí estaba, más bella y radiante que nunca, hablando con su dulce y terrible voz la reina le dijo:

-Maara tulda (bienvenida)! Mucho me han comentado acerca de tus habilidades, ¿qué se podría esperar de la hija de Saeros y Elemmírë?

Agachando la vista ella dice con un temblor en su voz:
-Alassea ree (buenos días)!

-No hace falta que digas nada, veo dentro de ti, extrañas a tu padre y tienes miedo de que no vuelva. Quiero que sepas que en el camino de la hechicería no es el profesor, sino el alumno quien decide la lección… y esta vez tu corazón decidió por ti, debes tener en cuenta que tus emociones y sentimientos no pueden interferir en este camino. Libérate de todos tus miedos y aprensiones, todas tus inseguridades… sabes tocar la flauta, ¿no es así? Está bien, ve al bosque, más allá de la gran caída de agua y a través de la flauta saca de tu corazón todo lo que interfiere entre tu camino y tú…

Algo desconcertada sigue las instrucciones y se interna en el bosque y a pocos metros de la cascada de plata encuentra un hermoso lugar coronado con el sol, bañado por una fresca brisa y el armonioso sonido del caer de las aguas. Siente que su corazón se quiebra y de sus ojos brotan dos tímidas lágrimas y junto con ellas dulces y tristes notas de una pequeña flauta de plata que le regalara su padre cuando cumplió veinte años. Estas notas se convirtieron en una bella historia, una historia que hablaba de sueños rotos y caminos que se ven cortados por el abandono del amor; historia que escuchó un joven elfo que iba camino a Lórien y se prendó de tan triste melodía.

Al acercarse logró identificar una delicada silueta, un cabello negro mecido por el viento pero, jamás pudo ver su rostro, sin acercarse más permaneció quieto y en silencio, dejándose llevar por la música, viajando por campos de soledad cuando la flauta se detuvo para dejar escuchar una voz tan tenue como bella, se dijo para sí mismo que esa debía ser la voz de alguna Maia extraviada pero, siguió sin acercarse…

De pronto la voz calló abruptamente al sentir un relincho y Culúrien vio como ella se alejaba en dirección a Lothlos (flor de las nieves), su caballo. Intrigada se acerca y le habla tiernamente pero, al escuchar pasos que se acercan se desvanece en sólo unos segundos…

Al regresar al palacio de la reina Galadriel le contó lo que había pasado y ella le ofreció si acaso quería mirar por el espejo a lo que Alantie se negó amablemente, diciendo que no hacía falta porque no dejaría que sus emociones interfirieran en su camino.

-Estarás lista entonces para partir conmigo a las Tierras Imperecederas cuando esta guerra termine.

En los siguientes meses Alantie aprendió mucho de Galadriel y no sólo en lo que a hechicería se refiere sino que también en relación a su personalidad y a la historia de la Edad Antigua que siempre le gustó. Llegado el momento tomó el último barco hacia las Tierras Imperecederas y decidió que partiría y dejaría atrás su pasado y que nunca volvería, pero siempre hay algún vestigio que te liga con tu pasado, siempre queda algo que hace que tu corazón quiera volver a lo que era antes y así sucedió esta vez…

Durante el viaje una nube que pareció ser pasajera nubló todo un día el cielo y la hizo estar intranquila, espectante a que estallara una tormenta, pero la tormenta no llegó sino hasta que ella se durmió aunque fue extraño porque, al despertar se vio sola en medio de la bruma del bosque negro, una silueta que le parecía familiar se le acercó… pero al pestañar se da cuenta que todo fue un sueño y se ve en una preciosa cama con suaves sábanas de seda:

-Estuviste delirando durante días, no es algo normal.- dijo su maestra, acercándose- Dime, ¿quién crees que sea esa persona que estuvo llamándote?

-Creo que es una persona a quien nunca olvidaré, tú me dijiste que debía desprenderme de mi pasado pero, no sé qué significancia tendrá todo ésto y ya no está el espejo…

-Si no lo sabes, es por que no lo vale, sé sabia y olvida, tienes una nueva vida y aún estás a mitad de camino.

Así los días, los meses, los años infinitos entre tan inconmensurable belleza, las flores en los prados, la espuma del mar, las aguas de los lagos siempre puras como el espíritu de Valinor y Alantie sintió que su único pasado era la añoranza que sentía por el adorado bosque de su infancia, si bien, no era un lugar precisamente idílico, recordaba los juegos que dos niños elfos hicieran hace más de cien años; decidió que no quería deshacerse de este pasado y que lo guardaría en el rincón más profundo de su corazón.

Trece noches después de la última luna llena, el cielo estaba estrellado y la noche muy cálida pero, algo perturbó su sueño, decidió levantarse de su cama y dar un paseo por la bahía occidental, después de todo era costumbre de su casta estar muy apegados al mar ya que su madre, Elemmírë, era descendiente de los Falmari. Allí, ante la inmensidad de los dominios de Ulmo, quizo cantar y así lo hizo, recordó una bella canción que hace tiempo entonara Galadriel:
"Sindanóriello caita mornië i falmalinnar imbe met. Sí vanwa na…" pero su voz no fue ignorada, aquella voz, aquellas palabras fueron como un tatuaje en el alma de Dairuin, ahijado de Formenos capitan del primer barco que partiese desde la Tierra Media, quien sintió que la dueña de aquella voz, sin arco ni espada, había conquistado su corazón, vio su hermosa faz y desde su escondite quiso acercarse para poder hablarle. Pero aquel momento se vio truncado por un barco que zarpó desde el puerto y por el barullo de la colonia que se despertaba al enterarse de un crimen, Nenya había sido robado…

-Esta es la prueba de fuego.- dijo la Dama Galadriel- Te entrenarás y lo traerás a mí.

-¡De acuerdo, estoy lista para la primera lección!

-Excelente, conoce a tu nuevo maestro, quien te enseñará el arte del arco y la espada, Dairuin…

Él la reconoció en seguida, no supo que decir, sólo seguía viéndola como si no hubiera nada más en el mundo. Durante los nueve meses de entrenamiento, Dairuin se fue enamorando cada vez más de Alantie, deseaba que aquel entrenamiento no acabase nunca. Jamás había osado siquiera a mencionarle el hecho que no hacía más que pensar en ella todo el día y que durante la noche, ella estaba en sus sueños pero, no podía dejar de sentir lo que sentía. Acabado el entrenamiento, la aprendiz por poco supera al maestro, siempre fue muy dedicada y aplicada. Galadriel dijo que debía partir sola dentro de un mes, lo que preocupó a Dairuin, no quería que nada pudiera dañarle…

Durante este mes, ella pasó la mayor parte del tiempo sola, reflexionando y también escribiendo. Tenía una idea en la cabeza, así que comenzó a dibujar algo que supuestamente serviría para tocar música, tenía nueve cuerdas y una forma semejante a la de una pera…al principio le pareció una idea bastante extraña, así que decidió deshacerse de ella. Al rato llegó Dairuin y recogió la hoja que ella había arrojado al suelo y la guardó para sí.

Trató de focalizarse en lo que debía hacer. Una hora antes de partir, fue a despedirse de Elemmirë, su madre:

-Hija mía- le dijo Elemmirë- hace tiempo que eres un misterio para mí, espero que todo lo que has aprendido te sirva pero, a la vez espero que jamás olvides de donde has venido. Yo sé que en el fondo de tu alma sigues siendo esa pequeña que jugaba con su amigo Hathaldir en el bosque. Te amo, hija.

Alantie lloró, lloró muchísimo y en ese momento no quiso dejas jamás el regazo de su adorada madre, sin embargo, sabía que debía partir:

-Adiós madre-dijo, dio media vuelta y se alejó rápidamente.

Cuando el barco que la llevaría de vuelta a la Tierra Media estaba a punto de zarpar, Galadriel le dio su bendición y le dijo que como no podría manejar sola el barco, algunos elfos irían con ella pero que sólo la acompañarían mientras su viaje fuera por mar. Al subir al barco vio a casi diez elfos pero, entre estos logró identificar una figura conocida:

-¡Dairuin!

-¡Shhhhhhhhhhht! Ella no sabe que yo también vengo.

Durante el viaje Dairuin le contó cómo se logró subir al barco sin la autorización de Galadriel.

-¡Estás loco! ¿Y si te hubiesen atrapado?

-De todos modos hubiese valido la pena intentarlo.

-¿Por qué lo hiciste?

-Por ti. Quería agurarme de que nada te pasara…

No se dijo más y esa noche fue tranquila así como las que le siguieron, los días eran cálidos y soñolientos, el barco bamboleado por las olas del mar semejaba una gran cuna.

Cinco largas semanas navegando sin parar tuvieron su fin cunado Alantie por fin divisó unas montañas hacia el este. Bajó del barco y contempló la costa. Este lugar que no veía hace tanto tiempo ya no le pareció lo que antes, ante sus ojos, un panorama gris le hacía sentir el corazón oprimido:

-Hace mucho tiempo ya desde que salí desde este lugar y ahora que vuelvo, me sobrecoge el ver que está más arruinado de lo que pensaba- habló tan triste, como si cada palabra le doliera y no dijo más porque un nudo un su garganta le hizo llorar.

-Tranquila, si te asusta la oscuridad de este lugar, siempre me tendrás a mí para protegerte- dijo Dairuin al acercárcele.

-Tú no debes estar aquí-le respondió, enjugándose las tibias lágrimas que recorrían su faz angelical.

-Hasta donde yo sé-le dijo cariñosamente- soy un elfo libre: libre de ir donde quiera, de decir lo que quiera, de proteger a quien quiera y de darle ésto a quien yo quiera-le dijo ésto al tiempo que entregaba una caja amarrada con un listón.

-¿Un regalo? Que yo sepa no es mi cumpleaños, no debiste, así como no debiste venir…