La mortalidad ¿un don?
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19/08/2006 at 21:44 #282467
ThauldParticipantTras leer solo algunas paginas, no todas, esto casi bien es eterno. Aportare mi visión.
Desde mi punto de vista la mortalidad es un don, indiscutiblemente para aquellos que creen en una otra vida despues de esta o quien crea que la muerte es final del trayecto. Para los primeros la muerte tiene un consecuencia más soportable, para los segundos es basicamente la precipitación hacia el más absoluto vacio y olvido, nada queda y ni siquiera la huella establecida a su marcha parece ser, generalmente, suficiente consuelo.
¿Seriamos en cambio mas felices gozando de una inmortalidad?
Sin duda lo primero para garantizar un poco de felicidad al asunto es que cuanto nos es querido persistiera por siempre, cada nacido se mantuviera y los espacios y recursos fueran suficientes para este crecimiento exponencial que impidiese perder algo que nos fuera valioso. Nadie desea la muerte de cuantos les rodea, ver como todos aquellos que un dia conocio se extinguen mientras uno es condenado al inmenso vivir, sabiendo que toda aquella persona que ame de un modo u otro morira inremediablemente mientras este siga condenado a la vida, y al recuerdo de todos aquellos que la compartieron una vez. ¿Soportaria esto nuestro alma o acabaria sucumbiendo a la degradacion de la melancolia, deseando tan solo la soledad?
Primer problema resuelto. Siguiente problema, la ambicion humana y su deseo de conocimiento. Toda persona tiene un cierto grado de deseo de crecimiento propio, sin embargo el ser humano es un ser condicionado, podremos conseguir muchas de nuestros sueños a lo largo de una vida inmortal si trabajamos duro en ello, pero no todo esta a nuestro alcance y muchas de las cosas que consigamos, al menos las de plano material, desapareceran con el tiempo, pues estas estan suceptible a cambios.
Sobre el deseo de conocimiento, quien mas y quien menos desea conocer el mundo que le rodea, conocer sus misterios, sus lugares, que gracia tendra pues este deseo durante la inmortalidad, visitar lugares por ejemplo sera una maravilla al principio, durante quizas un par de milenios, pero el mundo, el que no es el mundo humano, sujeto al cambio de los hombres, es lento, y pocas alegrias quizas nos produzcan durante años contemplandolo.
Tercer problema, el cambio humano. "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Que sentido tendria esta frase si el mañana, el pasado mañana, el mes que viene, el año, el siglo,.. el tiempo en definitiva fuera siempre eterno. No hay prisas, no hay nada que aceche el fin. Quizas habria habido cambios al principio, cuando el tiempo era nuevo, cuando lo es viejo, merece acaso la pena, al menos merece a caso la pena, tal como conocemos actualmente al ser humano.
Que belleza tiene en fin aquello que siempre podemos ver, aquello que siempre podamos tocar u oir. Aquello que en definitiva siempre podamos sentir. Es el gozo primero de las nuevas sensaciones que nos aportan, lo que nos hace disfrutar de ello. Por lo tanto, merece la pena vivir una inmortalidad aparentemente insulsa, o merece la pena arriesgarse a jugar a las cartas con la mismisima muerte, intentando sacarle mejor partida a lo que no es preciado ya que nos es fugaz.
En fin, no me alargo mas . Pero mas o menos por esto podeis ir mas o menos saber mi opinion.
Sobre aspectos del alma y la inmortalidad de la misma, recomiendo el dialogo de Platon "Fedon, o de la inmortalidad del alma".
Saludos
19/08/2006 at 22:36 #282468
ThauldParticipantSe me olvidaba quizas un punto, al menos del que me he dado cuenta .
Siendo inmortales a pesar de todo tendriamos junto a nosotros, si es que ellos fueran tambien mortales, a nuestros seres queridos. Pero el ser humano es un ser empatico (hay un documento de El Pais sobre un estudio sobre este, pero que no me pondre a explicar ahora ), y muy seguramente quizas nosotros no fueramos los primeros en sufrir la falta de alegria por el trascurso de un tiempo eterno e insulso, pero no haria falta pues este sentimiento se iria propagando, y la melancolia seguramente acabaria absorviendo nuestras vidas. Los cambios son a fin de cuenta lo que nos reportan felicidad, asi como sentimientos como el amor, quizas sentimientos como este ultimo fuera la esperanza para una vida inmortal, una prueba para la pareja, los amigos, la familia.¿Les mantendriamos el mismo afecto a pesar de la eternidad? quien sabe, quizas si, aunque quizas no lo valoraríamos como ahora lo hacemos.
Sobre la recomendación de lo anterior, quizas es algo mas para aquellos que creen en una vida despues de la muerte. Pero para los que no, o para los que no pero no descartan una esperanza similar (como un servidor), tambien es algo interesante, pues nuestras dudas no es mas que un regreso eterno a lo ya hace tiempo cuestionado. Sea cual sea, el resultado final, más vale aprovechar cuanto podamos de este mundo, usando la sesera por supuesto, pues "mas vale pajaro en mano que cientos volando".
Bienaventurados seais en vuestro caminar
23/08/2006 at 19:54 #282469
Fingon_el_valienteParticipantSi estamos debatiendo acerca de si la mortalidad es un don lo primero sería definir, precisamente, qué es un don. Según el diccionario de la RAE se trata de:
1. m. Dádiva, presente o regalo.
2. m. Bien natural o sobrenatural que tiene el cristiano, respecto a Dios, de quien lo recibe.
3. m. Gracia especial o habilidad para hacer algo.
Está claro que la definición que mejor se ajusta a este debate es la segunda. ¿Podría decirse que la muerte, desde la perspectiva cristiana, es un don? En mi opinión la muerte no puede considerarse un don, ya que forma parte de la naturaleza y de la vida. La vida, en cambio, sí es un don, pues nadie muere sin haber vivido antes. En el caso de la obra de Tolkien la cuestión es más compleja, ya que la mortalidad del hombre tiene su contrapartida en la inmortalidad de los elfos. ¿Cuál es el don? Para el hombre (al menos para la mayoría) la muerte es algo "malo", ya que marca el fin de la vida, más allá de la cual no hay nada. Ese temor, esa incertidumbre, ese miedo a lo desconocido, es lo que expresa Andreth, una mujer de la casa de Beor, en la "Athrabeth Finrod ah Andreth" (La conversación de Finrod y Andreth):
Cita:
Cita: -¿Satisfechos? -dijo Andreth. -Ningún corazón de Hombre está satisfecho. El tránsito y la muerte le es siempre penoso; pero un declive más lento proporciona cierto consuelo, y retira ligeramente la Sombra. Pero quizás la muerte no sea algo tan malo, después de todo.
Cita:
Cita: -Ay, te acercas a la verdad- dijo Finrod. -Al menos así sucede con muchos entre mi gente; pero no con todos y en absoluto conmigo. Mas ten bien presente, Andreth, que cuando os llamamos "Hijos de Eru" no hablamos a la ligera; porque ese nombre no lo pronunciamos en broma ni sin completa voluntad. Cuando hablamos así, lo hacemos desde el conocimiento, no desde la mera tradición élfica; y proclamamos nuestro parentesco, mucho más próximo (tanto en hrí¶a como en fëa) que el que une a todas las otras criaturas de Arda o a nosotros con ellas. También amamos a otras criaturas de la Tierra Media en su medida y raza: las bestias y pájaros que son nuestros amigos, los árboles e incluso las hermosas flores que perecen más rápido que los Hombres. Su muerte nos entristece, pero creemos que es parte de su naturaleza, tanto como lo son sus formas o colores.
Pero por vosotros, que sois nuestros parientes más cercanos, nuestra pena es mucho mayor. Mas, si tenemos en cuenta la brevedad de la vida en toda la Tierra Media, ¿no debemos creer que vuestra brevedad es también parte de vuestra naturaleza? ¿No piensa esto también vuestra propia gente? Y aun así, de tus palabras y su amargura adivino que piensas que erramos.
Para Andreth la muerte no es un don, sino un castigo impuesto a los hombres por Morgoth.
Cita: -¡No, no! -dijo Andreth. -No entiendes mis palabras. Porque siempre pensáis lo mismo, mi señor: los Elfos son Elfos, y los Hombres son Hombres, y aunque tienen un Enemigo común, que los ha injuriado a ambos, aún se mantiene la distancia entre los señores y los humildes, los primeros llegados altos y resistentes, los seguidores menores y de breve servicio. Ésa no es la voz que los Sabios oyen en la oscuridad y más allá. No, señor, los Sabios de entre los Hombres dicen: "No se nos hizo para la muerte, no nacemos para morir. La muerte se nos impuso." Y ¡observa! el miedo a ella siempre nos acompaña y siempre la rehuimos como la liebre al cazador. Pero en lo que a mí respecta, creo que no hay escapatoria en este mundo, no, ni aunque pudiésemos llegar a la Luz más allá del Mar o ese Aman del que habláis. Con esa esperanza hemos viajado durante muchas vidas de Hombres, mas la esperanza era vana. Eso dijeron los Sabios, pero no se detuvo la marcha porque, como he dicho, poco se les escucha. Y ¡mira! hemos huido de la Sombra hasta las últimas costas de la Tierra Media, ¡sólo para encontrar que está aquí, delante de nosotros! Entonces Finrod guardó silencio; pero al cabo de un rato dijo: -Esas palabras son extrañas y terribles. Y tú hablas con la amargura de aquélla cuyo orgullo ha sido humillado y no busca sino herir a sus contertulios. Si todos los Sabios entre los Hombres hablan así, entonces bien puedo creer que habéis sufrido un gran daño. Pero no por mi gente, Andreth, ni por ninguno de los Quendi. Si somos como somos, y si sois como os encontramos, no se debe a nuestros actos ni a nuestros deseos, y vuestras penas no nos causan regocijo ni alimentan nuestro orgullo. Sólo uno diría lo contrario: aquel Enemigo que no nombráis.
¡Cuidado con la paja de tu grano, Andreth! Pues podría ser mortal: mentiras del Enemigo que alimentándose en la envidia podrían criar odio. No todas las voces que surgen de la oscuridad dicen la verdad a las mentes que buscan extrañas nuevas.
¿Pero quién os hizo este daño? ¿Quién os impuso la muerte? Melkor, dirías seguramente, o cualquiera que sea el nombre que le deis en secreto. Porque hablas de la muerte y su sombra como si fueran una y la misma; y como si escapar de la Sombra fuera también escapar de la Muerte.
Pero no son lo mismo, Andreth. Así creo, o la muerte no se encontraría en absoluto en este mundo que él no diseñó, sino Otro. No, muerte no es sino el nombre que damos a algo que él ha tocado, y suena por lo tanto maligno, pero intacto su nombre sería bueno.
Melkor, pues, no tiene poder para cambiar el destino de los hombres ni de ninguna otra raza. La muerte es sólo obra de Eru, que es bueno, y existe porque Él lo permite.
En cuánto a la inmortalidad de los elfos, como ya se ha dicho en otros post, no es tal, pues tambien a ellos les llegará la hora, inexorablemente. Las palabras de Finrod nos aclaran este punto:
Cita: -Esa diferencia la percibo -dijo Finrod. – ¿Dirías que hay dos muertes: una es un daño y una pérdida, pero no un final y la otra es un final sin retorno? ¿Y los Quendi sólo experimentan la primera? -Sí, pero hay además otra diferencia -dijo Andreth. -Una no es sino un daño entre las posibilidades del mundo, que los valientes, o los fuertes, o los afortunados pueden esperar evitar. La otra es ineludible, una muerte de cuyo cazador no hay escape último posible. Sea un Hombre fuerte o rápido o temerario, sea sabio o necio, sea malvado o justo y piadoso en todas las acciones de sus días, ame al mundo o lo aborrezca, debe morir y abandonarlo, y convertirse en carroña que los hombres se apresuran en quemar o esconder.
-¿Y estando así, perseguidos, no tienen los Hombres esperanza alguna?-dijo Finrod.
-No tienen ni certeza ni conocimiento, sólo miedo y sueños en la oscuridad -respondió Andreth. -¿Pero esperanza? Esperanza, ese es otro asunto del cual incluso los Sabios apenas hablan. -Entonces su voz se hizo más amable. -Sin embargo, Señor Finrod de la Casa de Finarfin, de los altos y noble Elfos, quizá nosotros podamos hablar de ello, vos y yo.
-Quizá podamos -dijo Finrod -pero mientras tanto caminamos en las sombras del temor. Hasta ahora, entonces, percibo que la gran diferencia entre Elfos y Hombres está en la rapidez del fin. Sólo en esto. Pues, si pensáis que para los Quendi no hay muerte ineludible, erráis. Porque ninguno de nosotros sabe , aunque quizá lo sepan los Valar, cómo será el futuro de Arda o cuánto se ha ordenado que dure. Pero no durará por siempre. Fue hecha por Eru, pero no está en Él. Sólo el íšnico no tiene límites. Arda, y la misma í‹a, deben por lo tanto tener límites. Nos veis a los Quendi aun en las primeras edades de nuestra existencia y el fin está lejos. De igual forma es posible que suceda con vuestros jóvenes, quienes ven la muerte aún lejana, salvo que nosotros tenemos ya largos años de vida y pensamiento detrás. Pero el fin llegará. Eso lo sabemos todos. Y entonces deberemos morir, habremos de perecer para siempre, parece, puesto que pertenecemos a Arda (en hrí¶a y fëa). ¿Y más allá, qué? ¿"La ida al no retorno", como tú dices, "el fin más absoluto, la pérdida irremediable"? Nuestro cazador es de pies pesados, pero nunca pierde el rastro. Más allá del día en que nos golpee con la muerte, no tenemos certezas ni conocimiento. Y nadie nos ha hablado de esperanza.
El fragmento resulta bastante clarificador y arroja mucha luz sobre lo que se está debatiendo en este foro.
11/08/2008 at 21:32 #282470
nazgul_dwimmerlaikParticipantSi, es un don, como tambien lo esa en la vida real, solo que uno se resiste a dejar de vivir, y por eso tiene miedo a morir, o tambien poruqe no sabe que le espera del otro lado,
como hizo sauron en su momento con los numenoreanos, echo una sombra de miedo a la muete, por ello querian ser inmortales, y envidiaban a los elfos.
Saludos !! :-]
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