Tinwëndil debe su nombre a que su nacimiento tuvo lugar en una noche de primavera, bajo un cielo adornado por las relucientes estrellas de Varda. El nombre significa pues, “Amigo de las estrellas”. Su nombre completo raras veces se usaba, pues acostumbraban a llamarle por su forma abreviada, Tinwë.
Tinwë tenía sangre noldor por parte de su padre, Arëndil, y sangre teleri por parte de su madre, Tintatári. De esta mezcla salió un elfo alto, de poco menos de dos rangas de altura, fuerte aunque delgado y resistente. Sus cabellos eran negros como el cielo de una noche sin estrellas y caían en largos mechones sobre sus hombros. Su rostro era a la vez serio y amistoso, y en sus ojos se percibía una sabiduría a la que solo unos pocos podían igualar. Éstos eran de color azul como la mar profunda y en ellos refulgían un brillo y un resplandor que acrecentaban su profunda y penetrante mirada. Muchos hombres habían aprendido a respetarle e incluso a temerle con solo una mirada.
Su aspecto también ayudaba a esto, pues vestía unas negras ropas de viaje gastadas por el paso del tiempo. Una capa le cubría las espaldas hasta algo más arriba de los talones, por donde asomaban unas botas de cuero negro. Vestía una camisa de fina tela gris adornada con motivos élficos y ceñida a la cintura por un rico cinturón de cuero con una gema verde engarzada. Los pantalones eran negros también, de una tela suave y resistente. De otro cinto colgaba la vaina de una lujosa espada élfica. Ésta espada, Angálata, fue forjada en Gondolin por uno de los mejores herreros, amigo de Tinwë. La espada era liviana, aunque muy dura y resistente, y brillaba con una luz roja cuando reflejaba la luz del Sol. A la espalda colgaba el arco de Tinwë, Cunyeldin, de madera oscura rematada con adornos plateados. A su lado un hermoso carcaj de cuero marrón repleto de flechas empenachadas con plumas blancas. Como montura, Tinwë llevaba dos caballos distintos, cada uno para momentos diferentes. Uno de ellos, Aramthil, era de un blanco reluciente, y lo utilizaba durante las batallas o en los viajes calmados o de cortesía. Daedelin era el otro. Tinwë montaba a este último en sus viajes por las tierras salvajes, era un caballo negro y extraordinariamente robusto y veloz, además de un fiel amigo para Tinwë.
Tinwë heredó de su padre el carácter orgulloso y altivo de los noldor, y el coraje y la valentía de su abuelo, Arënthor. De su abuela materna, Arfaila, heredó un gran sentido de la justicia y de su madre la sensatez y la cordura que les faltaba a sus familiares paternos. Además Tinwë disfrutaba de la compañía de los animales y tanto tiempo pasaba con ellos que llegó a dominar cada una de sus lenguas. Algo que le vino muy bien en sus posteriores viajes por las tierras salvajes.