Según iba escuchando a Dulvak le iban entrando más y más ganas de beber. Llevaba ya dos copas y dos pastelillos de miel. Y cada vez tenía también más ganas de convocar a un Noldor resabiondo con capacidad para leer las mentes y que le dijera quién era en realidad ese pequeño humano que estaba sentado tan tranquilo contándoles aquellos pensamientos y sobre todo, que había «sentido» algo tan lejano en el norte.

Bueno, no tenía un noldorin excepcional pero sí un mago.

Yaiwen miró a Aiwë intentando descifrar en qué estaría pensando el mago, pero no obtuvo nada. Únicamente tenía claro que al mago se le veía interesado también en lo que estaban oyendo.

La medio-elfa se recostó sobre el respaldo. Se tocaba el pelo y jugueteaba con sus orejas puntiagudas. Todo aquello tenía un atractivo, no lo podía negar. Era un desafío, un viaje por zonas que no había pisado pero de las que sí había oído hablar bastante a su familia. Sin embargo, le parecía que el riesgo era mayor de lo que pudiera parecer a simple vista. Kira no era la única que había pensado automáticamente en Él, Annatar.

-Hola señor enano – dijo Yaiwen moviendo un poco su silla para hacer más espacio en la mesa.

-Pero eso… eso sólo fue una piedra, una piedra perturbando un lago de paz, ¡sí! hay que averiguar de qué se trata, pero el mundo es hermoso, está cubierto de antiguos bosques y de altas montañas de aire fresco y puro, el mundo está lleno de seres sabios y hermosos dispuestos a compartir su sabiduría y sus cantos; y hacia el sur la belleza se expande en colores y sonidos de vida desbordada: Mirkwood, Lothlórien, Minas Tirith,… las aguas antiguas del Rio Grande. Un viaje con una misión, pero no una misión guerrera, ni de saqueo, sólo un viaje para descubir si ha pasado algo, para saber cómo anda el mundo, y sin duda una misión no más peligrosa que internarse en la cueva de un dragón- levantó las cejas, divertido, en señal de complicidad con sus compañeros y continuó para acabar. -y sin duda con mejores paisajes que los páramos de Forodwaith-

-Sí, desde luego casi cualquier paraje es más hermoso que estos fríos bosques. No conozco la tierra de los sueños. Dicen que es el reino élfico más bonito de la Tierra Media. ¡Baldric! otra copa por favor, bueno, deja la botella mejor. ¡Hey, niños! -dijo mirando a Rírian y Battoin -Os estáis perdiendo una historia de lo más curiosa.

Estando concentrada en atender a Dulvak, no había prestado atención a su alrededor. Echando un vistazo descubrió que había un nuevo comensal. Era humano, de pelo oscuro y apoyaba las piernas en la mesa. Parecía tranquilo pero le descubrió mirándoles.

-Ptsss, Kira -dijo en voz baja -¿qué opináis de ese? No parece de por aquí, ¿sureño? ¿Se habrá perdido?

-Hey, niños! -dijo mirando a Rírian y Battoin -Os estáis perdiendo una historia de lo más curiosa.
Rírian se había quedado mirando al forastero, preguntándose de dónde vendría. Cuando oyó hablar a Yaiwen, se giró hacia ella, se levantó de su asiento y se acercó a la mesa.
– ¿Y de qué trata esa historia tan curiosa? Espero quer valga la pena.- añadió con una sonrisa.

Poco a poco se iban uniendo mas compañeros interesados en la conversación.
Berilack y Rírian acababan de sentarse con ellos, pero Battoin seguía separado del grupo, ensimismado en sus pensamientos.
Dulvak les hablaba del viaje que pretendía realizar hacia el sur; su voz era persuasiva y lo que decía era mas que interesante, no por los bosques y lugares de los que hablaba, pues Kira ya los había visitado en su viaje desde Gondor a Helkanor, sinó por lo que trataba de descubrir en ese viaje.
Una fria corriente de aire distrajo a Kira de la conversación. Se volvió hacia la puerta, que se abrió para dar paso a un hombre de elevada estatura y cabellos oscuros. Un hombre cuyo aspecto le resultaba familiar, lo siguió con la mirada hasta que éste tomó asiento cerca de la chimenea.

Ptsss, Kira -dijo en voz baja -¿qué opináis de ese? No parece de por aquí, ¿sureño? ¿Se habrá perdido?

Kira miró a la Elfa asintiendo. -Es de Gondor, sin duda- Kira y Yaiwen observaban al recién llegado que por su parte también les observaba a ellos. -Anda muy lejos para estar perdido- Añadió -¿Me pregunto que asuntos le traerán a esta tierra?

Mientras tanto Nír parecía muy interesado en ponerse en camino acompañando a Dulvak… hasta que le trajeron la comida.

Una vez que se había formado un pequeño grupo interesado en viajar hacia el Sur, cada uno siguiendo sus propios intereses e instintos pero todos formando parte de un Todo, Dulvak decidió que había llegado el momento de levantarse de la mesa. No quería imponer su presencia de manera abusiva, prefería que cada uno tuviera espacio para pensar y decidir. Era algo que había aprendido con el paso de los siglos: los habitantes de Arda, aunque en ocasiones eran gregarios, eran mucho más interesantes cuando actuaban por propia decisión, con libertad y, para ello, debían poder reflexionar sobre qué camino tomar.
Así, con suma amabilidad, se levantó de la silla y, con una sonrisa en los labios y palabras de agradecimiento a los que parecían dispuestos a acompañarle, se despidió, aduciendo que necesitaba descansar un poco.
Pidió la llave de la habitación a Baldric. Algunos lo vieron rascándose la cabeza mientras desaparecía piso arriba. Lo que ninguno vió fué el bufido que se le escapó después, fruto de un cúmulo de sentimientos, entre los que primaba la preocupación por el viaje que les esperaba y la alegría de verse acompañado. Eso le llevó a pensar en el humano de la ciudad que debía de estar buscándole un caballo quien sabía donde –espero que no tarde demasiado… y que me traiga algo que no sea una ruina total-

Mientras el tabernero le entregaba la comida pudo notar como una de los integrantes del grupo extraño le levantaba la copa en señal de saludo; y mirándolos mejor pudo notar que claramente debían de ser un grupo de mercenarios o guerreros – «bajo las pieles que los cubren noto ropas de batalla»- pensaba cuando notó que quien lo había saludado se movía de la mesa a otra ocupada por un hombre cabizbajo y le ofrecía vino – «o es del grupo o realmente le gusta ofrecer vino supongo».

Se quedo mirando al grupo entre masticadas y por que no, escuchar un poco lo que decìan,

«… Mirkwood, Lothlórien, Minas Thirit..»

la última palabra le llamò la atenciòn aùn mas.

«Que Mandos espere, yo no tengo tanto tiempo» se decìa mientras tomando la botella de vino con una mano y la silla con otra se acercò a la mesa.

-Buenas tardes caballeros…- dijo mirando al enano, el mago, el hombre y lo que parecía un niño, «vaya el mago es mas joven de lo que pensé ¿y que hace aquí un niño?» se dijo mientras los miraba al saludar -.. y damas- terminò la frase mirando a los ojos a ambas mujeres – permitanme invitarlos unas copas de vino y palabras de buena ventura a su salud- y mientras terminaba con una honesta sonrisa la frase servìa vino en las copas de los comensales.

-Mi nombre es Beregond hijo de Earnur, vengo de Lebennin una regiòn del sur de Gondor, y no pude evitar oírles decir que planean viajar a mi tierra o al menos sus fronteras y una fuerza mayor me urge a darles noticias sobre ella. Una sombra acecha las tierras de Gondor y con ella han llegado orcos de todas partes. No esperen un viaje muy tranquilo, incluso se mueven a la luz del dìa en grandes grupos pillando cuanto encuentran en su camino.

Beregond no podia controlar sus palabras, como si una fuerza mayor las guiara – No se que motivos los implique a moverse hacia allì pero urgentes deben de ser si deben hacerlo en momentos como estos, y urgentes son los motivos por los que aqui me encuentro asi que seré conciso, desearía unirme a su viaje pues mi corazón me dice que en él encontrare respuestas a muchas preguntas por las cuales me encuentro viajando; no seré mucha molestia ya que a diferencia de lo que aparento con esta presentación, no soy de hablar mucho mas si puedo prestar mi fuerza ya sea con mi espada o mi arco en esa empresa os estaría mas que agradecido – terminó de decir haciendo una reverencia con una mano sobre el corazón y luego tomando asiento nuevamente.

-En realidad no es curiosa… os lo dije para atraer vuestra atención, pero verdaderamente es algo perturbador
Rírian sonrió ante la respuesta de la elfa.
– ¿De veras?
Antes de seguir hablando, un hombre se acercó a ellos y tras presentarse, se ofreció a acompañarles en su viaje. Rírian miró receloso al hombre, y a pesar de no conocer de nada al tal Beregond, Kira ya había aceptado su propuesta.
– Todavía no había dicho nada, pero no dudéis en que iré con vosotros.- entonces se giró al hombre- Soy Rírian, Montaraz Dúnadan del Norte. Un placer conocerte y encantado de que vayas con nosotros, a pesar de que aquí ya hayan espadas y arcos suficientes…-añadió con una gélida sonrisa.
No acababa de gustarle aquel hombre, y no sabía exactamente por qué.

Se había bañado y vestido con ropas limpias: pantalones y camisa negros, levita roja y las botas… sí, había decidido continuar con sus preciosas botas amarillas.
Canturreando abrió las ventanas de su habitación. Hacía lo que, podía muy bien considerarse, un frio horrible, pero a Dulvak le gustaba. Un vientecillo helado y cortante le golpeaba la cara y lo despeinaba ligeramente, pero ahí estaba él, asomándose por la ventana, con los brazos apoyados en el alfeizar, canturreando.

Quien vive al sol y alegre
Sin que en él la envidia asome;
busca su propio alimento
y satisfecho lo come,
venga acá, venga acá, venga acá.
Del mundo al abrigo,
su sólo enemigo
el cierzo y la lluvia del invierno será.*

En esto, mirando abstraído el movimiento de la gente de la calle, vio acercarse un hombre que arrastraba un caballo, el animal parecía darle problemas, resistiéndose, dando cabezazos y relinchando.
-¡Vaya!- dijo Dulvak en voz alta –creo que han encontrado un caballo para mi y… parece tener cuatro patas, magnífico, magnífico- se golpeó los muslos con las palmas de las manos y, sonriendo, se lanzó escaleras abajo.

—–
*Espero que Willie me lo disculpe XD XD

-¡Salud, Beregond hijo de Earnur!- De Lebennin ¿decís?… es un placer encontrar en estas tierras desoladas a alguien que viene de tan lejos… pues debéis saber que Lebennin es mi tierra. Mi nombre es Kira y mi casa está en la orilla occidental del Sirith-.

Beregond no pudo disimular su alegría y sorpresa por lo que una auténtica risa escapó de su boca
-¡Ja! ¡Salud Kira! Dificil encontrar a alguien de nuestro reino y mas aún de nuestras tierras ¡Dichoso encuentro sin duda!-

-Así que del sur como Kira -dijo mirando a la humana picaronamente -y de Lebennin además… vaya, vaya, si podéis ser vecinos. Claro que nos vendrá bien un arco y una espada más, aunque los caballeros aquí presentes y alguno más que no sé muy bien donde se encuentran ahora mismo, han demostrado un buen manejo de las armas en los últimos días. De todas formas, sois muy joven para portar armas ¿no? Espero no ofenderos, pero los elfos no somos buenos calculando edades de humanos.

«Burlona si duda, pero oculta algo mas con la pregunta» pensó, mas era de esperarla viendo la extraña situación.
-Mas joven aún era cuando comenzé a portarlas en lucha, apenas un mozalbete de 15 años, mas toda la vida fui entrenado en su uso por mi padre, último capitán de los montaraces que vigilaban el paso entre las Ered Lithui y la ciénaga de los muertos, y en dicha compañía puse a prueba el entrenamiento- dijo mientras corria una manga de su manto mostrando un brazo fuerte con marcas de quemaduras y cicatrices- el cual no supo ser siempre efectivo, por lo que aprendí que solo de la espada no vive un soldado a menos que seas el mismísimo Turin, así que tambíen adiestré el uso del arco; pero si mi edad es un problema tengo 27 años.-

Soy Rírian, Montaraz Dúnadan del Norte. Un placer conocerte y encantado de que vayas con nosotros, a pesar de que aquí ya hayan espadas y arcos suficientes…

-¿Un montaraz del norte dices? Grandes palabras tenia mi padre de tu gente, últimos descendientes de los dúnadan del norte por lo que la misma sangre numenoreana corre en nuestras venas, ¡mejor aún!-
Dijo estas palabras mientras estrechaba la mano del montaraz, su sonrisa no cuajaba con sus palabras pero no importaba de momento, «uno debe pagar el derecho de piso de tan extraña compañía» pensaba.

-Pues bien, si estamos todos, será mejor que tome mis cosas y me prepare para el viaje, siendo honestos apenas llego y esta casi listo todo, mas me gustaria tomar mas provisiones por las dudas-