Helkanor – Posada La Yegua Desbocada
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02/03/2015 at 20:18 #353652
NarradorParticipantÎbal se quedó mirando a Yaiwen intentando descifrar su expresión. Había pasado demasiado tiempo y no sabía si podía seguir confiando en ella como antes lo había hecho. Y el hecho de haberse enterado de su escaramuza en Lórien no le ayudaba. Pero ella tenía razón, no la mataría. No sin estar seguro, al menos.
Se acercó a ella con la daga en la mano, deteníendose a pocos centímetros de ella.
– Es una bonita historia – le dijo. – La creeré… De momento.
Llevó la punta del puñal hacia la abertura de la toalla.
– Estaré fuera un tiempo, tengo negocios que atender. Pero volveré a hacerte una visita, a ti y a tus nuevos amigos. Y ahí no habrá fallos, ni medias verdades – dijo mientras subía la daga. – Puedes ir a todas las tabernas que quieras, pero recuerda no pasarte con el vino, ¿te recuerdo las mañanas siguientes?
Al llegar al pecho de la semi-elfa, detuvo el cuchillo y sonrió. De un pequeño tirón deshizo el nudo. La toalla cayó, dejándola desnuda frente a él mientras le tendía el puñal
– Una cosa tiene buena este sitio. Parece que el frío te sienta bien, estás más guapa de lo que recordaba.
Sin más comentarios se volvió hacia la puerta para dejar Helkanor.
02/03/2015 at 22:07 #353653
NeumeModeratorNo podía estar más alterada. Su respiración era agitada y sus ojos echaban chispas. Estaba furiosa. Se tapó con las manos mientras le fulminaba con la mirada. Se agachó rápidamente a recoger la toalla para volver a cubrirse mientras él salía del baño en dirección a las escaleras. Cogió un frasco de colonia y se lo tiró desde arriba mientras él bajaba. Le dio en la espalda y el frasco se rompió al caer, pero él no se inmutó, sólo vio su sonrisa de perfil. A él le encantaba sacarla de sus casillas. Siempre lo había hecho.
– ¡Rach! -gritó en sindarin. -¡Sois un cobarde!
Yaiwen bajó las escaleras corriendo y evitando los cristales. Le llegó el fuerte olor a Lissuin. Fue derecha a por el arco, sabía que estaba en la sala pero no recordaba exactamente. Cuando lo tuvo salió a la calle tras él, quien ya estaba montado en su caballo y alejándose.
-¿Te ha gustado lo que has visto? ¿Sí? ¡Pues recuérdalo bien porque no vas a volver a verlo jamás! –bramó
-Ya veremos –respondió él al trote.
Colocó una flecha, tensó el arco y apuntó. Aún no había suficiente luz y los árboles dificultaban la visión. Se concentró y soltó la flecha. Esta fue a parar a la alforja. Su objetivo era el muslo.
-Ya veremos sí.
Regresó a la casa maldiciendo. Además, tenía los pies helados y con restos de nieve. Se los sacudió mientras se dirigía a encender la chimenea.
No había dado aún con alguien que pudiera desesperarla más. No entendía como en un tiempo atrás estuvo enamorada de él, ¿o sí? Qué más daba ya.
03/03/2015 at 0:30 #353654
BattosayParticipantBattoin iba cabeceando en el caballo. En una cabezada más profunda de lo normal, acabó resbalándose. El movimiento repentino lo despertó. Intentó agarrarse con el brazo derecho, pero un latigazo de dolor le recordó su herida. Por suerte consiguió agarrarse a la silla con la otra mano, evitando caer sobre el hombro perforado.
Derecho en el caballo se llevó la mano al hombro y encontró el vendaje lleno de sangre. El hambre y la adrenalina habían camuflado el verdadero alcance de la herida. Ahora, perdida la emoción de la batalla y sintiendo el viento helado a pecho descubierto, la gravedad de la lesión quedaba clara.
– La verdad es que sólo a mí se me ocurre ir de paseo sin camisa con este frío.
Se frotó la cara para despejarse. Agarró fuerte las riendas con la mano izquierda y azuzó con fuerza el caballo hacia Candur.
Cansado y con los sentidos embotados llegó la Yegua Desbocada. Cayó, más que bajó del caballo y entró por la puerta de atrás. No había nadie en la trastienda y aprovechó para buscar ciertas cosas que necesitaba. Encontró rápidamente los enseres de costura que serían de la hija del posadero y se guardó la bolsa bajo el brazo. También cogió una botella del licor más fuerte que encontró.
Subió a su habitación, tropezando un par de veces con las escaleras. Ya en su cuarto abrió su bolsa y sacó un saco con varias hierbas y ungüentos. Cogió una aguja y un hilo y probó a enhebrarla. Tardó varios intentos en darse cuenta de que le temblaba el pulso y veía borroso.
– Cojonudo, oyes, así voy que me doy.
Metió todo como pudo en su saco y se lo echó a la espalda, tendría que buscar alguien con buen pulso y que aguantase la vista de la sangre. Volvió a mirarse el hombro y el vendaje empezaba a gotear.
Salió de su habitación y rodó escaleras abajo. Se golpeó del hombro, lo que le hizo aullar de dolor. Se levantó y miró a los clientes de la taberna. Le atraía más la opción de morir desangrado que dejar que alguno de ellos le pusiera la mano encima.
Se marchó de la posada mientras los clientes le miraban entre extrañados y asustados. Volvió a subir al caballo maldiciendo en khuzdûl.
– Si salgo de esta con el brazo en su sitio, te prometo que no volveré a hablar mal de tu especie, jamelgo.
Se encaminó a las afueras del pueblo y consiguió llegar a su destino cuando aún podía mantener abiertos los ojos. Se dejó caer del caballo lo más suavemente que pudo y arrastró la bolsa tras de sí.
– Espero que esté en casa – se dijo mientras golpeaba la puerta. Afortundamente se abrió – Te traigo un set de costura . dijo inclinando su cabeza hacia la bolsa – ¿Qué tal andas de pulso?
Y se derrumbó sobre ella.
03/03/2015 at 13:51 #353658
NeumeModeratorSe encontraba recostada en el diván junto al fuego de la chimenea. Trataba de recomponer su estado mental alejando todos los pensamientos que la acechaban. De vez en cuando recordaba sus palabras, “las mañanas siguientes”. ¡Cretino, ruin!
Entonces golpearon la puerta. Creyendo que era Îbal, se incorporó y fue a por un cuchillo a la cocina. Le dejaría un par de recuerdos en la piel.
Abrió la puerta de golpe, dispuesta a encararse una vez más con él, pero su sorpresa fue mayor cuando vio a Battoin, todavía sin camisa, y en un estado lamentable.
-Te traigo un set de costura . dijo inclinando su cabeza hacia la bolsa – ¿Qué tal andas de pulso?
Iba a contestarle cuando el humano se le echó encima tomándola desprevenida y haciendo que cayeran ambos. Battoin no era precisamente pequeño así que sentía una gran presión encima. Estando tan cerca pudo ver que la venda estaba empapada de sangre, y ahora la toalla de ella también tenía manchas. Le empujó con cuidado para que rodara hacia un lado.
Yaiwen se incorporó. Vio que estaba inconsciente. Le tomó el pulso, débil, pero había. Salió a recoger la bolsa que traía Battoin consigo y la metió en la casa. Le arrastró por los pies para ponerlo cerca del fuego y después cerró la puerta de casa no sin echar un vistazo antes. No había movimiento.
Buscó una manta, apartó el diván y a duras penas le puso encima de la manta boca arriba. Abrió la bolsa de Battoin y comprobó lo que había en su interior. Enseres de costura que no podían ser de él, “no sé quien roba más de los dos” pensó, una botella que Yaiwen probó y era bastante fuerte y una serie de hierbas.
La medio-elfa paseaba inquieta por la sala de un lado a otro. ¿Qué se suponía que tenía que hacer, de sanadora? Aquel hombre sólo le había dado dolores de cabeza, desde su espada, el robo de la otra, salir persiguiendo a los hombres de Îbal. Todo en él era un despropósito. Sin embargo, no era propio de los de su raza dejar en ese estado a alguien. Y estaba ya en su casa. Pero ella no era sanadora, no era uno de los grandes Elfos que podían hacer “magia”. No podía hacer encantamientos, no era una reina, y no tenía athelas que aunque en sus manos no funcionaría igual, algo sí ayudaría. Aun así tenía algunos conocimientos de medicina élfica.
Fue a buscar por la casa algunas cosas que creía iba a necesitar y regresó donde estaba el herido. No comprendía cómo había podido aguantar tantas horas. Sin duda era un ser peculiar.
Cortó el vendaje. La herida tenía mal aspecto. Recordaba que había sido un corte por espada aunque por suerte no había veneno. Los orientales podían usarlo en las flechas o lanzas, pero casi nunca en las espadas. Era profundo y seguía sangrando y por lo que Yaiwen sabía, no podía suturar una herida sangrante. Debía esperar. La lavó primero con paños limpios empapados en agua tibia, mientras se calentaba la infusión con hojas de Nogal y otras hierbas curativas que había puesto en el cazo, encima de las ascuas. A continuación la limpió con ese preparado y presionó la herida para que dejara de sangrar. Por momentos, le parecía que Battoin farfullaba algo como en sueños.
Cuando lo consideró se dispuso a coser la herida. Por suerte para él no se iba a enterar de nada, así dolería menos. Desinfectó la aguja con el fuego, enhebró el hilo y comenzó a cerrarla.Cogió una venda limpia y tapó la herida sujetándola bien para que no se soltara.
Cuando hubo terminado se levantó y estiró. Dio un trago largo del licor. Sentía las piernas entumecidas y le dolía un poco la espalda. Cuando el humano despertara le daría un pequeño trozo de lemba. No les estaba permitido a los mortales, pero tenía propiedades reparadoras. Y no había nadie allí que pudiera juzgarla.
Le echó una fina manta por encima, recogió los cristales de la escalera y subió a limpiarse.
Se vistió con ropas cómodas, recogió su cabello y bajó a ver al herido. Ya casi amanecía.03/03/2015 at 16:27 #353663
NarradorParticipantBaldric se afanaba en servir a los vecinos lo más rápidamente posible. Servía al carnicero y el hobbit ya estaba pidiendo otra pinta, servía al hijo del sastre y de nuevo el hobbit le solicitaba otra cerveza. ¡Hasta seis pintas había contado! ¿Pero dónde era capaz de guardar todo lo que tragaba?
Le vio saltar por las mesas con preocupación. Se llevó las manos a la cabeza cuando rompió las sillas y estaba a punto de regañarle cuando le pidió habitación para varios días y le entregó la bolsa con monedas. La tanteó y quedó satisfecho. Una amplia sonrisa cubrió su rostro. Aquello era otra cosa.Poco a poco se iban yendo los vecinos, era ya muy tarde cuando vio bajar por las escaleras a Battoin. Iba medio desnudo.
-Seguro que va borracho. Ay, ay, este chico va a acabar mal.03/03/2015 at 17:41 #353665
Dain-IParticipantEl sol despuntaba en el este cuando Berilack despertó de su profundo sueño.
«Otra vez esas pesadillas» pensó al levantarse, la Comarca en llamas, una imagen de su padre,
¿Qué podría significar eso?. Ahora mismo no estaba para pensar, la cabeza le estaba a punto de estallar.
«¡Maldita resaca, es el castigo por tan buenos momentos!. Sera mejor que me bañe, eso me calmará»
Así pues se desvistió y se preparó un baño caliente. Mientraas se bañaba miró por la ventana que había justo en frente de su baño, el sol empezaba a derretir la nieve mañanera y las gotas caían por los cristales de la ventana redonda del baño.
Al acabar se vestió y se colocó su pequeño escudo detrázs de la capa azul marino que llevaba al igual que su espada corta. No la llevabaal descubierto para no llamar la atención más de lo necesario.Empezó a descender las escaleras, al llegar al salón vio que habían llegado unos nuevos inquilinos.
Eran tres hombres con ropas con capucha y unas capas negras, miraron fijamente al hobbit que apartó rapidamente la vista hacia las doncellas cercanas dirigiendoles una sonrisas.
Estas rieron y se pusieron coloradas.
«las tengo en el bote» pensó el hobbit.Llegó a la calle el sol lo cegó durante un tiempo pero luego empezó a ver mejor se dirigía a la farmacia cuando oyó una voz detras suya.
-¡Eh!, gusano-dijo una voz el hobbit se dió la vuelta.
-¿Es amí?- dijo este.
-¿Que otro gusano ahi aquí?. El hobbit se dió cuenta eran aquellos hombres de la posada, los de ropas negras.
-Queremos eso que llevas- dijo otro con una voz chillona. Berilack se desorientó durante un tiempo, después calló en la cuenta.
«¡Se me ha olvidado esconder la daga!»- La daga de Zafiros puros que su padre le había regalado la llevaba a la vista en el cinturón.
«Se me olvidó guardarmela detras de la espalda».
Entonces sus atacantes desenvainaron sus espadas.
El Berilack sacó su espada y su escudo de la espalda.
-Y yo que solo quería cerveza-03/03/2015 at 19:02 #353669
Aragorn_IIParticipantLa tarde era fría, como todas en aquellas malditas tierras. ‘¿Quién me mendaría venir a esta región?’, se decía una y otra vez Calatar. Hacía semanas que había dejado su hogar por los rumores que había oído sobre Helkanor. Unos días después de cruzar las Montañas Grises, justo cuando empezaba a arrepentirse de haber emprendido semejante viaje, se topó con unos mercadores que le hablaron de las gentes que poblaban aquellas tierras. Le dijeron que se dirigían hacia una ciudad de Enanos que se encontraba a un día de camino, si la nevada no era muy intensa.
-Ya estoy harto de Enanos- respondió hoscamente.
-Entonces ve a Candur. Está a varios días de marcha hacia el noroeste. Si consigues llegar, encontrarás un buen lecho y comida caliente en la posada- dijo uno de los mercaderes.
-Si puedes pagarlo, claro- añadió otro de los viajeros entre risas.
Le contaron que era un pueblo tranquilo, pero que la gente de la posada era hospitalaria. Dejó atrás a los mercaderes, no sin antes tomar prestada una de las bolsas de su carreta, y se dirigió hacia la aldea. Al llegar no le costó encontrar la posada.
-La Yegua Desbocada… Esto promete ser interesante-
Dejó a su caballo en el establo y entró en la sala común de la taberna. No había mucha gente, y todos se giraron a mirar al desconocido que acababa de entrar. Calatar se sacudió la nieve y se echó hacia atrás la capucha y el embozo. Se dirigió a la barra, donde un hombre calvo y de cara redonda atendía a los parroquianos.
-¡Buenos días forastero! Mi nombre es Baldric, y soy el dueño de esta posada. ¿Qué se le ofrece? –
-De momento una comida caliente. Y una habitación en la que no muera congelado por las noches- masculló Calatar.
-Señor, ningún huésped ha muerto nunca bajo mi techo. Bueno, si no contamos al viejo Brigit, que se atragantó con un hueso de cerdo cuando comía…-
-Entonces una habitación con hogar si la tiene- Calatar interrumpió bruscamente al posadero. Su verborrea era insoportable. Baldric le miró aturdido, pero tras unos instantes de duda asintió con la cabeza.
Tras pagar a aquel hombrecillo, que era tan bobalicón como parecía, Calatar fue a sentarse a una de las mesas junto a la chimenea. Mientras entraba en calor estudió a los parroquianos, y enseguida captó su atención una joven con un vestido verde.
-No es friolera la moza, desde luego- pensó Calatar. Uno de los hombres agarraba por la cintura a la joven, que se reía sin disimulo.
-¡Elaen! ¡Deja de reír, que hay mesas por servir!- gritó Baldric, a quien los ojos parecían que se le iban a salir de las órbitas.
-Ya voy padre- respondió la joven con tono resignado. Calatar sonrió. Aquella posada tenía el nombre adecuado, o eso parecía.
04/03/2015 at 17:23 #353706
Dain-IParticipantUno de los atacantes empezó a correr hacia Berilack soltando un fuerte grito.
«Mantente firme, mantente firme». Las piernas le empezaron a temblar pero saco el valor suficiente como para le vantar el pequeño escudo de madera y detener el golpe.
El golpe casi lo hace caer al suelo, pero se mantuvo firme. Le propinó una patada a su adversario que bajo la guardia lo que aprobechó en hobbit para golpear la rodilla del ladrón que calló sobre esta y luego hundirle la espada en el pecho.
«Uno menos». Pensó, las cosas empezaban a ir bien estaba confiado y listo para seguir.Salió corriendo hacia otro ladró este era mas pequeño, El ladrón empezó a reir y soltó un tajo al aire, el hobbit había desaparecido.
Entonces notó el acero penetrando sus ropas, era frio y mortal.
Justo antes el hobbit había rodado entre sus piernas sin que el hombre se diese cuenta.
-¡Ja ja ja!, quien es ahora el gu…- Las palabras se le antragantaron en la boca, ahora el sentía el frio acero en su vientre.
El otro asesino se había escondido y ahora había aparecido para vengar a sus amigos, cometió un error, se acerco demasiado.
El hobbit cogió la daga de zafiros y la incrustró en la rodilla del atacante, luego en su gargante.
La sangre empezó a brotar poco a poco cambiando el brillo azulado de la gema por el rojo de la sange.
Después el hobbit se puso delante de los cuerpos tambaleandose por la pérdida de sangre.
-‘Quién es ahora el gusano eh!- El hobbit cayó de espaldas, la gente se empezó a arremolinar junto a él. El hijo del sastre con quien había compartido cevezas aquella noche se le hacerco diciendo.
-¿Necesitas ayuda?-
-Quiero cerveza- fue la respuesta.04/03/2015 at 22:33 #353723
BattosayParticipantBattoin se debatía semiinconsciente, apenas percibía algunos sonidos e imagenes borrosas. Un olor tranqulizador floraba en el aire lo que hacía algo más llevadero su dolor. De repente se hizo oscuridad.
Cuando recobró el conocimiento tardó unos minutos en saber dónde estaba. Recordó que había ido a casa de Yaiwen y haberse caído sobre ella. No recordaba nada más. Intentó moverse y notó el dolor de la herida, pero era diferente. Parece que la elfa le había ayudado al fin y al cabo. Decidió descansar un poco más.
Cuando reunió las fuerzas necesarias para levantarse decidió que era momento de agradecer a su anfitriona. Trabajosamente se sentó y miró alrededor buscando la elfa, que bajaba las escaleras en ese momento.
– Hola, ¿se puede saber qué me has hecho en el brazo? Yo venía a que me arreglases la camisa. Vaya sádica estás hecha, ¿conservo todavía los dos riñones? – dijo simulando enfado.
Yaiwen le miró seria, no parecía que su broma le hubiera hecho gracia. Bajó la cabeza y sonrió. No era el momento de hacer bromas, pero le costaba hablar en serio. Suspiró y levantó de nuevo la mirada.
– Ya, no ha tenido gracia – dijo. – Gracias, de verdad. No tenías por qué haberme ayudado, pero eras la única persona que se ocurrió a quien acudir. Hace unos días, después del asuntillo de la espada, me dijisteis que a cambio debía ayudaros si me lo pedíais. No creo que aquel fuera un trato muy justo, pero ahora os doy mi palabra de que si queréis mi ayuda para cualquier cosa, no tenéis más que pedirla.
Bajó la vista y de reojo vió la botella de licor que había cogido en la posada. La había cogido para desinfectar la herida, pero la elfa le había dado otro uso. Y ya había usado la mitad. Miró de nuevo a la elfa
– Os brillan mucho los ojos, ¿me dais una copita? Creo que me vendrá bien.
04/03/2015 at 23:30 #353725
NeumeModeratorSe agachó hasta situarse muy cerca, cara a cara.
-¿Camisa? pues la debisteis perder en el camino porque aquí llegasteis tal cual. -Se acercó un poco más -Oh, por supuesto que me vais a ayudar. Debéis saber que tengo algún que otro conocimiento en venenos… podría haceros pasar un mal rato si sois desagradable conmigo -le dijo susurrando al oído. Viendo la expresión de Battoin se echó a reír con ganas.
-¿Sois el único que puede gastar bromas acaso? No pienso envenenaros, aunque sí tengo algo de conocimiento, pero muy escaso la verdad. Y sí, acepto ese ofrecimiento vuestro. Ya os recordaré esta promesa cuando sea necesario, creedme. Brindaremos para sellar esta especie de pacto. -Le sirvió licor en una copa.
Yaiwen se bebió la suya de una vez. -¿Está bueno verdad? deja un regusto dulce al final. ¿De dónde la habéis sacado?
-La cogí pensando que podría ayudarte a desinfectar la herida -le dijo
-Vaya, lo lamento, creí que era un presente por las molestias pues me iba a acostar en ese preciso instante tras darme un baño. – En ese momento recordó a Îbal y su gesto se volvió serio. -Bueno -dijo levantándose – al medio día iré por la posada, no tengo nada de comida aquí y no pienso hacer de vuestra… madre o… niñera. -añadió arqueando una ceja. «Lo único que deseo es beber para olvidar».
Era una situación incómoda, no había podido digerir lo ocurrido con el oriental y todavía estaba enfadada, y ahora tenía a un herido en su casa. No tenía nada que ofrecerle, o tal vez sí.
Fue a la cocina y volvió a los pocos segundos. -Esto pocas veces más vais a poder probarlo. Ninguna diría yo. Dad un mordisco, con uno pequeño bastará porque si os pasáis de glotón, voy a apretaros en la herida tan fuerte que veréis todas las estrellas de Varda.
05/03/2015 at 0:20 #353726
BattosayParticipant– Lo tenían guarda en la despensa de la posada, creo que cuando Baldric me pase la cuenta de todo lo que llevo allí gastado, me tendré que quedar unos días fregando platos – rió.
-Esto pocas veces más vais a poder probarlo. Ninguna diría yo. Dad un mordisco, con uno pequeño bastará porque si os pasáis de glotón, voy a apretaros en la herida tan fuerte que veréis todas las estrellas de Varda.
Battoin miró con extrañeza lo que la elfa le ofrecía, aún así decidió probarlo. Algo intimidado dió un pequño mordisco. Al momento se sintió con bastantes más fuerzas e intentó dar un segudo bocado, pero Yaiwen ya lo había apartado de su alcance.
– Huele muy bien vuestra casa, ¿sabéis? – dijo mientras olfateaba al aire. – Si váis a la posada, puedo haceros compañia mientras bebéis, eso sé hacerlo bien. Mientras podemos acabar esa botella o dormir un rato… ¿Habéis tenido visita? Huelo algo que no acabo de reconocer, va hasta el baño – en ese momento se detuvo, algo la había venido a la cabeza. – ¿Decíais que os estábais dando un baño? No íbais así vestida cuando me abristeis, ¿verdad? Lástima haber perdido el conocimiento.
05/03/2015 at 12:41 #353728
NeumeModeratorAl ver que iba a dar otro mordisco lo apartó rápidamente mientras negaba con la cabeza.
– Huele muy bien vuestra casa, ¿sabéis? – dijo mientras olfateaba al aire. – Si váis a la posada, puedo haceros compañia mientras bebéis, eso sé hacerlo bien. Mientras podemos acabar esa botella o dormir un rato… ¿Habéis tenido visita? Huelo algo que no acabo de reconocer, va hasta el baño – en ese momento se detuvo, algo la había venido a la cabeza. – ¿Decíais que os estábais dando un baño? No íbais así vestida cuando me abristeis, ¿verdad? Lástima haber perdido el conocimiento.
-¿Lástima, eh? – le tiró a la cara un chorrito del licor. –No iba así vestida porque ya os dije que me importunasteis en medio del baño. ¿Qué visitas iba a tener a estas horas? Pero sí, huele muy bien porque se me cayó poco antes de que aparecieras un frasco de esencia de Lissuin. Sin quererlo, mi torpeza os va a ayudar a reponeros antes pues se dice que su fragancia apacigua el corazón… “La verdad es que le podía haber tirado otra más barata” pensó. Y volvió a dar un trago.
¿Queréis ir a la posada? se encogió de hombros –está bien, si os veis lo suficientemente fuerte… Tendréis que poneros algo encima, no podéis salir así. Esperad.
Al rato bajó con una camisa holgada blanca. –La otra que os dejé a saber dónde está. Esta la quiero de vuelta. Imagino que en la posada tenéis alguna armadura ligera.
Yaiwen, que llevaba pantalones de montar, se puso el cubre-botas. Eran unas polainas verde oscuro con hebillas. Cogió algunas monedas, dos dagas idénticas que guardó en las pequeñas vainas y se puso la capa de lana negra por encima. Después de la visita inesperada de Îbal no se fiaba.
-¿Listo?, vayamos a la posada. Tal vez veamos algún rostro conocido. Ahora que lo pienso ¿cómo hicisteis para pagar todo en Framburgo? –preguntó mientras cerraba la puerta.
05/03/2015 at 16:19 #353732
Dain-IParticipantBerilack se despertó en su habitación desorientado, había sangre por toda la cama.
«¿Qué narices he hecho esta vez?». Cuando se intentó incorpaorar noto un dolor desgarrador en la espalda, se hacercó al espejo y se quitó la camisa y vió que le habían dado algunos puntos en la espalda. Berilack empezó a recordar la pelea aquel gallina que le atacó por la espalda, el hijo del sastre y … La daga de su padre.
«¿Dónde está?». Se preguntó nervioso el hobbit. Buscó por toda la habitación y la encontró en la cómoda de su habitación.
Suspiró aliviado, al fin y al cabo, no se la habían robado.
Decidió bajar a la posada y pedir algo de beber para calmar sus nervios.
Al llegar se sentó en una mesa apartada al final de la posada, donde podía verla mejor.
La gente empezó a murmurar sobre él.
-El solo acabó con esos rufianes-
-Dicen que es más fuerte que un enano y más aguil que un elfo-
Esos eran ejemplos de los murmullos que alcanzó a oir el hobbit.
Después de sentarse levantó una mano y le dijo a una de las mozas que trabajaban.
-¡Una cerveza!- Se la trajeron, respiró hondo y dijo.
-¡Por fin!.05/03/2015 at 19:50 #353838
NELLAParticipantEl Sol brillaba en lo alto cuando Kira divisó a lo lejos la aldea de Candur, había viajado toda la noche desde Framburgo a lomos de Nube, se detuvo y le acarició la cabeza suavemente. Fue un alivio encontrarlo
atado a la carreta de Nír el Enano, jamás hubiera pensado encontrarlo allí.
La nieve que había caído en la noche estaba blanda y brillaba con los rayos del sol, ya tenía ganas de llegar a la Yegua Desbocada, darse un baño y dormir horas y horas, esperaba que Baldric le tuviera aun reservada la habitación, todas sus cosas y su espada estaban allí. Kira espoleó su montura y la puso a un trote rápido. Ya quería llegar….05/03/2015 at 20:06 #353839
BattosayParticipant– La otra camisa está en la posada, con el resto de mi ropa, si os acordáis, puedo deolvérosla allí.
-¿Listo?, vayamos a la posada. Tal vez veamos algún rostro conocido. Ahora que lo pienso ¿cómo hicisteis para pagar todo en Framburgo? –preguntó mientras cerraba la puerta.
– ¿No pagásteis vos?- dijo Battón fingiendo sorpresa. – Yo pensaba que vos nos invitábais… Vaya, espero que nuestros otros compañeros no se lo hayan tomado a mal.
Regoció las cosas que había traído mientras Yaiwen iba a por una camisa para él. Se la puso y se echó la bolsa sobre el hombro izquierdo.
– Gracias, servirá hasta la posada – y, mirando a Yaiwen añadió.- Otra vez me quedo sin veros con ese vestido negro, lástima.
Mientras Yaiwen iba a por su caballo él montó como pudo en el suyo, sujetando la bolsa con los dientes y agarrándose a la silla con la mano izquierda. Yaiwen, entre divertida y sorprendida lo encontró en una posición imposible subre el caballo.
– ¿Qué ocurre? – preguntó. – Estoy malito y no voy a ir a pie.
En el camino hacia Candur Yaiwen parecía casi asustada, mirando a todas partes y girándose por cualquier ruido. Battoin supuso después de los bandidos y los orcos, era normal estar algo paranoico, así que trato de conversar un rato para relajar el ambiente.
– Estoy pensando en quedarme con el caballo. Pero tendría que ponerle un nombre. Aunque claro, a ver con qué cara vuelvo yo a casa y les aparezco con un caballo. No creo que lo aceptasen bien, son bastante tradicionales… ¿Qué os parece Jolly Jumper? ¿O mejor Babieca?
Yaiwen apenas gruñó una respuesta sin dejar su actitud paranoica en ningún momento. Así que Battoin decidió callarse hasta la posada, seguramente allí ella recuperaría un poco el humor.
Al poco rato llegaron a la posada. Una vez dentro se sentaron en una mesa libre y Battoin pidió por los dos.
– A mí me váis a traer el estofado ese que tenéis, si me podeís traer una olla, mejor, ya me sirvo yo. Y un buen vivo para acompañarlo, vasos para los dos y no sé si mi amiga quiere algo de comer – la elfa pareció salir un momento de su ensimismamiento y lo miró extrañada – ¿Qué? He perdido mucha sangre y eso que me habéis dado, pese a estar muy bueno y darme energías no ha hecho más que abrirme el apetito.
Al poco les sirvieron y Battoin no pudo evitar fijarse en que los clientes de la posada no dejaban de murmuran sobre una perqueña persona al fondo del salón.
– ¿Habéis visto? Allí al fondo, es de la raza de los hobbits. No suelen salir de su hogar y menos las mujeres, ¿qué la traerá aquí?
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